Naty. Diario de mi cumpleaños (2)
Había descubierto el placer y ahora lo quería tener con mi hermano... Iba a comenzar una larga noche...
Como ya había dicho, mi fiesta de cumpleaños casi se había convertido en una orgía lésbica entre mis amigas y yo. Acabamos tiradas al lado de la piscina, desnudas, abrazadas entre nosotras y junto al consolador que habíamos utilizado para satisfacer nuestros instintos sexuales mas escondidos. El problema fue la llegada de mi hermano a la casa mientras dormíamos. Estaba allí. Su coche estaba allí. No lo había visto. Pero era cuestión de minutos.
Desperté a estas rápidamente, balbuceando y casi llorando les conté lo de mi hermano. Nerviosas, nos vestimos deprisa... por suerte nuestros bikinis estaban por allí. Casi me da un ataque porque no encontraba mi bikini y creía que tendría que "enfrentarme" a mi hermano con aquel diminuto trocito de tela que apenas cubría mi pubis depilado. Escondimos el consolador en una de las mochilas que había allí fuera y entramos como niñas buenas dentro de la casa, como si nada hubiera pasado y esperando (ilusas de nosotras) que mi hermano no dijera nada.
Cuando entramos, Nacho estaba sentado en el sofá, mirando hacia la puerta. Serio, muy serio. Creo que jamás lo había visto tan serio. No había enfado en sus ojos. Pero si preocupación o no se muy bien como definirlo. Nada más verle supimos que íbamos a tener que enfrentarnos a él ya que algo iba a decirnos.
- Estáis locas. Definitivamente estáis locas. Empezó a decirnos, pero sin notársele enfadado.- Lo que hagáis me da igual. Y lo sabes, Naty. ¿Pero como se os ocurre montar una orgía ahí fuera? ¿Y si alguien os ve? Ya se que no hay casas cerca pero os puede ver alguien que pase... ¿Y si yo vengo con alguien? No creo que ninguno de vuestros padres fuera tan comprensivo como lo voy a ser yo...
Pese a la reprimenda esas palabras me estaban tranquilizando. No iba a decir nada, lo veía en sus ojos. En el fondo se estaba riendo de nosotras y aquello era pura fachada. Un papel de adulto que debía cumplir... y más bien eran consejos para que la próxima vez no nos pasara esto. Allí estábamos nosotras, cuatro quinceañeras delante de mi hermano escuchando el porque no nos podíamos montar una orgía en la piscina a plena luz del día. El tono empezó a cambiarle y ya era más parecido al habitual...divertido, alegre y cómplice. Nosotras más relajadas empezamos a reír a gusto, nos acercamos a él y le agradecimos con abrazos y besos lo bien que se portaba con nosotras.
La verdad es que estábamos las cuatro encima de Nacho. Sentadas en sus rodillas y enganchadas de su cuello. Empezó a ponerse rojo y aunque lo disimulase veía como un bulto en sus pantalones delataba que lo estaba disfrutando. Eso me divertía y a la vez empezaba a excitarme. Estábamos poniendo cachondo a mi hermano. La verdad es que Ana y yo estábamos sentadas en sus rodillas bien abierta de piernas y dejando marcada nuestra rajita en nuestro bikini. Este se nos metía por el culito y como llevaba pantalones cortos nos rozábamos piel con piel y la verdad me estaba empezando a mojar.
Pero esto no duró mucho. La mala suerte hizo que ha mi hermano le volviera su vena racional y nos recordó que era muy tarde y que tenía que llevarnos a casa. Bueno, más bien, las tenía que llevar a casa. En las últimas horas se habían hecho cambio de planes. Nacho y yo al parecer nos quedábamos unos cuantos días más allí porque en casa estaban de obras y no querían que molestásemos... Así, a los pocos minutos estaba viendo como mi hermano se llevaba a mis amiga para casa, ante la desilusión de ellas y mía. Cuando estaban a punto de irse sacaron de una mochila mi "regalito" sin que al parecer se diera cuenta Nacho.
Allí me quede, sola, tumbada en el sofá, con un pene de plástico en la mano y un calentón que se me había quedado a mitad. Me quité el bikini y contemple con más detalle como había quedado mi pubis. Me acariciaba, estaba suave, sin un pelito. Abrí más las piernas. Me gustaba como había quedado. Era como el de una niña pequeña pero a la vez era muy sensual. Un fuerte olor a sexo y restos de mis fluidos dejaban entrever lo que había pasado aquella tarde. Mientras pensaba en ello comencé a acariciar mi rajita con mi dedo. Lo hacía muy suavecito casi sin tocarme, solo sintiéndolo desde mi pubis hasta mi ano. Me producía un escalofrío increíble... Poco a poco comencé a mojarme de nuevo. Me gustaba aquella sensación. Notaba algo muy difícil de definir en mis ingles y todo lo que rodeaba a mi coñito. Un deseo de seguir acariciándome que no podía reprimir. Había introducido ya tres de mis dedos en mi agujerito y empezaban a escapárseme unos pequeños gemidos. Me excitaba oírme a mi misma tan cachonda, suspirar desde lo más hondo de mí por el placer que me producía penetrar mi coñito. Levanté un poco más mis piernas y empecé a acariciar mi ano... Estaba empapado de los jugos que resbalaban de mi vagina. Lo rodeaba con mi dedito, poco a poco hasta llegar a introducirlo. Lo tenía muy cerrado. Era muy pequeñito. Ahí no cabía ni siquiera un dedo mío. Seguí intentándolo. Algo me llevaba a querer penetrar mi agujerito. Me relajé y conseguí meterlo.
Ufffffff, si alguien me hubiera visto en aquella posición.... Tumbada totalmente desnuda. Con las piernas levantadas hasta casi tocar con las rodillas mi cabeza. Y en un ejercicio de contorsionista pajeando mi coñito con una mano y dilatando mi ano con la otra. Con todo esto solo hacía que imaginar que era mi hermano el que me daba aquel inmenso placer. No me lo podía quitar de la cabeza. Los cariños y achuchones que desde siempre nos habíamos dado habían perdido toda su inocencia y excitaban mi imaginación más todavía. Mi corazón iba a mil. Mis tetitas, subían y bajaban al ritmo con el que introducía mis dedos en mi todavía virgen coñito. Y entonces me levante y cogí el consolador. Sentía unos deseos intensos de introducirlo hasta el fondo de mi vagina hasta partirme en dos. Me senté en el borde del sofá y empecé a pasar la punta por mi coñito. La fuerte lubricación hacía que casi solo se me introdujera para dentro de mi vagina. Era gordísimo y tenía que abrir todavía mas mis piernas para que mi coñito se adaptará a su inmensa cabeza. Lo introduje un poco más sintiéndome cada vez más llena...
Ya no dejaba de gemir y se me escapaban pequeños gritos de placer...El sudor resbalaba por todo mi cuerpo y algunas gotas caían de mi cara a mis duros pezones. Introduje un poquito más el inmenso consolador... Apenas había metido un poquito y me sentía que iba a partirme en dos. Llegué a mi himen y apreté un poquito más sin llegar a romperlo... Un incipiente dolor se mezclaba con un placer que jamás antes había experimentado. Entonces saqué poquito a poco el consolador de mi ya dilatado agujero. No quería perder la virginidad con un consolador, con un trozo de plástico.... Lo haría con mi hermano. Nacho sería el afortunado de desvirgar a su hermanita pequeña. E iba a ser aquella noche, en cuanto llegará... No le iba a dar ninguna oportunidad de defenderse.
Aquella iba a ser la noche más importante de mi vida y me iba a preparar para ello. Fui a ducharme. Lo hice despacito. El agua resbalaba por mis pechos. Tenía mis pequeños pezoncitos rosas duros. Acerque la ducha a mi coñito, abrí un poquito las piernas y deje que el agua a presión inundará hasta el más intimo de mis rincones. Aquello me estaba volviendo a excitar. ¡Más de lo que ya estaba! Cada pequeño chorro que salía hacía mi coñito era como pequeños alfileres q se clavaban en mi coño. El pobre ya estaba demasiado sensible a todo. Salí y me sequé dándome cremita por todo el cuerpo. Quería que mi piel fuese la más suave y sensual que jamás hubiera tocado mi hermano. Me la di a conciencia por todo mi cuerpo. Me di por mis tetitas bien duras, por todo mi vientre hasta llegar a mi pubis. Allí abrí las piernas para pasarla por mis muslos y mi culito.
Me estaba viendo fenomenal. Me deje el pelo mojado que caía por mi espalda y un poquito por mi cara. Me puse el diminuto tanta que me habían regalado. Ahora me parecía genial. Cuanto apenas tapaba un poquito mi rajita, marcándola toda. Luego me puse una camiseta blanca de tirantes un que llegaba por el borde de los cachetes de mi culito y muy escotada por arriba. Estaba de muerte... En otra ocasión no hubiera dado la menor importancia el ir así vestida para estar con mi hermano. Pero esta noche se había perdido toda la inocencia y aquel cuerpo q se adivinaba fácilmente a través de la ligera camiseta iba a ser para él.
Me fui al comedor y me tumbe en el sofá. La puerta de la entrada de la casa estaba justo enfrente. En cuanto llegará Nacho se iba a encontrar a su hermanita "durmiendo" en el sofá. Tendría una primera impresión estupenda. Vería mis piernas entreabiertas dejando ver la rajita de su hermanita pequeña. Para ello me introduje un poquito el tanga entre mis labios. Aquello me excitaba sobremanera y se mojaba un poquito. Luego me subí la camiseta hasta más arriba de mi ombligo. Como si por descuido se hubiera subido mientras dormía. Estaba a punto de llegar y allí me tendría todita para él.
- Naty, despierta... oí a Nacho casi entre sueños. Cielo, te has quedado dormida....
Mierda. Me había quedado dormida de verdad. Entreabrí los ojos y allí estaba mi hermano. Con la cara muy cerca de la mía con una de sus mejores sonrisas. Me estaba apartando el pelo de la cara y me acariciaba una pierna. Me fije que tenía la camiseta bajada y el tanguita bien puesto. ¿Había sido él? ¿Me había estado observando antes de despertarme? Puse la carita más adorable que pude, me incorpore y le abracé. Le plante un pico un poco más profundo de lo normal ya que llegué a atrapar uno de sus labios entre los míos.
¿Qué tal? Nacho... ¿Ya estas aquí? dije disimulando, si supiera que estaba deseando que llegara -.
Sí, acabo de llegar, he dejado a estas en sus casas y he venido a ver como estaba mi hermanita traviesa... menuda habéis armado esta tarde...
No pude evitar una sonrisa picara mientras me mordía descaradamente los labios. A la vez ponía cara de niña buena arrepentida. Él sonrió y se tiro a hacerme cosquillas. Aquel juego de niños ya no lo era para nada para mí. Me subí encima de Nacho aprovechando las circunstancias. Mientras intentaba hacerme cosquillas en la cintura y en los muslos (sabía que me dan auténticos ataques de risa) aproveché para arrimarme cada vez más. Mi coñito húmedo ya estaba muy cerca de su paquete. Notaba que allí algo se movía. Para él tampoco era ya un juego más. Alguna vez su mano se adentraba más de la cuenta entre mis muslos y llegaba a tocar a través de la tela del tanguita mi rajita. Allí estaba yo, subida a mi hermano totalmente abierta de piernas y con el culo al aire. Aquel era el momento. Le cogí y le planté el beso más húmedo que jamás había dado. No sabía como se hacía pero algo en mi interior me hizo meterle la lengua hasta lo mas hondo que pude buscando la suya. Por un momento quedo paralizado. No iba a dejar que aquello se parara y me arrime más todavía si cabe a él dejando caer mi coñito abierto sobre su ya empalmada polla. Le cogí de sus manos y se las puse en mi culo. Aquello era lo que quería y se lo deje bien claro.
Pasaron unos segundos interminables para mí y entonces pareció entender el mensaje y lo aceptó de buen grado según sus hechos. Me cogió fuerte del culito arrimándome a él y correspondió el beso más maravilloso que me hubieran dado en mi vida. Me tiraba como una autentica loba a sus labios, se los mordía, se los chupaba, con la punta de la lengua le recorría desde la comisura de la boca hasta su cuello. Notaba como le entraban escalofríos y se le ponía más dura la polla por debajo de mi coñito. Le quité la camiseta y seguí con mis besos por todo su cuerpo casi hasta llegar al comienzo del pantalón. Entonces cogió de mi camiseta y me la acabó de quitar. Allí estaba yo prácticamente desnuda delante de mi hermano. Me abracé a él y le besé en los hombros y en el cuello hasta llegar otra vez a comerle la boca. Me aparto un poquito para verme mejor y cogió mis duras tetitas... estaban durísimas con los pezones tan duros que me dolían al menor roce. Bajo su boca y comenzó a lamerlos. Lo hacía despacito, casi torturándome... Les pasaba la lengua una y otra vez, de vez en cuando los mordía suavemente con sus labios o con sus dientes y estiraba un poquito hasta oírme gemir de placer.
Me cogió del culo en volandas. Yo me agarré a él por la cintura con mis piernas. Notaba su polla durísima debajo de los pantalones y mi coñito caliente como estaba de todo el día ya dejaba resbalar algunas gotas por mis muslos. Me dejó caer encima de la cama de matrimonio. Me miro y yo le mire a él. Sabíamos lo que iba a suceder. Se acerco a mí y cogió del los finos hilos y me lo empezó a bajar. Para ayudar levante un poquito el culo, no hacía falta mucho. Poco a poco iba dejando mi coñito depilado a la vista. Me quito totalmente el tanga mientras acariciaba todas mis piernas desde mi pubis, por todos mis muslos, haciéndome cosquillas detrás de las rodillas hasta sacármelo del todo. Ahora si que estaba totalmente desnuda y ligeramente abierta para recibirle cuando el quisiera. No aguantaba más para tener aquélla barra de carne dentro de mí. Acercó la cara a mi coñito y comenzó a acariciarlo... Me besaba en el pubis, suave, totalmente desnudo y pasaba sus deditos por mi rajita húmeda. Lo hacía como adorando lo más sagrado. Yo cerré los ojos y abrí un poco más las piernas dejándome a su entera disposición. Estaba preparada para que me diera el placer que el quisiera. Noté como sus dedos empezaban a introducirse en mi. Con pequeños movimientos en circulo se introducían fácilmente en mi coñito. Dos, tres dedos... uffffff. Empezaba ya a gemir de forma notable. Con la otra mano seguía acariciándome, desde mi pubis hasta el agujero de mi ano. Pasando por mis muslos a los que de vez en cuando les daba una cachetada que me excitaba todavía más. Entonces se centro en mi clítoris, lo acariciaba, lo pellizcaba, lo mordía... Ya no podía más me iba a correr en la cara de mi hermanito. Di un gran gemido y me corrí en su boca que en aquellos momentos se estaba comiendo mi conejito hasta lo más profundo. Quedé totalmente agotada mientras sentía como se bebía todos mis fluidos y me limpiaba con su lengua hasta el último pliegue... Yo con mi mano jugando con su pelo le agradecía el placer que me estaba dando.
Solo era el comienzo de la noche y sabía que aquello iba a ir mucho más allá. Hasta el final. No había marcha atrás. Yo siempre había querido a mi hermano, pero ahora ya de una forma especial. Una atracción física, incluso decir que me sentía atraída por él.
Continuara...