Natasha Romanoff 2: En el país de las maravillas

Tras un viernes maravilloso, el fin de semana de mis sueños continuaba...

El sábado no comenzó tan triste como el viernes. Aunque seguía siendo invierno y el día estaba gris y lluvioso, me desperté feliz, abrazada por Pablo, que aún dormía. Pensé en todo lo que había vivido la noche anterior y no pude evitar sonreír. Me quedé un rato en la cama, recordándolo todo. Pablo se despertó al cabo de un rato, le miré sonriendo.

  • Buenos días, princesa. - Y me dio un apasionado beso de buenos días.

Pasamos un buen rato en la cama. Sin hablar. Pablo acariciaba mi cara y me daba besos cariñosos. Me sentía una princesa. Estuvimos así, embobados, durante más de media hora. Empezamos a sentir ruidos por la casa, ya había gente levantada. Empecé a pensar en cómo debería de bajar…si como Natasha, como Jorge…no sabía muy bien como debía continuar aquello. Le comenté mis dudas a Pablo.

  • Nena, deberías bajar como tú te encuentres más a gusto. Yo no bajaré disfrazado, pero seguro que alguien lo hace.

  • Me gustaría bajar como Natasha, pero me parece un poco lío ponerme ahora el disfraz sólo para bajar a desayunar.

  • No te preocupes, espérame aquí - Dijo de forma tranquilizadora. En dos minutos estaba de nuevo en la habitación con un camisón rosa precioso y un kit de maquillaje básico. Lo cogí todo y me metí en el baño. Me dí una ducha rápida y me hice un look sencillo con el maquillaje, un poco de rimmel y pintalabios y una base muy ligera con un poco de colorete.

Bajé a desayunar y casi todo el mundo estaba levantado ya. Pablo, con unos vaqueros y una camiseta negra que marcaba su escultural torso, ejerció de caballero y me ofreció una silla.

  • Buenos días dormilona - Dijo Misha muy risueña. Era un encanto, nos había preparado ya el desayuno. - espero que hayas descansado bien.

  • De maravilla - dije. Y le guiñe un ojo.

Poco a poco se levantaron todos, y mientras desayunábamos estuvimos comentando la noche anterior. Todos coincidíamos en que nos lo habíamos pasado muy bien, aunque estoy convencida de que era yo quien más había disfrutado. Había descubierto un nuevo mundo increíble. Es más, me había descubierto a mí misma por primera vez. Y tengo que confesar que me gustó mucho quien era.

Pensaba en todas las sensaciones que había vivido la noche anterior, el sentirme una auténtica mujer, vestirme como Natasha Romanoff fue realizar uno de mis mayores sueños. Y después conocer a Pablo y dejar aflorar mis instintos más femeninos, como una gatita… había sido increíble.

Pero aquello se iba a terminar, después de aquel desayuno todo el mundo se iría a su casa y hasta que se volviera a organizar otra reunión… al menos eso pensaba yo, hasta que Pablo, mi héroe, mi hombre, puso sus pensamientos encima de la mesa:

  • Esta noche repetimos en mi casa.

La idea fue muy bien recibida por todos, especialmente por mí. Acordamos vernos en casa de Pablo al anochecer. Todos se fueron a cambiar para irse, era casi la hora de comer. Subi al piso de arriba y le pedí a Misha mi ropa de hombre.

  • ¿Por qué no te quedas conmigo? así me ayudas a elegir mi cosplay para esta noche, y yo a tí el tuyo…

No tenía nada mejor que hacer (y lo estaba deseando) así que acepté su propuesta. La idea de pasarme el día probándome disfraces y maquillándome con Misha como dos amigas no me podía gustar más. Me dió unas mallas rosas y una camiseta, así como ropa interior limpia.

  • No pensarás estar todo el día en camisón, ¿no? - me dijo.

Me lo puse todo y Pablo vino a despedirse de mí con un apasionado beso, un cachetito en el culo y un "nos vemos luego, princesa". Me quedé sola con Misha y no tardó en sacar el tema.

  • Te noto feliz.

  • Porque lo estoy…sabes, estoy viviendo un sueño. Sois una gente maravillosa y…bueno, tu primo es increíble. - ella sonreía sinceramente, se veía que se alegraba por mí.

  • Tienes mucha suerte, mi primo siempre ha podido tener a muchas chicas, pero las relaciones no le salen bien. A él le gusta disfrazarse, jugar videojuegos, leer cómics… y esas cosas a la mayoría de las chicas no les gustan. Y él no quiere renunciar a ello. Por eso tú le gustas cielo, porque le entiendes y compartes todo eso con él.

Hablamos un ratito sobre su primo mientras tomábamos un café. Hasta que Misha cambió de tema:

  • Bueno, y hoy…¿de qué te piensas disfrazar? - Lo cierto es que no lo había pensado.

  • Pensaba seguir como Natasha

  • Por dios, tienes cientos de disfraces y un chico al que impresionar…¿y piensas repetir? no. Vamos arriba a elegir uno, y de paso me ayudas a escoger el mío.

Subimos a ese paraíso que Misha tenía en el desván y empezamos como locas a abrir armarios y ver todo lo que había. No sé cuánto tiempo estuvimos, quizás dos o tres horas. Había un montón de disfraces que me gustaban, algunos ni siquiera conocía el personaje pero eran preciosos. Empezamos a probarnos los que más nos llamaban la atención. Yo empecé por el de Catwoman, pero Misha me dijo que se parecía mucho al del día anterior.

  • Si de verdad quieres impresionar a Pablo, tendrás que cambiar radicalmente de personaje. Natasha Romanoff es una chica agresiva, dura. Una superheroína. Pero Pablo ya te ha conquistado. Ahora necesitas un disfraz con el que cuando te vea sienta que eres "su chica". Algo más angelical, más inocente…tienes que ser su princesa.

Dudé, lo cierto es que todo lo que se me pasaba por la cabeza eran superheroínas y personajes manga.

  • ¿De una de las princesas disney? -pregunté

  • No estaría mal, pero son un poco demasiado recatadas. Además Pepper hoy va a ir de Cenicienta, así que iríais muy parecidas. ¿Qué te parece alicia?

  • ¿Alicia en el país de las maravillas? mmmm…podemos probar.

La idea me gustaba. Sentía la metáfora de cómo había seguido el conejo blanco y había encontrado el país de las maravillas con todo lo que estaba viviendo ese fin de semana.

Misha fue a su armario y sacó el vestido. Era una maravilla. Ni siquiera me lo había probado y ya estaba decidida. Iría con él. Era maravilloso, un vestido de tirantes azul celeste de satén, ceñido hasta la cadera y con vuelo hasta el final, a la altura de la mitad del muslo, rematado con una puntilla blanca. Tenía la zona de los pechos en blanco, con una solapa blanca sobre la que iban unos botones grandes de adorno que llegaba hasta la cintura, donde empezaba un pequeño delantal del mismo color rematado con un lazo de cuadros arlequinados y unos calcetines por encima de la rodilla a juego con el lazo. Una diadema blanca adornada con un lazo también arlequinado remataba el conjunto.

Cuando me lo puse me sentí en la gloria. Misha me aconsejó una larga peluca rubia ondulada, un peinado del más puro estilo de las actrices americanas tipo Verónica Lake, y remató con unos zapatos negros de tacón ancho y alto, más alto esta vez que la noche anterior. En realidad los zapatos no fueron una elección, Pepper se los había dejado allí, porque aunque la ropa de Misha me sentaba como un guante, lo cierto es que sus zapatos, por desgracia, no. El maquillaje decidimos hacerlo inocente pero no tanto como el día anterior, el disfraz ya tenía suficiente inocencia y necesita un toque más picante. Labios rosa y un rubor más intenso, acompañado de unas lentillas azules, a juego con el vestido. Ante el espejo era un caramelo, una chica alta y rubia con aspecto angelical. Era un look radicalmente distinto al de la noche anterior, pero me gustaba igual o más. Y sobretodo, estaba segura que a mi hombre también le gustaría.

  • Ahora entiendo por qué las chicas pasáis tanto tiempo arreglándoos, queréis estar perfectas para los chicos…es maravilloso. - le dije a Misha.

  • Le vas a encantar a mi primo, Alicia.

A continuación nos pusimos manos a la obra con su disfraz. Esta vez ella era quien quería ir de superheroína. Decidió escoger a la superheroína por excelencia: wonder woman. Debo decir que aunque Misha tenía algún kilo de más el traje le sentaba realmente bien.

El disfraz de Misha llevó mucho más tiempo que el mío, se tiñó el pelo de morena y yo la ayudé. Aunque más que una ayuda fue una clase. Ella me explicaba paso a paso como se maquillaba, pequeños trucos de belleza…realmente éramos dos amigas pasando la tarde, hablando de chicos, de ropa, de maquillaje…

Empezó a caer la tarde, habíamos pasado muchas horas probándonos vestidos y estábamos listas para irnos. Mi nueva amiga del alma me dejó un bolso azul, del color del vestido, y en él metió mi móvil y algunos básicos de maquillaje "por si te tienes que ir a retocar al baño", decía. Pablo vivía en una casa a solo 10 minutos de la de Misha, así que fuimos caminando. Por el camino sólo nos cruzamos un par de coches que no dijeron nada y, sinceramente, me habría dado igual.

Llegamos a casa de Pablo las primeras. Nos abrió uno de los chicos, el que la noche anterior iba de Batman y que era novio de Azusa. Estaba en camiseta y vaqueros aún. Nos dijo que pasáramos al salón mientras ellos terminaban de vestirse y llegaba el resto. Nos sentamos y jugué con Misha una partida a la play mientras terminaban los demás, mientras charlábamos.

  • ¿Estás nerviosa? -me preguntó- no lo esté, a Pablo le vas a encantar.

  • Lo cierto es que ayer tenía suficiente con verme bien yo misma, pero hoy ya quiero gustarle a él.

Llegaron los demás, y éramos menos que la noche anterior, 13 personas. Mientras saludaba a la gente de pronto noté una mano en mi cintura.

  • Hola Alicia.

Reconocí la voz al momento, y sonreí incluso antes de girarme. Era él. Iba guapísimo, cómo no, del superhéroe por excelencia: Supermán. Hoy era él quien vestía apretado y madre mía, cómo marcaba músculo con su disfraz…nos dimos un pequeño beso y me dijo al oído que le encantaba mi disfraz, que estaba preciosa. Rodeada por los musculosos brazos de supermán, vestida así…me sentía como una niña protegida por su hombre.

Todo el mundo había llegado y la fiesta dio comienzo. Al ser menos tuve la oportunidad de conocer más a fondo a la gente. Pablo en todo momento estuvo muy pendiente de mí, me trataba como una señorita: si estaba a gusto, si quería una copa…aquello me encantaba. Misha ya me trataba como a una chica más, estaba integradísima. Cuando se iban al baño o se juntaban las chicas en una esquina para hablar contaban conmigo como una más. Lo de la noche anterior no había sido un espejismo, aquella era realmente yo.

Pablo me invitó a conocer la casa. Me cogió de la mano y me lo enseñó todo. Lo cierto es que su casa era tan espectacular como la de su prima. Se notaba que la familia tenía dinero. Tenía un desván muy similar al de Misha, pero en versión masculina. Me contó que su abuelo era millonario y les había dejado una herencia enorme, suficiente como para que durante varias generaciones nadie tuviera que trabajar, aunque Pablo trabajaba como guionista. No lo hacía por el dinero, sino por gusto. Cada vez Pablo se me hacía más interesante.

Llegamos a su cuarto, que inteligentemente había dejado para el final.

  • Es precioso - le dije- apuesto a que has traído a muchas chicas aquí.

  • Ninguna como tú.

Aquella respuesta me derritió y me acerqué a él. Le besé. Estuvimos un buen rato besándonos, la temperatura fue subiendo poco a poco.

  • Alicia, nena, tengo un problema. -me espetó- tengo una erección de caballo y si bajo con este disfraz se va a notar.

Sonreí picarona. Agarré su paquete con las manos.

  • Vaya, sí que se nota. No te preocupes, yo me encargo de esto.

Llevaba todo el día recordando lo que había sido sentirle la noche anterior dentro de mi boca y mi culto, y estaba deseando repetirlo. Y me lo puso tan a tiro que perdí la compostura.

Le empujé y le tiré sobre la cama. empezamos a besarnos y a meternos mano. Él me pasaba las manos por debajo de mi falda, yo tocaba ardiente aquellas mallas azules que no dejaban nada a la imaginación. Pablo tenía un cuerpo que cada vez me gustaba más. Le bajé los calzones rojos y bajo ellos tenía una cremallera, bien pensada para ir al baño. Pero se me ocurrió que podría tener otra utilidad. Saqué su pene, durísimo, y se lo empecé a chupar. Como la noche anterior. Esta vez no estaba de rodillas, sino en la cama, con mi hombre tumbado y preparado para ser complacido. Y tenía que complacerle, no había estado todo el día preparándome para nada.

Sentía mi larga melena rubia caer sobre mi cara mientras tenía aquella maravilla en mi boca, y cada vez estaba más excitada. Paré un momento y me quité las bragas, pero nada más. Pablo me miraba con deseo. Le tenía calentito, como a mí me gusta. Se inclinó para besarme, pero le puse la mano en el pecho haciéndole un gesto para que volviera a tumbarse. Casi bailando me subí sobre él, de rodillas con las piernas abiertas, y empecé a frotarme con él. Nuestros miembros se tocaban, duros como piedras. A continuación me alcé un poco, coloqué su pene en posición y bajé de nuevo, con él dentro. Poco a poco empecé a contornearme.

La inocencia de Alicia se quedó por el camino, la gatita de la noche anterior había vuelto. Podía ver su cara recibiendo el placer de mi culito de nena. Podía imaginar mi cara recibiendo el placer de su pene. Cada gemido suyo me ponía más cachonda y seguía contorneándome, girando mis caderas y notando cómo su pene se movía dentro de mí. Oh, por dios. Aquello era fantástico. Le cabalgué como una auténtica puta.

Nunca en mi vida me había corrido sin tocar mi pene, pero aquella vez no hizo falta. Cuando noté cómo él se corría dentro de mi culito llegué al éxtasis. Yo, que un par de días atrás era un chico normal y reprimido, ahora era una verdadera gatita con un hombre al que volvía loco. Era Alicia, y estaba en el país de las maravillas, follándome a supermán. Al terminar me dejé caer suavemente sobre el pecho de mi Clark Kent. Le besé y le abracé, extasiada. Estuve sobre él unos minutos, mientras él me acariciaba, hasta que fuí al baño a retocarme el maquillaje y lavarme un poco.

Bajamos con el resto, que estaban animadísimos. Misha me miraba, feliz. Yo le caía genial y estaba dándole a su primo lo que ninguna chica había sido capaz de darle.

  • ¿Dónde habéis estado, Alicia? - Me preguntó al oído

  • En el país de las maravillas - respondí. Misha se rió.

La noche transcurrió tan divertida como la anterior, tomamos unos cócteles, jugamos a la play, reímos, bailamos…pero todo se acortó ya que la gente empezaba a acusar el cansancio. No era demasiado tarde cuando la fiesta terminó, aproximadamente las 3 de la mañana. Habíamos bebido menos y la gente se iba a dormir a su casa.

  • ¿Te vienes conmigo? - Preguntó Misha- …o prefieres quedarte…

  • Gracias cielo, pero creo que me voy a quedar. No quiero estropearte el plan - Misha se iba de la mano con un chico, parece que los disfraces de superheroína triunfan…

Cuando todos se fueron me quedé a solas con mi hombre. Según se cerró la puerta, nos quedamos mirándonos embobados. Fue él quien rompió el silencio.

  • ¿Quieres que subamos al desván un rato?

Me pareció un buen plan, su rincón en el desván era mucho más acogedor para dos personas que el salón. Además, arriba todo sería más íntimo. Subimos y estuvimos en el sofá abrazados hablando…de nuestras aficiones, nuestros gustos, nuestro trabajo…de vez en cuando dejábamos de hablar y nos besábamos durante un rato. Mientras bebíamos un par de copas. Pasó un rato muy especial entre nosotros hasta que la conversación fue subiendo de tono. Bueno, en realidad no fue la conversación, fuí yo. Escucharle hablar me estaba volviendo loca. Era un tío superinteresante, educado, amable. Me trataba como una princesa, besaba de maravilla. Me hacía sentir especial Me estaba dando algunos de los mejores momentos de mi vida.

  • ¿Te lo has pasado bien? - preguntó

  • Mejor que bien. Está siendo el mejor fin de semana de mi vida…yo…quiero agradecértelo, de verdad. Tu y Misha os habéis portado muy bien conmigo…

Pablo se acercó y me abrazó.

  • También el mío - dijo - Eres maravillosa Alicia.

Sentía que necesitaba complacerle.

Aunque en mi vida había comido nada tan rico como su polla, quería darle otros placeres. Así que empecé a besarle el cuello, a tocarle el pecho, la parte interior del muslo… mi mano se dirigió a su pene, tan duro como siempre en mi presencia. Le tenía cogido el truco, su polla ya era mía y podía levantarla cuando quisiera.  Le dí un beso en la punta, un beso muy húmedo, a continuación le dí otro beso en los labios y le dije "espera aquí". Me fuí corriendo y taconeando al piso de abajo. Al baño. Antes había visto una crema de manos que me vendría de perlas para darle placer a mi hombre. Volví arriba y le dije: "cierra los ojos nene". Me llené las manos de crema sin que me viera y las llevé directas a su miembro. Empecé a masajearle, los huevos, el pene…no era como sentirle dentro de mí, pero aquello también me gustaba. Su pene era mi juguete particular. Ya le tenía pillado el truco…ese era el mando de Pablo. Lo tuve entre mis manos un buen rato, el se retorcía de gusto. Tener su pene en mis manos era una sensación maravillosa. Cuanto más lo miraba más me gustaba, sobretodo porque veía que a Pablo le encantaba que yo mimase así su pene. Le seguí masajeando hasta que se corrió. En mis manos.

Me besó apasionadamente. Me fuí a lavar las manos y a continuación me volví a sentar junto a él. Me dio un largo beso. Volví a sentir las mariposas en mi estómago.

  • Te gustaría, bueno…no sé muy bien como pedírtelo…

  • ¿qué? - Las mariposas no paraban de revolotear.

  • ¿Te gustaría ser mi novia?

Continuará...