Natalia y yo tomamos una gran decisión (I)

Tras mucho pensarlo, la natalidad llama a nuestra puerta.

Para los que no nos conozcáis, somos Paula y Natalia, de 26 y 35 años. Ambas, granadinas, Natalia es enfermera y yo, soy comercial para una empresa farmaceutica. Ambas somos bisexuales y nos gusta mucho disfrutar de nuestra sexualidad. Llevamos dos años como pareja, aunque somos amigas (y algo más) desde hace mucho tiempo. Ambas somos rubias con cabellos liso (yo lo llevo muy largo y Natalia, media melena) y una complexión bastante atlética (nos gusta salir a correr y practicar todo tipo de deportes, sobre todo, los sexuales). Mis medidas son 86-61-90 C mido 1.52 y peso unos 46 Kg, mientras que Natalia es más alta que yo (mide 1.73) y sus medidas son 86-60-86 C con unos 50 Kg, aproximadamente. Tengo los ojos verdes y Natalia unos preciosos ojos miel. Ambas tenemos unos discretos tatuajes en forma de pica con una pequeña letra “Q” en su interior en el pubis y en uno de los tobillos y también tenemos varios piercings, yo siete (uno en cada pezón, otro en el clítoris y el resto, en los labios exteriores de mi rosada, depilada y pequeña vagina) y Natalia dos (uno en cada pezón, solamente).

Nos gusta siempre ir bastante a la moda, ambas somos muy coquetas (bastante “pijas”, como nos dicen nuestras amigas). Natalia es más extrovertida (y liberal) que yo. Natalia es hija única y yo soy la pequeña de cuatro hermanas (todas ya con hijos) así que no paran de presionarnos en que alguna de nosotras seamos madres ya. Desde las navidades pasadas, nos ha rondado mucho la idea en la cabeza, pero no terminamos en ponernos de acuerdo ni en la clínica para que nos inseminen ni en cual de las dos va a quedarse embarazada, por lo que, hemos decidido ir a la ginecóloga para que nos asesore un poco sobre el tema. Cómo Natalia es enfermera y es muy conocida en el hospital, decidimos que lo mejor era ir a una consulta privada y no dilatarlo más. Yo estoy muerta de miedo, porque va a ser mi primera consulta en la ginecóloga, así que, espero que todo marche bien; aunque mis amigas nos han hablado muy bien de esta clínica y nos han dicho que son muy buenos profesionales. Ya en la clínica privada y a última hora de la tarde, entramos a la consulta ginecológica especializada en fertilidad en la que había varias fotos de madres felices enmarcadas, a la par de títulos académicos en las paredes. Al entrar en la consulta, nos atendió la doctora Lucía (todo un bombón, morena de pelo liso, ojos azules verdosos, una 95 de pecho, 1.70 y unos 60 Kg aproximadamente, con una edad en torno a los 46, pero luciendo mucho más joven y radiante) a la que, ambas nos quedamos prendadas de ella. Nos estuvo haciendo varias preguntas (todas, de carácter muy personal sobre cuantas veces practicábamos sexo entre nosotras a lo largo de la semana, sobre si usábamos algún tipo de protección cuando estábamos con hombres, enfermedades de transmisión sexual, sobre la forma y tamaño de los juguetes sexuales que usábamos y un largo etc.) por lo que, al terminar, nos dijo que nos tenía que examinar a ambas en la camilla de reconocimiento, a lo que, ambas asentimos. Primero fui yo, me quité el vestido deslizándolo sobre mis hombros para caer entre mis firmes muslos; quitándome el conjunto que llevaba de medias y lencería negra que vestía. Sacó su móvil y me hizo varias fotografías desnuda para la ficha. Me pidió que me recostase sobre la camilla, y que abriese bien las piernas para exponer bien mi coñito. Ella siguió tomando fotos y procedió a ponerse los guantes. Natalia le preguntó si quería que también se desnudase ella, a lo que la doctora Lucía le dijo que sí, por lo que se quitó también el ceñido vestido que llevaba, mostrando su tanga negro y su sujetador. Le pidió entonces ayuda a la doctora para quitarse el sujetador, por lo que Lucía se lo desabrochó y quitó, al igual que el tanga. Mostrando su desnudez, le hizo la misma sesión fotográfica que a mí y le pidió que se sentase y nos observase mientras me exploraba. Toda esta situación, me estaba excitando mucho, por lo que, empecé a mojar la camilla sin darme cuenta. La doctora, entonces, metió sus dedos en mi húmedo coñito, notando rápidamente que no me costaba en absoluto dilatar, por lo que, primero fueron un par de dedos, luego tres y después cuatro sin ninguna dificultad. Nos preguntó que, si usábamos juguetes sexuales de gran tamaño, a lo que ambas, respondimos que sí, aunque yo estaba roja de vergüenza. Empecé a notar un charco de mis fluidos vaginales empapando mis muslos y mis nalgas, pues mi coñito palpitaba de placer ante la exploración de la doctora. Fue entonces cuando la doctora, sacó sus dedos y me dijo que necesitaba un especulo para explorarme bien por dentro, así que me relajase porque necesitaba verme bien el interior de la vagina. Fue entonces cuando sacó de su bolsa esterilizada un especulo enorme de acero (nunca había visto uno así de grande y por la cara de Natalia, ella tampoco) con la etiqueta XXL, con un tamaño de 110 x 50 y me dijo que tomase aire para que no me molestase. Así lo hice y noté como inundaba mi coñito semejante aparato hasta notarlo casi dentro de mi ombligo ejerciendo una presión enorme en mi orifico vaginal. Entonces, me dijo que ahora, tenia que abrirlo bien, para ver como dilataba y poder verme bien el cuello del útero, por lo que note como se iba abriendo aquello hasta que empezaron a saltárseme las lágrimas… creía que me iba a partir por la mitad porque me dejó abierto el especulo al máximo de lo que dio la rueda, en torno a unos diez centímetros (con tanta presión en mi interior, creo que solté un poquito de orina). Tumbada y con mi coñito sintiendo que iba a reventar, me sacó varias fotos más y me dijo que esta comprobación era necesaria para ver si dilataba con facilidad en el parto. Lucia me dijo que se tenía que quitar la bata y remangarse bien para la exploración, con lo que la vi, quitarse la bata (se le marcaban por entero unos enormes pezones) y desabrocharse la camisa para lucir parte de sus enormes pechos. Entonces, empezó a lubricarse bien la mano entera y el brazo porque iba explorarme el útero, así que, sin cerrar el especulo, me lo sacó prácticamente de golpe para meter su mano entera dentro de mí. Comencé a llorar del dolor, pero solo era la antesala de lo que me esperaba pues metió su puño entero dentro de mí, sin problemas hasta la mitad del brazo y notando como acariciaba el cuello del cérvix por dentro. El dolor pasó al placer, y continue empapando la camilla. Sin avisarme entonces, metió uno de sus dedos dentro de mi útero, por lo que di un pequeño grito de placer.

La doctora me dijo que era necesario y que aguantase un poco más. Notaba como metía y sacaba el dedo de mi apretado útero y de como empujaba con su puño mi vagina abultándome por fuera mi ombligo (las oleadas de placer y dolor se iban alternando sin ya poder contenerme). Natalia se acerco entonces a la camilla y vio a la doctora con la mitad de su antebrazo dentro de mi y mi coño completamente dilatado. Entonces, rápidamente, saco su mano la doctora y me dijo que todo estaba bien, que ya podía descansar. Me levanté como pude de la mesa de exploración, estaba empapada de sudor y fluidos vaginales, el coño me palpitaba, me vi delante de un espejo como estaba completamente rojo y super dilatado, parecía que acabase de dar a luz, los labios vaginales me colgaban y apenas podía mantenerme en pie pues las rodillas las tenia arquedas hacia adentro. Entre mis mulos chorreaban mis propios fluidos y el lubricante que había usado la doctora, las piernas me temblaban y los orgasmos, no cesaban, al igual que las contracciones vaginales. Ahora era el turno de Natalia, por lo que la doctora procedió de igual forma… primero la exploró con sus dedos, luego, pude ver el tamaño de aquel enorme especulo que le metió sin mayor problema (Natalia es de caderas más anchas y le encanta practicarse fisting para masturbarse desde que la conozco) y después, fue el turno de meterle su mano entera hasta la cabeza del cérvix. Natalia no se cortó y empezó a jadear como una perra en celo, por lo que, la exploración fue más profunda, si cabe que la mía. Cuando terminó con ella, la doctora se le notaba que estaba bastante excitada, así que, al levantarse Natalia, agarro de las caderas a la doctora y le dijo que ahora era nuestro turno. Sin oponer resistencia, Natalia le quitó el sujetador, liberando los hermosos pechos de la doctora y bajando unas preciosas braguitas de encaje blancas que estaban empapadas. Natalia empezó a comerle la boca a la doctora (que por sus gestos de complacencia, estaba deseándolo) mientras que yo hundía mi lengua entre sus nalgas, comiéndole bien profundo su delicioso ano. Tumbamos entonces a Lucía sobre el suelo y agarre sus enormes pechos para lamerlos y chuparlos con fuerza. Lucía estaba en éxtasis disfrutando cada minuto de aquella escena lésbica, por lo que Natalia, sin cortarse en absoluto y tras varios palmetazos bien fuertes en el coño de la doctora, empezó a meter su pequeño puño en el coño de Lucía. Yo me senté sobre su boca para que me comiese bien rico, notando como me separaba mis piercings para que su lengua llegase a lo más profundo de mí. Natalia empezó a meter y sacar su puño dentro de la doctora para hacer una pausa, mojar aun más su puño y comenzar a hundirlo en el culo de Lucía. Fue entonces cuando nos pidió que parasemos, a lo que hicimos caso omiso viendo como Natalia seguía empujando dentro sin compasión. La doctora quiso en ese momento acabar con la brutal penetración anal, por lo que Natalia se apresuro y de un empujón metió el puño en forma de cuña en su apretado culo para dejarlo dentro de ella. Ahora le pidió que se incorporase y que se quedase bien abierta de piernas, a lo que la doctora Lucia, acató sin rechistar. Viendo que su coño estaba pidiendo guerra de nuevo, metí mi mano dentro de ella y como mi pareja, empecé a meterla y sacarla… a lo que sus piernas empezaron a temblar de placer hasta dejar el suelo empapado con una oleada de orgasmos.

Natalia le sacó la mano del culo y la dejamos en el suelo empapada, a lo que procedimos a limpiarla bien con nuestras lenguas, para terminar de comernos entre nosotras. Una vez nos hubimos recuperado las tres y aun desnudas, le preguntamos como veía nuestro caso y nos dijo que tenía la solución perfecta para evitar inseminaciones artificiales (con los gastos que conlleva y los embarazos múltiples no deseados) y que ella misma había probado con total satisfacción y eficacia. Vimos entonces como mandó nuestras fotos a través del teléfono a un contacto, esperó a recibir la contestación y le dijo que ya estaba todo arreglado. Le preguntamos cual era más viable que nos quedásemos preñadas… a lo que nos respondió que, con nuestros cuerpos y nuestras edades, sería una pena que ambas no lo fuésemos, por lo que nos animó a quedarnos ambas embarazadas. Nos dio una dirección entonces y nos dijo que, al estar viviendo juntas y tener nuestros periodos sincronizados, lo mejor era que fuésemos a principios de la próxima semana allí (los tres días previos a la ovolución) y que nos pusiésemos en sus manos, que el éxito estaba garantizado. Fue entonces cuando nos enseño una foto de su hija, una niña preciosa de diez años que era un calco a ella. También nos dijo que varias mujeres habían procedido de igual forma y todo había ido a feliz término; además de que ella se encargaría personalmente de nuestro caso. Acabamos nuestra visita, nos intercambiamos nuestros números de teléfono y nos dijo que seguiríamos en contacto, dentro y fuera de la consulta.

Ya iré escribiendo como prosiguen nuestros planes, pero desde luego, la visita a la doctora ha sido inmejorable.