Natalia y yo recibimos algo más que un paquete.

Dicen que recibir un paquete hace la misma ilusión que abrir regalos en navidad… sin sospechar hasta que punto puede ser cierta esta frase. Continúan nuestras aventuras.

Desde hace un par de veranos, Natalia y yo compartimos piso y aunque nuestra relación es más que abierta y somos bi… funcionamos muy bien como pareja… en todos los sentidos. Cuando yo llegué del trabajo, Natalia estaba terminando de secarse el pelo; había tenido un turno largo en el hospital como enfermera y yo, acababa de salir de una de esas reuniones horrorosamente largas de incorporación de las vacaciones rodeada de viejos buitres.  Justo cuando acaba de encender el portátil para terminar unos informes, y quitarme los pantalones vaqueros ajustados que había llevado toda la mañana, llamarón al megáfono del portal del edificio, una voz muy femenina para decirme que traía un paquete de un pedido por internet a nombre de Natalia. Al llamar a la puerta, observé por la mirilla una chica impresionante de unos 37 años de edad, morena con el pelo recogido en una gorra, de 1.70 y unos 50 Kg con una 100 que abultaba aún más su camisa que hacía un esfuerzo por sujetar los botones ese tremendo pecho. Abrí la puerta y noté como hincó su mirada en que estaba en camisa y tanga. Me entregó el paquete (bastante grande, por cierto) a nombre de Natalia, notando como seguía mirándome el culo. Entonces fue cuando yo le dije “Hola, yo soy Paula, es la primera vez que haces esta ruta de reparto, ¿no?”, a lo que ella me respondió que sí, que habían hecho reducción de plantilla y que a ella le había tocado esa ruta… que nuestro paquete era el último. Entonces se me abrió el cielo, diciéndole que, si era su última entrega de la noche, pasase a tomarse algo con nosotras y así, podría entregarle el paquete directamente a Natalia. Se quedó un poco meditando el ofrecimiento, pero sin dudarlo, aceptó mi propuesta.

Le dije que me perdonase, que acababa de llegar del trabajo y me estaba poniendo cómoda, y le invité a que ella se relajase y si quería, hiciese igual. Entonces, se quitó la gorra y pude ver como se soltaba una hermosa melena morena. Me dijo que se llamaba Verónica y me estuvo hablando un poco de su vida. Fue entonces cuando Natalia apareció envuelta solo en una toalla blanca y sin quitarle ojo a nuestra nueva amiga. Hice las presentaciones oportunas y le dije que le había traído un paquete. Nos tomamos un par de copas, Verónica cada vez se sentía como si nos conociese de toda la vida y nos dijo que si nos importaba que se pusiese más cómoda. Nosotras encantadas, le dijimos que se sintiese como en su casa. Fue entonces cuando vimos que se desabrochó la camisa y surgieron sus imponentes pechos, con una gran aureola oscura y pezones bien marcados. Natalia y yo nos quedamos como hipnotizadas y fue cuando nos dijo Verónica que no le gustaba usar ropa interior porque le gustaba ir lo más natural posible. Natalia le dijo que estaba entre amigas, y para demostrarlo, abrió su toalla y mostro su piel morena por el sol del verano, su tatuaje en el pubis y sus preciosos pechos. Yo, que no quería quedar de mojigata, me quité la camisa, mostrándole a nuestra nueva amiga mis pechos, perforados por unos piercings que hacían resaltar mis pezones. Me abrí un poco de piernas y acomodé los piercings que también llevaba en los labios colgantes de mi vagina rosada para que quedasen bien expuestos, aunque tapando con un minúsculo triangulito de tela mi clítoris el cual, mostraba también mi tatuaje en forma de pica con una letra Q como el del Natalia. Noté como Verónica no me quitaba ojo, con lo cual, se tumbó en el sofá y quitó sus pantalones para mostrarnos su hermoso culo de melocotón, y se abrió de piernas en “v” para mostrarnos su delicioso coño con un triangulo de pelo en su pubis. Fue entonces cuando me dijo con su sensual voz: “ven aquí para que te pueda quitar ese apretado tanga que me tapa unas hermosas vistas”. Me acerqué a ella y sintiendo su sensual y suave tacto, me bajó el tanga. Yo ya estaba bastante mojada por la situación, por lo que noté como hundía su cara en mi sexo para lamer la miel que brotaba de él. Natalia entró en juego entonces, abriéndole bien su culo y comenzando a hundir su lengua dentro de él, mientras que no paraba de acariciar sus nalgas y darle algunos azotes. Nos trasladamos a la cama las tres para estar más cómodas, entonces empecé a comer los enormes pechos de Verónica los cuales, se pusieron más duros sus pezones, aun si cabe. Hundió mi cabeza en ellos mientras que Natalia seguía comiéndonos a ambas el coño.  Las tres estábamos súper excitadas y fue cuando, cayendo en nuestros tatuajes, nos dijo que si nos gustaban las cosas grandes y duras. Natalia y yo asentimos… por lo que nos pidió que nos tumbásemos ambas sobre la cama y que abriésemos bien nuestras piernas. Ambas, muy obedientes, así lo hicimos, teníamos la cama completamente empapada y a mi el coño no paraba de palpitarme… fue entonces cuando Verónica empezó a masturbarnos con sus deditos, primero dos, luego tres… viendo que teníamos unos coños tragoncetes; por lo que, de tres, puso sus manos en cuña y sin previo aviso, nos dio un fuerte empujón para adentro.

Estallé en un orgasmo increíble, tenía la mano de mi nueva amiga dentro de mi coño, y empezó a abrirlo y a cerrarlo dentro. Natalia y yo empezamos a gemir de placer, dejando a Verónica que hiciese con nosotras lo que quisiese. Comenzó a meter y a sacar su puño cerrado en nuestros coños, el cual me parecía a mi que iba a partirlo en dos y sin avisarnos, y ya con la mano dentro, metió uno de sus dedos dentro de nuestros úteros. Fue como un relámpago de placer, sentía como perdía la cabeza y retemblaban nuestros pies… por lo que empezó a masturbarnos el útero primero con un dedito, para luego meter otro hasta llegar a tres. Fueron una oleada de orgasmos que acabaron en un buen chorro de nuestros fluidos para dejarla a ella toda empapada. Fue maravilloso. Ahora era nuestro turno para devolverle “el favor” a nuestra amiga. Natalia fue entonces a por el paquete y dijo que no se le ocurría un mejor momento para estrenarlo. Mientras, yo seguí lamiendo ese hermoso coño y ese delicioso culo mientras que no paraba de apretar sus enormes pechos. Era deliciosa, tanto por dentro, como por fuera por lo que mis dedos, rápidamente entraron en ella. Pude comprobar que su coño era como una fuente de placer y como lo que comenzó con unos dedos, llegaron a un puño rápidamente. Estaba con su culo totalmente expuesto y su cabeza hundida en la almohada, sin parar de gemir cual perra en celo. Cuando noté que la oleada de orgasmos llegaba, mojé bien mi otra mano y comencé a meter dos de mis dedos en su culo. Entraron como si nada y ella comenzó a reírse, diciendo que era de culo muy tragón y que jugase con ella sin miedo. Sin quitar una de mis manos de dentro de su coño, no me lo pensé y metí todo mi puño dentro de su culo. El placer mezclado con el dolor, aparecieron súbitamente… yo notaba como mis dos manos estaban dentro de ella y como, podían casi tocarse entre ellas. Gimió entonces en que metiese más mi mano dentro de su culo… por lo que, obediente, fui poco a poco, introduciéndola hasta casi llegar a mi codo. Se podía ver como su ombligo estaba completamente abultado por mi brazo… pero ella, aunque estaba llorando, me pidió que lo sacase y lo volviese a meter una y otra vez.

Así estuvimos un buen rato, hasta que vi llegar a Natalia, con un precioso arnés que montaba una enorme polla de caballo de unos 30 cm super ancha. Yo me quedé enamorada de ver ese lindo juguete que imponía entre las piernas de Natalia… pero Verónica lo único que hizo, fue mostrar su culo abierto para que comenzase a follarlo con él. Antes de meterlo en el ya dilatado culo de Verónica, me puse a chuparlo bien para que quedase bien mojado y a mojarlo bien con mi chorreante coño. Entonces, Natalia se puso contra su culo y fue cm a cm deslizándolo dentro de él. Verónica estaba en éxtasis cuando comenzó a penetrarla una y otra vez, para estallar una vez más en una cadena de orgasmos que la dejó tumbada sobre la cama con su culo abierto como una rosa. Notaba como Natalia estaba super mojada, por lo que le pedí que me dejase penetrarla con tan descomunal juguete. Aunque el culo de Natalia era mucho más estrecho que el de Verónica, fui avanzando centímetro a centímetro, viendo como no paraba de llorar y de retorcerse de dolor, pero pidiendo por favor que no parase. Entonces, Verónica se puso entre las piernas de Natalia a lamerle su coño y a apretar sus tetas. Pude meterlo entonces al completo, notando como Natalia no podía ni pestañear. Lo saqué un poco y empecé a meterlo, viendo como dilataba su precioso culito. Pudo soportar cuatro embestidas del hermoso juguete, hasta que un orgasmo explosivo, le cubrió la cara a Verónica de flujos. Saque el enorme pollón para tumbarme junto a ellas en la cama y poder empapar nuestros cuerpos con los deliciosos orgasmos que habíamos tenido. Pasamos la noche allí, tumbadas, desnudas y sin poder movernos hasta el día siguiente. Yo fui la primera en levantarme, pasé a la ducha y para que, en un santiamén, se metiesen Natalia y Verónica conmigo.

Nos besamos, frotamos nuestros sexos y nos lavamos… aun, el culo de Natalia y de Verónica seguía bastante dilatado y era genial poder verlos así. Nos secamos y desayunamos juntas… cambiamos los teléfonos y Verónica nos dijo que sería un placer entregar aquí un paquete siempre. Nos despedimos por el momento… aunque Verónica pasó a ser una de nuestras más íntimas amigas.