Natalia. una gordita viciosa II

BDSM, BBW, Squirt, Anal, Piercing.

Eso pasó hace  seis meses. Desde entonces mantenemos una relación estable. Vivimos juntos en mi piso, aunque muchas veces va a dormir a casa de su abuela, su único familiar con vida. Ya me la ha presentado y es una viejita encantadora. Nuestra relación es buena, aunque en el trabajo apenas pasamos palabras, no es que ocultemos nuestra relación, pero es mejor así. Dionisos me trata más que bien, me respeta, y siento que realmente me quiere. Me hace sentir especial… es una sensación inexplicable. Por esas cosas es que yo le satisfago en todo, no tengo límites para él. Es una especie de trueque en el que ambos salimos beneficiados, y creo que yo gano el doble, porque me fascina nuestra vida sexual.

En las primeras semanas de relación, dejamos clara nuestra política sexual basada en el consentimiento mutuo y la seguridad. Todo lo que hacemos es consensuado. Yo soy su perra sucia y sumisa, y mi deber como tal es obedecer y satisfacer, y me encanta hacerlo. Para ello, me sometía una dieta, él me decía que eso no era necesario, pero yo quería ofrecerle lo mejor de mí. Me apunté al gimnasio y quemé toda la grasa abdominal que pude, luego me sometí, sin que él lo supiese, a una liposucción. Ahora sigo siendo una mujer gorda, pero tengo menos cintura, es decir, estoy más moldeada. La escases de cintura hace ver mis tetas y mi culo más grande, eso le vuelve loco. Aunque aún así recibí un buen castigo por hacerme la lipo sin consultarle. El castigo consistió en una semana sin orgasmos y sin recibir su polla en mi coño ni en mi culo. Para más tortura, debía chupársela durante horas, mientras él comía, veía televisión, estaba en el ordenador, para despertarlo en la mañana….incluso chupársela hasta que se quedase rendido en las noches. Mi único placer era sentir su polla en mi garganta y recibir todas sus descargas de leche. Fue una semana horrenda.

También me he puesto piercings, claro, con consentimiento de él. Tengo un aro en cada pezón, tres en cada labio mayor del coño y uno en el clítoris. Siempre quise tener aros, y me encanta la manera en que Dionisos les usa para darme placer o torturarme según dicte la ocasión. Ciertamente, él es un pervertido, de eso no cabe duda, pero creo que yo lo soy aún más. Con él he desatado todo lo que llevaba en el interior. Lo que más me gusta de él, es su creatividad…vaya que si es creativo.

Contaré lo último que hemos hecho…

Era sábado, habíamos planeado ir a hacer la compra al supermercado en la mañana. Cuando estábamos a punto de salir me dijo —Desnúdate— sinceramente me atrapó desprevenida, pesé que se le había antojado echar un polvo mañanero o algo así. Cuando estuve desnuda me puso el collar, y cuando hace eso la cosa se pone seria. Me puso la mordaza, de esas que tienen una bola agujereada. Me colocó una liga en cada pierna y de ellas sujetó los aros del coño, eso me lo dejaba totalmente abierto y estirados al límite. Me acostó en la cama y comenzó a atarme de tal forma que yo quedaba con las piernas abiertas e inmovilizada. Esposó mis manos al espaldar de la cama [las esposas son de esas que no usan llaves, así que me las podía quitar cuanto quisiese, pero yo nunca lo hacía, si él las ponía, él las quitaba]. Cuando acabó de atarme, comenzó a comerme el coño y el culo. Con el coño abierto y estirado, su lengua llegaba muy profunda. También jugueteó un poco con la anilla del clítoris. Yo gemía, porque era lo único que podía hacer. Me encanta esa sensación de impotencia, de no poder hacer nada mientras me usan.

Abrió el cajón en el que tenemos nuestro arsenal de juguetes sexuales. Colocó una bola vibradora en forma de colgante en el aro del clítoris. Luego metió un vibrador en mi culo y otro en mi coño, encendió todo, colocó una cuerda que impedía que se me saliesen los vibradores, y se marchó. Sí, me dejó allí si más. Claro, como ya dije, podía quitarme las esposas y liberarme del todo, pero lo emocionante era no hacerlo. Estar así me enloquecía, era algo menos que un objeto. Las vibraciones estaban al máximo, en todos mis puntos de placer, cuando me corría, no sabía si era un orgasmo vaginal, clitoriano o anal. A veces se juntaba todo a la vez y sólo me quedaba gritar y sacudirme, pero la mordaza ahogaba mis gritos y las cuerdas limitaban mis sacudidas. Sí, eso era lo que quería. Que él me utilizase como quisiera, que jugase conmigo. Quería ser su mejor entretenimiento. Y si hacerme esto le complacía, a mi me daba el doble de placer.

Las contracciones vaginales y anales provocaban que mi cuerpo intentase expulsar los vibradores, pero estaban muy profundos y bien sujetos. Cuando movía las piernas, las ligas tiraban de mi coño, me dolía y me excitaba a la vez. Nunca sentí el deseo de liberarme, quería aguantar hasta que el volviese y viera todo lo que aguanté como una perrita. Lo mejor de todo es que soy multiorgasmica, mientras estuviese recibiendo estimulación, iba a estar corriéndome sin parar. Recuerdo que una vez intente ver hasta dónde aguantaba, les juro que perdí la cuenta sobre los veinte orgasmos, porque me quedé rendida en la cama sin fuerzas para continuar.  Como ahora.

Varias veces me quedé al borde del desmayo, casi inconsciente, pero mi cuerpo seguía proporcionándome una corrida tras otra. Aquello era la gloria. Estuve así por más de dos horas, hasta que Dionisos volvió. Al verme sonrió. Me desató y me dio uno de esos besos tiernos y cariñosos que me hacen sentir tan bien. Estaba exhausta y con el cuerpo entumecido, pero necesitaba que él me follase, me daba totalmente igual cual agujero eligiese, quería sentir su polla dentro de mi. —Métemela por favor, métemela— dije casi rogando y sin fuerzas. Él se colocó entre mis piernas, su polla entró hasta el fondo sin ninguna dificultad — ¿Quién es mi perrita sucia?— me preguntó mientras me cogía de esa forma que solo él sabe. —Yo soy tu perrita, yo soy tu perrita sucia, yo…—respondí entre jadeos y sin energías para moverme.

Yo me corrí dos veces antes de sentir su leche llenar mi coño. Entonces me quedé dormida. Cuando desperté ya había oscurecido, me bañe y comí algo.

—Está noche te llevaré a un sitio especial. Hoy tu culo será de uso publico— Me dijo mientras enganchaba las cadenas en las argollas.

— ¿Qué?

— Lo que oyes. Hoy, quien lo desee usará tu culo— Lo decía como quien habla de algo sin importancia alguna.

— Pero es que…

— A ver ¿Quién es tu dueño?

— Tú— balbucee

—Pues si me da la gana de dejar que te usen, es mi problema. Espero no escuchar más quejas al respecto ¿vale?

— Vale— Dije resignada…y excitada

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