Natalia. una gordita viciosa.
BDSM, BBW, Squirt, Anal.
Desde temprana edad desarrollé un feroz instinto sexual. En el colegio pertenecía a ese grupo de marginados por ser gorda, así que si quería ganar amigos y estar en los grupos sociales de los chicos «guays» debía dar algo a cambio. Sé que suena muy a película americana y tal, pero esa era mi realidad. En principio eran solo mamadas, pero luego pasé a la penetración. Me decanté por la anal, por eso de la virginidad y el embarazo. A los chicos no les importaba mucho, siempre y cuando pudiesen meterla en un hoyo y correrse. Ya luego perdí la virginidad vaginal, y sinceramente, no era para tanto. En verdad prefería el sexo anal, me causaba tanto placer como el vaginal y no estaba restringido por fechas menstruales.
Sí, me encanta el sexo en casi todas sus variables. Pero no creáis que ando por ahí vestida y actuando como una puta viciosa, soy una mujer de veinticinco años común y corriente como cualquier otra que podáis ver en la calle, con la salvedad de que soy gordita. Tengo una talla 110 de pechos, y mi culo puede dar «aplausos», si habéis visto películas porno sabéis sobre que hablo. Después de salir del colegio, tuve que mudarme de ciudad por motivos de estudios, entonces mi vida sexual cambio bastante, follaba ocasionalmente y no tenía una pareja estable, ni la quería. Estaba enfocada en terminar mi carrera de Marketing. Bajo esa especie de abstinencia, mi libido aumentó bastante. Comencé a tener muchas fantasías sexuales alimentadas por el porno de internet y los relatos eróticos. Las más frecuentes estaban relacionadas con la sumisión y el masoquismo. La cosa fue que me acostumbre a la soledad y a complacerme con largas sesiones de masturbación, y cuando digo largas, me refiero a más de dos horas en las que reventaba mi clítoris, vagina y ano hasta quedar exhausta.
Conseguí un trabajo bien pagado pero muy estresante en una agencia publicitaría que absorbía la mayor parte de mi tiempo, eso, sumado a mi falta de autoestima por mi condición física, dificultó mucho más el conseguir parejas para follar. Hasta que llegó él…
Entró a la agencia para encargarse de los ordenadores y todo lo relacionado con el área informática, así que teníamos poco contacto por trabajar en áreas totalmente diferentes. Debes en cuando nos saludábamos y poco más. Un día, mi portátil se averió…
— …Pues dile a Dionisos. Seguro puede echarle un vistazo y arreglarlo— me dijo Susana, mi compañera de oficina— Es un chico muy majo, a mi me arregló el mío hace como dos meses.
— Vale. Ahora voy y le digo, a ver que tal— Fui de inmediato a la oficina de Dionisos, y me recibió con una sonrisa.
— ¡Hola! ¿En que te puedo ayudar Natalia?— Me sorprendió un poco que se supiese mi nombre.
— Pues mira. Es que es algo personal. Mi portátil se ha dañado, y quería saber si le podías echar una mirada para ver si tiene solución.
— Claro, faltaba más. Me lo traes….pero debo llevármelo a mi casa. No me gusta hacer arreglos personales en el trabajo, no es por nada en especial, es por evitar inconvenientes ¿me entiendes?
— Por supuesto. Te lo traigo antes de las cuatro….muchas gracias.
—No hay porqué.
Ese día le entregué el ordenador, y sin pensarlo, también todos mis secretos. No había caído en cuenta que tenía tanta información comprometedora como los historiales de las páginas visitadas en internet, relatos y cosas que había escrito, y una que otra foto y videos míos masturbándome, que según creía yo, estaban bien ocultos y seguros. Pero claro, el era ingeniero en informática…
Al día siguiente, Dionisos me entregó el portátil en funcionamiento.
— No era nada grave. Unos virus y malwares. Per todo está solucionado.
— Muchas gracias ¿Cuánto te debo?
—Pues…. Qué tal unas cervezas después del trabajo. Sí no estás ocupada claro— No negaré que me puse muy nerviosa. La propuesta me tomó por sorpresa. Además, Dionisos estaba muy bien. Es decir, no es que fuese un guaperas ni nada, pero tenía buen físico y una cara agradable.
— V…Vale. Unas cervezas.
Cuando salimos del trabajo, fuimos a un bar. Y una cerveza se convirtió en dos, tres, cuatro…no le di importancia a eso, era viernes, y la compañía de Dionisos era muy agradable. Reímos hasta más no poder. Nos dieron la media noche charlando y bebiendo.
— Esta es la última. Si me desmayo no podrás cargarme y llevarme a casa— No estaba ebria, digamos que estaba alegre.
— ¿la ultima? En verdad preferiría tomarme la última en tu casa…— Su mirada y el tono con que lo dijo me dejó muy claro lo que significaba esa proposición. Me dije:«Por qué no? Tengo casi seis meses sin catar polla»
— Vale. La ultima en mi casa.
Caminamos hasta mi edificio, fueron unas cinco cuadras. En una parte del camino me tomó de la mano, tal vez fuese por el alcohol, pero no sé, me gustó mucho. Llegamos al edificio, al entrar al ascensor me besó. Fue un beso intenso que duró hasta llegar a la última planta. Cuando iba a abrir la puerta de mi apartamento, me abrazó por detrás y apretó mis tetas, casi se me caen las llaves al suelo. Nada más entrar y cerrar la puerta, me pegó contra la pared y comenzamos a tocarnos y desnudarnos. Confieso que estaba desesperada por follar, y más cuando sentí su polla en mis manos. Cualquiera de mis juguetes era más grande, pero esa era una polla de verdad con hombre incluido, y no era una mala polla ni mucho menos, digamos que tenía el tamaño preciso, grande sin ser exagerada.
Fuimos hasta mi dormitorio dejando un rastro de ropa por el suelo. Al llegar a la cama comenzó a chupar mis tetas y a tocarme en todos los lugares que me gustaban, y de la manera que me gustaba. Me apretaba las carnes con fuerza, me presionaba y contralaba mis movimientos. Yo quería tocarle, pero no me dejaba, apartaba mis manos, eso me encendía más. Me colocó las rodillas a la altura de los hombros para que yo las sostuviese con mis manos, estaba totalmente abierta y expuesta.
Cuando el primer dedo entró en mi coño, casí me corro. Una cabeza entre mis piernas, hacia tanto tiempo que no sentía eso que casi había olvidado como se sentía que me comiesen el coño. Agarró los labios de mi vagina con los dedos y los separó al límite. Grité como una posesa cuando chupó mi clítoris, succionaba con fuerza, lo mordisqueaba y lamia con rabia, como si fuese a arrancármelo de cuajo. Me encantaba esa agresividad, era como si leyese mi mente pensé. Más tarde me daría cuenta de la verdad.
Cuando estaba totalmente empapada y a punto de correrme, metió un dedo en mi ano, sin más, de golpe y sorpresivamente. Yo estallé en placer. Mientras me corría, el continuaba chupándome el coño y metiéndome el dedo a toda velocidad en el culo. Por poco me orino en su cara, y es que en verdad no había orinado después de beber tanta cerveza. El orgasmo fue genial. Sin darme tiempo a reponerme, me colocó a cuatro patas. — Espera un momento, espera, tengo que orinar. Espera que me meo— el no me hacía caso y continuaba colocándome, yo me resistí un poco, fue entonces cuando recibí el primer azote en el culo.
— ¡Cállate, perra sucia!— Fue entonces cuando comencé a sospechar que había leído mis textos en el portátil. «Perra sucia» me encanta que me llamen así, y me fascina que me den de nalgadas. Aún así, protesté y continúe resistiéndome, claro, con la intención de que me domasen, estaba dispuesta a ello, pero no lo iba a poner fácil o sino no sería excitante y divertido. Además, quería ver su potencial. Y vaya si tenía potencial. Me controlaba con fuerza a pesar de que yo le doblaba en peso. Sujetó mis dos manos en mi espalda con una sola suya, y me metió la polla de un golpe en el culo hasta el fondo. Creo que el grito debió escucharse en todo el edificio.
Soltó mis manos para agárrame por el cabello, era bestial. Me dolía el culo porque no estaba totalmente preparado para recibir ese pedazo de carne tan bruscamente, pero poco a poco mi ano fue dilatándose y el placer fue en aumento, aunque yo seguía pidiendo que me dejase y diciendo que me hacía daño. La polla entraba hasta que sus huevos chocaban con mi coño mojado. Se detuvo un momento para tomar mis manos y obligarme a separar mis nalgas, me resistí a hacerlo, y por ello recibí tres deliciosas nalgadas que me hicieron chillar. Cuando me volvió a llamar perra sucia, y me azotó de nuevo, accedí a separar mi culo, ya me tenía domada, al menos por el momento. Sacaba la polla totalmente, y la hundía una y otra vez hasta el fondo, podía sentir como mi ano se quedaba abierto a la espera de su verga.
Las ganas de orinar seguían ahí, y se acrecentaron cuando mi segundo orgasmo comenzó a aflorar, pensé que podría aguantarlo, pero me equivoqué. Dionisos comenzó follarme a toda velocidad, su pelvis chocaba con todas sus fuerzas contra mi cuerpo. Yo no paraba de gritar, estaba en la más pura gloria y el se había convertido en mi dios del sexo. Un orgasmo brutal llegó, y cuando digo brutal…es brutal. Mi cuerpo se sacudió en la cama y me oriné sin control. Intenté taparme el coño con las manos, pero el me las retiró ¡vaya meada y orgasmo! Quedé tendida bocabajo y el sobre mi con toda la polla dentro de mi culo. Pasado un minuto la sacó, me volteó, porque en ese momento yo era como una marioneta, y me la metió en el coño.
Estábamos en la posición del misionero, y el se movía con calma mientras me besaba. Yo le abracé y le rodee con mis piernas. — Serás mi perra sucia. De mi propiedad ¿De acuerdo?— yo respondí que sí. Estaba rendida a él —Dilo…di que eres mi perra sucia, dilo— «Soy tu perra sucia» Se sentía tan bien decírselo a alguien de verdad, alguien que no estuviese en mis fantasías. Continúo metiéndomela y cambiando de ritmo por un buen rato, para colmo, yo soy multiorgasmica, os podréis imaginar las veces que me corrí, creo que unas tres en menos de media hora, con cada orgasmo decía más convencida que era su perra sucia. Al final, sentí su leche caliente en mi interior, me sentí viva, más viva y feliz que nunca. Dionisos se quedó un rato sobre mí, sin sacar su polla. Fue un momento bello para mi. Tenerlo sobre mi, tranquilo, acariciándonos.
— ¿Leíste mucho?— Pregunté
—Lo leí todo, vi los videos y todas tus páginas de internet. Había alguna que ni conocía.
— ¿Y ahora que pasará? ¿Esto ha sido real o sólo un polvo salvaje de una noche?— Tenía miedo a la respuesta.
—Esto ha sido real, quiero que seas mía…totalmente mía ¿Estás dispuesta a eso? ¿Quieres en verdad que te convierta en esa perra sucia con la que fantaseas?— Tardé en responder. Me cruzaron mil cosas por la cabeza, mil dudas…pero al final respondí
—Sí, quiero que hagas de mi tu perra sucia…— Así comenzó todo….