Natalia. Perra viciosa.

Estaba siendo usada como retrete. Mi primer trabajo como «pedazo de carne». Mientras me meaba en la boca me dijo que cada mañana y cada vez que él lo quisiese, iba a ser su inodoro. Nunca antes me había pasado por la cabeza La idea, pero me gustó. Me pregunté hasta donde tenía pensado denigrarme… las posibilidades eran prácticamente infinitas… y cada una me excitaba más que la anterior.

Natalia. Perra viciosa.

Llegue a casa con el estómago lleno de esperma y el coño empapado y deseoso de recibir polla. Hasta el culo me palpitaba por lo excitada que estaba. Eran las cuatro tres de la mañana, en verdad no espera que Dionisos estuviese despierto, ese es uno de sus pocos defectos, duerme más que un koala. Así que estaba mentalizada para despertarle con una mamada y rogar para que me follase.

En verdad, tenía el estómago más lleno de lo que creía. Hice diecisiete mamadas, de las cuales me tragué la leche de unas diez, y si sumamos las cinco bolas de nieve que hicimos entre las chicas…pues claro! Una termina hasta de semen. Y si a eso le sumamos el chupito de tequila que me brindó verónica para celebrar mi primer día de trabajo… vamos, estaba al límite estomacal. Aun así, sólo tenía cabeza para pensar en Dionisos.

Cuando encendí la luz del salón casi doy un grito de terror. Dionisos estaba sentado en el sofá. Tenía cara de que estaba dormido, pero seguro se despertó al escucharme entrar. Sonrió y sacó su polla. Yo me desvestí a la velocidad del rayo y me puse a cuatro patas. Gateé hasta donde estaba y con ansias incontrolables comencé a lamer su polla desde las bolas hasta la punta.

— Hablé con Verónica. Me ha dicho que lo hiciste muy bien ¿Te ha gustado?— Yo tenía la polla en la boca, así que emití un sonido afirmativo— eres una perra sucia. Muy sucia— cuando me decía eso simplemente me ponía al rojo vivo. Sus «insultos» me excitaban — Puta asquerosa. Eres una cerda viciosa — juro por dios que si seguía insultándome me correría — Te gusta ser usada ¿verdad? Pues te convertiré totalmente en un objeto sexual, en un pedazo de carne que sólo servirá para dar placer… ¿eso es lo que deseas?—.

— Sí, por favor. Conviérteme en un pedazo de carne— no os podéis imaginar lo excitada que estaba. Y en verdad, eso era lo que quería, convertirme en un objeto sexual al 100%. Podía hacerlo. Tenía suficiente dinero ahorrado como para estar sin trabajar dos años. Así que podía dedicarme totalmente a servirle y a hacer lo que él quisiese. y mejor aún, si trabajaba en la discoteca…. Pues le servía a él y ganaba dinero, pero volver allí era decisión suya…todo era decisión suya.

Me metí la polla tan profundo que tuve una arcada que casi me hace vomitar. Sentí que todo el contenido de mi estómago (esperma y alcohol) iba a salir de golpe de un momento a otro. Saque la polla de mi boca para tomar un respiro. Fue cuando él se puso de pie, me sujetó por el cabello y me llevó casi a rastras por toda la casa hasta el baño. Era la primera vez que él me llevaba al baño así. Habíamos echado un polvo en la ducha una que otra vez, pero algo me decía que éste no era el caso.

— Te voy a convertir en lo que deseas. A partir de este momento no hay marcha atrás— Sus palabras sonaban serias, muy serías, jodidamente serías — ¿estás segura que es lo que deseas?— en ese momento, incluso con la calentura que llevaba encima, tardé unos minutos en responder. Tenía total confianza en él. Y sabía que pese a todo, él siempre vería por mi seguridad. Todo aquello era lo más fantástico e increíble que me había pasado. Mientras la mayoría de mujeres se pajeaban pensando en las cincuenta sombras de grey, yo tenía al mismísimo Marqués de Sade durmiendo conmigo. ¡Que cojones!

— Seré lo que usted decida que sea… mientras usted esté a mi lado— Firmé con sangre mi pacto. Su sonrisa fue plena, me encantaba verle sonreír así. Me di un beso tierno y suave, y me dijo en un susurro «te amo, nunca lo olvides» los pelos de la nuca se me erizaron. Ese fue el broche que cerró mi contrato. No creo que la mayoría de vosotros me entienda, y no hace falta que lo hagáis. Pero en ese momento…ese instante… ahí, desnuda, arrodillada frente a una polla erecta… fue uno de los momentos más felices de mi vida, en el cual me sentí plena…llena…feliz. Y así, sin más, su polla entró hasta mi garganta. No había espacio para nada más que no fuese ese trozo de carne dura, el cual deseaba tanto. Mientras chupaba esas pollas de desconocidos en la discoteca, sólo pensaba en esa polla. En él. En mi dueño.

Su polla me follaba la boca sin compasión. Apenas me dejaba segundos para respirar un poco. Tiraba de mi pelo con fuerza hasta que la metía completa… hasta que sus testículos chocaban con mi barbilla. Mi boca estaba recibiendo el mismo trato que mi coño o mi culo. Y me encantaba. El problema llegó cuando no aguanté más las arcadas. Si seguí usándome así, era seguro que vomitaría. Antes que pudiese advertirle, un torrente de líquido blanquecino subió por mi garganta, salió por mi nariz y por el poco espacio que dejaba su polla en mi boca. Baño mis tetas y recorrió mi cuerpo hasta caer al suelo. Él no se detuvo, mejor aún, continuó fallándome la boca con más saña. Ahí fue cuando entendí que era eso lo que él quería.

La segunda arcada fue más intensa. El sonido de su polla al entrar y salir de mi boca, mientras el líquido pugnaba por escapar de mi interior me calentaba el cuerpo. Mis pechos estaban bañados con el contenido de mi estómago. Yo me frotaba con las manos y lo espacia por todo mi cuerpo. Me estaba asacando gota a gota toda la leche que había tragado unas horas atrás.

En serio, no os podéis imaginar la manera en que me metió la polla en la boca. Llegó un momento en que tuve la el estómago vació de tanto vomitar. Estaba totalmente sucia y asquerosa. Totalmente cubierta de vómitos y saliva. Era asquerosamente exquisito. Pero lo mejor de todo fue cuando sentí que se iba a correr, era lo que había deseado toda la noche, y al fin lo iba obtener. Metió su polla completa y descargó toda su leche casi en mi esófago. Sentí que me asfixiaba. Tenía la cara roja. Pero aguanté. No pude saborearla como hubiese querido porque me tragué la mayor parte prácticamente sin querer.

— Límpiala— Lamí su polla sucia de mis vómitos y saliva espesa con dedicación y vehemencia. Me encantaba servir de esa manera. Pero no me espera lo siguiente — abre la boca y no te atrevas a cerrarla— obedecí. Acercó su polla a mi boca, no lo podía creer, me iba a orinar dentro. Tardó unos minutos en lograrlo mientras yo esperaba. Pis, nunca antes lo había saboreado, sinceramente, la idea no era totalmente de mi agrado, pero mi deber era obedecer y complacerle. Además, una meada en la boca no me iba a matar. Un chorro caliente y saldado me llenó la boca por completo. Tragué lo que pude, y el resto me baño. Fue una meada copiosa que parecía no tener fin.

Estaba siendo usada como retrete. Mi primer trabajo como «pedazo de carne». Mientras me meaba en la boca me dijo que cada mañana y cada vez que él lo quisiese, iba a ser su inodoro. Nunca antes me había pasado por la cabeza La idea, pero me gustó. Me pregunté hasta donde tenía pensado denigrarme… las posibilidades eran prácticamente infinitas… y cada una me excitaba más que la anterior.