Natalia mi sobrina tenaz (2de2)
Final de la historia
Salimos de casa de mi cuñada a la carrera tras ducharnos y vestirnos y ya en el coche sin mirarme mi sobrina me soltó:
-Tío voy a querer más
-¿Más de qué?
-De lo que ha pasado esta tarde
-Pero sabes tan bien como yo que está mal
-¿Está mal para quién? A mí me ha encantado ¿y a ti?
-Sabes que también
-Pues a la mierda lo demás, intenta solo pensar en eso.
-No puedo
-Prométeme que lo intentaras… al menos durante estas vacaciones –supongo que quería ganar tiempo e ir ganando batallas para adjudicarse la guerra-
Aun sabiéndolo, era demasiado tentador para rechazar su oferta y me prometí a mí mismo intentar disfrutar al máximo esos días, sin pensar.
-Me quedo hasta el domingo, pero entonces tendremos que hablar.
-Ok
Cenamos relajadamente en una terraza, sentía el muslo de mi adorada sobrina rozar mi pierna y hubiera vendido mi alma al diablo por poder perderme entre esos muslos de nuevo apenas unas horas después de haber estado entre ellos.
Cuando llegamos a la casa mi sobrina propuso ver una peli después de ponernos cómodos, preparó palomitas en el micro y se sentó en el sofá a mi lado, mi cuñada giro su sillón dándonos la espalda y los tres nos dispusimos a ver la tele.
Solo dos minutos después noté la mano de mi sobrina sobre mi pantalón ancho de pijama y aunque la miré regañándola no paro de acariciar mi sexo que como un resorte empezaba a crecer bajo su mano. Pero de repente la retiró antes de exclamar.
-Mama pásame la sabana ya vuelves a tener el aire a tope y cojo frio
-Esta hija mía es doña frio, con el calor que hace –dijo mi cuñada pasándole una sábana que tenía en un cesto a su lado-
Se echó la sabana sobre las piernas y de paso cubrió las mías; metiendo la mano bajo la tela volvió a ponerla donde la tenía mientras yo me dejaba hacer. Al momento se cansó de la tela, buscó la abertura y sacó mi polla por esta pudiendo así maniobrar a su antojo.
Yo intentaba controlar mi respiración mientras esa niña me volvía majareta a escasos centímetros de su madre, miré y vi que esta se había dormido por la postura, escuché mejor y su respiración acompasada me indicó que estaba en lo cierto. Quité la mano de mi pequeña bruja y acercándome a su oído le dije encendido:
-Ahora te toca a ti, separa los muslos –dije metiendo mis manos entre ellos como llevaba deseando hacer toda la noche-
Separé los pliegues y de nuevo me encontré con su humedad dando la bienvenida a mis dedos, que en un minuto entraban y salían de su ya encharcada vagina. Me miró suplicando que parara sin poder hablar, pero no lo hice, al contrario aceleré los movimientos y noté su cuerpo estremecerse, mientras mis dedos se mojaban vi su expresión de placer, vi cómo se mordía los labios para no chillar, parando unos minutos tras su orgasmo sin sacar mis dedos de su cuerpo. Ella tenía la cabeza apoyada en mi hombro, su respiración empezaba a relajarse y entonces volví a la carga solo que esta vez cuatro de mis dedos penetraban en su cuerpo sin esfuerzo.
De nuevo la llevé al borde del precipicio y sonreí ante su mirada de incredulidad sabiéndose perdedora de esta batalla en la que quiso jugar conmigo y fui yo quien se apoderó de su cuerpo, su placer y sus orgasmos. Empezó a mover las caderas lentamente entregada a mis dedos, separé el pulgar y busqué con el su clítoris. Dos minutos después volvía a tensarse mientras un nuevo orgasmo la sacudía.
Esta vez saqué mi mano y me dispuse a seguir viendo la tele hasta que su mano de nuevo empezó a masturbarme, mi polla que había seguido dura tomo más consistencia. Tiró de la sabana para ver como su mano subía y bajaba tallando mi polla que ahora estaba como una piedra.
-Para Natalia, ¿supongo que no querrás explicarle a tu madre porque la sabana tiene unas manchas sospechosas no? –le dije flojito al oído-
En ese momento mi cuñada se movió y mi sobrina puso el pause en la tele.
-Voy hacer más palomitas y a por bebida, ¿quieres algo de beber mama?
-No gracias cariño –dijo volviéndose a dormir-
Oí el ruido de las palomitas mezclarse con los pequeños soplidos de mi cuñada y fui a buscar a mi sobrina.
-¿Vienes a por las palomitas? –pregunto risueña-
-No –contesté cachondo-
La eche hacia adelante apoyándola en el respaldo de una silla y subí la camiseta que usaba para dormir, aparte sus bragas y colocándome tras ella saqué mi polla, la llevé entre sus piernas y la penetré, allí mismo vigilando por una pequeña abertura de una ventana que daba al salón a mi cuñada.
-Si tío, que ganas tenia de tu polla ya –gimió meneando las caderas para acoplarse a mi ritmo-
Estaba tan desesperadamente excitado que empujaba dentro de ella con todas mis fuerzas, temí hacerle daño pero sus espasmos y la humedad que me mojaba y resbalaba por sus muslos me indicaban que no solo no le dolía sino que a mi sobrinita la situación y esa follada a lo bestia la ponía tan cachonda como a mí. Estaba demasiado caliente y quería más, por ello salí ante sus quejas y de pie a su lado volví a masturbarla, esta vez mi mano golpeaba su pubis mientras mis cuatro dedos se movían engarfiados dentro de ella, fuerte, muy fuerte salía un poco y golpeaba. Ella lloriqueaba temblando apoyada a mí suplicándome.
-¿Qué quieres nena, que paré o que siga, que me pides preciosa?
No podía hablar y yo no paraba, entra, entraba, entraba y salía un poco
-No… puedo… más… tío Adolfo
Saqué mis dedos y me arrodillé separando sus labios vi fluir su orgasmo lamiendo su sexo salado mientras ella se corría llorando apoyada en mis hombros.
-Nunca me había corrido así, como si me hiciera hasta pis
-Lo vi hacer en una peli –dije sonriéndole con picardía-
Me senté en la silla sentándola de lado en mi regazo y ella temblando se abrazó como una niña a mi cuello, yo la acunaba sintiendo su culito rozar mi erección.
Ella subió el culito y buscó con su cuerpo hasta penetrarse lentamente sin dejar de mirarme llevó una mano a mis testículos y empezó a amasarlos moviendo el culo, haciendo que mi polla rozara toda su vagina.
-Córrete tío, llena el chochito de tu sobrina de leche –dijo con palabras tiernas, moviéndose despacio, succionándome con delicadeza-
-Si princesa toma –dije sobrepasado por las sensaciones corriéndome abrazado a su cuerpo-
Volvimos al comedor, solo para despertar a mi cuñada e irnos a dormir. Dormí como un bebe más satisfecho y relajado de lo que recordaba haber estado nunca.
El segundo día fue vertiginoso pasamos el día fuera con la familia y regresamos tardísimo, sin posibilidad de intimidad nos fuimos a la cama, obligándonos a no tentar a la suerte como la noche anterior, se nos fue de las manos y podía haberse aliado, no podíamos consentir que volviera a suceder.
A pesar de repetirme mil veces que debía ser prudente y retomar el control. El tercer día desperté de lo más frustrado. Todo mi ser añoraba a esa chiquilla que se había metido bajo mi piel.
Bajé a desayunar esperando al menos verla, pero tras una simple ojeada supe que no estaba y como respuesta a mis pensamientos apareció mi cuñada.
-Ya se han ido todos a la playa, nos esperan allí.
Tras el desayuno subí a ponerme el bañador y bajé ansioso por irnos. Media hora después nos encontramos en la playa con mi hermana y mi cuñado pero ni rastro de Natalia. No quise pedir por ella para no llamar la atención pareciendo ansioso.
Se fueron todos al agua y yo me quedé leyendo el periódico y unos minutos después alguien se abalanzó por detrás. No tuve que girarme para saber que era ella, sus pechos se aplastaron en mi espalda y sus labios calientes besaron mi nuca.
-Hola tío, te he echado de menos. Estaba esperando a que se largaran para saludarte
-Hola preciosa
Tuvo que apartarse porque ellos salían del agua, se puso ante mí y pude ver lo bien que le sentaba ese escueto bikini.
El resto de la mañana esa pequeña bruja aprovecho cualquier momento para rozarse, acariciarme y hasta besar mi espalda cuando ellos no miraban. Al mediodía yo estaba salido perdido, no podía pensar en nada que no fuera volver a poseerla y empecé a maquinar la manera de llevármela lejos de todos, donde pudiéramos perdernos el uno en el otro.
-Natalia si lo consigo ¿te vienes conmigo?
-Donde me lleves -contestó sin pausa-
Tenía algo en mente y lo desarrollé durante la comida, al acabar esperé el momento y solté la bomba.
-Chicos como sabéis mañana es mi último día, había pensado invitaros esta noche a cenar, pero me ha surgido algo y tengo que ausentarme hasta mañana, tengo una reunión urgente con un cliente y de paso visitaré a unos amigos a dos horas de aquí, por eso pasaré la noche fuera, pero mañana al mediodía regreso y podríamos comer todos ¿no?
Me alegró ver la expresión de tristeza que cruzó los ojos de mi sobrina al saber que me iba.
-A mí me parece bien –dijo mi cuñada y los otros se añadieron al unísono-
-Por cierto sobrina ¿no le dijiste ayer a tu madre que querías ir a ver a tu amiga? Si te basta podría dejarte allí esta tarde y recogerte mañana al mediodía, me viene de paso.
-Perfecto, así no tengo que ir en bus, voy a llamarla –dijo feliz mirando a su madre-
Seguimos hablando de otras cosas mientras ella estaba fuera, pero en cinco minutos regresó.
-Le va bien
-¿De verdad no te tienes que desviar?-dijo mi cuñada-
-Que va, aunque voy más lejos paso por al lado
Una hora después mi cuñada nos despedía encantada y nos subíamos al coche.
Conduje mirándola de vez en cuando, aun llevábamos las ropas de playa, hacía mucho calor y quedamos en cambiarnos al llegar cada uno a su sitio.
Durante el viaje evitamos tocar temas comprometidos y le pedí por sus estudios, sus amigos y su vida en general, también hablamos de mi vida y mi trabajo. Luego se quedó dormida y entonces pude mirarla a mi antojo, sus muslos me enloquecían al igual que sus pechos y su culo… bueno, toda ella me volvía loco.
-Nena ya hemos llegado –la desperté en el aparcamiento del hotel casi una hora después-
Se estiró entumecida y no me resistí a inclinarme a besarla, ella me devolvió el beso y tuve que forzarme a separarme para bajar del coche.
En el ascensor dijo que tenía que hacer pis y mi calentura acumulada hizo que le dijese ya en la habitación:
-Quiero verte
-¿Hacer pis?-pidió en un tono pícaro, pero encantada con mi petición-
Entró en el baño sin contestarme pero dejó abierta la puerta
-¿Vienes?
Me asomé en el baño, encontrándomela de pie, descalza y subiéndose el vestidito, luego agarró la braguita del bikini y la bajó lentamente dejándome ver perfectamente su pubis depilado. Era una ricura y quería devorarla. Se sentó en el baño y yo poniéndome a su lado me incliné, metí la mano entre sus piernas y busqué su clítoris, lo pellizqué y ella jadeo.
-Tengo pis tío
-Espera un poquito cielo
Busqué la entrada y metí dos dedos hasta el fondo, los saqué y volví a meterlos varias veces antes de añadir dos más y penetrarla con cuatro dedos, ella se abrió más para que pudiera entrar del todo y mi dedo pulgar frotó su clítoris.
-El otro día te gustó correrte como si te hicieras pis, hoy quiero que hagas pis mientras te corres –estaba excitadísimo, sin perder detalle de lo que pasaba entre las piernas de mi sobrina-
Empecé a follar su vagina, dilatándola con mis dedos, curvándolos y frotando con el otro su clítoris abultado. Ella gimoteaba y yo aceleraba cada vez más, hasta que entre pequeños gemiditos me informó que no podía más.
-Hazlo pequeña, córrete –dije empujando hasta el fondo-
Se retorció y entonces saqué mis dedos mientras ella gimoteaba.
-Haz pipi pequeña, ahora
Me puse de rodillas ante ella, separé los labios de su vagina y ella apoyando los pies en mis muslos gritó su orgasmo mientras hacía pis. Yo saqué mi polla para masturbarme excitado al máximo y ella se apoyó en la fría cerámica del baño, desmadejada tras su largo orgasmo mientras mi polla dura como el cemento quería más que mi mano. La agarré con fuerza de la cintura y tirando la clave en mi polla como si fuera una muñeca de trapo.
Estaba muy mojada y caliente cuando mi polla entró al completo, apenas podía moverme por estar de rodillas pero estaba dentro de ella y mi polla palpitaba agradecida.
Se aferró a mi cuello y devoró agradecida mi boca durante unos minutos. Sentía la dureza de las baldosas bajo mis rodillas, acentuado por el peso de ella sobre mis muslos pero no me importaba pensé lamiendo sus labios.
Unos minutos después la subí de nuevo y ella se quejó cuando mi polla salió de su coñito. Tiré de una toalla y colocándola ante la bañera hice que se arrodillara sobre ella y apoyara el torso en la bañera, me coloqué detrás y aferrado a sus caderas volví a fundirme con ella. Los dos nos movíamos al mismo ritmo enloquecidos, jadeando como posesos.
Estiré la mano y cogiendo el gel eché un chorrito en su espalda, mojé un dedo en él y fui a recorrer su rajita, parándome en su ano, presioné y ella se quejó, pero una nueva arremetida en su vagina la llevó a gemir y aferrarse a la bañera. Empujé de nuevo y la yema venció la primera barrera, pasó el anillito de su estrecho ano. Un poco más y a pesar de sus quejidos penetré su culo con mi dedo, sin moverlo seguí el ritmo de sus caderas, su vagina apretaba mi polla y empecé a moverlo, entré y salí de su culo al mismo ritmo que mi polla hacia lo mismo en su vagina.
Estaba como loco; nunca había estado así de excitado y en una de las salidas añadí un dedo más, ella ya no se quejaba, solo jadeaba en cada arremetida de mi doble penetración.
Estaba al borde de su segundo orgasmo, completamente entregada, eso me espoleó, empujé fuerte, salí con fuerza y agarrando mi polla saqué los dedos de su culo y llevé allí mi glande.
-Tío nunca… -dijo algo asustada-
-Tranquila mi niña, solo es un momento –intenté tranquilizarla-
Empujé un poco y abrí su estrecho y arrugado orificio con mi glande durísimo e hinchadísimo, la agarré con fuerza y dos arremetidas después estaba completamente dentro de su culo, sin poder controlarme.
Ella chilló y yo aullé de placer, busqué su clítoris y la masturbé mientras empezaba a moverme en su culito; ambos respirábamos con dificultad.
-¿Duele mucho pequeña? –pregunte entrecortadamente-
-No pares tío Adolfo
Noté la tensión de su cuerpo y arremetí con fuerza mientras estallaba en su culito, mientras ella empezaba a correrse de nuevo.
Aun íbamos vestidos y nos desnudé a los dos, la ayudé a entrar en la ducha y abrí el agua.
-Lo siento mi niña, no quería hacerte daño, no sé qué me ha pasado –dije con sinceridad-
-Solo me ha dolido un poco, luego sabes que me ha gustado
-Debí ser más cuidadoso
La saqué de allí y la dejé en la cama. Aun me relamía cuando me abracé a su cuerpo y ella me aferró las manos antes de quedarnos dormidos.
Me desperté en mitad de la noche, mi polla rozaba su culito, noté sus pechos rozar mis dedos cuando respiraba y empecé a acariciarlos distraídamente, notando como mi polla crecía de nuevo rozando su trasero. Empecé a besar su cuello con delicadeza y ella empezó a despertar. Como me habían acostumbrado esperé a que me rechazara, pero eso no solo no sucedió sino que pegó más su culito a mi sexo, estiró el cuello para dejarse besar y suspiró cuando mis labios la chupetearon.
Sin decir una palabra se giró, trepó sobre mi cuerpo y ella misma se penetró muy lentamente, apoyando las manos en mi pecho y empezando a cabalgarme.
-Eres increíble nena –dije extasiado-
Su vagina me apretaba con fuerza, mis manos apretaban sus tetas y ella se movía haciendo círculos con sus caderas. La agarré de los cachetes del culo y empecé a moverla con más fuerza, ella se mordía el labio de manera sensual mientras nos mirábamos intensamente y de repente se corrió mojando mi polla mientras gimoteaba. Se dejó caer sobre mi pecho regulando su respiración y cuando se calmó empezó a besar mis tetillas, a mordisquear mis pezones y sacándose mi polla resbaló por mis piernas, mientras besaba mi torso, paso de largo por mi polla mientras seguía deslizando el cuerpo hacia los pies de la cama.
-Baja más –dijo arrodillándose a los pies de la cama-
Me moví hacia ella y agarrando mí polla se sacó una cinta de pelo que llevaba en la muñeca y pasándola por mí polla le dio dos vueltas liando la última a sus dedos haciendo que esta apretara mi polla sin hacerme daño. Mi polla creció más, mientras su lengua ahora lamia mis testículos.
-Pon las dos almohadas bajo tus riñones -no dejaba de lamerme, volviéndome loco con su lengua-
Por supuesto obedecí encantado con sus mimos, bajó con su lengua por el perineo hasta llegar a mi ano y tras hacer círculos entorno a este empujó su lengua dentro, si hubiera podido me hubiera corrido en ese instante pero la dichosa goma no me dejaba. Empezó a meter y sacar su lengua mientras la mano libre amasaba con delicadeza mis huevos, estaba como loco, alucinando por lo que esa chiquilla me hacía sentir. Tras unos minutos llevándome a la locura total subió hasta mi polla y lamio la punta, entreabrió los labios y succionó el glande tirando un poco más de la goma, luego trago casi toda mi polla y la sacó lamiendo lo que no podía tragar antes de volver a chupetear el glande. Yo no podía dejar de jadear como un perturbado y entonces la yema de su dedo presionó mi ano, me puse rígido, pero la miré con lujuria y ella empujó su dedito penetrando hasta meterlo del todo, chupeteó varias veces antes de empezar a entrar y salir engarfiando el dedo.
-Por favor mi niña necesito correrme –supliqué sin que nada me importara salvo la liberación-
Puso sus labios alrededor de mi polla y bajó por ella, subió de nuevo y succionó el glande sin dejar de penetrarme, entonces aflojó la goma que rodeaba mi pene desenroscándola de sus dedos y estallé en mil pedazos, llenando su boquita de semen mientras nos mirábamos; yo aullaba y gemía viendo como tragaba hasta la última gota golosa sacando lentamente su dedo de mi culo.
Luego ágilmente se tumbó a mi lado.
-¿Te ha gustado tío Adolfo?
-Alucinante sobrina, me da miedo preguntar dónde…
-En una peli –dijo sonriendo-
Volvimos a dormirnos hasta la mañana, tras otra ducha nos pusimos en camino de regreso.
Mientras dormitaba la miré sabiendo que no podría pasar página como ambos creíamos tras las vacaciones, porque sabía que ya había un antes y un después en mi vida tras el paso por ella de mi adorada y tenaz sobrinita.