Natalia: Mi culo al servicio del Publico II.

Natalia vuelve a ofrecer para dar placer al publico, está vez en un GloryHole

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y es la continuacion de: Natalia, una Gordita viciosa: publicadado en Grandes Series.   Si les ha gustado, por favor, Votar o o dejar algún coentario, es la unica manera de saber si les ha gustado y una motivación para continuar escribeindo esta saga. Gracias.

La experiencia de ser expuesta y usada analmente me encantó. Fue totalmente increíble. Además, Dionisos me premió muy bien por ello, recibí cariño y mimos en cantidades industriales, bien mereció la pena cada polla y mano que entró en mi culo. Después de esa experiencia, tuve unos días tranquilos, Dionisos se vio obligado a hacer un viaje de la compañía a otra sucursal fuera del país, así que estuve sin él casi dos meses. La única manera que teníamos de calmar un poco el vicio era mediante nuestras conversaciones por Webcam ¡vaya espectáculos le di! Pero eso no me era suficiente, yo le necesitaba conmigo. Mientras estuve sola, me di cuenta de lo enamorada que estaba…y de lo viciosa que era. Me dí cuenta que esa era la vida que quería, y que la quería junto a él.

Analicé la relación, era cierto que él me sometía a todas clases de vejaciones, pero me daba más cariño del que había recibido nunca. Además, todo era bajo mi consentimiento, y me gustaba, vaya que si me gustaba. Así que decidí que era tiempo de pasar a cosas más fuertes y extremas, cosas que de solo pensarlas me humedecían el coño, así que se lo dije a Dionisos. Me preguntó si estaba segura de querer hacer todo eso, no dudé en responderle con un rotundo Sí. El estuvo de acuerdo, y yo feliz.

Aproveché el tiempo que me quedaba sin él para entrenarme por mi cuenta. Mi meta fue anchar mi ano. Para ello dormía con un plug anal de nueve centímetros de grosor encajado en el culo, mejor dicho, solo me lo sacaba para cagar, cuando tenía que salir a la calle o ir al trabajo, usaba otro más pequeño y cómodo de tres centímetros, ese casi ni lo notaba, era como llevar un tampax. Mi coño también recibió su debido tratamiento, colgaba pesas en mis aros para estirar los labios y el clítoris. Me masturbaba al menos diez veces antes de dormir y unas cuantas más antes de ir al trabajo. Otra cosa que hice fue acostumbrar a mi garganta a ser follada, usaba dildos largos que metía hasta el fondo y sostenía allí el mayor tiempo posible. A veces vomitaba, pero eso no me detenía en lo absoluto, más bien me excitaba.

Dionisos estuvo al tanto de mis avances, cada día se los mostraba en la webcam. Pero pese a todo mi esfuerzo, no me sentía totalmente preparada, no estaba segura de haber progresado lo suficiente, entonces fue cuando él me dijo: «Esta semana quiero que te prostituyas…».

Llegué a la discoteca dos horas antes de que abriesen al público. Era la misma a la que Dionisos me llevó para ser follada analmente. Me recibió una mujer de cuerpo escultural…

— ¡Hola! Tú debes de ser Natalia. Soy Verónica.

— Hola Verónica. Supongo que sabes ya porqué estoy aquí…

— Claro que sí. Dionisos ya me informó de todo, así que no te preocupes por nada. Soy la dueña de esto, y te aseguro que no corres ningún tipo de peligro. Nuestros clientes están todos sanos, cada mes deben traer un certificado medico para continuar siendo miembros del club. Eso me recuerda ¿has traído el tuyo? La vez pasada lo pasé por alto sólo porque Dionisos fue quien te trajo, y tengo fe ciega en su palabra— Le entregué el certificado— esto es más por cumplir con los requisitos, por si acaso. Vas a ofrecerte como la vez pasada, estuviste genial, me encanto meterte la mano en el culo…tienes talento— Así que fue ella quien me fisteó, pensé. No pude evitar sonrojarme — No te preocupes, lo que sucede en «La Cueva» se queda aquí.  A ver bella ¿con qué quieres empezar?

— Pues la verdad, no sé. Es la primera vez y no quiero hacerlo mal… ¿podría ser algo sencillo, sólo para empezar y aclimatarme?

— Por supuesto. Puedes trabajar hoy en los agujeros, luego si te apetece, cambias a lo que elijas…menos a los baños. Dionisos me dijo que sería el quien te llevaría allí.

«Los agujeros» a los que se refería Verónica, eran lo que se conoce como «GloryHole». Los tíos meten la polla por un agujero en la pared, y del otro lado alguien se la chupa, era momento de probar hasta donde llegaba mi garganta.

La hora de la acción llego. Me encontraba con cuatro chicas más en una habitación. Eran muy agradables, antes de comenzar me explicaron que cada cliente tiene unas monedas que debe entregarme antes de recibir cualquier servicio, esas monedas eran mis comprobantes y debía entregarlas a Verónica para recibir el pago.

La primera polla no tardó en asomarse por uno de los huecos, no me tocó a mí, sino a la chica que estaba a mi lado, la tia chupaba muy bien. Era la primera vez que veía algo así en vivo. Pero no pude mirarla por mucho tiempo, una polla había entrado en mi hueco, por un instante me puse nerviosa y casí no supe que hacer. Era un rabo enorme, muy largo. La moneda entró por una ranura y cayó en mi recipiente. Respiré profundo y me puse manos a la obra. Lo toqué con suavidad y enseguida se puso tieso como una vara. La verdad es que era una polla muy apetecible, pasé la lengua por el glande y toda la orilla de la cabeza, luego la chupé con fuerza. Al parecer al cliente le gustaba, podía oír sus gemidos al otro lado de la pared.  Cerré los ojos y comencé a tragármela, poco a poco la fui llevando hasta el fondo de mi garganta, hasta que mi frente topó con la pared, la tenía toda adentro, y apenas me tomó algún esfuerzo. Lo siguiente que hice fue usar mi boca como se usaría un coño. Sentía que la polla me llegaba al esófago, a veces me daban arcadas, pero las controlaba bien. No paraba de meterla y sacarla toda, estaba llena de saliva y muy dura, a punto de reventar. El tio que estaba al otro lado no paraba de gemir y llamar a Dios. Continué con más intensidad y cuando sentí que estaba a punto de correrse, solo dejé la punta en mi boca y le masturbé con las manos.

El chorro que soltó fue muy copioso. Tragué una parte y otra salió por las comisuras de mi boca y terminó en mis tetas. Limpie la polla con mi lengua hasta dejarla impecable. La polla se retiró del agujero, cuando mire a mí alrededor, las chicas me veían con cara de sorpresa —Tienes que ensañarnos a hacer eso— Dijo una, y todas asintieron, yo solo sonreí. Otra polla entró en el agujero, y luego otra… y otra… cuando terminé con la quinta, una de las chicas dijo « ¡Bola de nieve!» En el momento no entendía a que se refería, pero no tardé en enterarme. Una de ellas estaba a punto de recibir una corrida en la boca, aguantó toda la leche en la boca, luego le dio un beso a la chica de al lado, quien recibió la leche en su boca, esta a su vez dejó caer la leche en forma de escupitajo en la boca de la siguiente chica. Todas reían. Mi turno llegó, era la cuarta.

La chica me miró con las mejillas hinchadas a la espera de que yo recibiese la leche, por un momento pensé en negarme, no por asco al esperma, era porque nunca había besado a una mujer. Pero no quería quedar mal ante ellas, había buen rollo. Me acerqué y ella me besó, la leche caliente pasó de su boca a mi boca, sentí su lengua rozar la mía, y no me desagradó. Luego, yo hice lo mismo con la ultima chica, el beso fue más profundo, nuestras lenguas se enlazaron más, al final, ambas terminamos tragándonos todo el semen.

Al acabar de hacer la bola de nieve, seguimos en nuestros respectivos huecos. Repetimos eso varias veces, y cada vez me costó menos hacerlo. Al final de la noche tenía diecisiete monedas, la barriga llena de semen, y el coño empapado. Sabía que a Dionisos le encantaría cuando le contase lo bien que me pasé esa noche.