Natalia me cuenta cómo le rompieron la concha....

Ella misma había aceptado seguir con las caricias que sabía iban a terminar con ella completamente calata echada en la cama de él.

El nombre de la profesora era Mariana Santos, el curso que nos enseñaba era lenguaje, aunque a veces se les escapaban algunas frases de barrio, la considerábamos una buena profesora que entendía a sus alumnos y nos hacía entender las clases.

La voz de la profesora subió un poco de tono y se escuchó en el salón de clases:

  • ¡Jessica Sofía!

-Presente profesora

-Cariño una vez más has sacado la nota más alta, sigue así y vas a aprobar con la más alta nota del salón.

Ese día en el colegio había dado un examen que para muchos había sido muy difícil, pero para mí había sido bastante sencillo, ya que me la pasé estudiando con Carolina todo el fin de semana. A veces recordaba, no con poca emoción, aquella tarde en casa de Carolina en la que me la había pasado haciendo cosas prohibidas con el papá de ella.

Siempre había destacado en lenguaje, seguro por que me gustaba leer bastantes historias bonitas.

La tarde de ese día, ya habían pasado dos semanas desde mi primera vez, teníamos que ir a casa de Carolina, como siempre, a estudiar algo de Historia. Me emocioné al saber que estaría su padre ahí. Por supuesto que no le había contado nada a Carolina de mi encuentro con él, el secreto había sido bien guardado desde entonces.

Sonó el timbre del recreo y nos fuimos al patio a jugar voley, desde que a nuestro grupo de amigas se sumó Natalia, una chica nueva que había llegado de otro distrito, era una chica que tenía una cara extremadamente bonita y un cuerpo que ya era confundido con el de una mujer bien desarrollada, su voz era melodiosa y en las pocas semanas que tenía a nuestro lado nos había quitado a varios admiradores, los pocos minutos del recreo eran más divertidos. A los pocos días de haberla conocido se hizo muy amiga de nosotras.

Puede decirse que Natalia estaba a punto de convertirse en nuestra nueva confidenta, esa mañana, luego de haber jugado voley un buen rato y justo antes de que acabe el recreo ella nos hizo una revelación que nos dejó sorprendida a las dos. Estábamos en medio de una conversación muy amena en el baño, como siempre aprovechando el tiempo al máximo para chismosear, cuando en una de esas salió el tema de los chicos que más le gustaban a cada una de nosotras. Carolina dijo que a ella le gustaba Iván, un chico de trece que era alto y le gustaba jugar fútbol, yo dije que a mí siempre me había gustado Marco, un chico que era bien estudioso y que también nos trataba muy bien, la conversación quedó en silencio cuando se escuchó la voz de Natalia decir:

  • A mí no me gustan los mocosos, no saben nada, prefiero los chicos que saben como tratar mejor a una chica.

-¿Más o menos como quién? – pregunté con un tono curioso de voz.

-Como el profesor de Física.

Las dos quedamos calladas por un momento y luego le preguntamos el por qué de sus gustos tan lejos de lo normal para una chica de su edad. Ella nos dijo que los chicos de nuestra edad no saben nada del amor y que había tenido mejores momentos con los hombres que sí son hombres. Nuevamente quedamos calladas las dos y se nos acabó la conversación justo en el momento de escuchar el timbre que indicaba el fin del recreo.

Si bien yo me había quedado sorprendida con las respuestas que nos había dado Natalia, como siempre la curiosidad prevaleció en mí y decidí averiguarlo más a fondo, porque me parecía que teníamos algo en común. A Natalia no le dije nada porque creía que de alguna forma llegaría a sospechar algo, pero decidí que debía hablar a solas con Natalia para saber que tan bien la habían "tratado" esos hombres mayores que a ella le gustaban.

Cuando hubo sonado el timbre de la salida cada uno salió caminando del salón a paso lento, yo sabía que Natalia siempre salía al último, así que le dije a Carolina que me esperara afuera de la escuela porque tenía que copiar algo que me faltaba de la pizarra.

Cuando no quedaba nadie más que Natalia y yo, le dije a ella que si alguna vez había tenido algo que ver con algún hombre mayor, ella muy suelta de huesos me dijo que sí, y que si yo quería me podría presentar uno.

Las risas no tardaron en llegar cuando vi la expresión del rostro de Natalia, era como si ella supiera más que otras chicas del asunto, era como si ella hubiera vivido tanto o más que yo. Ya saliendo de la escuela y una vez que me encontré con Carolina en la puerta no pude contener el nuevo chisme y una vez que le saqué un juramento de no decir nada del asunto le conté lo que me dijo Natalia.

Era mi deber investigar más acerca de la vida de la nueva aspirante a amiga nuestra. Quizá haya sido solo una broma, pero yo tenía la seguridad de que Natalia era una experimentada del sexo. La curiosidad me mataba y esa tarde estuve pensando en cómo le sacaría la información que quería a Natalia. Resolví el problema de la manera que más me pareció conveniente: Hacerla hablar de su vida anterior, la que había llevado antes de llegar a nuestro colegio y hacerse amiga nuestra. Iba a ser algo difícil si era que Natalia era tan reservada como yo, además me daría un poco de vergüenza si ella contraatacaba y me hacía pregunta acerca de si yo tenía o había tenido experiencias en lo del sexo, era un dilema.

Esa tarde llegamos a la casa de Natalia y estaba su padre allí, había llegado desde muy temprano, como el día aquel en el que sentí por primera vez la verga de un hombre introducirse profundamente en lo más íntimo de mi ser. Tal vez habría tiempo para conversar un poco y decirle lo que sentía por él, pero era algo difícil ya que Carolina estaba a mi lado todo el tiempo, pero bueno, habría que intentarlo para ver si daba resultado. Estábamos en el cuarto de Carolina cuando de pronto, dejando la tarea a un lado, comenzamos a hablar de lo bien que se veían las chicas de la revista que tenía en la mano.

-Mi papá tiene revistas de chicas sin ropa en su cuarto

-¿De verdad?

-Si, algunas de chicas con poca ropa y algunas con nada de ropa.

-Me estás tomando el pelo para ver que cara pongo, eres bien viva.

La conversación prosiguió por varios minutos y luego de un buen rato comenzamos a hablar de Natalia, empezamos a discutir si estaba bien que la aceptáramos dentro del grupo. Al final decidimos que solo hasta cierto punto, lo que más influenció en eso fue que queríamos saber que era lo que Natalia tenía escondido, cuales eran sus experiencias y hasta qué punto se había relacionado con hombres mayores.

Llegó la mañana del día siguiente y para comenzar la tratamos muy bien, pero a mi entender ella era muy astuta y se podía dar cuenta en cualquier momento. Esperamos pacientemente a que llegara el momento en que llegara el fin de la clase de la profesora de lenguaje y cuando ya estábamos en el recreo yo me acerqué a Natalia y le comencé a conversar muy amistosamente. La cosa resultó más fácil de lo que me imaginé, Natalia soltó toda la sopa inocentemente, no sin antes haber escuchado de mis labios que no diría nada a nadie, y me contó todo. Iba a ser una tarde de puro chisme, aparte de ser tarde de estudio claro, esa tarde Carolina sabría que no era la única que se gustaba de el placer en solitario. Creo que estoy siendo un poco burlona con mi amiga.

Estaba sentada en mi carpeta y la profesora de Lenguaje tocó la puerta, pidió permiso al profesor de Historia para anunciar a un grupo de alumnos seleccionados para ir a un concurso de Lenguaje en el colegio y luego se fue. Por supuesto que mi nombre estaba en la lista. No podía esperar más y estaba con todas las ganas de decirle a Carolina todo, pero debía esperar hasta que estemos solas.

Llegó el momento y cuando estábamos saliendo de la escuela la profesora de Lenguaje nos llamó y me dijo si quería participar en un grupo de estudio que ella iba a organizar para preparar a los alumnos para concursar también a nivel de escuelas, acepté.

Una vez que estuvimos en casa de ella nos metimos a su cuarto y una vez que teníamos la puerta cerrada comencé a contarle:

-Carolina, no era la única chica del salón que come con la mano

-No te entiendo, ¿acaso tú comes con los pies?

-Ja ja ja…. Quiero decir que Natalia también se mete el dedo

-Ya pues, no te hagas la inocente, mira que tú no eres ninguna santa

La conversación prosiguió y le estuve contando que Natalia, que estaba a punto de cumplir catorce años, ya había tenido sexo en varias ocasiones, y que fue por problemas relacionados a eso que su familia se mudó a su actual lugar de residencia. La noticia le cayó como una especie de sorpresa esperada con anterioridad, pero no por eso dejó de poner cara de asombro. En pocas palabras Natalia era una pequeña putita, pues había estado con varios y sin protegerse, y de milagro no había salido embarazada.

-Pero cuéntame como fue.

-Oye, pero esto si no se lo dices a nadie

-Okey.

Resulta que cierto día-comencé a relatar a Carolina la historia de Natalia- mientras Natalia estaba en el microbús de regreso su casa, notó que había un hombre que la miraba insistentemente, ella aún sin saber nada, no le dio importancia. Pero como todos o la gran mayoría de los hombres tienen un interés desmedido por las chicas guapas que no es muy difícil de detectar, Natalia se dio cuenta que aquel hombre la miraba como que si ella fuera toda una mujer. Al bajar del bus Natalia caminó por una zona donde había bastantes árboles, me contó que parecía un bosque el sitio por donde ella pasaba. No pasó ni un par de minutos cuando se dio cuenta que el hombre la estaba llamando.

Era que por casualidad y coincidencia del destino Natalia había dejado caer su arete que le había regalado su madre días antes. Luego de haberle devuelto el arete y de que Natalia le dio las gracias, Natalia fue dulce y cariñosamente alagada por aquel hombre. Natalia no era una chica que tuviera un cuerpazo de mujer fatal, o una experiencia con los hombres que le diera alguna ventaja, pero lo que le ayudaba para que los chicos se fijaran en ella era su carita de ángel. Su boquita era muy sensual para la edad que tenía y sus ojos de color verde eran la atracción de muchos de los hombres que la veían pasar. A veces la abordaban por la calle y le hacían la conversación y cosas por el estilo. Pero esta vez era diferente, aquel hombre despertó en Natalia una especie de atracción que era mutua, ambos estaban como en algo así como un coqueteo. El tipo era fotógrafo y es por eso que le dijo que se veía muy bonita y demás cosas. El asunto quedó en una cita para una sesión de fotos. Era una buena oportunidad para Natalia que toda la vida había querido ser una estrella o algo así.

El día de la sesión llegó y Natalia fue con su madre para que la cuide y luego de presentarse quedaron en que solo Natalia podía entrar en la habitación donde se debían tomar las fotos. Ese día quedaron en que muy pronto volverían atener otra sesión. Pero en la segunda sesión Natalia llegó sola y en eso de que se cambiaba la ropa para cada grupo de fotos, comenzó a sentir que cada vez que se quitaba la ropa experimentaba una excitación que poco a poco iba creciendo con cada cambiada de ropa.

La ropa fue poco a poco disminuyendo y llegó el momento en que el hombre le dio un bikini bastante pegado y chiquito. Natalia era una chica que no se quedaba atrás en que a cuidados del cuerpo se refiere, una vez en el cuarto donde debía cambiarse de ropa, comenzó a quitarse la ropa de una manera que se veía desnudándose en el espejo de la pared. Nunca lo había notado, pero tenía un lindo cuerpo, sería por eso quizá por lo que los hombres la miraban tanto. Se excitó aún más al saber que solo estaba ella ahí y que nadie la veía, un hombre atractivo la estaba esperando del otro lado de esa pared y ella estaba desnuda, haciéndolo esperar. Su excitación empezó a subir cuando de estaba quitando el calzón y se vio al espejo, era ya casi una mujer, con los instintos y los deseos de una mujer, solamente un calzón que tenía a medio bajar hasta las rodillas era lo único que la cubría y se le veía la vagina, los pechos, el espejo fue testigo de cómo comenzó a morderse los labios inferiores, sintió que sería rico acariciarse la entrepierna en ese momento mientras estaba con el calzón abajo. Su razón le dijo que no, pero sus deseos eran más fuertes. ¿Lo hago? ¿No lo hago?...pero esta mal, pero me gusta, pero ¿y si se llegan a enterar?... ¿pero como se va a saber si nadie me puede ver?...pero esta mal….pero sí quiero

Finalmente Natalia fue vencida por su libido y de esta manera fue arrastrada a bajar lentamente su mano derecha más abajo del ombligo, luego acarició esta parte que estaba muy cercana a su parte más intima y fue bajando lentamente…hasta llegar justo al límite en donde empieza la zona que ya por entonces comenzaba a llenarse de pequeños pelos aun sin mucha pigmentación. No pudo soportar la tentación de ser una chica mala que si bien sabía que lo que estaba haciendo era malo, no podía ni ya tampoco quería dejar de sentir esa sensación.

Continuó bajando despacito y se detuvo por un momento al sentir que su cuerpo subía de temperatura y que deseaba con mucha intensidad acariciarse la concha, tuvo un último remordimiento, después de eso ya no pudo aguantar más y bajó sus dedos a la parte del inicio de sus pelitos, inevitable que eso sucediera, comenzó a acariciarse con un poco de inocencia mezclada con deseo y arrechura. Quizá era porque sus padres no le habían hablado mucho acerca de la sexualidad por lo que ella no sabía ni era completamente conciente de lo que estaba haciendo, no era conciente de que la situación en la que estaba era la de una chica que deseaba tener sexo y que por eso recurría a la masturbación, a ese placer que satisface a los solitarios que desean tener sexo y no tienen a alguien al costado para que acceda a sus deseos.

Ya no era cuestión de si era bueno o malo, lo único que Natalia deseaba en ese momento era sobar esa concha caliente que le quemaba y que no le había dejado dormir por muchos días por hacerla desear las cosas más inimaginables que pueden pasar por la mente de una chica de esa edad. Si bien era cierto que estaba mal lo que estaba haciendo, ella ya no pudo seguir con el papel de niña buena en su mente ya estaba claro que lo que quería era sentir el máximo placer que puede tener una mujer, y en ese momento dio rienda suelta a sus deseos más escondidos que le pedían las caricias de su mano en la esa zorra tan caliente.

Ya habían pasado varios minutos y Natalia seguía metiéndose la mano en la zorra y ahora lo estaba haciendo ya sin ningún tipo de reparo. Se sobaba los labios vaginales y sentía que le quemaban, era urgente conseguir una clase de satisfacción mayor de la que estaba experimentando en ese momento, pero si quería lograrlo era sólo teniendo algo con un hombre que le diera lo que ella necesitaba. Continuó con la paja y su vagina se humedecía cada vez más. Cuando hubo terminado, se terminó de quitar el calzón rápidamente y se vio desnuda en el espejo, tomó el bikini de dos piezas y luego de haberse limpiado la vagina se lo puso.

Cuando ya estaba en el cuarto de fotos y justo antes de empezar la nueva sesión, al verse sólo en ese diminuto bikini sintió que era presa, una vez más, de esa excitación que le pedía con intensidad un desfogue. No supo qué hacer en ese momento y solo veía como le tomaban las fotos a l mismo tiempo que su clítoris se endurecía y la vagina se le comenzaba a humedecer de nuevo. Estaba hecha, si el hombre de las fotos quería, podía aprovecharse de su debilidad. Lo único que en ese momento la podía librar de los deseos que sentía en ese momento era que aquel hombre no se diera cuenta de su estado de excitación, pero ya las cosas estaban por suceder, pues el fotógrafo detectó al instante los indicios que le indicaban que Natalia quería experimentar desesperadamente que se sentía tener un encuentro sexual.

Él se quedó mirándola, justo en el momento en el que ella se quedó viendo directamente la parte de su cierre de su pantalón.

-Creo que un descanso sería lo más apropiado ahora pues como no estas acostumbrada todavía a sesiones largas debes estar cansada.

-Creo que tienes razón, estoy un poco cansada.

-Yo iré a traerte un refresco para que tomes algo de aire y calmes la sed.

-Si, pero no te demores que tengo mucha sed.

-Es que si me voy a demorar, pero no te preocupes, solo descansa.

Él sabía que algo extraño estaba pasando en ese momento y que debía averiguarlo. Se fue a traer una gaseosa a la cocina y después al volver con la gaseosa en la mano lo hizo rápidamente, tanto así que Natalia cayó en la trampa y se sintió libre en el cuarto por un largo rato, esto fue aprovechado por Ricardo, así se llamaba el fotógrafo, para poder ver qué pasaba con Natalia desde detrás de un mueble del extenso cuarto de fotos. Tal y como lo había sospechado, Natalia estaba excitada y prueba de ello era que cuando él llegó para verla ella estaba tocándose por encima de la parte del bikini que cubre su intimidad, y lo hacía de una manera que mostraba que era evidente que tenía deseos. Luego se metió la mano por debajo del bikini y después se sobó con más fuerza y más rápido la vagina.

Era el momento de actuar, pensó él, pero esperó un poco más para entrar en acción y se quedó viendo cómo Natalia se quitaba el bikini de una forma violenta y se echaba en el sillón para meterse la mano con las piernas abiertas y sin ningún reparo se masturbaba de una forma salvaje.

Él se decidió a esperar y luego que vio que Natalia se volvía a poner el bikini, había terminado de satisfacerse, pero tenía la oportunidad de tener algo con ella, ya que sabía desde ese momento que ella necesitaba a un hombre a su lado.

-Ya llegaron los refrescos.

-Que bien, ya me estaba cansando de esperar.

-Pero valió la pena.

-Claro que sí, con el calor que está haciendo a nadie le cae mal un refresco.

Se sentaron en el sillón donde estaba Natalia y comenzaron a charlar, luego ella inesperadamente lo abrazó y el se dejó acariciar la espalda. El romance estaba a punto de consumarse con un beso cuando Natalia, demostrando un atrevimiento desmedido, pasó su mano por la entrepierna de Ricardo, quien al sentir como su pene era acariciado por encima del pantalón sintió que se le paraba inmediatamente.

Natalia se había saltado varias partes del romance y había ido directo a un nivel que merecía una respuesta rápida y también audaz de parte de él. Eso no se hizo esperar y Natalia sintió como las su boca se juntaba con la de él y las manos de él acariciando su culo de una forma excitante para ella. Los besos continuaron y ella se sintió atraída hacia él, con ese beso se despertó la arrechura que Natalia tenía y se dejó tocar todo lo que él quería tocarle. Las cosas iban a un ritmo rapidísimo y ya no había marcha atrás. Ella estaba con sólo un bikini chiquito y siendo besada en el cuello por él, de ninguna manera se podía decir que los dos estaban demostrándose sólo una expresión de amistad, a ella al parecer le encantaba que la calentaran con esos besos, él estaba disfrutando de su niña con cara de ángel dispuesta a someterse a sus caricias.

A ella se le empezó a humedecer la vagina de nuevo y fue el momento en el que él, ya sin nada de miedo a ser rechazado. Pasó su mano por encima de su concha, cubierta por el pequeño bikini, y la hizo humedecerse más, se excitó a más no poder y luego ya no tenía la voluntad para rechazar a aquel hombre. El juego había avanzado a pasos agigantados y ella se sentía con la necesidad de pedirle que la haga suya.

Pero Natalia no tuvo la necesidad de tener que siquiera insinuarle nada, ella solo se contuvo un rato y en un momento de calentura máxima escuchó.

-¿Qué te parece si vamos a descansar a mi cuarto?

-¿Pero no debemos seguir con las fotos?-dijo ella con voz entrecortada.

-Si pero podemos tomarnos un descanso más, nadie más aparte de ti iba a venir hoy para que le tome fotos.

-Pero debo llegar a mi casa en media hora, mi mamá me está esperando.

-Y yo también te estoy esperando, quédate conmigo un rato más, vamos arriba.

-Si llego tarde mi mamá se va a molestar y ya no me va a dejar venir sola.

-Vamos, yo la llamo por teléfono para decirle que te vas a quedar un rato más.

-No sé

-Vamos, quiero cacharte en mi cama

-Ya pues.

Ese "ya pues" con voz entrecortada y nerviosa de Natalia significaba un "sí quiero ir a cachar contigo a tu cuarto", Ricardo había ganado la partida y pasó un poco de saliva al saber que estaba próximo a hacerle de todo a aquella niña, arriba era presa fácil y una vez en el cuarto ella ya no podía dar marcha atrás. Ricardo había planeado todo de principio a fin, no serían molestados por nadie pues había cancelado minutos antes todas las sesiones que tenía ese día. La tomó de la mano y se la llevó a paso lento a subir las escaleras que los llevarían a su cuarto que estaba en el segundo piso. Al momento de subir él sabía que era la última oportunidad de Natalia de decir que no y que mejor se iba a su casa, era ese momento el más crítico y los segundos que duraron en ir del cuarto de fotos a su cuarto de arriba eran angustiantes y le parecieron una eternidad.

Al fin llegaron y una vez adentro él sacó una llave de su bolsillo y cerró la puerta para asegurarse de que ella no se iría. Se besaron y ella se estremeció al saber que estaba a punto de hacer algo que ya no estaba bajo su control, ella misma había aceptado seguir con las caricias que sabía iban a terminar con ella completamente calata echada en la cama de él, con las piernas abiertas y con él metiéndole su pene en la zorra, no había nada que hacer, ella ya no podía evitarlo y sentía la concha calientísima y deseosa de sentir un pene que le calme toda la pasión que sentía.

"Nunca me han cachado y dicen que duele, pero también se goza rico, quiero cachar y sentir lo que siente mamá cuando la escucho hacer ruido por las noches"-Pensó Natalia.

El no perdió tiempo y la echó en la cama, ella estaba estremeciéndose y el se preguntaba como se sentiría meterle la pinga a esa chica atractiva y con cara de ángel que estaba echada en su cama.

-Aquí solo han entrado las chicas que han sido mis novias.

-¿A sí? ¿Y para qué?

-Para lo mismo que ha venido los dos.-dijo él.

-¿Me juras que no le vas a decir a nadie que vine aquí contigo?

-Te lo juro mi amor, no te preocupes de nada.-dijo él mientras le estaba sacando la parte del bikini que había estado cubriendo sus pequeños pechos, y le besaba el cuello y la oreja. Ella ya no podía aguantar y fue por eso que fue ella misma la que llevó sus manos a la parte inferior del bikini y se lo bajó, ahora sí le estaba dando la concha para que él hiciera con ella lo que quisiera. Él muy astuto de inmediato se paró de la cama y en un santiamén es quitó toda la ropa que traía puesta, quedando así completamente desnudo enfrente de Natalia, que no hacía otra cosa que ver impresionada su enorme falo. Estaba asustada por lo que por unos instantes se vio un poco indecisa, no sabía lo que le esperaba, solo que estaba desnuda, echada en la cama, con la vagina húmeda, sudando y excitada, con las piernas abiertas, enseñándole la concha a un hombre que estaba desnudo y que tenía unas ganas tremendas de cacharla.

Ella era una chica que hasta el día aquel había sido un ejemplo de niña buena, pero como hombres y mujeres, ella era humana y tenía deseos de saber qué se sentía tener un hombre encima, así como los chicos se mueren por tener a una mujer con las piernas abiertas dejándose meter la verga hasta lo más profundo que se pueda meter.

-Natalia, quiero que primero la tengas en tus manos.

-¿Quieres que te la toque?

-Para que veas que tan grande es.

-Pero nunca he tocado una.

-Siempre hay una primera vez.

-Ya acércala, ven.

Ricardo se acercó a la cama y se paró justo al frente de la cama, en el borde de la misma, Natalia estaba echada y se acercó a su hombre con ganas de sentir en sus manos aquella cosa enorme que tenía entre las piernas y que tan contenta la ponía.

La miró y vio que era más grande que la de su papá, alguna vez de casualidad vio a su papa desnudo, eso la asustó un poco, pero a esas alturas del partido ya no quería parar por nada y pensó: Claro que puedo aguantarla, a veces me meto el dedo, a veces los dos dedos y no es tan dolorosos como muchas dicen. La tomó con sus dos manos y aún así era bastante grande. Ni modo, tendré que sufrir-pensó ella

Llevó sus manos a la cosota que tenía delante y sin preguntar nada se sentó en la cama y se metió en la boca la verga de él, la saboreó y empezó a meterla y sacarla de su boca. Cuando sintió que se venía el semen que le llenaría la boca se quedó con la cosota dentro de su boca y se tomó todo el semen.

Comenzaron las caricias otra vez, pero ahora los dos estaban completamente desnudos en la cama, besándose y ella le dijo:

-Apúrate, métemela, métemela- abriendo las piernas.

Esta vez él se inclinó para atrás y una vez que tuvo la vagina de Natalia en su boca procedió a lamerla y lamerla. Natalia se volvió loca y no podía creer lo que estaba sintiendo. Luego la chupó un buen rato, mientras Natalia se estremecía y jadeaba gozando del placer que esto le provocaba.

Llegó el momento de la verdad y él se puso encima de ella, que estaba en la máxima expresión de la excitación, su vagina estaba completamente húmeda y se le habían dilatado los labios vaginales como jamás lo hubiera imaginado. Estaba en el pico más alto de la calentura.

Él colocó su pene en la entrada de los labios vaginales de Natalia e hizo contacto, pretendiendo colocar la cabeza de su pene entre esos dos labios que lo llevarían al máximo placer que quería lograr. Sus brazos estaban apoyados en la cama y Natalia estaba echada, completamente calatita, sudando, con las piernas abiertas, deseando ser penetrada, con la cosota de él empujando hacia adentro de su zorra, ella sabía que no debía dejarse hacer esas cosas, sabía que esa verga era demasiado grande para ella, que no podría soportarla pero siguió porque tenía ganas de que él se lo hiciera, tenía ganas de que de una vez por todas le metiera esa vergota que tan caliente la ponía.

Por fin la cabeza del pene entró ajustadamente por la vagina de Natalia y ella sintió por primera vez eso dolor que muchas mujeres han sentido hacerles llorar y hasta gritar, pero ella lo deseaba inmensamente y fue por eso que abrió más las piernas y lo tomó a él de la cintura, apretándolo con fuerza para que se la metiera más profundo.

-Cáchame, hum... ahh... ahh...

-Que rica, eres una bebita amor...

La escena continuó por largos minutos y a la mente de Natalia llegaron recuerdos de su familia, recuerdos acerca de los consejos de su madre en los que se le decía: Cariño, debes ser una niña obediente y no dejar que ningún hombre se te acerque y menos que te toque... si te piden las prueba del amor, jamás se la des... Nunca dejes que ningún hombre se atreva a ponerte una mano encima, son unos mañosos... debes llegar virgen al matrimonio. Y Natalia contestaba: Claro mamá, seré una chica buena.

Si mi madre supiera que estoy aquí, en el cuarto de un hombre, con un hombre, solos, echada en su cama, que he entrado por mi propia voluntad y me he quitado el calzón de baño y me he echado en la cama con él, que le pedido que me cache y que estoy aquí con las piernas abiertas, dejándome cachar por un hombre me mataría a golpes, si supiera que me está metiendo su enorme miembro en la concha, de seguro que no me daba ningun premio-pensó Natalia al mismo tiempo que sentía como de su interior comenzaba a salir un líquido que le indicaba que había perdido todo el control sobre sus emociones, se estaba mojando y estaba mojando a Ricardo con sus líquidos.

Una vez que le entró todo el miembro en la zorra, sintió como si la vagina le quemaba y le dolía en extremo, pero le gustaba y sentía muy rico, la cama se movía por el movimiento que hacía él cuando se la metía y se la sacaba, se escuchaban los primeros gemidos de aquella niña que había empezado a ser mujer, hubiera sido impensable lo que estaba ocurriendo para los vecinos de Natalia, que la conocían como una chica de su casa y estudiosa.

El miembro de él ya no tuvo más contemplaciones y empezó a entrar y salir con más fuerza al mismo tiempo que ella gemía más fuerte que antes, la cama ahora se movía y sonaba más que antes y la penetración era más profunda, Natalia había sentido y sentía un gran dolor que la inmovilizaba y la hacía ver las estrellas combinándose con un placer indescriptible que le daba el miembro de el entrando y saliendo de lo más profundo de su concha y sentía como le seguía saliendo de dentro ese líquido.

La madre de Carolina interrumpió el relato al tocar la puerta y gritar desde el otro lado que su hermana, la tía de Carolina, se había puesto grave de nuevo y que se iría al hospital de inmediato. Carolina también iría y adelantándome a lo que me pudieran decir les dije que si me podía quedar en su casa a jugar con los juegos de video, me dijeron que sí, pero que me cuidara de no molestar con el ruido al papá de Carolina que estaba ocupado en la biblioteca.

-Por supuesto que no lo voy a molestar-dije al responder, con una sonrisa de la que la causa solo la sabía yo. Al llegar a la sala a despedirlas y ver cómo cerraban la puerta mi cuerpo se estremeció cuando sentí la mano del papá de Carolina en mi hombro y escuchar cómo me dijo: Princesa ¿Quieres apostar de nuevo?

Era obvio que me esperaba una tarde y quien sabe también una noche de puro sexo.

Aquí termina mi relato de hoy y les pido que por favor no se olviden que no es que quiera dejarlos con los crespos hechos lo que pasa es que así fue como sucedió todo y no hay vuelta que darle. Les pido que por favor después de leer el relato lo valoren , para así saber si les gustó y si sí les gustó les voy a enviar la tercera parte con los detalles acerca de lo que pasó ese día en casa de Natalia cuando ella y su madre se fueron al hospital.

No se olviden de valorar y escribir sus comentarios, sino voy a pensar que no les gustó y de repente ya no escriba más. Ustedes deciden. Hasta luego.