Natalia ... Luis ... Maria

Final de la historia de este triángulo amoroso

Nota del Autor: Este relato es continuación de otros cuatro que pongo aquí para que quien quiera pueda leerlos antes de ponerse con este

Luis y María

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Luis y Natalia

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María y Natalia

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María y Luis (El nombre verdadero sería Natalia y Luis, pero me equivoqué al ponerlo:/ )

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María y Luis (En este sí aparecen María y Luis)

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Espero que sea de tu agrado, estimado lector.

Estas y otras tonterías se dijeron mientras recuperaban el aliento. Ahí fue donde comenzó la relación de Luis y María, superando todas las confusiones que habían tenido hasta aquel momento.

DOS AÑOS DESPUÉS

La lluvia caía sobre la ciudad lavando toda las suciedad y los desperdicios escondidos en las esquinas oscuras. Incluso cuando algo se reseca y parece que será imposible arrancarlo un verdadero torrente de agua puede llevárselo todo. Eso pasa del mismo modo con el tiempo. Por más que en el pasado nos hayamos hecho daño el paso del tiempo lava las heridas del alma. Luis tenía algunas de aquellas heridas. Gracias al cielo no eran verdaderamente profundas. Muchas eran fruto de equívocos, confusiones, malentendidos o peor aún, errores de los que no podía culpar a nadie más que a sí mismo. La infidelidad, la falta de confianza, la soberbia, dar cosas por sentado. El tiempo sanaba muchas heridas y también el amor. El amor de su hijo que se movía por la casa como un pequeño demonio curioso especialista en encontrar el cajón que no tenía el seguro apropiado. Que le perseguía con los brazos abiertos para que le levantase una vez más y le hiciese llegar a las estrellas. Marcos ahora estaba jugando en brazos de María, la << Ía Maía >> como decía el niño.

Era maravilloso ver que se había acostumbrado a vivir en una casa u otra y a repartir cariño en ambas, alegrando a todos. Sabía que el niño era también la alegría más intensa de Natalia, a quien guardaba un inmenso cariño, por varios motivos. El principal de ellos, dejarle ver cuanto quisiese a Marcos. Natalia era muy buena. Por mala que fuese su relación o por problemas que tuviese nunca le negó un instante con su hijo ni le puso mala cara cuando pidió algún favor al respecto.

Su vida había abandonado la inseguridad y la incertidumbre. María le equilibraba, Marcos le ayudaba a recargar fuerzas y Natalia... siempre estaba allí, apoyando a su hijo y por lo tanto a él.

Tenía una última espina clavada. Volvió a sacar la cajita del bolsillo, abriéndolo para ver una vez más el forro rojo del terciopelo que sujetaba de pie un anillo. Un anillo de bodas. Cinco días antes, en una cena íntima, con su mejor sonrisa y su mejor traje había pedido matrimonio a María.

Ella se había echado a llorar. Nunca le había visto hacerlo. María era dura como un diamante y en los peores momentos mantenía la compostura cuando otros se rompían. Había llorado.

  • No te hagas esto – Le dijo

Aquellas palabras eran una lápida que pendía de su corazón. Le machacó durante dos horas con un monólogo durante el cual la comida se quedó fría y el champán de la botella se calentó. Decía algo sobre no repetir errores, sobre no precipitarse y sobre otras muchas cosas que no comprendía. Terminó diciendo que le quería. Aquella noche durmieron sin acariciarse siquiera, separados en la misma cama. María, tan fogosa, al día siguiente había huído a su trabajo, huyendo de las sábanas para evitarle escudándose en papeles, trámites y burocracias de la gestoría en la que trabajaba. Llegó a casa por primera vez sin una sonrisa y volvió a dormirse rápido. El cariño y la ternura regresaron y al final volvieron a juntarse, como no podía ser de otro modo. Sentía en los huesos que María y él eran el uno para el otro y no pensaba dejar de luchar por ellos dos.

Pero en el pasado había sentido lo mismo por Natalia, tal vez lo seguía sintiendo. Cada vez que se encontraban por el motivo que fuese la veía igual de guapa que cuando se enamoraron, tal vez incluso más. Natalia, alegre, simpática, profesional y bellísima. Había remontado después de lo que pasó y ahora su firma de abogados iba viento en popa. Tenían más trabajo del que podían manejar así que iban a subir las tarifas y seleccionar clientes. Le constaba que había tenido muchos candidatos a consolar su soledad pero había ido rechazando a todos. Se sentía fatal por alegrarse de aquello. Quería desear que Natalia reconstruyese su vida con otro hombre pero sabía que se moriría de celos si llegaba a suceder. Un pensamiento estúpido, irracional, pero incrustado en su corazón a piedra y fuego.

¿Se puede amar a dos personas?

¡Qué locura! No se atrevía a pensarlo siquiera. ¿Lo intuía María? ¿Le había rechazado por aquello? Suspiró tratando de alejar aquellos pensamientos atormentados. En el salón una algarabía de risas le hizo ir a unirse a María que estaba matando a Marcos a base de cosquillas.

Su teléfono móvil sonó estridente, rompiendo la atmósfera antes de que pudiese reír con ellos. Era Natalia y al mirar el nombre en la pantalla tuvo un mal presentimiento.

  • Luis, ¿puedo pasar para que hablemos? - Le pidió

  • ¿Qué ha pasado?

  • No por teléfono ¿Puedo pasar por tu... vuestra casa?

  • Claro

Tardó media hora en llegar. Desde la ventana vieron el paraguas azul de Natalia batallar contra la lluvia y el viento mientras caminaba desde la parada del autobús desde la que venía.

  • ¿Está tonta? - Dijo María - ¿Porque no ha venido en coche con la que está cayendo?

Luis no sabía qué decir. Natalia tenía gustos caros. Decía que si le costaba tanto ganar el dinero se lo gastaría en vivir bien, que para eso era suyo. Era raro que no hubiese cogido el BMW y hubiese aparcado en su garaje. Bajaron los dos hasta la calle y le ayudaron a subir. El maquillaje se le había corrido no por la lluvia sino por las lágrimas. Algo que notó en seguida pero se calló. Tenía que haber sucedido algo muy grave.

Natalia estaba moralmente hundida. Uno de los socios había robado al resto, llevándose todo el dinero que pudo arramblar de las cuentas de la empresa, desviando dinero de cuentas de clientes y huyendo en mitad de la noche, por así decirlo. Estaba completamente arruinada. Ni siquiera podía vender el coche, joyas o enseres personales porque se consideraría quitar fondos que se usarían para pagar a los acreedores. Llevaba toda la semana aguantando todo aquello y les confesó que había planteado quitarse de en medio.

  • No lo he hecho por Marcos y por ti. Porque os tengo todavía.

Luis se conmovió. Aquello había sido espontáneo, sincero y una declaración de amor en toda la regla.

  • Pero si quiero volver a levantarme no puedo hacerlo sola. Esto me supera. ¿Puedo al menos quedarme unos días, hasta que me reponga? No sé si podré volver a casa. No puedo pagar la mitad de los gastos que ocasiona. Tendré que ponerla en venta si me deja el juez.

Luis tuvo el impulso de abrazarla pero se contuvo por la presencia de María. Antes de que pudiese contestar lo hizo María.

  • Eres tonta por preguntarlo. Esta es tu casa y tú eres familia. Tus problemas son los nuestros. Saldremos adelante.

Natalia lloraba aniñada en brazos de María y sucedió algo increíble. María le miró, intensamente, mientras Natalia hipaba, hundida la barbilla en el regazo de la mulata. Acarició el rostro de Natalia, le enjugó las lágrimas y la besó. Con cariño, con amor, con ternura. La besó en los labios y no fue un beso de hermanas. Se despertaron todas las alarmas pero en aquel momento y dados los antecedentes no podía montar ninguna escena. No sabía qué hacer. María extendió su brazo derecho, haciéndole un hueco para que se les uniese. Por supuesto lo hizo. Marcos al ver que todos se abrazaban exigió su parte de cariño y Natalia riendo y llorando a la vez le cogió y se fundieron los tres en un abrazo conjunto.

Los días pasaron. Las lágrimas del día anterior se juntaron a las del siguiente pero al final todo acaba salvo la muerte. Las situaciones que son terribles suceden y Natalia tuvo que volver a vivir en una habitación pequeña, compartir el cuarto de baño y confundir las bragas con su las de su compañera de casa. Bueno, más que bragas María usaba tangas o mínimas braguitas. Tuvo que vender su casa y dar gracias a Dios de que su madre no necesitaba estar en una residencia o cuidados especiales y podía vivir tranquila en su pueblo.

El asunto iba a tardar en arreglarse pero al ser acogida por María y Luis, tuvo menos gastos. Trató de recomponer lo que quedaba del negocio. Los clientes que habían sido estafados estaban furiosos y los que no, habían perdido toda la confianza en el bufette. Iba a tener también dificultades en conseguir empleo en otro sitio. El paro apenas le alcanzaba y los ahorros que tenía menguaban a pasos agigantados.

María y Luis no le exigieron nada por vivir con ellos y pronto de modo natural se convirtieron en una familia. Cada uno adquirió unos desempeños. Natalia se ocupaba de la casa, de las cuentas y de Marcos, que iba a comenzar el primer curso de infantil en el colegio en un par de meses. María, que era contable de una gestoría sacó tiempo para ayudar a Natalia en sus gestiones. Consiguieron recuperar algunos activos y comenzaron a rastrear el dinero. Era un trabajo lento y laborioso.

El día que sucedió todo Marcos estaba dormido en su camita, ya no usaba cuna. Luis estaba haciéndose un último vaso de leche. María y Natalia estaban en el salón, viendo algo en la televisión. María entró apresurada en la cocina, le cogió el rostro y le dio un beso de tornillo que le dejó sin aliento. Se pegó a él como una lapa, frotándose libidinosa y poniéndole a mil en apenas dos segundos. Cuando fue a soltar la taza para cogerla se le escapó como un resbaladizo pez y salió huyendo hacia el salón, haciendo que la persiguiese. Antes de entrar en él, le indicó que no hiciese ruido con el índice extendido delante de los labios. Luis esperó sin entrar en la habitación.

Hace unos días María le había confesado que Natalia y ella, poco después de su infidelidad, habían estado juntas. Aquello le había sorprendido mucho y le había dejado todavía más inseguro. Ella le dijo algo muy extraño, que le había estado atormentando todos aquellos días. Le había dicho que quería a Natalia, que estaba enamorada de ella y que sabía que él también. No había sido capaz de negarlo.

Natalia vestía un pijama de dos piezas, viejo y deslustrado que le iba grande y sin embargo era incapaz de ocultar su escultural figura. Estaba de espaldas a ellos, mirando a través de la ventana. María se acercó por detrás y sin pedir permiso le abrazó. Luis vio cómo Natalia se estremecía.

  • No... para. No podemos. No quiero engañar a Luis.

  • Imagina que soy Luis

  • No quiero que le seas infiel.

  • Pues si quiere pararme que me pare.

María la abrazó con más fuerza, besando el inicio del cuello, después de apartar el pelo sedoso y rubio.

  • No. Eres la pareja de Luis

María se giró y le taladró con la mirada, quería devorarle el alma y lo que respondió se lo estaba diciendo a él.

  • ¿Ves algún anillo en mis manos? ¿Estamos casados? Le amo más que a mi vida pero esto que hago no le hará daño

  • ¿Qué? ¿Porqué?

María le mordisqueó el lóbulo de la oreja.

  • Porque Luis está loco por ti. Te ama más que a nada. No puede hacerle daño ver a las dos personas que más ama, amándose.

  • ¡Qué dices! Eso no es posible.

  • Sí lo es. Así es como me siento yo.

Las manos de la mulata comenzaron a desabrochar botones. Natalia no se resistía hasta que de repente, asustada, casi gritando, reaccionó.

-¡No!

  • ¿Si Luis me diese permiso? ¿Te negarías? ¿Si los dos te quisiésemos? ¿Te abandonarías a nuestros brazos?

  • Eso es imposible. No existe. No puede ser.

Con la conversación la mulata consiguió meter una mano bajo el pijama y acariciar el pecho izquierdo de la rubia.

  • ¡Responde! No lo niegues

  • ¡Sí! ¡Lo haría! Me abandonaría a vosotros. Pero no puedo, no quiero romper lo vuestro. ¡Es imposible!

Zalamera, embustera y taimada, la mulata obligó a su amante a dar una vuelta de ciento ochenta grados hasta encarar la puerta del salón envuelta en penumbra.

Luis, completamente superado, seguía sosteniendo la taza de leche. Dudando, la dejó en la mesa del comedor mientras se acercaba. Natalia estaba callada, completamente sorprendida.

  • Luis, yo... - Dijo su ex mujer – lo siento tanto. María me ha empezado a besar y yo...

  • María nada. - Respondió Luis – No me molesta porque no hizo como hice yo, que te engañé y negué mis sentimientos. María ha sido completamente honesta

La mulata sonreía y aprovechó que Luis se acercaba para terminar de desabrochar la camisa del pijama. Las tetas de Natalia quedaron al descubierto, los pezones erectos.

  • ¿A qué esperas? - Le pidió María - ¡Bésala!

Luis cogió a Natalia del rostro, acariciando sus mejillas y besó sus labios. Natalia no tardó en reaccionar y devolver el beso, mientras se licuaba bajo las caricias de María que había empezado a pellizcarle los pezones. Fue como beber hasta hartarse después de haber cruzado el desierto. Luis no sabía cuánto echaba de menos a Natalia hasta que no volvió a tenerla en sus brazos. Sus lenguas volvieron a bailar, tanto conocían la boca del otro que era como volver a casa.

María no se paraba quieta y sus manos se deslizaron bajo el pantalón del pijama. Natalia solía dormir sin ropa interior así que después de deslizarse sobre su vientre alcanzó el monte de venus, que empezó a mojarse. Con la otra mano, cuando Luis y Natalia dejaron de besarse giró el rostro de la rubia y sustituyó unos labios por otros más carnosos y suaves. Natalia estaba superada y respondió encendiéndose. Sobre todo porque Luis, su Luis, había comenzado a mordisquearle el cuello al mismo tiempo y a curiosear con las manos todo lo que había quedado al descubierto. Se había convertido en un sandwich que estaban devorando a dos bocas.

Cuando dejó de Besar a María, la mulata se agachó y acercándose a Luis, de un tirón, le bajó el pantalón hasta los tobillos, llevándose también la ropa interior. El miembro ya había empezado a erguirse.

  • Mira Natalia. Voy a chupar la polla de tu ex marido – Dijo la zorra de la mulata y sin prolegómenos abrió la boca y de un solo movimiento aunque no sin esfuerzo consiguió alcanzar los testículos con los labios. Le fue imposible mantenerlo así porque dentro de su boca comenzó a crecer con gran rapidez – Está buenísimo- dijo con dificultad mientras el glande le rozaba la mejilla.

Natalia quería sentir celos, ofenderse pero veía el rostro desencajado de placer de Luis y no conseguía más que sentir cariño por la mulata, que le estaba dando ese placer al hombre que amaba.

  • Me gustaría aprender – Se atrevió a responder, dejándose de tonterías de princesa remilgada

  • La práctica hace al maestro – Se detuvo a responder María pero Luis, completamente vencido le acarició la nuca. No le obligaba pero con el gesto le suplicaba que siguiese – Mira qué domesticado está – Y volvió a tragar el rabo hasta la raíz.

Natalia iba a decir algo pero solo pudo gemir porque Luis alcanzó los labios menores de su vulva, haciendo que se humedeciesen todavía más, expectantes por ver si lograba encontrar el clítoris. No lo hizo pero un dedo travieso se introdujo, frotando curioso.

María se levantó de repente y tomando control de la situación dio la vuelta a Natalia, manteniendo el sandwich pero haciendo que se girase hacia ella. La abrazó y a la vez dio un paso hacia atrás, haciendo que se inclinase hacia delante, quedando expuestos sus genitales. Luis actuó instintivamente. Estando erecto y con un coñito delante lo que se hace es entrar dentro para no resfriarse. La vagina de Natalia se fue abriendo con dificultad ante el glande pero fue gozosamente conquistada. Luis no tardó en empezar un movimiento de delante atrás sujetando a su ex mujer por el trasero para no resbalarse y entrando cada vez con más fuerza.

Si creían que María se iba a mantener al margen no tardaron en descubrir su equivocación. Natalia jadeaba, penetrada y bien follada desde hace ni se sabe. Suspiraba con los ojos entrecerrados, disfrutando del momento cuando unas manos cariñosas le sujetaron la cabeza y obligando a que la bajase le incrustaron la nariz y los labios en un coñito hinchado y húmedo. Sin remilgos la anterior princesa se dispuso a sacar la lengua y lamer el coñito de la mulata. Si quieres recibir placer tienes que darlo, le había dicho aquella vez y trató de aplicarse y hacerlo bien porque era María la que les había juntado a los tres. Si estaba de nuevo con el hombre de su vida era por aquella mujer y quería que se corriese en su boca.

  • ¿Has visto? - Dijo la mulata a Luis – Tu ex mujer me está devorando el coño. ¡Ahh! ¡Qué buenooo!

Luis creía que aquello era un sueño pero cada vez que pellizcaba el trasero de Natalia oía un gemido apagado en vez de despertarse porque la pobre tenía la boca llena y no es de buena educación hablar en esas condiciones. Le vino el orgasmo sin avisar. Se corrió copiosamente. Era demasiada excitación. Estaba con dos bellezas a las que amaba y no pudo contenerse, eran demasiadas emociones. Natalia también lo hizo y perdió la fuerza hasta el punto que la tuvo que sujetar para que no se cayese. Se deslizaron juntos hacia el sofá, ella reposando sobre su pecho. ¿Dónde estaba María? Había aprovechado aquel pequeño respiro para marcharse. No tardó en llegar casi corriendo.

  • Coge – le dijo y le paso un botecito. Vaselina. Pero no era lo único. Sin dejar que Natalia se recuperase se echó encima de ella, besándola y metiendole mano, a los pechos que pellizcaba suavemente y al coñito, donde empezó a meter varios dedos, encontrando restos de semen. En vez de limpiarse se los llevó a la boca – Delicioso – Le dijo mostrando a propósito cómo tragaba. María se puso sobre Natalia y le obligó a abrir las piernas. Natalia comenzó a recuperarse pero ya era demasiado tarde. María había vestido a toda prisa una braguita muy especial, que tenía acoplada un consolador y con suavidad, aprovechando la lubricación la penetró sin prisa pero sin parar hasta que lo introdujo entero. Al entrar una protuberancia hecha a propósito acariciaba también la vagina de María que comenzó a moverse como si fuese un hombre. Iba a soltar una frase ingeniosa pero esta vez se le adelantó Luis.

  • ¡Vaya! Si te estás follando a mi ex mujer. ¿Te gusta?

  • ¡Mucho! No pienso parar

Luis ya conocía el desparpajo de su pareja e hizo lo mejor que pudo para que se callase. Le metió la polla en la boca.

  • Por favor, limpiame bien y ponme a tono otra vez porque voy a darte caña.

  • ¿Mintra me ya folho? - María no conseguía pronunciar bien con el glande frotándose en el paladar

  • Si no te molesta

  • ¡No tardes!

La situación había hecho que se corriese rápido, pero también hizo que se recuperase mucho más deprisa de lo habitual. Con Natalia apoyada en el sofá y María embistiendo solo quedaba un lugar donde pudiese entrar. Echó la braguita a un lado para descubrir el ano. María adoraba el sexo anal y aplicó la vaselina con cuidado para no hacerle daño. Cuando entró no tuvo ninguna dificultad. Fue increíble sentir a María follándose a Natalia que recibía el resultado de ambos impulsos y solo gemía y gemía, cada vez más alto.

  • Gracias cariño, por tu delicadeza – Habló la mulata – Pero la vaselina no era para mí.

Empujó con algo más de fuerza. Al final no pudo evitar la tentación. Recostó a las dos mujeres, Natalia sobre María y con la vaselina comenzó a ensanchar a Natalia. Poco a poco se fue dilatando hasta que consideró que podía empezar. Estaba apretadísimo. Natalia quiso decir algo pero se corrió justo en ese momento. Empezó a entrar pero el glande no conseguía hacerlo y tuvo que hacer bastante fuerza. Se notaba que Natalia no había practicado el sexo anal desde hacía mucho tiempo. ¿Habría sido él el único? Aquello le puso todavía más a tono. Además del esfínter que apretaba como el demonio sintió frotarse contra él el consolador. Faltó poquísimo para que se corriese al acabar de entrar.

No duraron mucho tiempo. Era imposible. Los gemidos, los besos, el cariño y la lujuria se alimentaban unos de los otros. Natalia y María tenían dentro algo que estaban expresando sin esconderse de Luis y se sentían muy bien los tres. Luis no iba a permitir que nadie les separara. Gemían los unos en las bocas de los otros hasta que se corrieron una y otra vez, a la vez o en solitario pero en compañía de las personas que amaban.

EPILOGO

Luis estaba en un sueño. Se encontraba plácidamente tumbado en un prado, mirando el cielo azul. Sin saber porqué se puso duro. Una sensación increíble le recorría la columna vertebral.

Abrió los ojos. Natalia, juguetona, lamía una y otra vez su pene, jugando a penetrarse la boca.

  • Fuenos días – Le dijo acariciando los testículos sin dejar de lamer. Estaban solos en la cama King Size que habían comprado. Se abandonó a la sensación de placer – Tienes que fespetar, campón – Siguió hablando en el idioma mamada Natalia – Que fasa chejar ta'de

  • ¿Dónde está María?

Natalia se dio cuenta de que no podía decir una oración larga y que se le entendiese así que se sacó el chupete de la boca para responder.

  • Se ha marchado, pero dijo que volvía en seguida. Ya sabes, alguna de sus locuras.

María era la más loca de los tres y la que había hecho que no mirasen atrás. Llevaban ya un año entero en aquella relación a tres bandas en la que el cariñó y el sexo desenfrenado se mezclaban. Ninguno sabía cómo iba a terminar pero no querían parar. No existían los celos entre ellos

Natalia volvió a engullir su pene antes de que pudiese pensar en nada fundiendole los fusibles, haciéndole entrar en una espiral de placer una vez más. Luis pensaba que iba a necesitar un complejo vitamínico porque le exprimían un par de veces al día como mínimo y muchas veces superaban las tres. Natalia y María juntas eran una bomba sexual y no mermaba su deseo.

La puerta del dormitorio se abrió. María entró como un torbellino. Iba a decir algo, traía una bolsita pero al ver la escena optó por bajarse la falda y poner el coño a disposición de Luis. Ya no se andaban con tonterías y Luis empezó a mimar el clítoris de la mulata. Terminaron como siempre, jadeando, sudorosos y contentos.

Cuando se recompusieron María les pidió que se sentasen.

  • Paso de cenitas y tonterías – les dijo – Esto que tenemos es muy serio y lo he querido toda la vida. No me pienso echar atrás. - Sacó dos pequeñas cajitas de cuero y entregó una a Luis y otra a Natalia. Dentro de cada una había un anillo - ¿Os casáis conmigo?

Natalia se echó a llorar.

  • Pero... - respondió indignado Luis - ¿No vas a hacer las cosas bien por una vez?

  • No digas chorradas. Solo haz como Natalia y emociónate. Venga, ¡responded! Deprisita que no tengo otra vida y la quiero vivir con vosotros.

  • ¡Idiota! - Protestó Natalia - ¡Sí!

Luis miró a la mulata con una mezcla de rabia y cariño por hacer las cosas de aquel modo.

  • Sí, yo también me casaré con vosotras dos si os parece bien.

-¡Ssiiiiii! - Chilló María echándose también a llorar – A propósito. Estoy embarazada.