Natalia Empleada Doméstica

De como empleé a Natalia y como esta niña de veinte años fue un grano en el culo hasta que conseguimos solucionarlo de forma satisfactoria para los dos.

Todavía recuerdo el día de la entrevista con Natalia.

Por motivos laborales, proyectos que te absorben todas las horas del día, era incapaz de mantener mi apartamento ordenado, tener la nevera llena y que mi casa pareciera un hogar habitable. Finalmente me decidí a contratar una empleada doméstica que mantuviera el piso en orden, se encargara de la compra e hiciera las comidas para dejar de comer en restaurantes y cenar cualquier cosa precocinada que estaba acabando con mi salud.

No sabiendo muy bien dónde dirigirme y sin ganas de empezar a contactar con anuncios por internet ya que quería una persona de mi zona que pudiera encargarse de la casa y de mi mascota en mis ausencias por trabajo. Decidí acercarme a la oficina de bienestar social presumiendo que sería un sitio al que se acercarían personas que podrían desempeñar este trabajo. Hablando con la asistenta social me dijo que lo mejor era colgar un cartel en el tablón de anuncios:

Se busca persona responsable para llevar una casa (limpieza, compras y cocina)

Horario de 09:00 a 13:00 de lunes a viernes

Alta en Seguridad Social

Interesadas contactar con XXX en el XXX-XX-XX

La avalancha de llamadas fue enorme, y tras hablar con unas cuantas candidatas por teléfono decidí entrevistarme con varias de ellas, una de ellas Natalia.

El día de la entrevista se presentó una chica menuda no más allá del metro sesenta, con un cuerpo muy juvenil. Una ceñida camiseta se encargaba de resaltar la voluptuosidad de sus bellas tetas, una impresionante melena rubia que le llega hasta un pequeño y turgente trasero.

Unos labios rojos, llenos, apetecibles como fresas maduras que enmarcaban unos dientes blancos, pero lo más impresionante eran sus preciosísimos ojos grises de una mirada profunda aunque algo triste.

Una preciosa jovencita aunque con una pinta de poligonera que echaba para atrás, chándal y camiseta, de pendientes unos grandes aros y maquillada hasta decir basta.

Al verla me saltaron todas las alarmas, joven, choni, no era lo que estaba buscando, así que se lo dije sin rodeos:

-          Perdona Natalia, pero no encajas en el perfil que estoy buscando, lamento que hayas perdido tu tiempo pero estoy buscando a alguien con más experiencia.

-          Señor, deme una oportunidad, soy madre soltera de dos niños –ahí me quedé flipando en colores, dos no uno, joder con la niña- y necesito el trabajo, le aseguro que no le fallaré. Puedo encargarme de todo, se lo aseguro.

Me dijo mirándome fijamente a los ojos desde la profundidad de su mirada y mientras mi cabeza me gritaba ni de coña, me encontré diciéndole vale, el lunes nos acercamos a darte de alta en la Seguridad Social y empiezas.

-          Gracias, gracias –me contestó con una bella sonrisa en sus labios rojo pasión.

Tras darle de alta en la Seguridad Social, explicarle como quería las cosas en casa y dejarle una copia de las llaves me dirigí al trabajo que bastantes horas había perdido ya.

Al llegar a casa por la noche vi que de cena había unos macarrones con queso, algo inaudito cuando le había dicho que quería cenar pescado y algo de fruta y que la casa no estaba especialmente ordenada. Pensé que todo el mundo tiene un primer día malo así que decidí no prejuzgarla. Le dejé una nota con las tareas y el menú del día siguiente y no le di más vueltas.

Al día siguiente las cosas no mejoraron, las tareas de casa no estaban hechas y encima tenía para cenar los consabidos macarrones con queso. Decidí llamarla para ver qué es lo que estaba pasando.

-          Natalia, hoy te he dejado unas tareas para hacer y al llegar veo que no están hechas ni la cena preparada.

-          Es que la tutora del niño me han retenido el colegio y no he podido llegar pronto, por la cena pensé que como los macarrones ya estaban hechos no se iban a tirar.

-          Vale, pero que sea la última vez que ocurre. Mañana te dejo la lista de la compra y adelantas el trabajo que no has hecho hoy.

-          Si, si no se preocupe –me contestó Natalia

Por no ahondar en el tema toda la semana fueron excusas, y de lo más variopintas:

-          La niña se ha caído y he tenido que ir a buscarla al cole.

-          Cojo dinero de la compra que me han cortado la luz y no tengo con que pagarla.

-          Me han llamado de la oficina de asuntos sociales para unos papeles.

De todo había excepto la excusa del periodo. Llegado el jueves yo ya estaba bastante mosqueado, mientras una voz en mi cabeza decía gilipollas, eres gilipollas, no sé si era paranoia mía pero había empezado a perder cosas y hasta diría que mi preciada botella de vodka de Stumbras Centenary del congelador había bajado.

Al final pensé, dale un tiempo a que se estabilice, todos tenemos épocas malas.

Al día siguiente me anularon una reunión que tenía a las 11:00 y decidí que coño es viernes, esta semana has echado más horas que un tonto, empieza el fin de semana pronto, a casita empaqueto una muda llamo a alguna amiga y nos vamos el fin de semana a algún hotel de la costa a disfrutar de la vida, así que cogí la moto y directo para casa.

La verdad es que cuando abría la puerta ni pensaba en Natalia, pero no estaba preparado para la escena que me encontré. La niña tumbada en el sofá, con la mano derecha dentro de su ya eterno chándal, trabajándose el coño y mirando el canal playboy mientras encima de la mesa estaba mi preciadísima botella de Stumbras, casi vacía, de la que se había servido varios tragos generosos.

-          Natalia qué coño haces.

-          Perdone, señor, estaba descansando un ratito.

-          Que descansando ni que pollas, ¿así es como haces tu trabajo?, porque no estamos en el siglo pasado sino de buenas ganas te daría una tremenda azotaina – le decía echando espumarajos por la boca de la rabia que tenía por sentirme estafado.

No pude seguir con la diatriba ya que en ese momento me interrumpió el móvil, como siempre había problemas en el proyecto y tenía que ir al trabajo a apagar un fuego, fin de semana al carajo, con lo bien que me las prometía yo.

-          Mira Natalia, estoy cansado, me tengo que ir al trabajo, recoge tus cosas y estás despedida, el lunes arreglamos los papeles y el finiquito.

-          Pero Señor.

-          Natalia, me tengo que ir, por favor al irte deja las llaves encima de la mesita y cierra la puerta con un tirón –le dije mientras me iba.

Por suerte el marrón en el trabajo no fue tanto y en un par de horitas el fuego ya solo eran rescoldos que podían manejar tranquilamente mis colaboradores. Así que con el mal cuerpo de la discusión con Natalia me dirigí de nuevo a casa deseando darme una buena sauna para relajarme y quitarme todo el mal rollo.

Nada más llegar veo encima de la mesita las llaves de Natalia, bueno un problema menos mientras noto como la tensión va abandonando mi cuerpo. Bajo las llaves veo un papel e intrigado lo cojo para leerlo.

Señor sé que he fallado su confianza y estos días he sido como un grano en su culo, pero le juro por mis niños que es lo que más quiero que puedo hacer el trabajo. He pasado una semana muy mala, nos han echado del piso de alquiler, los niños están con mis padres y ellos no quieren saber nada de mí, dicen que solo les traigo problemas.

Estoy descontrolada, no hago más que beber, fumar y masturbarme. Yo también creo que me merezco una buena zurra, si cree que con esto se podría arreglar estoy dispuesta a asumir el castigo.

Natalia

Anda la niña pienso, intentando darme pena, hago una bola con la carta y la tiro a un rincón con rabia, finalmente decido seguir con los planes de una buena sauna que me ayudará a relajarme y ver el fin de semana de otra manera.

Me voy al baño y entro en la cabina de hidromasaje, me programo un baño turco con aromas de un cuarto de hora e intento relajarme.

Al acabar el baño con una ducha bien fresquita ya veo la vida de otra manera, relajado, limpio y fresco, con un fin de semana por delante, la vida me vuelve a sonreír, ya arreglaré el asunto de Natalia el lunes y contrataré una nueva empleada esta vez pensando con la cabeza y no con la polla.

Cubierto con tan solo la toalla me dirijo al comedor para servirme un vasito de Hibiki de 21 años, suerte que a la niñata le dio por el vodka y no por el whisky sino me hubiera arruinado.

Al entrar en el comedor la escena que me encuentro es como poco insólita, Natalia se encuentra de rodillas, de cara a la pared, con las manos cruzadas detrás de la cabeza ¡y totalmente desnuda! La escena es maravillosa.

Se puede apreciar como su larguísima melena rubia desciende por su espalda hasta acariciar suavemente su menudo pero bien formado culo, es un culo pequeño como toda ella, respingón, terso, totalmente níveo. Toda su piel es de una blancura virginal, los muslos se ven perfectamente trabajados, bendita juventud, es increíble que ese precioso cuerpecito haya dado a luz dos veces.

Anonadado le digo:

-          Natalia ¿qué haces aquí? ¿No te dije que te marcharas?

Lentamente se da la vuelta y aunque pensaba que mi estupefacción no podía ser mayor estaba equivocado.

Si por detrás el cuerpo de Natalia es bellísimo por delante tan solo se puede decir que es perfecto. Toda ella da una sensación de fragilidad extrema, parece una muñeca de porcelana que se va a romper de un momento a otro. Su preciosa cara enmarcada por la impresionante melena rubia, con una nariz perfecta, unos labios carnosos pintados de rojo, jugosos y apetecibles como fruta madura, los ojos grises, profundos y que en este momento parecen derretirse en lágrimas que ruedan por las inmaculadas mejillas.

El vientre ligeramente abultado por la acción de los dos partos, pero acogedor, mullido, dan ganas de apoyar la cabeza en él y abandonarse.

Y finalmente los pechos, son pechos llenos, abundantes, pechos de madre, ligeramente caídos pero de una tersura perfecta, coronados por unos pezones tostados, enhiestos que te invitan a succionar y saciarte de ella. Y en los pezones el origen de mi asombro, en cada uno de los pechos se ha puesto una pinza de la ropa que emerge desafiante, el dolor que tiene que sentir en ellos es considerable.

-          Mi niña ¿pero qué haces así?

-          Señor, no quiero que me despida, sé que he sido mala, pero necesito el trabajo.

-          ¿Desde cuándo estás ahí?

-          Desde que ha llegado, al sentir la puerta me he colocado en esa posición para recibirle.

-          ¡Pero si he estado más de media hora en la sauna! Que hubiera pasado si me hubiera ido a dormir o fuera de casa

-          Habría esperado, estoy dispuesta a luchar por el trabajo y me merezco cualquier castigo. Señor encima de la mesita tiene lo necesario para aplicarme el castigo.

Dirijo la mirada a la mesita y veo que Natalia ha dejado tres objetos con toda la intencionalidad del mundo, una zapatilla de andar por casa, una cuchara de madera y un cinturón.

-          Bien, mi niña, lo arreglaremos a la antigua usanza, estos días has sido un auténtico grano en el culo. Como bien dices en tu carta estás descontrolada y a las niñas descontroladas hay que meterlas en cintura por lo que vas a recibir el siguiente castigo:

  • 50 azotes en el culo con la mano por los quebraderos de  cabeza del lunes
  • 50 azotes en los muslos traseros con la zapatilla por las mentiras del martes
  • 50 azotes en los muslos delanteros con la cuchara por las excusas del miércoles
  • 50 azotes en el culo con el cinturón por llevarte dinero el jueves
  • Y 10 azotes con el cinturón en las tetas por beberte mi vodka hoy

Le digo a Natalia mientas voy endureciendo el tono conforme dicto el duro castigo al que sería sometida, esperando que recoja su ropa y se eche para atrás de un momento a otro.

-          Señor, ya le he dicho que acepto cualquier castigo que me imponga pero por favor no me despida, aun no sé dónde voy a dormir esta noche mis padres me han echado de casa. Usted es mi última oportunidad, necesito este trabajo, necesito a alguien que me controle y saque de mi la buena persona que soy, no soy mala.

-          Bien, antes de iniciar el castigo ponme un whisky con dos hielos.

Ver a Natalia dirigirse a la barra de bebidas del salón totalmente desnuda, con las pinzas mordiéndole los pezones, sumisa y obediente me pone en un estado de excitación extremo, siento temblores de excitación en mi enhiesta polla roza contra la suave tela de la toalla que es lo único que llevo puesto tras la sauna.

Natalia se acerca con el vaso de whisky y para dejarlo en la mesita se inclina, sus pechos caen grávidos, pesados, se les nota llenos del manjar delicioso de la vida, unas minúsculas gotitas aparecen en el pezón izquierdo por el efecto del pinzamiento, ahora mismo hundiría la cabeza entre esos pechos. Si antes era mi cabeza la que me gritaba alarmas ahora es mi polla la que aúlla reclamando atenciones, deseando perderse dentro de ese magnífico cuerpo. No obstante decido continuar con el castigo.

-          Natalia, tiéndete encima de mis rodillas – le digo mientras me siento en el sofá y doy un par de palmaditas a mis rodillas indicándole el sitio.

Natalia se tiende encima de mis rodillas, estirada a lo largo del sofá, con los pechos aprisionados contra el asiento y la abundante cabellera rubia desparramada. Con la mano izquierda la sujeto por su breve cintura y la acomodo, al ser pequeñita es un cuerpo muy fácil de manejar, su delicioso culo queda totalmente al alcance de mi mano.

-          Natalia, no voy a sermonearte mientras te aplico el castigo, creo que ya ha quedado claro lo mala que has sido y que debes pagar por tus faltas, con lo que ahora espero que tan solo te concentres en el castigo y reflexiones acerca de cómo has llevado tu vida.

-          Señor, merezco este castigo y muchos más, espero soportarlo y corregirme.

-          Bien, empecemos.

Y sin más dilación descargo un fuerte y sonoro azote con mi mano derecha sobre el culo de Natalia.

La niña da un salto y un respingo por el impacto que ha recibido, se ve que no ha sido nunca azotada, ya que aunque fuerte ha sido un azote muy moderado.

El azote ha sido una delicia, el turgente culo tiene la consistencia justa, ni muy duro ni muy blando, el impacto ha hecho temblar deliciosamente la nívea carne, cuando retiro la mano la marca de la misma se aprecia nítidamente sobre el blanquecino culo, el azote ha cubierto totalmente el menudo culo de la niña. Esto me resarce de toda la semana.

Continúo azotando a Natalia, le administro los azotes lentamente, saboreando cada momento. Hacía muchísimo tiempo que no disponía de un culito tan joven y sedoso, totalmente virgen en todos los sentidos.

A los veinte azotes el culo presenta un precioso color sonrojado, parecen las mejillas de un bebe mofletudo y Natalia no deja de revolverse por lo que tengo que apretarla fuertemente con la mano izquierda para poder controlarla.

Los siguiente diez azotes se los doy en una rápida sucesión lo que hace que la pequeña baile al son del ritmo que mi mano marca en su ya enrojecido trasero, mi mano me pica horrores por lo que su culo debe de estar ardiendo. La bella muchacha estalla en sollozos e hipidos desconsolados.

-          Natalia, ¿quieres que lo dejemos?

-          No señor –responde la brava muchacha.

Los siguientes azotes los administro lentamente, dejando que se recupere de los dolorosos mordiscos que el impacto de mi mano provoca en su maltrecho culo.

Los movimientos de su cadera han hecho que mi polla cobre vida y se aprieta insolente contra su cintura.

Natalia tiene hundida la cabeza en el asiento, tan solo se le oye sollozar de forma desconsolada como una niña pequeña y gemir de dolor en cada impacto. Se nota que nunca le han dado una severa zurra, a lo más sus padres le habrán dado una suave palmada en el trasero para corregir las travesuras.

Aun quedan diez azotes y Natalia no los va a soportar, este sería un nuevo fracaso en su ya de por si no muy afortunada vida por lo que decido ayudarla un poco y mi mano izquierda baja hacia su clítoris.

El abultado clítoris arde y su coño está totalmente encharcado, con mi dedo gordo presiono fuertemente el clítoris mientras dibujo círculos sobre él e inserto tres dedos en su húmeda gruta. Si antes el culo de Natalia danzaba al son de los azotes de mi mano derecha ahora las caderas de ella danzan al son del placer que marca mi mano izquierda. Su culo se alza desafiando a mi mano derecha que no duda en propinar un severo azote lo que hace que su coño se hunda profundamente en mis dedos. Las lágrimas e hipidos arrecian pero el culo se vuelve a alzar buscando un nuevo azote y en este carrusel de placer y dolor se acaba la azotaina.

Ayudo a Natalia a levantarse que se queda a horcajadas sobre mí, su preciosa y llorosa cara frente a la mía, aun llora desconsolada de dolor, está más preciosa que nunca, los ojos totalmente anegados, la cara  bañada en lágrimas, pero con una tierna sonrisa en su deliciosa boca roja.

-          Muy bien mi niña, has sido muy valiente.

Le digo mientras acaricio suavemente sus mejillas y limpio los rastros de lágrimas acariciándola con la mano que antes ha azotado cruelmente su culo.

Natalia acerca su boca entreabierta a la mía, nos fundimos en un tierno y delicado beso, nuestras lenguas se entrelazan y me sacio de ella. Abandona mi boca mientras hundiendo su cabeza en mi cuello me susurra al oído.

-          Señor gracias por corregirme, pero por favor deje que me empale en su polla, necesito sentirlo dentro de mí.

Mientras tanto ha maniobrado hábilmente sus caderas y su cálida gruta acaricia la punta de mi polla que me duele de lo dura que está por el deseo. La sujeto fuertemente por las caderas y clavo mi polla hasta el fondo.

Un largo gemido, ahora de placer, escapa de su garganta. Noto su coño suave, estrecho y acogedor que se ciñe a mi polla envolviéndola y devorándola con ansia. Alzándose toma el control y se dedica a cabalgarme como una bella amazona, sus suaves pechos quedan frente a mí y veo como danzan hipnóticos con las pinzas martirizándolos, decido que es el momento de acabar con el sufrimiento de tan bellas mamas y cojo cada pinza con una mano. Mirando fijamente a los ojos de Natalia, no sé que veo en ellos que me hace reaccionar de forma inesperada y retuerzo salvajemente las pinzas antes liberar los pechos, en este momento Natalia se corre abundantemente, noto los espasmos de su coño contra mi polla, las oleadas de placer que siente y que hacen que la frágil muchacha se derrumbe exhausta contra mi pecho.

Izo a pulso a Natalia y la tumbo en el sofá mientras lamo dulcemente los doloridos pezones.

-          Gracias, señor, duelen mucho – susurra una desvalida Natalia

Los pezones se yerguen ansiosos en busca de mi boca que los lame y succiona a placer, para aliviar el dolor de tan bella criatura cojo un hielo empapado en whisky y con él trazo círculos sobre los pezones y los chupo impregnados del sabor a whisky y a Natalia no hay néctar más delicioso. Suspiros de placer me indican que Natalia agradece el tratamiento y me vuelvo a quedar anonadado cuando con tan solo trabajarle los sensibles pezones la bella niña se vuelve a correr y se queda dormida derrotada en el sofá.

Decido disfrutar del whisky y de la visión del bello cuerpo de la muchacha mientras decido que hacer con esta cabecita loca.

Al cabo de poco tiempo, noto que Natalia se despierta y me dirijo a ella:

-          Bien Natalia, vístete, se acabó el castigo, ya has sufrido bastante por tus faltas, vuelve el lunes y espero que esta tunda te haya servido como escarmiento.

-          No, señor –me replica Natalia sentándose en el sofá y taladrándome con sus enigmáticos ojos grises – usted ha dictado el castigo y yo la he aceptado, cumpliré todo el castigo por mucho que me duela.

-          Natalia, el castigo que te he impuesto es inhumano, son 250 azotes, lo he hecho para que dieras marcha atrás. Si te lo aplicara estarías dolorida durante días, quedarías totalmente baldada.

-          Hasta ahora nunca me habían azotado y no sabía el horrible dolor que provoca pero me lo merezco. No solo por esta semana, sino por toda una vida de errores. Así que por favor continúe con el castigo, hágalo por mí.

Inconcebible, aquí estaba Natalia, la jovencita díscola y desastre suplicándome que continuara el terrible castigo que le había impuesto. Parece que dentro de la frágil muñequita de porcelana se esconde una valerosa muchacha dispuesta a enmendar los errores.

-          Natalia, por última vez, ¿estás decidida? Una vez que empiece de nuevo no voy a tener piedad y lo que has recibido hasta ahora son tan solo suaves caricias comparado con lo que te espera. Vas a desear morir una y mil veces antes de completar el castigo, vas a desear desmayarte para que el dolor abandone tu cuerpo, vas a descender a los infiernos del dolor y volver para caer nuevamente en ellos. No creo que estés preparada para ello.

-          Preparada o no voy a hacerlo, confío en usted y sé que va a aplicar el castigo que me merezco con todo el rigor posible como ha hecho con la zurra anterior, pero al mismo tiempo me ayudará a soportarlo como ha hecho anteriormente, sin hacer trampas manteniendo el rigor del castigo pero estimulándome para que pueda soportarlo. Es hora de que crezca y asuma las consecuencias de mis actos.

-          Bien querida niña has jugado los dados del destino, no hay marcha atrás ¿Cuál era el siguiente castigo?

-          50 azotes en los muslos traseros –me responde con una valerosa sonrisa Natalia mientras me alarga la zapatilla.

Tomando la zapatilla en una mano y cogiendo de la otra a Natalia me dirijo al dormitorio ya que será sobre la cama donde recibirá la segunda parte de su castigo.

-          Natalia tiéndete boca arriba en la cama –le ordeno mientras me dirijo al vestidor a coger unos largos fulares de seda.

Al ver a tan preciosa niña en mi cama, entregada, tengo que hacer grandes esfuerzos para controlarme y no abalanzarme sobre ella, mi polla aun palpita de deseo ya que si bien ella ha disfrutado de dos orgasmos yo aun me siento como toro embravecido.

Suavemente procedo a atar muy juntitas las piernas por los tobillos, el delicado roce de la seda en sus delicados tobillos hace que Natalia suspire de placer, también procedo a atar ambas piernas a la altura de las rodillas, quiero que las piernas permanezcan juntas durante el castigo y no creo que Natalia sea capaz de aguantar el deseo de patalear en cuanto la zapatilla castigue sus níveos muslos.

Una vez las piernas están firmemente atadas, las subo hacia arriba y hacia atrás, llevando sus rodillas hacia su pecho y atando las piernas al cabecero, de esta forma Natalia se encuentra tumbada de espaldas sobre la cama pero expone totalmente sus muslos para que sean castigados por la inmisericorde zapatilla, la visión de su cálido y húmedo sexo sobresaliendo de entre sus piernas es excitante, muestra una hamburguesa sonrosadita que incita a ser devorada a lametones.

Una vez está atada, y para que se relaje mínimamente antes de iniciar el castigo pongo algo de música zen y enciendo un par de velas aromáticas que impregnan de un sensual perfume el ambiente.

Cómodamente me estiro a su lado y empiezo a besarle el cuello y devorarle los pezones, se positivamente que cuanto más excitada esté más fácil le será soportar el castigo, por lo que procuro que sus niveles de excitación suban al máximo.

El movimiento de sus caderas no miente y éstas se alzan anhelando ser penetrada nuevamente, finalmente depositándole un ligerísimo beso sobre sus labios, tan solo un roce imperceptible le susurro quedamente:

-          Se brava mi dulce niña, el castigo pasará y todo irá bien.

-          Gracias señor, me responde con lágrimas agradecidas en los ojos

Me pongo de rodillas sobre la cama al lado de su cuerpo y asiendo firmemente la zapatilla descargo un tremendo trallazo justo en mitad de los muslos.

El trallazo resuena como un disparo en la habitación y al mismo tiempo el grito histérico de Natalia que no esperaba que tan inmenso dolor se desatara en sus suaves muslos.

La pequeña solloza histérica, boquea buscando aire que le alivie mínimamente de las brasas que siente en sus delicados muslos.

Aun boqueando un nuevo impacto de la zapatilla la hace gritar y sollozar de nuevo.

El ataque de la zapatilla es mucho más cruel que el de una simple azotaina con la mano y eso se refleja en el furioso tono rojizo que adquieren los muslos allí donde la zapatilla los ha agredido violentamente.

Tras una treintena de azotes Natalia se encuentra ronca de tanto gritar y sus otrora blanquecinos muslos presentan un uniforme y furioso tono rojizo. Los azotes de la zapatilla no han dejado rincón sin visitar.

-          Lo estás haciendo muy bien mi niña –le digo mientras con el dorso de la mano que ha empuñado despiadadamente la zapatilla acaricio su mejilla y retiro los ríos de lágrimas que corren abundantemente por ella.

Natalia me sonríe, se le nota exhausta por los azotes recibidos, por los gritos, lloros y convulsiones que provoca cada nuevo azote, por el dolor que no cesa sino que va in crescendo y que si ahora es insoportable teme lo que podrá ser a partir de este momento.

-          Señor, por favor ayúdeme a soportarlo - me suplica entre lloros Natalia – tengo que conseguirlo –sigue la perseverante niña.

Tanto ella como yo sabemos que en este juego no hay trampas ni cartón y que los veinte azotes restantes serán aplicados con el máximo rigor, así lo hemos decidido previamente.

Necesito tirar de artillería pesada y dirigiéndome a la mesita de noche cojo el Magic Wand, la maravilla de Hitachi, el mejor masajeador de coños del mercado, lo enchufo y su cabezal empieza a vibrar vigorosamente, nada de esas ridículas vibraciones de un vibrador a pilas, es una poderosa vibración que ayudará a que mi niña soporte el castigo.

Lo aplico a los sonrosados labios que sobresalen por entre sus muslos y lentamente los lloros de Natalia se suavizan, estoy un buen rato masajeándole el coño mientras la pequeña se relaja y cuando noto que vuelve a estar calmada mientras con la mano izquierda sujeto el Magic Wand contra su coño con la mano derecha suelto un nuevo zurriagazo con la zapatilla.

Los zurriagazos siguen cayendo despiadadamente, algunas personas dirían que los muslos presentan un aspecto lamentable, desde mi perspectiva estaban maravillosos. Aparte del vibrante rojo que los cubre hay muchas zonas violáceas, las zonas en la que la zapatilla ha impactado más veces y que presentan los cardenales que Natalia llevará durante días y que le recordarán la tremenda paliza recibida.

Mientras veo que la cabeza de Natalia gira alocadamente de un lado a otro mientras de sus labios solo sale una palabra, no, no, como si negar la realidad le ayudara a soportar el indescriptible dolor que inunda su cerebro. Tiene la mirada perdida, se me está yendo.

Necesita un contacto humano que le ayude a soportar los últimos cinco azotes, cedo a las ganas de devorar su sonrosado, hinchado y totalmente expuesto coño, empiezo a lamerlo y sorberlo como si no hubiera un mañana. La niña sabe riquísimo y los efluvios del juvenil coño inundan mi nariz cuando la hundo en él. Mi endurecida y fervorosa lengua ataca los sonrosados labios recorriéndolos arriba y abajo, explorando a fondo los pliegues.

Poco a poco Natalia reacciona a estas caricias, sus manos aferran mis cabellos y sus caderas vuelven a pedir guerra. Redoblo los esfuerzos de mi lengua para llevarla a un éxtasis de placer bien merecido tras la intensa paliza recibida. Su cadera cada vez se mueve más salvajemente y su coño vuelve a palpitar, oleadas de placer viajan ahora de su coño a su cabeza, cada ataque de mi lengua la lleva más cerca del ansiado orgasmo, cuando noto que está en el punto de no retorno y en una postura un tanto ridícula lanzo los últimos cinco trallazos de  la zapatilla en rápida sucesión mientras sigo trabajando su coño con mi lengua.

El resultado no se hace esperar, Natalia grita y patalea ante el increíble dolor que le ha proporcionado la última tanda de azotes, pero al encontrase en el punto de no retorno su cuerpo al mismo tiempo ha tenido un brutal y reparador orgasmo que se mezcla en su cabeza, dolor y placer, placer y dolor. El coño de la niña se derrite en mi boca y yo me vuelvo a saciar de ella, bebo el preciado elixir que emana de Natalia y le dedico una larga sesión de lametones para que poco a poco vuelva del infierno de dolor al que ha sido sometida.

Natalia lentamente vuelve a este mundo, la desato y me tumbo a su lado cubriéndola de besos y caricias, me vuelve a sonreír y me susurra:

-          Lo hemos conseguido.

-          Si, lo  has conseguido brava muchachita –le digo dándole un cariñoso puñetazo en su barbilla.

-          Gracias, señor, si no hubiera sido por usted no lo hubiera conseguido, necesitaba ese orgasmo para poder soportar los últimos azotes. Tenía razón ha sido un infierno, ha habido momentos en los que quería morir.

-          Natalia, los dados están echados pero en cualquier momento puedes abandonar tu castigo, y con respecto al trabajo con lo demostrado hasta ahora es suficiente para mantenerlo.

-          No señor, voy a cumplirlo íntegro, con su ayuda lo lograré.

Tal y como estamos los dos estirados en la cama, Natalia baja su mirada a mi cintura y ve mi polla enhiesta, está dura como el pedernal y exclama:

-          Pero señor, como está en ese estado.

-          Querida niña, tu ya has tenido tres orgasmos pero yo aun no he tenido ninguno y no voy a negar que me excita muchísimo el azotarte. Lo malo es que cuanto más excitado estoy más fuerte azoto y temo perder el control en algún momento.

-          Pues entonces, por mi seguridad –me dice guiñándome uno de sus bonitos ojos grises- tendré que encargarme de solucionar esto –mientras lentamente desciende hacia mi polla besándome por todo el recorrido.

Mi polla la espera ansiosa, palpitante de deseo, al llegar a ella, sopla ligeramente por encima haciéndome sufrir, la pequeña diablilla se está resarciendo de alguna manera, golpea suavemente la punta con su sonrosada lengua, mordisquea el glande con sus blancos dientes. Tengo que apretar fuertemente los puños para no coger su cabeza y hundir profundamente mi polla en su boca, me lleva al límite de la tortura, ahora soy yo el que como un gilipollas proyecta ansiosamente sus caderas hacia delante en busca de sus preciados labios. Cuando nota que estoy al límite de la frustración, me mira fijamente, entreabre sus apetecibles labios rojos y los posa suavemente sobre mi glande, envolviéndolo todo, engulléndolo golosamente mientras me dirige una pícara mirada.

Mi polla palpita de placer, su boca es cálida y acogedora, una húmeda gruta en la que dejarse llevar por el deseo, noto como sus labios recorren el tronco de mi pene mientras su lengua revolotea revoltosa y se enreda en el glande, succiona como si quisiera arrancarme hasta la última gota. Natalia realiza la mamada con una lentitud exasperante, haciendo que ruja de deseo y de ansiedad, se recrea en cada parte de mi polla, el glande, la corona, se centra en el frenillo acariciándolo ásperamente con su lengua mientras retiene la parte superior de la polla en su deliciosa boca, retrocede para dejar tan solo sus labios apoyados suavemente en la cabeza del glande y con la punta de la lengua fuerza la uretra como si quisiera penetrarla, me enloquece de placer y de deseo. Excitado como estoy y con lo que sabe esta niña muy poco voy a aguantar, de repente cambia el ritmo y si hasta ahora solo había llegado a la mitad del tronco hunde su cabeza entre mis piernas y se traga todo el sable cuan largo es, noto que la he penetrado hasta el fondo de su garganta, parece una faquir engullendo un largo sable, físicamente es imposible que mi polla quepa en su pequeña boca.

Noto como con la garganta aprisiona mi glande y lo envuelve, sus músculos se contraen proporcionándome un enloquecedor placer, mientras su lengua sigue trabajando el resto de mi tronco y con las manos acaricia suavemente mis pelotas y perineo.

Ante tal tratamiento es imposible aguantar y descargo ríos de leche que van a parar directamente a su estómago, las contracciones son salvajes, descargo hasta la última gota de leche sin que Natalia haga nada por retroceder, prosigue con los masajes en la polla y la pelotas hasta que no queda ni una gota de leche dentro de mí. La polla poco a poco va perdiendo su dureza dentro de su cálida boca, cuando nota que ha perdido su consistencia se retira suavemente, con el tronco ahora flácido pero firmemente aprisionado entre sus labios, al llegar al frenillo su lengua se vuelve a recrear en él y acaba succionando el glande como si tuviera la esperanza de que hubiera algo ahí dentro, esta bella muchacha me ha dejado derrotado con tan solo su boca, ha secado mis pelotas y extraído todo mi jugo vital. Diríase que es una encantadora que me ha hechizado ya que ella aparece sonriente a mi altura completamente recuperada de la severa paliza a la que ha sido sometida y yo en cambio estoy exhausto tras la intensa mamada que me ha hecho esta pequeña zorrita.

-          ¿Le ha gustado señor?

-          Natalia, es una de las mejores mamadas que me han hecho.

-          Era por mi seguridad señor, no puedo permitirme que esté tenso el resto del castigo, ahora que está más relajadito ¿continuamos?

Esta chica no para de asombrarme, hace unos minutos estaba destrozada, ni siquiera era capaz de acabar los azotes en sus bellos muslos y ahora me está pidiendo nuevamente guerra.

-          Bien Natalia, la siguiente parte del castigo son 50 azotes en los muslos delanteros con la cuchara de madera. Acerca la silla del vestidor

Natalia deja en la habitación una silla de respaldo recto. Le ordeno:

-          Siéntate y abre las piernas

-          Por su cara veo que la orden de abrir las piernas le ha extrañado

Lo que Natalia no sabe es que voy a tener ayuda para esta parte del castigo, más doloroso si cabe que las anteriores, la cuchara es un instrumento terrible ya que es de gran dureza y reducida superficie por lo que el impacto del golpe se concentra muchísimo lo que la hace muy dolorosa. Cogiendo el Magic Wand lo introduzco apagado entre sus piernas y le ordeno:

-          Ciérralas

El Magic Wand queda aprisionado entre sus piernas directamente sobre su clítoris, y le ato las piernas a la altura de las rodillas con un fular. Para que se sienta aún más indefensa le indico que se agarre fuertemente a la silla y le ato las manos por debajo de la misma, queda firmemente agarrada a la silla y sin posibilidad de soltarse.

-          Natalia, eres una zorrita, me has hecho sufrir mucho mientras me comías la polla

-          Pero señor.

-          Chsss –le interrumpo con una sonrisa- has sido una niña traviesa y las niñas traviesas pagan su osadía –le digo mientras acciono a bajas revoluciones el Magic Wand- ahora voy a descansar un ratito para recuperarme y tomarme ese whisky que aun no he podido saborear, mientras tú te quedas aquí con tu nuevo amiguito –le digo mientras cogiendo el antifaz de la mesilla cubro sus preciosos ojos grises –eres libre de correrte cuantas veces puedas –le digo mientras abandono la habitación.

Difícilmente se va a correr con el bajo nivel de vibración con el que está programado el Magic Wand, pero la quiero caliente como una perra para la siguiente parte del castigo, se va a sentir al mismo tiempo desgraciada como una perra apaleada y satisfecha como una yegua en celo cubierta por un brioso corcel.

Me dirijo al salón a saborear ese whisky anunciado y a recuperarme de la tremenda mamada que me ha hecho la pequeña. Tras unos veinte minutos me dirijo nuevamente a la habitación,  en silencio para que Natalia no note mi presencia.

La zorrita tiene los jugosos labios entreabiertos, de ellos salen leves gemidos de placer. Los pezones están enhiestos, clamando por ser acariciados. Me acerco a ella lentamente sin hacer ningún ruido y al llegar a su lado poso el frío vaso en su cuello mientras soplo ligeramente mi cálido aliento sobre sus pezones, que se erizan aun más si cabe.

-          Por favor, señor, esta espera es una tortura, haga algo fólleme o castígueme pero no aguanto más así.

-          Bien, si así lo quieres niña procedamos con el castigo.

Privada como está de su visión, y yo de sus hermosísimos ojos, no sabe cuándo ni cómo va a caer el golpe, se siente absolutamente desvalida e indefensa. Tiene el cuerpo en tensión anticipando el dolor que hoy ha empezado a conocer.

Descargo un golpe sobre su muslo derecho, y en vez del consabido aullido de dolor tan solo se siente un ouchh, le ha dolido pero poco a poco va interiorizando el dolor y el placer y aprendiendo a que su cuerpo se amolde a ellos.

La tersura del blanquecino muslo se ve rota por la nítida marca roja que deja la cuchara impresa de forma nítida. Pronto a esa marca se le unen otras, la cuchara golpea repetidamente los muslos, los recorre en toda su extensión dejando en ellos un rastro de furioso color rojo y de lágrimas que ruedan nuevamente como ríos por las mejillas de Natalia, aunque valerosa sigue soportando el castigo sin los alaridos de los anteriores, la frágil muchacha está pasando de niña a mujer y aprendiendo a soportar con entereza el dolor de la vida.

Ya llevamos treinta azotes y la decidida muchacha sigue aguantando el tremendo castigo, cada vez que cocine se acordará de esta pavorosa paliza. Para ayudarla a soportar mejor el castigo suavemente poso un tierno beso en sus labios mientras le susurro:

-          Estás preciosa cuando las lágrimas ruedan por tus mejillas – y subo la potencia del Magic Wand

Los siguientes azotes son más dolorosos que los anteriores ya que caen sobre zonas ya castigadas y estas pasan del rojo furioso al violáceo, al igual que con la parte trasera Natalia durante unos cuantos días lucirá orgullosa las marcas que le recordarán el tremendo castigo que ha soportado por decisión propia.

En los últimos golpes veo que la niña aferra fuertemente la silla, como si este objeto pudiera consolarla del terrible dolor al que está siendo sometida, aun quedan ocho azotes que van a ser terribles, no queda ningún sitio en los otrora níveos muslos que no presenten un aspecto violáceo, van a ser golpes sobre zonas ya extremadamente castigadas. Nuevamente y como ya es habitual decido aliviarla e intento que un nuevo orgasmo confluya con el dolor que va a sentir, por lo que pongo el Magic Wand a tope.

Natalia da un respingo ya que la acción sobre el clítoris de este mágico aparato es tremenda, pero ya conociendo mis técnicas no se deja llevar, sabe que en cuanto se acerque al borde del orgasmo un intenso dolor va a estallar también en su cerebro, nuevamente niega con la cabeza como queriendo evitar lo inevitable.

Natalia se resiste tozudamente contra el orgasmo, decido ayudarla a relajarse y comienzo a lamer sus excitados pezones, estos se yerguen desafiantes y Natalia empieza a suspirar cuando en un susurro entre lágrimas me suplica:

-          Señor, sin trampas, siga castigándome, me lo merezco

Mientras me dice esto noto que su cuerpo se tensa adelantando el tsunami de dolor que va a estallar en su cuerpo, noto como tensa la mandíbula y aprieta fuertemente los dientes, como las manos aferran desesperadas los bordes de la silla.

Ella lo ha querido así, retiro el Magic Wand de entre sus piernas.

-          Se valiente pequeña, en unos instantes habrá pasado todo -le susurro mientras acaricio con el dorso de la mano su mejilla, mis dedos sienten la desesperación de sus lágrimas.

Lágrimas que ruedan abundantemente por sus mejillas, gotas de sudor que perlan su frente y un ligero temblor que se ha apoderado de su cuerpo, está muerta de miedo, pero aun así ha decidido continuar.

Los siguientes ocho golpes de la cuchara recorren sus perfectos muslos desde el nacimiento hasta las rodillas en rápida sucesión, para Natalia los ocho golpes se unen en un solo dolor agónico que recorre sus muslos de arriba abajo, esta vez no ha habido ningún truco barato que mitigue el castigo, ha sido dolor en estado puro.

Ocho cardenales tremendamente amoratados resaltan ahora sobre sus delicadas piernas, ocho señales infames que esconderá al mundo pero que revisará orgullosa una y otra vez en los siguientes días como muestra del valor que esta otrora frágil muchacha está teniendo en estos duros momentos.

Arrojo la cuchara a un lado y la desato rápidamente. Delicadamente la cojo en mis brazos y la deposito en la cama. Natalia tan solo llora desesperada, aunque esta parte ha acabado ella sigue en su infierno de dolor, sin quitarle el antifaz la cubro de besos, le susurro al oído:

-          Ya está, mi niña, ya acabó

La abrazo tiernamente y apoyo su linda cabecita rubia en mi hombro, dejo que se refugie en mí mientras acaricio su cuerpo.

Poco a poco Natalia se va calmando, los lloros e hipidos histéricos dejan paso a un llorar pausado, profundo y renovador.

Delicadamente le quito el antifaz y vuelvo a quedar maravillado por los profundos ojos grises que me miran y en los que detecto algo nuevo que no había visto hasta ahora, diría que es orgullo y tiene razón en tenerlo, en tan solo este rato ha pasado de ser una niña malcriada a una resuelta mujer que afronta sus miedos y castigos.

-          Muy bien mi niña –le digo mientras le acerco a los labios un vaso de agua –bebe, estás prácticamente deshidratada.

Ávidamente bebe el vaso de agua, lo necesitaba, ha perdido muchísimos líquidos entre lágrimas, mocos, sudor y flujos.

-          Ahora descansa, te lo has ganado, mi valiente pequeña. Sé que no te vas a desdecir y que vas a insistir en acabar el castigo, por lo que luego continuaremos.

Le digo mientras besándola suavemente en los labios apago la luz de la habitación y decido dejarla descansar una horita.

Inmediatamente cae rendida en un agitado sueño, las pesadillas se apoderan de ella. Pienso que tal vez haya ido demasiado lejos y el terrible castigo al que está siendo sometida pueda haberle dejado secuelas, pero le oigo murmurar “mis niños, mis niños”, esto hace que la entienda mejor, realmente es sincera cuando dice que sus niños es lo que más quiere, no teme a la vida ni al dolor sino que su peor pesadilla es la situación en la que está ahora, sin futuro, sin sus niños que se han quedado con sus padres y no quieren saber nada de ella, se siente tremendamente culpable por no haber manejado su vida de otra manera.

Ahora entiendo que haya aceptado voluntariamente tan pavoroso castigo, es una catarsis para expiar los pecados cometidos hasta ahora, por eso insiste en cumplirlo de forma íntegra y “sin trampas”, Natalia sabe que saldrá de este castigo fortalecida y que es el punto de inflexión que necesita para cambiar su desordenada vida.

Estaría horas y horas observándola dormir, pero lentamente Natalia se despereza, se estira como una gata o como una tigresa, ya dudo lo que esconde esta frágil muchacha, tiene un cuerpo felino, y una energía extraordinaria. Con una bella sonrisa en su cara me susurra con su voz ronca:

-          Preparado para continuar.

-          Por supuesto, mi bella princesa –le replico- pero antes vamos a cuidar un poco ese bellísimo cuerpo.

Me acerco al baño y cojo un bote de aceite hidratante, su delicada piel está tremendamente castigada y el sobretodo el culo necesita ser hidratado antes de proceder con el cinto sino estropearía la maravillosa piel que tiene.

Tendiéndose sobre mis piernas, al igual que en el sofá cuando recibió la primera azotaina, Natalia pone su maravilloso culo al alcance de mis manos, pero en esta ocasión no es para que sea castigado sino para ser mimado.

Froto vigorosamente mis manos para que estén calentitas y no sobresaltar a la pequeña, me sirvo una generosa cantidad de aceite en las mismas y empiezo a extenderlo suavemente sobre esas maravillosas nalgas, apenas las rozo tan solo lo suficiente para que queden impregnadas del reparado aceite, Natalia recibe estas caricias con leves gemidos de placer.

Recorro ambas nalgas que se van acostumbrando al roce de las manos y ya puedo masajearlas un poco más vigorosamente sin que la pequeña sufra en exceso, las masajeo, las amaso, mis dedos hurgan su pequeño agujero a todas luces virgen, Natalia es un continuo ronroneo de placer. Tras un buen rato de disfrute por ambas partes doy por finalizada la sesión de masaje con una levísima palmada en su culo que es recibida con un sonoro ouchhh, aunque haya hidratado profusamente sus bellísimas nalgas estas continúan tremendamente doloridas y aun les espera otro paseo por el infierno.

Ayudándola a levantarse le digo:

-          Natalia, ponte de cara a la pared, apoya los brazos en la pared, separa las piernas y saca el culo hacia afuera.

La imagen que ofrece la menuda rubia en estos momentos es altamente erótica, su espléndida melena rubia cayéndole por la nívea espalda hasta acariciar suavemente el culo, ese culo redondo, terso, respingón, lustroso y brillante pro la acción del aceite reparador, otrora blanco pero ahora enrojecido por la azotaina recibida, aunque nada en comparación con esos muslos en los que se aprecian nítidamente los cardenales producidos por los duros golpes de la zapatilla. La pequeña provocadoramente se alza de puntillas sobre sus lindos pies, lo que hace que aun sobresalgan más esas magníficas nalgas, diríase que está reclamando que empiece el castigo.

Tomando el cinturón que llevaba esta mañana en mis pantalones, un cinturón de cuero, ancho, liso, no muy pesado que no herirá en exceso los espléndidos glúteos de Natalia. Al no ser muy pesado no tendré que controlar en exceso la fuerza del impacto por lo que en esta ocasión me puedo dejar llevar, y ante la excitante visión que ofrece la pequeña va a ser muy difícil, mi polla vuelve a erigirse enhiesta a mi frente reclamando su trofeo.

Alzo el brazo derecho armado con el cinturón y descargo trallazo sobre las nalgas de Natalia, no excesivamente fuerte aun estoy calibrando el rigor del cinto sobre sus ya lastimadas nalgas y al estar estas frías no conviene empezar excesivamente fuerte.

Natalia recibe el impacto con un “Mmmmmm”, parece que la niña le va cogiendo el gustillo a esto de ser azotada y ha recibido con gran placer este primer azote, es más eleva nuevamente su culito reclamando otra ración de cinturón.

Aunque voy incrementando el ritmo y fuerza los siguientes azotes siguen siendo recibidos con gemidos de placer por parte de Natalia, la estancia se llena de gemidos “Mmmmmm”, “Ahhhhhh”, “Ohhhhh” mientras se mantiene pegada a la pared, alzando su culito que empieza a tomar un color rojo más intenso, con los ojos cerrados parece que la niña disfruta de los azotes que ya son de una intensidad elevada.

Al llegar a los dieciocho azotes a Natalia se le nota caliente como una perra, a esta pequeña le va que le zurren y mucho, cuando clavando sus profundos ojos grises con su voz ronca de dirige hacia mí me suelta:

-          ¿Cabrón eso es todo lo que sabes hacer con el cinto?

La puta niña, enfervorecido como estoy, con toda la sangre de mi cuerpo concentrándose en mi enhiesta polla la agarro por la esplendorosa melena y la lanzo contra la cama, poniéndola de rodillas frente a la misma y aprisionando su espalda contra ella Natalia queda de rodillas, inclinada sobre la cama, inmovilizada y con el culo totalmente expuesto.

Descargo mi arrebato sobre su culo que ahora danza violentamente al son que marca el cinto, los golpes caen continuados e inmisericordes, con toda la fuerza de mi alma. Natalia mueve el culo intentando huir, pero no hay escapatoria posible, los treinta y dos golpes restantes caen en menos de un minuto. Su culo presenta un aspecto totalmente violáceo, arde, y en algunos sitios, donde el borde del cinto ha sido más cruel, la sangre se agolpa pugnando por salir.

Aun no estoy calmado, volviendo a cogerla por su cabello la giro y fuerzo su boca con mi polla, la introduzco hasta el fondo de su garganta, se atraganta y tose pero insisto hasta que su nariz toca mi pubis, la retengo unos segundos, eternos para ella que nota como le falta el aire, y cuando ya no puede más saco mi polla totalmente llena de su saliva de su boca.

Vuelvo a arrojarla de rodillas contra la cama, la inmovilizo nuevamente presionando fuertemente su espalda de tal forma que quede ofrecida, esta vez no va a ser el cinto el que violente su culo, cogiéndola de las caderas acerco la húmeda punta de mi polla al virgen agujero de su culo.

La polla reposa entre los dos magníficos glúteos de Natalia, que recobrando el aire que le faltaba grita:

-          Por favor, señor, no. Soy virgen me va a partir.

Sin atender a razones, agarro más fuerte sus caderas si cabe e impulso mi polla con toda la fuerza de mis caderas, mi polla se abre paso cual hierro candente en las profundidades del culo de Natalia, está tremendamente apretado, acoge mi polla y la envuelve por todas partes. Un alarido se escapa de su garganta.

Presionando fuertemente consigo que toda la polla se introduzca en su recto, está totalmente ensartada, ahora mis huevos tocan su ardiente culo.

Espero unos segundos a que el culo de Natalia se acostumbre al visitante que lo ha violentado, que se vaya abriendo e inicio un lente movimiento de vaivén, sacando y metiendo la polla en toda su extensión muy lentamente.

El alarido inicial de Natalia se cambia por unos suaves gemidos de placer, su culo ya se ha acostumbrado y agarrándola por la esplendorosa melena rubia, como si fueran las crines de una joven yegua a la que domar la cabalgo de forma frenética, incremento el ritmo hasta lo indecible.

Los gemidos de Natalia se convierten en alaridos de placer, los espasmos de varios orgasmos encadenados recorren su cuerpo mientras noto como mi polla escupe ríos de leche en su culo el placer que empieza en la punta de mi polla estalla todo mi cuerpo y caigo derrumbado sobre la pequeña zorrita que exhausta me susurra:

-          Por fin, señor, por fin me ha follado como la mujer que soy no como la niña pequeña que era.

-          Serás zorra - le susurro a su oído - sabías que si me provocabas lo suficiente perdería el control y te reventaría.

-          Señor, desde el primer día vi como se fijaba en mi culo –me respopnde con una preciosa sonrisa en su cara.

Poco a poco nos recuperamos y mi ahora flácida polla abandona su culo, del que gotean y corren por sus piernas gruesos chorros de mi semen.

-          Bien Natalia, prácticamente hemos acabado, tan solo queda la última parte del castigo, los diez azotes en los pechos.

-          Estoy dispuesta señor.

-          Ponte de pie, frente a mí, y pon las manos en la nuca, proyecta tus tetas hacia adelante.

Natalia adopta la posición requerida. Sus turgentes tetas, se muestran esplendorosas, níveas, llenas, tengo que hacer un esfuerzo para no abalanzarme sobre ellas y saciarme de su leche.

-          Natalia, recuerda por quien estás haciendo este tremendo sacrificio.

-          Por mis niños, señor, no les volveré a fallar.

-          Bien acabemos con esto.

Natalia tiene la mirada perdida en el infinito, sus bonitos ojos grises reflejan la profundidad y belleza de su alma.

Alzo el cinturón y descargo un potente trallazo que impacta en la parte superior de los pechos. Ha sido un golpe fuerte y sus pechos se bambolean y tiemblan por el efecto del potente trallazo. Una marca roja se adivina en la parte superior de los mismos.

Natalia no ha gritado, tan concentrada está en si misma.

Nuevos golpes caen inmisericordes sobre los pechos y las lágrimas vuelven a inundar los profundos ojos grises y a rodar por las níveas mejillas, pero Natalia soporta valerosamente el castigo sin un quejido, sin un grito.

Cuando el último golpe atormenta los delicados pechos, que impacta directamente sobre sus pezones, Natalia se derrumba, cae de rodillas, se aovilla sobre sí misma y sollozando murmura:

-          Lo he conseguido, lo he conseguido

-          Si mi brava mujer, lo has conseguido.

Delicadamente la cojo en mis brazos y la llevo al baño principal, donde preparé el yacusi mientras dormía, se le ve acogedor, deseando reparar los terribles dolores que deben atormentar ese cuerpo.

En brazos entro con ella en el yacusi y poco a poco la placentera agua caliente va cubriendo su perfecto cuerpo, Natalia nota como toda la tensión de su cuerpo le abandona, ya no tiene que luchar, ha ganado.

Suavemente la enjabono, mis manos aprovechan para recorrer hasta el más profundo recoveco de esta esplendorosa mujer que gracias a los cuidados se recupera del tremendo castigo que ha recibido.

Ya relajados en el yakusi, yo contra una de sus paredes y Natalia de espaldas a mí, recostada en mi pecho, oliendo su embriagadora fragancia y con una de mis manos jugando distraídamente con uno de sus pezones, mientras con la otra la abrazo por la cintura le digo.

-          Natalia, te puedes quedar este fin de semana y todos los días que quieras en esta casa, arreglaremos lo tuyo.

Dándose la vuelta se coloca a horcajadas sobre mí, quedamos frente a frente.

-          Gracias señor - responde con una sonrisa de felicidad en su bello rostro- pero tengo que arreglar mi vida.

-          Te voy a proponer un trato, vas a ser mi sirvienta durante un tiempo, pero no una sirvienta normal, lo que has hecho hoy es admirable pero la vida es un maratón no una carrera de cien metros. Durante este tiempo va a prender a ser responsable y disciplinada, lo vas a aprender a base de castigos como el de hoy, cualquier falta por mínima que sea será castigada.

-          Sí, señor –me susurra acercando sus labios a mi oreja

-          Mientras tanto miraremos de encontrarte otro trabajo más estable.

-          Como diga señor –afirma mientras se dedica a mordisquear mi oreja y sus caderas buscan ansiosas mi polla.

-          Y haremos que tu autoestima no vuelva a decaer.

-          Como quiera señor, pero ahora follemos - me dice mientras me cierra la boca con un húmedo y posesivo beso, es ahora su lengua la que domina a la mía, su lengua la que violenta mi boca.

Decir que ese fin de semana la cama se nos quedó pequeña y recorrimos todo el apartamento buscando inimaginables lugares en los que retozar.

Natalia estuvo a mi servicio dos meses. Fueron dos meses muy duros para ella, cometió muchos errores y fue castigada por cada uno de ellos, poco a poco su indolencia frente al trabajo fue desapareciendo y aprendió a priorizar el trabajo frente a otras diversiones.

Al cabo de ese tiempo, y habiendo modificado ligeramente su forma de vestir y de maquillarse llegó a mostrar la esplendida mujer que lleva dentro y no la niñata malcriada que era cuando llegó a mi casa.

Intercedí ante sus padres para que retomaran el contacto y durante esos dos meses pudo ver a sus hijos todos los días que quiso, y sus padres finalmente le ayudaron a alquilar un nuevo piso para que fuera independiente y pudiera vivir con las dos cosas que más quiere en este mundo.

Conseguimos colocarla de cajera en un supermercado, la verdad es que no tenía muchas opciones donde elegir, pero a día de hoy es feliz, se la ve por el barrio contenta, orgullosa de sus niños y de su vida.

Pero de vez en cuando me escribe un whatssapp en el que me dice:

-          Señor, estoy descontrolada, no pienso más que en beber, fumar y masturbarme. ¿Podría ayudarme?

Ambos sabemos que ese fin de semana, los niños se irán con los abuelos y ella tendrá una sesión de mantenimiento.

Yo voy preparando la zapatilla, la cuchara y el cinto.