Natalia (04)

Natalia conoce a Maria.

Natalia y Maria

Mi hermana estaba encantada con la noticia, Natalia empezaría a trabajar conmigo de secretaría particular la semana siguiente. Esa era la excusa que mi sobrina había inventado para estar más tiempo los dos juntos. Además no tenía interés en continuar unos estudios que llevaba realmente mal.

Por otra parte mis negocios me llevaban muchas veces a Barcelona, Madrid e Ibiza y de esa forma ella tendría que acompañarme. Al fin y al cabo estaba cerca de cumplir los dieciocho, ese mismo verano.

Para sus padres era también la oportunidad de situar bien a una hija de una familia que llegaban justos a fin de mes, y eso que nunca les faltó ayuda por mi parte.

Eso permitió que a la semana siguiente se pudiera venir conmigo a Ibiza en el barco. Fue durante esa mañana, rodeados de las tranquilas aguas, cuando se incorporó de cubierta donde estaba tomando el sol desnuda y comentó que tenía idea de buscar un pequeño estudio e irse a vivir sola.

Verás – le dije sin dejar de mirar entre los obenques un yate que terminaría pasándoos por la proa – yo había pensado otra cosa, mi apartamento es muy grande y te puedes venir a vivir conmigo.

Si tío pero no me van a dejar hacer eso. Con la fama de mujeriego que tienes, ganada a pulso por supuesto, no querrán.

Bueno, el Capitán siempre tiene que tener una alternativa válida para una emergencia. Ya hablaré con tu madre y verás como no hay problemas.

Mi sobrina se me quedó mirando sorprendida y tardó en reaccionar. Se agarró a mi cuello y me llenó la cara de besos, unió su boca a la mía y pegó su cuerpo desnudo al mío. A rodeé con mis brazos y la estreche fuertemente. Apreté sus nalgas con mis manos para sentir la presión de su pubis contra el mío.

Cuando me dejó la boca libre le pedí que mantuviera el secreto total hasta que pudiéramos hacerlo.

¿Cuándo sería tío?

Vas a tener que dejar de llamarme así, cariño puede ser menos extraño para la gente. En el peor de los casos tus padres pueden negarse a darte la autorización y tendríamos que espera dos meses a que cumplas los dieciocho. En el mejor, y espero que más probable de los casos en una o dos semanas viviríamos juntos.

Ahora siéntate en mis rodilla pues soy todavía tu tío y me encanta que mis sobrinas se sientes en mis rodillas.

¿Sobrinas? ¿También vas a pervertir a Nuria como hiciste conmigo?

Huy que mala memoria tienes tú te metiste en mi cama desnuda. Además ya hablamos que cada uno es libre. A partir de que me pediste que te enseñara nunca nos pedimos explicaciones pues no son necesarias. Ahora eres una experta y creo que desde este momento seré tu alumno y no sería justo que ahora si hubiera que darlas.

No hablaba totalmente en serio y ella lo sabía.

Cariño, que bien suena esa palabra, te lo decía en broma no me importa lo que hagas para disfrutar. Además - continuó riéndose – también es tu sobrina y tiene los mismos derechos que yo.

Te temo, creo que he creado un monstruo, hermoso pero monstruo. Lo único que te pido es fidelidad, eso no significa o que cree todo el mundo, es no mentir en los sentimientos. Puedes disfrutar del sexo cuando y con quien te plazca pero no me mientas en los sentimientos, el amor lo haremos juntos.

Esas fueron las primeras palabras que dirigí a quien ya no consideraba mi sobrina, sino mi pareja.

Llegamos a la marina a eso de las ocho de la mañana y, una vez el barco quedó atracado, Natalia se quedó arreglando la cubierta y mientras me acerqué al distribuidor del equipo de radar, para ver si lo cambiaba por un modelo más reciente. Llamé también a María y efectivamente su marido ya le había avisado que la llamaría. Le hizo ilusión conocer el barco y quedamos para vernos esa misma mañana., di el número de pantalán y el nombre del barco.

Si te apetece podemos ir hasta Formentera y cenar allí. ¿Tienes problemas para dejar a tus hijos esta noche?

Problemas tengo para encontrarlos, llevo dos días que no les veo. Si me fuera una semana al volver me preguntarían que si había dormido bien esa noche. No hay problemas, además me apetece mucho, hace unos años navegaba con unos amigos de vez en cuando. Por cierto me habló mi marido de Natalia, dijo que a lo mejor vendría contigo esta semana.

Si, está aquí conmigo, ya te contaré.

En menos de una hora Maria llegó al barco, pantalones vaqueros una camiseta ajustada y zapatillas deportivas; aparentaba algo menos de los cuarenta y dos años que tenía. Alta y abundante en curvas pero sin llegar a estar pasada de peso, llevaba un cesto de paja que dijo contenía l o necesario para pasar el día. La enseñé el barco, un Swan de 66 pies de eslora, una joya nórdica de construcción naval, y le indique uno de los dos camarotes de invitados para que dejara sus cosas.

Largos amarras enseguida y nos dirigimos hacia la playa de Las Sabinas en Formentera. Con buen viento llegaríamos a la hora de comer y el barco era cómodo de manejar incluso para una persona en solitario.

Hablamos un buen rato con unas cervezas en la mano. Estaba claro que su marido le había contado la aventura de aquella noche y me preguntó si había visto a Natalia a menudo.

Verás – contesté – te voy a contar la verdad pero mejor guarda el secreto, no quiero que Carlos crea que nos hemos reído de él y menos aún que su autoestima se resienta. A Natalia no la conocí esa tarde, en realidad es mi sobrina, la hija mayor de mi hermana.

María me miró sorprendida y continué contándole la historia. Cuando terminé se reía de la cara que pondría Carlos cuando se lo contara, porque a pesar de mi petición pensaba decírselo.

Tengo que decir algo a favor de tu marido, es un figura y Natalia habría tenido algo con él en cualquier otra circunstancia.

Pues es una preciosidad de chiquilla, tiene un cuerpo precioso.

Estábamos llegando y avisé a Natalia para que me ayudara a fondear, lo hicimos frente a la playa, un buen tenedero siempre que no saltara viento fuerte de poniente. Saqué unas cervezas y mientras que preparaba algo ligero para comer, Natalia y María se dieron un baño.

Preparé la mesa de la bañera y me fijé en el cuerpo de María, llevaba un bikini diminuto que prácticamente dejaba todo su cuerpo al descubierto. Subieron y les tendí unas toallas para que se secaran, se pusieron encima unas camisetas y comimos.

Recogí la mesa mientras ellas ponían unas toallas y se tumbaban a tomar el sol. En cuanto terminé subí a cubierta, me quité la ropa y salté al agua. Es un placer bañarse desnudo y estuve un rato nadando alrededor del barco.

Cuando terminé subí y me sequé, quedándome con una toalla alrededor de la cintura. Me senté frente a ellas apoyado en la brazola de la bañera observando sus dos maravillosos cuerpos, Natalia totalmente desnuda y María solo con la parte de abajo del diminuto bikini. Tenia unos pechos bonitos y a pesar de la edad aún se mantenían firmes.

Natalia se levantó y pasó delante mí guiñándome un ojo, buscó en la guantera y sacó un frasco de aceite para el sol, luego volvió a su lugar y sentada en la toalla comenzó a aplicarse el aceite por los brazos y piernas.

¿Quieres? – ofreció a Maria - ¿te pongo en la espalda? La tienes un poco roja y aquí pega mucho.

Maria se tumbó boca abajo con los brazos separados del cuerpo y mi sobrina se sentó a su lado, vertió un poco de aceite en la espalda de la mujer y comenzó a extenderlo lentamente. Primero la espalda y hombros en círculos para extender bien el líquido.

Volvió a echar un poco más en el centro de la cintura y con ambas manos lo fue llevando hacía el exterior. Luego las piernas, desde los tobillos hasta los muslos, mientras María con los ojos cerrados, sonreía. Se detuvo un poco en las caderas y siguió suavemente por las nalgas.

Date la vuelta – echo un poco en una de sus manos y las frotó esperando que María se volviera.

Primero, el cuello, más tarde los brazos, y después los costados antes de empezar a aceitarle el estómago. Lo hacía despacio, yo sabía que estaba disfrutando del momento y que era verdad lo que ambos suponíamos. Suavemente rozó sus senos esperando la reacción de la mujer, y al no encontrar oposición fue poco a poco cubriéndolos con sus manos.

Una sonrisa amplia se dibujo en la cara de María que levantó un brazo apoyando la mano sobre la cadera de la joven. Era un "si" claro que Natalia entendió. Bajo su cabeza y rozó con sus labios uno de sus pezones mientras la mano libre bajó por el estómago de la mujer y pasando por su vientre ahuecó la poca tela del bikini en busca del sexo de su compañera.

Suavemente se deshizo del bikini de ella y lo dejó a un lado. Luego se inclinó sobre su cara y rozó sus labios suavemente mientras María, aceptando el beso, entreabría los labios. Los brazos de la mujer rodearon la espalda de Natalia y la atrajo hacia sí quedando ambas abrazadas. Se besaban mientras sus piernas se enredaban y sus manos acariciaban sus cuerpos.

Durante un rato se llenaron de besos y caricias saboreándose la una a la otra, luego Natalia se colocó entre las piernas de Maria y separándolas comenzó a besar el interior de sus muslos hasta encontrar el sexo húmedo y ardiente. Su lengua lamía el sexo que se le ofrecía mientras sus dedos hurgaban entre aquellos húmedos labios entrando y saliendo de ellos.

María se agitaba dando pequeños jadeos de placer y mi sobrina aceleró el ritmo de sus dedos entrando y saliendo del sexo que besaba. La mujer se retorció entre gemidos de placer y la joven se tumbó a su lado abrazándola. Sus bocas se buscaron con prisas jugando con sus lenguas.

Ahora era María quien besaba arrodillada los pechos de la chica. Chupaba sus pezones erizados y bajó por su vientre hasta estar entre sus muslos. Me levanté y solté la toalla que me envolvía. Mientras ella jugaba con el clítoris de mi sobrina comencé a acariciar sus nalgas y ella arqueó su espalda ofreciendo su sexo por detrás.

Estaba todo mojado y pude introducir tres de mis dedos juntos en él comenzando a moverlos lentamente; mi otra mano tomó el frasco de aceite y volví a embadurnar sus nalgas y su sexo. Seguía hurgando dentro de ella cada vez más rápidamente mientras María seguía lamiendo y jugando con su lengua dentro del sexo de mi sobrina.

Al poco retiré mis dedos y puse mi verga entre esos maravillosos labios empujando lentamente y comenzando a moverla dentro de su sexo hasta que entró hasta el fondo con facilidad. La follaba sin prisas quería que disfrutara de ambos lo máximo posible.

Me retiré y me tumbé en el suelo tirando de sus caderas hacia mí. Natalia la ayudo a sentarse sobre mi enorme erección y ella se dejó caer lentamente hasta que la tuvo toda dentro. Mi sobrina a su lado acariciaba y sus pechos y mordisqueaba sus pezones.

Casi perfectamente coordinados ambos gemimos al llegar al orgasmo y se echó d espaldas sobre mi pecho apretando sus muslos para evitar que mi verga saliera de dentro de ella.

Así, con Natalia abrazada a nosotros permanecimos un rato. Ellas entraron en la ducha, juntas debió ser pues oía sus risas abajo mientras yo con la ducha de popa me refrescaba y lavaba.

Me coloque la ropa y en tanto ellas se vestían puse el motor en marcha, saqué el fondeo y puse rumbo al puerto de La Sabina.