Natalia (03)

Natalia viaja a Madrid con su tio.

03 En Madrid

Después de la experiencia con Clara, en la que por primera vez mi sobrina hizo delante de otras personas, las dos se hicieron grandes cómplice y repetimos la fiesta un par de veces.

Además Natalia se había preparado un buen "fondo de armario" que mantenía en mi apartamento, aunque algunas prendas, conocida su amistad con la dueña de la tienda, pasaron al armario de su casa.

Esta vez no le pedí que dijera nada a sus hermanos, íbamos a pasar unos días en Ibiza, los dos solos y dijo a sus padres que se iba con unas amigas. En lugar de Ibiza tomamos un avión a Madrid a pasar tres días. Tenía allí un apartamento en una casa reformada cerca de la Glorieta Bilbao y hasta allí nos llevó el taxi.

Nos arreglamos para salir a comer y en los postres le conté mi plan.

Ahora, después de descansar un rato, vas a arreglarte, y saldremos a dar una vuelta por Madrid. Tú me seguirás unos metros detrás de mí y si entro en algún sitio tu me sigues. Si tienes dudas de que hacer me diriges una mirada y yo te haré una seña.

¿De que se trata?

Aun no lo se, dejemos que las circunstancias decidan.

Subimos al apartamento y después de descansar un rato la dije que se preparara. Abrimos las maletas y según ella sacaba la ropa yo separaba algunas prendas.

Dúchate y avísame cuando termines, te ayudaré.

Mientras oía correr el agua, elegí la ropa para Natalia, unas braguitas blancas diminutas, una falda negra de vuelo por encima de la rodilla y entallada en la cintura, zapatillas blancas de verano, y para terminar una camisa crema.

Cuando terminó, ya seca me avisó, entre en el baño y busqué una crema hidratante. Abrí el tarro y comencé a darle la crema sobre los hombros y espalda en ligeros círculos, luego por los pechos, tenía los pezones duros y tiesos, debía estar excitada ante el juego que pudiera presentarse. Recorrí cada centímetro de su cuerpo, deteniéndome entre sus muslos.

Quédate así hasta que se seque; acompáñame mientras tanto.

Pasamos al dormitorio y me desnudé, la tomé por los hombros y ella siguiendo mis indicaciones se arrodillo frente a mí y tomando mi miembro comenzó a lamerlo despacio.

Suave, no tengas prisa.

Ahora chupaba los testículos y luego se metía todo en la boca, hasta el fondo. A veces aceleraba el movimiento y la hacía que se tranquilizara Durante un rato me mamó la verga hasta que la avisé.

Ahora no retires la boca, cuando me corra tienes que tragarlo todo.

Noté como me corría en su boca y ella tragó el semen y chupó mi verga hasta la última gota.

Esto, puede que no te sea muy agradable al principio, pero en este caso se trataba de satisfacer a la otra persona. Lávate mientras yo me ducho. Antes de vestirte perfúmate todo el cuerpo con ese perfume del armario.

Cuando terminé de vestirme, ella ya estaba preparada, estaba llamativa pero excesivamente provocadora. Sus pechos se marcaban en la camisa y solté un par de botones del cuello, hasta que al moverse se viera el inicio de sus pechos.

Caminamos un poco en dirección la Plaza de Colón y luego hacia El Retiro. Natalia provocaba en algunos hombres miradas de admiración y deseo y poco a poco nos encontramos dentro del parque.

Al atravesar el estanque se me ocurrió internarnos en una zona sombría y muy solitaria y busqué un banco donde sentarme. Al poco Natalia se acercó y con un gesto le indiqué un banco casi enfrente del mío un poco más a la derecha.

Ella se sentó a un lado, las piernas cruzadas y la cabeza apoyada en una mano. No tardó mucho en acercarse un hombre que, en contra de lo que yo esperaba, se sentó a mi lado en el banco. Tendría cerca de los cincuenta y a pesar de ser verano llevaba traje con corbata.

No quitaba la vista de mi sobrina que de vez en cuando cambiaba de posición las piernas.

Vaya cuerpo que tiene la niña – me comentó – seguro que espera al novio, menuda suerte tienen algunos.

Que lo diga está como para hacer cualquier tontería.

Mientras hablábamos un chico de su edad se acercó a su banco e intentó entablar conversación con ella, yo la hice un ligero gesto negativo con la cabeza.

¿Lo ve? Los hay con suerte, el novio.

No lo parece, ella no le hace ni caso.

El chico ante la negativa de Natalia a hablar dio media vuelta y se alejo. Natalia se levantó y dio unos pasos hacia el otro lado. Empezó a recorrer un pequeño trecho en ambos sentidos.

Saqué una cajetilla de tabaco y ofrecí a mi vecino de banco, él aceptó y en ese momento alargué los cigarrillos en dirección a Natalia.

¿Quieres tú también?

Se acercó y tomo un cigarrillo, se lo llevó a la boca y mi compañero le tendió un mechero encendido; se agacho para acercarlo a la llama y al hacerlo su escote se ahuecó dejando ver sus pechos.

Siéntate con nosotros y te lo fumas tranquila – comento el hombre.

Claro siéntate y así no te darán la lata los pelmazos – hice un hueco entre los dos y ella sonriendo nos dio las gracias y se sentó.

Yo soy Juan, estoy de paso por Madrid.

Yo tampoco soy de aquí – me ofreció la mejilla – me llamo Natalia y soy de Mallorca.

Igual que yo, vivo en Palma.

Entonces el único de Madrid soy yo, encantado, Carlos es mi nombre.

¿Y que haces aquí? – Natalia volvió la cara hacia él y le puso la mejilla para recibir su beso.

He salido del trabajo y antes de entrar en casa he preferido parear un poco. Se me cae la casa encima cuando estoy solo, mi familia está en Ibiza y a mí me queda todavía un mes para irme.

¿Queréis tomar algo? – ofrecí – Yo celebraría que hallamos conocida a esta preciosa mujer.

La suerte la tengo yo, conocer a dos hombres guapos en el mismo día, eso hay que celebrarlo.

Nos levantamos y ella se colocó entre ambos cogiéndonos del brazo. Caminamos hacia una de las salidas del parque que da a la Torre de Valencia charlando animadamente, allí entramos en un púb y nos sentamos en un lugar tranquilo.

Carlos, se excusó un momento y aproveché para dar unos consejos a mi sobrina, que no bebiera casi nada pero que se mostrara cada vez más alegre. Tomamos una cervezas y vi como Natalia cada vez se anima más, incluso haciendo algunos comentarios subidos de tono pero sin pasarse.

No me di cuenta en que momento había soltado otro de sus botones pero cada vez que se inclinaba para hablar sus pechos parecían que iban a salirse de la camisa. Me levanté para ir al baño y a mi vuelta vi a Carlos con el brazo encima de los hombros de ella.

Le he dicho a Natalia de tomar otra copa en mi casa, aquí al lado, y me ha contestado que con la condición que nos acompañes.

Adelante, de acuerdo tomemos otra en tu casa – me acerqué a la barra y pagué la cuenta.

Fuimos caminando hasta la casa, y Natalia coqueteaba con ambos dejando que Carlos la tomara por la cintura. Entramos y me ofrecí a ayudar a preparar las bebidas.

Échame una mano – se volvió al salón – Natalia pon la música que quieras.

¿No tendrás problemas con tu mujer por esto?

En absoluto, sin problemas, cada uno hace lo que quiere, sin más.

De acuerdo – tomé los vaso – adelante y suerte.

Que gane el mejor.

Entramos en el salón y Carlos le dio su bebida a Natalia. Esta chocó su vaso con los nuestros y dio un pequeño sorbo al vaso dejándolo en la mesita y se acercó a la cadena de música.

Voy a poner algo más suave esta tarde me apetece algo romántico. Cambió por una melodía suave y se sentó al lado del equipo en la alfombra. Cerró los ojos y se tumbó boca arriba.

Me acerqué a ella y me senté a su lado, rozando su cara con mis dedos. Carlos se animó a imitarme y rozó su cuello con los labios.

Me encanta que me acaricien – sonrió sin abrir los ojos – soy como una gatita.

Baje la mano por su cuello mientras Carlos buscaba los botones de la camisa y dejó al aire sus hermosos pechos. Mientras uno los acariciaba el otro besaba su piel, casi sin ponernos de acuerdo comenzamos a acariciarla suavemente, sin prisas, teníamos toda la noche para ello.

Las manos se cruzaban por su cuerpo, a veces por sus pechos, otras por sus muslos, suspiros y roces de labios allí donde ya conocía que le gustaba.

Primero la falda y luego la blusa fueron apartadas a un lado, dejando más libertad a nuestros besos. Mientras mi lengua buscaba la suya, los labios de Carlos besaban su vientre y sus manos acariciaban la suave piel de sus muslos.

La giré boca abajo y tiré de su braguitas hasta que se unieron al resto de la ropa. Su cuerpo arqueado ofrecía su sexo entre las nalgas y Carlos comenzó a acariciarlo mientras Natalia se iba excitando más cada vez.

Me desnudé y mi sobrina cogió mi verga comenzando a chuparla, Calos metía sus dedos entre los labios del sexo húmedo de a joven mientras esta se retorcía de placer. Carlos se levantó a desnudarse y ella le ayudó a hacerlo.

La abracé pro detrás mientras él agarraba su cara y besaba con locura su boca. Apretando nuestros cuerpos contra el de ella acariciaba sus nalgas y besaba su cuello.

Se volvió hacia mí y se agachó de nuevo para meter mi verga en su boca y Carlos la tomó por la cintura apretándola contra sí. Poco a poco empujo su sexo entre los labios chorreantes de la muchacha y comenzó a follarla con golpes de cadera.

Luego fui yo el que ocupó ese lugar y Carlos salió del salón volviendo al rato con un bote de crema. Tenía gancho ese tío, era un experto, y que yo supiera nunca Natalia había tenido sexo anal, sería su primera vez.

Le dejé hacer, parecía un experto; la tomó de la cintura y la llevo a uno de los brazos de un sillón para que se apoyara en él. Separó sus piernas y untó sus dedos en la crema.

Pasó la crema por su ano y uno de sus dedos empujó ligeramente introduciéndolo un poco, luego más, luego dos de los dedos poco a poco hasta que los músculos del orificio se fueron relajando. Entonces tomó su verga y comenzó a empujar con firmeza y mientras Natalia jadeaba fue entrando hasta dentro.

Ahora fue más seguido pronto ella gemía de gusto mientas las embestidas de Carlos continuaban. No parecía tener interés en terminar pronto aquello y se separó de la joven.

Yo continué su trabajo pero esta vez tumbado en el suelo y ella de espaldas a mí. En esa posición Carlos, todo un atleta se nos unió e introdujo su verga en el sexo ella.

No esperaba tanto esta vez, pero allí estaba Natalia follándose a dos tíos a la vez uno por delante y otro por detrás y disfrutando del sexo como nunca había visto a nadie disfrutar.

Carlos se retiró antes de terminar y yo ayude a Natalia a levantarse. Cogió las dos vergas masajeándolas y chapándolas hasta que ambos nos corrimos sobre ella. Chupo todo, hasta la última gota.

Después en la ducha, esta vez de uno en uno, volvimos a hacer el amor, y terminamos los tres dormidos sobre la cama, desnudos.

A primera hora de la mañana me despertó el olor a café, Natalia y Carlos charlaban animadamente sentados a la mesa y me uní a ellos. Desayunamos fuerte, el esfuerzo había sido brutal. Sobre la mesa estaba la foto de una mujer de unos cuarenta años, muy bonita.

Es mi mujer – comentó – le decía a Natalia que si iba por Ibiza nos visitara, tu lo mismo.

Yo suelo ir a menudo, tengo un velero de veinte metros y suelo ir mucho por allí. Si quiere Natalia un día nos acercamos. De hecho la semana que viene seguramente iré.

Yo hasta dentro de tres semanas no voy, pero a María, mi mujer, le encantan los barcos, te daré el teléfono y si vas por allí llamas. Luego la llamo y se lo digo.

Nos despedimos no sin antes intercambiar teléfonos y Natalia y yo no encaminamos al apartamento.