Naranja

Lau era la masajista del hotel donde me quedaba. Aquel era su primer dia pero se le olvido el bikini...

Naranja

Llevaba tiempo ya pensando en tomarme unas vacaciones de relax. Hasta entonces sólo aprovechaba mi tiempo libre haciendo deporte, viajando o saliendo de fiesta, pero aquellos últimos meses habían sido estresantes entre los estudios y la exhaustiva preparación para un campeonato de escalada.

Era 22 de junio y aquella mañana me desconecté del mundo para relajarme durante unos días. El lugar que había elegido era un complejo de chalets de reciente apertura que me habían recomendado unos amigos. Este contaba con jardines privados en cada chalet y un servicio de habitaciones bastante completo.

Abrí la puerta y dejé la maleta en la entrada. No era muy grande, pero el jardín contaba con piscina y lo limitaban tabiques bastante altos.

Lo cierto es que me encontraba algo dolorido de los músculos, pues aunque estaba en buena forma física, el entrenamiento de los últimos días había sido agotador, así que llamé a recepción y pedí consejo. "Está de suerte, llevábamos semanas esperando por un masajista y acaba de llegar hoy, ahora mismo se lo mandamos"

Hacía un sol espectacular, así que me puse el bañador y me eché en la tumbona.

Mi bañador era un boxer de lycra negra bastante finito, que se adhería de maravilla a mi cuerpo, además, era cortito de cintura y de piernas, por lo que podía coger bastante sol sin necesidad de desnudarme.

"¡Buenos días! Soy la masajista, ¿usted es quién encargó un masaje no?"

El sonido de su voz era muy dulce, pero jugueteaba con ella de una manera que desvelaba su carácter divertido y pícaro.

"Sí, estoy en la piscina, pasa."

Vestía chándal. Bajo la chaqueta llevaba una camisilla blanca de asillas, bastante recortada tanto por arriba como por debajo. Era de un algodón muy fino, de ese que transparenta con tan sólo empaparse de sudor.

"Perdona, pero acabo de llegar hoy y no me he traído el bikini, ¿te importa si me quito el chándal? Es que con el sol que hace me voy a asfixiar. uy... perdona, me llamo Laura, ¿tú?"

"Luis, puedes quitarte el chándal si quieres, no me voy a disgustar por eso"

Tenía los ojos castaños y unos labios de esos que sabes que siempre piensan más de lo que dicen. Su pelo era de un rubio oscuro y su nariz le daba a su cara un toque mágico que hacía que aquella mirada lo trastornara a uno.

Su piel estaba tostada y tersa, y sin prisas deslizó el chándal por sus caderas, enseñándome unas piernas de locura que acababan en un pequeño tanga naranja chillón. Mientras rebuscaba en su mochila pude ver lo fino que era en por detrás, aunque la verdad es que en lo menos que me fijé fue en ese hilillo naranja que cruzaba sus nalgas. Lau tenía un culo impresionante, de esos que uno ve y alaba a Dios por haber esculpido una obra de tal belleza.

Se levantó y se volvió hacia mí, al tiempo que se le dibujaba una sonrisa pícara en la cara.

"mierda..." Pensé, y me puse boca abajo.

Lau se sentó en el césped junto a mí y dejó caer un líquido frío por mi espalda. Me lo extendió con suavidad con sus manos y después de esto se incorporó y se sentó a horcajadas en mis nalgas. La verdad es que era una masajista muy buena y empleaba las manos de maravilla. Al moverlas movía también un poco la cadera y entre ella y el sol no tardé mucho en calentarme hasta empezar a sudar.

"¿Te importa si me doy un chapuzón en la piscina? Es que estoy acaloradísima."

Se me levantó de encima y pude ver como se metía en la piscina y nadaba un poco refrescándose y entonces salió del agua.

Mojada así estaba todavía más buena y lo mejor era que aquella camisa...

Eran un par de pechos preciosos que no pasaré a describir por ser fiel a la realidad, así que la verdadera Lau ya sabe lo que tiene que hacer si quiere que desaparezca esta laguna del relato.

"Vete a la ducha y quítate esto de la espalda, que te tengo que poner otra cosa"

Para mí sus palabras eran órdenes pero me costó mucho apuro llegar a la ducha dándole la espalda, pues he mencionado que mi bañador era muy cortito.

Me di una ducha de agua fría intentando olvidar aquella camisilla y pude entonces metérmelo por completo en el bañador. No presumo de tener un pene demasiado grande, pero tiene sus buenas proporciones, lo que pasaba es que aquel bañador era uno de esos que favorecen hasta al menos dotado.

Volví a la piscina ahora mojado y allí estaba ella sentada en la tumbona, con una botella de aceites en la mano y mirándome con aquella sonrisita pícara que tenía. Me volví a echar boca abajo y Lau, sentada de nuevo sobre de mí echó un chorro de aceite por mi espalda. Deslizaba sus manos por mi torso con una suavidad de lo más erótica. Extendía el aceite desde mi cintura hasta mis dedos, inclinándose sobre mí y apoyando sus pechos en mi espalda, donde podía sentir sus pezones, que no parecía que estuviesen duros precisamente por frío.

Se sentó entonces en mi espalda y pasando las manos por mi cintura fue bajando mi bañador hasta sacármelo. Cogió otra vez la botella y dejó caer otro chorro entre mis nalgas. Comenzó entonces a extenderlo por mis piernas y masajear mi cuerpo con un jugueteo permanente, y la verdad es que aquella chica era una delicia.

"¿Lo estoy haciendo bien? Es que es mi primer día de trabajo, ¿te gusta como lo hago?"

Le respondí una tontería y me pidió que me sentara. Me incorporé completamente desnudo y me senté en la tumbona mirándola a los ojos. Echaban un fuego que se fundía en aquella sonrisita y sus pechos se veían encendidos a través de la camisilla.

Se sentó tras de mí con las piernas a mis lados y pegando a mi espalda aquel cuerpazo mojado en agua y sudor se untó las manos en aceite y me lo fue extendiendo por el pecho.

Notaba su respiración en mi oído. Sus brazos me abrazaban deslizándose por mi pecho y abdominales y su cuerpo se apretaba contra el mío.

Sus manos se deslizaron luego por la cara interna de mis muslos y dibujaban figuras en mi piel esquivando mi zona más erógena. Los dedos de Laura recorrían mi cuerpo con calma, dedicándole tiempo a cada centímetro de mi piel y deslizándose por los aceites que envolvían mi torax.

Lau volvió a abrazarme apretándose contra mí y me mordisqueó la oreja al tiempo que se levantaba y volvía a su mochila.

La verdad es que me llevé una sorpresa al ver lo que sacó, una "dulce" sorpresa. Era un bote de sirope de chocolate, de ese negro y algo amargo que los adictos al chocolate tanto alabamos cuando hablamos de nuestro vicio.

Se puso de rodillas frente a mí y volcando el bote dejó caer un hilillo de chocolate envolviendo mi sexo al tiempo que lo miraba con una cara de vicio que me volvía loco.

Su mirada se paró en una gota que se escurría y pasándole el dedo se lo llevó a la boca, mientras cerraba los ojos ensimismándose en el rico chocolate. Vaya forma de chuparse el dedo, ni siquiera en circunstancias normales, hubiera podido reprimir aquel suspiro.

Sacó aquella lengüita que tenía y fue deslizándose por mi chocolate desde abajo hasta arriba, como bailando en un zig-zag con la punta de la lengua. Al llegar al final la besó con los labios y poco a poco fue chupándo el glande, jugueteando con su lengua y saboreando el chocolate.

Lo hacía de maravilla, tenía un arte con la boca que me parecía que ya no pesaba, sino que flotaba.

Se lo sacó de la boca relamiéndose el chocolate de los labios y se levantó mirándome a los ojos. Su mirada ya no era tan juguetona y difusa. Era clara y hablaba por si misma.

La agarre por debajo de los brazos y la fui acercando a mi cara mientras nos mirábamos silenciosamente. Había un brillo en sus ojos, una indecisión en su boca, un calor en su cuerpo.

Me acerqué a su cara y besé aquellos finos labios que parecían recobrar la vida en mi boca. Nos abrazamos mientras entrelazábamos las lenguas en un frenético jugueteo y su boca conservaba un sabor a chocolate que me enloquecía.

Le fui quitando la camisilla por la espalda y al dejar a Lau con aquel diminuto tanga naranja la recosté en el césped, acariciando con mis manos sus senos ahora desnudos.

Ella me acariciaba la espalda mientras me besaba los labios y yo fui bajando por su cuello mientras pasaba las manos por su cintura, agarrándola de aquel buen culito que tenía.

Seguí bajando con mi lengua por su piel y rodeé con ella uno de sus senos, besándolo y lamiéndolo por cada rincón. Cogí el bote de sirope y dejé caer un chorrito sobre ellos, cubriéndolos de aquel buen chocolate. Me dediqué entonces a chupetear ambos, lamiéndolos y besándolos, y me paraba luego en los pezones, chupándolos y jugueteando con mi lengua.

Mi lengua bajó entonces hasta su ombligo con juguetona calma y tras recrearse en él siguió bajando hasta el tanga naranja, que mis manos retiraron con suavidad.

Bajé por su pubis mientras abría aquellas piernas morenas y con mi lengua jugueteé por su piel evitando los labios abiertos que me llamaban. Tras tenerla en tensión unos instantes recorrí los labios con mi lengua, besando cada centímetro y haciéndole sentir mi respiración en su piel. Tenía el clítoris duro y crecido y lo besé haciendo a Lau suspirar. Lo relamía con mi lengua y lo chupeteaba mientras le abrazaba con fuerza las piernas y deslicé mi dedo por aquel ya chorreante sexo introduciéndoselo con facilidad.

Mientras lamía y besaba su clítoris mi dedo entraba y salía de ella, que comenzaba a respirar con más fuerza y tenía los músculos tensos. Le introduje entonces otro dedo y tras un pequeño gemido seguí dándole placer a Lau, que sudaba de goce y sin parar aquel cunnilingus con mis dedos entrando y saliendo de ella acabó viniéndose en un ruidoso orgasmo, así que me acerqué a besarla.

"¡chsst! ¡Quieto amor!" me dijo mientras me lo agarraba y empezaba a masturbarme "¿Tú no sabes que muchas mujeres somos multiorgásmicas?" Y me echó en el cesped junto a ella mientras movía con soltura su mano.

Se puso sobre de mí y colocándo sus piernas a la altura de mi cara comenzó a chuparmelo como si tubiera un rico helado entre sus manos. Volví entonces a encontrarme con su sexo frente a mí y ella se acomodó acercándolo más a mi cara, tan mojado como estaba, con las piernas de Lau abiertas de par en par. Acerqué mi boca y volví a comerle aquel rico manjar. Notaba como ella chupaba con más fuerza cuando yo más aceleraba mi lengua y como su respiración se elevaba con la mía.

No pude dedicarle mucho tiempo pues enseguida se levantó y se echó a mi lado. Me giré y me puse sobre de ella, algo más abajo, y fui subiendo mientras mi sexo iba rozando sus muslos. Cuando tocó el suyo, ella lo agarró y lo dirigió a su entrada. Lau me acariciaba el pelo. Yo la abrazaba mientras miraba en esos ojos castaños y poco a poco se lo fui metiendo.

Sus manos se cruzaron en mi espalda... Yo la abrazaba... poco a poco nos fuimos acomodándo y moviéndonos como uno sólo y mientras, nos mirábamos sin decir nada, muy cerca la cara de uno de la del otro, haciendo el amor con la mirada. Entraba... salía... entraba... salía... poco a poco nos íbamos emocionando, sudando, apretándonos el uno contra el otro... en algunos momentos podía sentir los latidos de su corazón e inmediátamente después nos volvíamos a separar un poco para fundirnos en nuestras miradas.

Cada vez lo hacíamos más rápido. Nuestras caderas eran segundo tras segundo más inagotables y ya sólo nos abrazábamos clavándonos las uñas y mirándonos más allá de los ojos.

De repente sus ojos se abrieron hasta parecer dos lunas y cruzándo sus piernas en mi espalda saltó a mi boca y nos besamos viniéndome yo también en un largo orgasmo, fundidos los dos en un sólo cuerpo, fundidos los dos en un sólo ser.