Napewaste (1)
Napewaste despierta prisionera y completamente inmovilizada.
Napewaste
Le pareció que estaba en nube oscura, espesa... una niebla que poco a poco fue desvaneciéndose para dejar paso a una semi inconsciencia, que hizo que lentamente tomara conciencia de donde estaba. Las imágenes comenzaron a acudir a su mente, lejanas primero, mucho más claras después. Recordó que estaba con otras compañeras en el bosque, recogiendo leña para la tipi de sus padres, donde vivía otra vez desde hacia dos inviernos, justo cuando la luna de la nieve y el hielo se llevó a su amado compañero. Sintió un ruido a su espalda y al darse la vuelta, solo pudo ver una sombra que se echaba encima de ella, sin darle tiempo siquiera para avisar a sus compañeras.
Después, ya no recordaba nada más. Intento abrir los ojos, pero algo se lo impedía, probo con la boca, pues notaba la garganta reseca, pero tampoco pudo mover nada, había algo que la obligaba a mantenerla completamente abierta y al intentar moverla, noto que la tenia totalmente dormida, así como tampoco podía mover las piernas ni los brazos. Notaba su cuerpo entumecido y dolorido.
Poco a poco fue aclarando su mente y llego a la conclusión de que estaba amordazada y completamente atada de pies y manos. Una especie de escozor, que lentamente fue aumentando, transformándose en dolor, le hizo notar que tenia algo introducido en su interior y fue tomando conciencia de que todos los orificios de su cuerpo estaban llenos con algo... Donde más molestias sentía ahora, era en el ano, donde algo lo estaba abriendo por la mitad.
Seguramente le habían dado alguna pócima, pues ahora comenzaba a despertarse todo su cuerpo y de paso se aclaraba su mente.
Se dio cuenta de que debía de estar desnuda y colgada de alguna manera. Palpando con los dedos de las manos a su alrededor, se percato de que tenia las manos y los brazos fuertemente atados por la espalda y justo presionando las nalgas notaba el tacto de algo sólido, algo que identifico como un poste, el cual aseguraba que algun objeto, no sabia que, se mantuviera profundamente introducido en su cuerpo. Movió levemente las manos y notó que los pies estaban atados también al mismo poste, manteniéndolos en una posición que cada vez le resultaba mas incómoda. Intentó imaginar su situación y se vió completamente abierta y llena de algo que debía de ser muy grande por el dolor que empezaba a notar, cada vez más intenso, sobretodo en el ano y le daba la sensación de que tenia una brasa ardiendo en su interior. Seguramente algo parecido llevaba en la boca, ya que la obligaba a mantenerla tan abierta, que ni siquiera podía tragar saliva y además comenzaba a sentir un dolor insoportable en las comisuras de los labios.
Intentó gritar, pero no consiguió que saliera sonido alguno de su garganta, ya que algo la llenaba completamente hasta dificultar su respiración incluso. Intentó moverse para cambiar la postura, pero en el momento en que hizo el amago de girar un poco sobre si misma, una terrible punzada la atravesó desde el vientre hacia la espalda, igual que si un cuchillo ardiente la hubiera traspasado por la mitad. No pudo evitar que un gemido amortiguado por la mordaza, saliera de su garganta esta vez. Casi perdió el conocimiento de nuevo, pero ya no le fue posible refugiarse en aquella especie de sueño del que acababa de salir. Estaba completamente despierta y cada vez más consciente de lo que le pasaba a su cuerpo. Una punzada no menos dolorosa en sus pechos, le hizo notar que tampoco se habían librado del maltrato al que estaba sometida. Algo hacia que notara los pezones completamente doloridos, como si los estirasen rudamente. Se percato de algo mas aun... No estaba en el suelo... debían de haberla colocado en una especie de soporte que la mantenía alejada del suelo y también noto que además de tener la boca llena con algo que no podía identificar y tensada hasta producirle dolor, también algo le rodeaba el cuello y debía de estar atado por encima de su cabeza, pues al levantarla un poco dejaba de sentir aquella opresión que amenazaba con asfixiarla.
Perdió la noción del tiempo, mientras el dolor la atravesaba cada vez con mas violencia, hasta que de pronto unos gemidos apagados, le hicieron notar que no estaba sola y que allí había alguien mas, probablemente en la misma situación que ella. Súbitamente recordó que cuando ella fue raptada, o lo que fuera que hubiese pasado, estaban con ella su pequeña hermana de dieciséis inviernos y dos amigas mas, probablemente de la misma edad. Ella tenia treinta y cinco inviernos ahora y ya hacia veinte que sus padres la habían entregado a su compañero, que siempre la había tratado mas como a una hermana que como a su mujer. Hasta que aquel terrible alud se lo llevara el día en que la luna de hielo se volvía más luminosa. Desde entonces volvió a vivir con sus padres, ya que el dolor que sentía por la muerte del hombre que la aprovisionaba de carne y pieles no le permitía volver a tener ningún otro compañero. Aunque en todos aquellos años, solo fue capaz de darle una hija, que cumpliría nueve inviernos muy pronto, una hija que era cuanto le quedaba de su vida anterior. Para su compañero, aquella chiquilla paso a ser el centro mismo de su mundo y aunque no lo demostrara abiertamente, poco a poco fue dejando de lado el lecho de su esposa, que a pesar de todo, suspiraba por una caricia y sentía como el deseo que le había traspasado el cuerpo la primera vez que la hizo suya, se iba alejando lentamente. A menudo, recurría a otras mujeres del campamento, que solo recogían su simiente con la boca tragándosela a continuación, pues era un rito sagrado, que no podía desperdiciarse la simiente de ningún hombre. Ella, en cambio, sumisa con su destino, se quedaba en la tipi, haciendo todo lo posible para que su hombre pudiera sentirse siempre orgulloso de ella y de la hija a la que tanto quería y que ella educaría para que le complaciera siempre y en todo momento. Después del alumbramiento de su hija, solo dos veces deposito su simiente en el interior de su cuerpo y por alguna razón desconocida, ninguna de ellas sirvió para hacer brotar ninguna flor en su vientre y el dejo de intentarlo para no malgastar en aquel recipiente estéril su preciado tesoro de hombre.
Un rumor de alguien hablando, hizo que dejara de lado sus recuerdos y oyó algunas voces que se acercaban. Su lenguaje era incomprensible para ella. Un momento después, las escucho justo a su lado, mientras una manos rudas y poco diestras, la recorrieron desde los pechos hasta el vientre, provocándole un respingo involuntario, que le hizo tomar conciencia de nuevo de que estaba completamente empalada a una estaca.
Un espasmo de dolor la sacudió mientras unas manos hurgaban detrás de su cabeza y sintió que la liberaban de aquel suplicio que había estado mortificándole la boca hasta entonces. El peso de su cabeza, al estar libre de la mordaza, e inclinarla hacia abajo, hizo que reparara en el collar que le aprisionaba la garganta y que ahora no la dejaba casi respirar. Intento levantarla haciendo un esfuerzo, pero no tuvo ocasión, puesto que una mano le agarro los cabellos y la obligaron a abrir la boca con una mueca de dolor, momento en el que algo caliente y húmedo paso a ocupar el lugar que antes había llenado algo mucho más duro y seco. No parecía que su tamaño fuese demasiado grande, pero momentos después, aumentó considerablemente en su boca, llenándola completamente. Fue mucho peor cuando aquello que no la dejaba apenas respirar, comenzó a moverse con rudeza llegando hasta el fondo de su garganta, provocando que la sensación de sentirse empalada resultara mucho más evidente aun, si es que eso era posible. Con cada acometida de aquel terrible ariete, notaba como se iba clavando más y más a su verdugo... aquello que le atravesaba los agujeros de su entrepierna, parecía que se introducía todavía mas en su cuerpo, hasta llegar casi a tocarse con aquella enorme barra de carne que llenaba su boca completamente hasta su garganta, amenazando con asfixiarla a cada golpe, aplastando su nariz cada vez que entraba con fuerza. Amargas lagrimas resbalaban por su cara, que se mezclaban con la saliva que le provocaban las nauseas que sentía constantemente.
Inexplicablemente y a pesar de la dureza del tormento, pensaba en la mezcla de sabores, el gusto salado de las lagrimas y el agridulce de las nauseas que la sacudían... No llego a saber cuanto tiempo duro aquella tortura, pues poco a poco fue perdiendo la noción del tiempo y de la realidad, el terrible dolor que al principio atenazaba su cuerpo, fue disminuyendo, diluyéndose en un extraño sopor y de no haber sido por aquella enorme masa que le taladraba la boca y que apenas la dejaba respirar, quizás incluso habría olvidado que estaba allí atada y empalada por todo el cuerpo. Repentinamente, la mano que sujetaba su cabeza, se retorció sobre sus cabellos y con una fuerte sacudida la estaca entró aun más en su garganta, clavándose al fondo de ella. El golpe fue terrible y aquello tan enorme se quedo quieto en su interior, pulsante y engordando todavía más que antes, mientras una masa gelatinosa se deslizaba hacia su estomago rápidamente... sin poder respirar ni un soplo de aire, perdió de nuevo el conocimiento mientras alguien gemía escandalosamente en algún lugar por encima de ella...