Nancy morena
Asi se llamaba asi mismo mi amigo en recuerdo del grupo NANCYS RUBIAS. El era para mi una maravilla.
NANCY MORENA
A vanza por la calle, con el cuerpo tieso, desafiante, fijando su vista al frente, consciente que suscita miradas y comentarios entre los que le contemplaban. Parece más una princesa que un príncipe que se presenta revestido de autoridad ante sus súbditos, apareciendo ante sus admiradores como una diva al salir del teatro donde triunfa clamorosamente que la esperan ansiosos en la puerta de los camerinos para aclamar a su adorada. Se deja amar, admirar y querer como si verdaderamente perteneciera a las Nancy Rubias a las que imita y adora.
Sus compasados pasos y su manera de caminar, comiéndose el mundo, parecen decir a los se cruzan o adelanta durante su marcha.
¿Quién se atreve a decirme algo?
Marcha altivo, contoneando el cuerpo, bailando sus caderas, moviendo sus bellas nalgas, transmitiendo una compleja relación entre los que le contemplan al pasar, de simpatía, amistad, rechazo, envidia y sentimientos contrapuestos.
A su paso inconteniblemente cada va manifestando de forma diferente lo que le inspira su estilizada, bella y, como él mismo dice riéndose del mundo, amariconada figura.
Los que le ven a menudo y les agrada su presencia fresca, juvenil y su mucha simpatía para el que ha ganado su corazón, admirando su tipo, porte y figura, le ofrecen frases cariñosas como pétalos de rosas arrojadas a los pies de una bella diva.
- ¡¡ Mi niño !! ¡¡ Qué bello vas hoy !!
Sin girar su cabeza brinda al piropo recibido una sonrisa, pues sabe agradecer las simpatías y amistades que le ofrece la gente de buena intención.
De los que no conocen el amor si no es comprado, les domina el sexo y dedican su vida y su dinero a satisfacer los placeres de su cuerpo, en los que sabe produce un terrible y concupiscente deseo, oye al pasar.
¿Quieres acompañarme, cachorrito?
Abiertamente le enseñan su monedero abierto, repleto de billetes, con ojos salidos de la orbitas al contemplar su grácil figura, movimiento de nalgas y el paquete que deja vislumbrar los bellos atributos con que Dios le dotó, confundiendo la gracia, el salero, el vaporoso saber andar de una nancy, de una excelsa, de una divina criatura, con el busconeo de los chaperos, que recorren las calles intentando captar clientes para pagarse sus vicios extras o calmar su naciente y caliente sexualidad de una manera mercantil, esporádica y sucia, en un rincón oscuro o en la trasera de un automóvil, cobrando a la vez que satisfacen sus bajos instintos.
No atiende ninguno de los requerimientos que le lanzan, está acostumbrado a oír proposiciones más o menos veladas que no le merecen siquiera mostrar su desdén y sigue su camino, indiferente a los candentes ardores sexuales que sabe origina en todos los genitales masculinos que le ven pasar.
Nota también la abierta envidia de los que le imitan que quisieran ser como él y no pueden conseguirlo porque les falta poseer su belleza y clase.
Marica - espeta a su paso alguna petarda/gay reprimida, disfrazada de una forma hortera, intentando sin conseguirlo parecer una drag, con el rencor que le comunica su incapacidad y envidia.
No soy marica, soy maricón que no es lo mismo - contesta con desprecio, desde sus zapatos de tacones especiales que utiliza para elevar su estatura y estilizar su figura, simplemente con la llama de su acerada mirada, pues sabe dirigirla tan agudamente como un estilete.
Se siente más femenino que masculino. pero estando contento con su cuerpo, no ha pensado en ninguna operación de cambio de sexo, aunque se llame a sí mismo NANCY MORENA por la tintura de su piel y porque desea parecerse a este grupo de moda de la música moderna.
Suele manifestarse indiferente exteriormente ante las admiraciones que suscita, por el desprecio que manifiesta a los que las sienten y lo publican, pero aunque parezca no darse cuenta, su vista de águila y su sexto sentido, cuasi femenino, le hacen captar todo lo que a su lado sucede. Alimenta su ego de estas admiraciones, de las palabras de elogio, de los suspiros de los insatisfechos que buscan sexo y aunque nos parezca mentira incluso de las envidias que levanta.
Este/esta NANCY MORENA, admirado por todos en la calle consiguió que también le admirase yo cuando le descubrí. No por todo lo que antecede sino porque interiormente encontré en él un chico más sensible que la mayoría, con un enorme corazón, capaz de amar cuando encuentre su verdadero par y sobre todo por ser limpio de mente y de cuerpo y fiel a sus verdaderas amistades.
A los que le conocen bien, que saben que la libertad que posee es lo que más valora, porque a sus allegados les ha confesado sus íntimos secretos y dudas y le creen y no les extraña nada de él, pero a los que le ven vestir, hablar y relacionarse exteriormente de esta manera tan abierta, desenfadada, alegre y espontánea, les extrañaría llegar a saber lo que piensa.
- Deseo ser libre, no atender a nadie que no lo quiera porque mi cuerpo me pertenece y no está en venta. Solo he practicado el sexo oral con mi novio y puedo gritar, sin mentir, ¡¡ Soy virgen !!. Mi cueva de Ali Babá está intacta, el tesoro de mi cuerpo será para quien ame y me corresponda.
Sin embargo nunca les ha dicho, está guardado en su mente, corazón y cerebro, que algunas veces, bajo esta apariencia de fortaleza se le escapan lágrimas que nadie ve, sobre todo cuando nota algún desprecio de quien le interesa o ama. Ante esta falta de correspondencia en el amor, de quien debiera dárselo, no tiene defensa, solo puede apretar el corazón y cubrirse con la coraza de despreocupación que ofrece al mundo, aunque sabe lo que es sufrir y llorar escondido en el silencio de las noches solitarias, cuando el sueño no aparece, se está con los ojos cerrados pero despierto y los pensamientos bullen inquietos, los recuerdos aparecen vivientes y los miedos de futuro se ven inciertos y difíciles de conseguir.
Hoy se ha vestido con las que considera sus mejores galas, las que le hacen parecer más bello, hasta se ha maquillado un poco porque quiere estar deslumbrante, arrebatador, como una nancy excelsa, ante los ojos de su ex novio con el que ha quedado para entrevistarse.
Ha sido él quien le ha llamado y aunque su corazón saltó de gozo al oír su voz, se mantuvo frío y atento a lo que le iba a proponer y cuidadoso de no mostrar que le sigue amando más que nunca.
Antonio quien ha sido su único amor no fue sincero con él, no le demostró posteriormente lo que le había prometido cuando iniciaron su noviazgo. Le hicieron sufrir mucho sus desplantes, sus engaños, sus mentiras y cuando su relación podía arreglarse, porque se amaban aún, en vez de decirse palabras cariñosas riñeron, se insultaron y se separaron totalmente.
Es cuando adoptó la fachada que le cubre ante los demás mortales. Es cuando se vistió de la manera que lo hace para resaltar su tipo y figura. Es cuando adoptó la imagen de Nancy que mostró en lo sucesivo en público para no demostrar la pena que lleva por dentro. Es cuando los que no le conocen lo buena persona que es, le han comenzado a tachar de zorra o puto de la calle.
Es también cuando pensó.
- Si creen lo soy, por lo menos me consideren puto de lujo, una refulgente zorrilla, una maravillosa diva que devora, con este cuerpo maravilloso que Dios me dio, los hombres que se me acercan.
Y apareció desde entonces inasequible a los que le ven pasar. Se vistió como una estrella a la que todos pueden admirar pero nadie alcanzar. Se paseó por Madrid principalmente por Chueca, "calentando al personal" pero sin sufrir él ese calor. Cuando está así de lanzado, le ven reírse, bailar o mariposear, aunque nadie sabe que cambiaría todos los goces sexuales que parece buscar, por unos momentos de acogerse solitario en los brazos del que ama y recibir de ellos besos, cariño y caricias.
Esta tarde noche NANCY MORENA había salido de su casa cuando la luz comenzaba a desaparecer del firmamento, con tiempo suficiente para poder llegar andando donde ha quedado citado. Empezaban a cerrarse los comercios y a encenderse las luces de la ciudad. Busca durante su largo paseo la aprobación de los transeúntes a su llamativa figura, desea estar bello, reluciente, vaporoso y admirado, como nunca lo estuvo, como una verdadera y real nancy, necesita cubrirse más que nunca de esa capa que le reprotege y esconde sus sentimientos ante el que va a ver.
Antes de salir telefoneó a sus mejores amigos, Jesús. Laura y sobre todo Susana, "Mamy", la mayor del grupo, la que cuida de todos como una gallina clueca lo hace de sus polluelos, a los que les dijo.
- Quiero que ese desagradecido cabrón compruebe lo que ha perdido por no haber sido bueno conmigo. No sé lo que querrá pero está listo si espera que me eche a sus pies implorando que vuelva a mi lado.
Sus amigos no contestaron pero sabían que si ese cabrón, como él le llamaba, se lo pedía adecuadamente, con unos arrumacos, varios besos y un montón de promesas NANCY MORENA se le echaría de nuevo al cuello.
Llegó al local donde había quedado citado con su ex. Miró detenidamente al personal que estaba dentro y no lo encontró. Eligió para sentarse una mesa de manera que le viera entrar en cuanto apareciera y pidió una coca cola fría.
Siempre impuntual - se dijo dispuesto a esperar poco tiempo.
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Juan Francisco Río Sagrado y Cabeza de Vaca había salido de su casa en cuanto notó anochecía. Había estado esperando que las sombras se extendiesen por la ciudad para realizarlo. Aunque nadie en su domicilio notaba sus ausencias y así había pasado también en esta ocasión, prefería no le viesen salir. Pasaba la mayor parte de su tiempo encerrado en su habitación donde poseía su propio cuarto de servicio y cuanto necesitaba. Cuando no aguantaba más, sentía el cerebro a punto de estallar y sus genitales le dolían hinchados de deseo insatisfecho, salía al exterior para encontrar con que calmar su calentura. Entonces se asomaba al pasillo y cuando no veía a nadie, desaparecía por las escaleras, que ningún inquilino utilizaba al existir ascensor, y salía a la calle en busca de lo que eliminase sus ardores y devolviese su mente y cuerpo a un estado normal.
Hacía una vida totalmente al margen de su corta familia. Sus padres y un viejo tío, solterón, hermano de su padre que recordaba siempre habitó con ellos, con quien no rememoraba hubiese tenido nunca durante su niñez una relación amistosa o familiar, que odió hasta un total extremo durante su adolescencia y juventud y ahora saber que dormían bajo el mismo techo le hacía casi vomitar de asco.
Acababa de cumplir diecinueve años pero se sentía infeliz, viejo, amargado y con muy pocas ganas de continuar viviendo.
Había sido un niño expansivo y juguetón y durante su primera adolescencia, hasta cumplir los quince años, abierto, estudioso, deportista y extrovertido. Fue a esa edad cuando se inició su cambio, hasta convertirse en lo que era ahora, taciturno, solitario, introvertido, amargado, con mal humor e incapaz de desarrollar ninguna actividad, nada que le obligarse a relacionarse con grupos de personas, por lo que dejó también de estudiar en cuanto tuvo ocasión de imponer, en aquel hogar, sus deseos.
Mientras sus padres tuvieron influencia sobre él le llevaron a diversos y renombrados psicólogos y psiquiatras pero el mal fue a peor y hacía ya casi tres años no hablaba con nadie de la casa, comía en su habitación lo que le llevaban y dejaban junto a la puerta o había comprado por su cuenta y almacenado en sus muy raras salidas. Nunca sabían si estaba dentro o había salido del piso porque su habitación permanecía cerrada con llave y estaba prohibido a todo el mundo penetrar en ella.
Su padre era un importante directivo de una compañía que fundó su abuelo y cuando comprobó que el poder de su paternidad no era suficiente para imponer el orden en su hogar, desistió de luchar porque no tenía fuerza ni ganas para ello. Dejó a Juan Francisco Río Sagrado y Cabeza de Vaca vivir a su aire, antes de convertir su casa en un verdadero infierno, y se dedicó solamente a dirigir la empresa, que por dejación de su hermano, que era propietario de la mitad, llevaba adelante él solo como único dueño.
La madre de Juan Francisco, heredera de un noble y conocido apellido, se dedicó siempre más a las relaciones sociales que atender a su familia. Pasaba de todo lo concerniente al hogar que había dejado en una señora que venía por las mañanas a atender lo necesario, en la que tenía total confianza de su discreción, con tal de que cuando regresase a su domicilio no se oyeran gritos o discusiones que les pudieran dar mala imagen ante los vecinos y conocidos. Desde que su hijo se cerraba solitario y sabía que no saldría de su encierro, hasta se atrevió a dar alguna cena a conocidos para cumplir con los deberes sociales que ella consideraba sagrados. Así en el exterior la familia de Juan Francisco pasaba por una de las más reputadas de la vecindad.
La noche aun no se había extendido totalmente por la ciudad pero se habían encendido las luces de las calles y la mayoría de los establecimientos públicos, excepto los dedicados al ocio, se habían cerrado, aunque sus escaparates para atracción de los paseantes, iluminaban las aceras cuando Juan Francisco se puso una chamarra verde e inició su andadura.
No llevaba un recorrido fijo, deambulaba por las calles que escogía menos iluminadas y concurridas, pero el objetivo final lo tenía marcado en su mente, quería llegar hasta el barrio de Chueca donde se le podían presentar las mejores oportunidades. Intentaba pensar en otras cosas diferentes de las que le habían llevado a abandonar su habitación, a veces lo conseguía e incluso se había vuelto a su domicilio, en alguna ocasión, sin intentar ninguna acción, lo que le había llenado de orgullo, pero esta noche sus pensamientos le estaban llevando al infierno de sus recuerdos y la rabia y el odio subían hasta su cerebro como la leche que hierve sale del recipiente donde está al fuego.
Compara su vida actual con la que llevó hasta los quince años que rememora fue absolutamente feliz y le rechinan los dientes de rabia y odio hacia quien echa la culpa de ser así. Idealiza y olvida los momentos que también tuvo malos en aquella edad de dudas e incertidumbres juveniles para recordar solo los buenos momentos vividos. Se amarga más al compararlos y se pregunta por qué creció, por qué se convirtió en lo que llaman eufemísticamente "hacerse hombre", al llegar hasta aquel asqueroso y dictador colgajo que tiene entre las piernas, un jugo blanquecino que le dijeron sus amigos respondía a los nombres de semen o lefa y era el jugo de la vida.
Para él la llegada hasta la punta de aquello que hasta entonces solo le sirvió para mear, significó la muerte de todos sus ideales futuros, de sus sueños adolescentes, de su total hombría, le transformó en otro ser, le amargó y destruyó su vida para siempre.
- Maldito, asqueroso apéndice que no debió haber crecido nunca - dice tocándolo a través del pantalón en la extrema dureza que lleva durante varios días seguidos, a pesar de las muchísimas masturbaciones a las que le ha sometido para ablandarlo.
En un principio aprendió de sus conocidos que se podía obtener placer sobándolo, hasta que excitado, expulsaba aquel jugo. Lo hizo muchas veces y se sentía feliz realizándolo, pero su mente y cerebro le pidieron más que aquel repetido frotamiento de su verga.
Su instinto sexual, que se comenzó a desarrollar por aquel entonces, le dijo que le atraían los hombres, que era maricón, la palabra que oía decir en el colegio para denominar a estos sujetos. Le preocupó algo pero pensó que en el resto de las cosas no era diferente a los demás chicos que conocía.
Su mayor disgusto, que recuerda le afectó y le hizo mucho pensar, lo tuvo cuando, yendo por la calle al pasar cerca de un parque, comprobó que sus ojos no se iban hacia los hombres mayores, ni hacia los de edad mediana, ni siquiera hacia los de su edad, se iban detrás de los chiquillos, los cuasi niños, a los que en su interior sentía que necesitaba atrapar, abrazar, besar y después . . . . . después se horroriza al pensarlo de nuevo, después necesitaba hacerlos sufrir, pegar, maltratar, verles llorar, sentir que le tenían miedo para finalmente follarles despiadadamente.
Una vez realizó esta operación. Pasados unos días cuando recordaba los lloros de aquel niño, la cara de miedo que ponía, que en aquel momento le hizo correrse y gozar como no lo había hecho nunca, se llamó miserable asesino, aunque el chiquillo no llegó a morir, solo a sufrir unos hematomas de los golpes que le dio y lo que en su cerebro quedase de recuerdo de aquella asquerosa acción, se denominó asqueroso entre los asquerosos, malvado, descerebrado, loco y vicioso y se prometió solemnemente que no volvería a suceder aquello.
Las masturbaciones se multiplicaron para dejar ahítos sus genitales y no le pidiesen más salidas pero notó que si iba a la calle era imposible no seguir al chiquillo que viese y le gustase. Así lo hizo al cabo del tiempo con un niño que no pasaría de tres años y otro de casi igual edad, pasados tres meses del anterior que no supieron zafarse de los regalos que les compró para engañarles.
En una ocasión cuando sus padres le iban a llevar a un psicólogo pensó declarar lo que sentía para recibir su ayuda, pero unos días antes de la consulta, pasó una cosa en su casa que le acabó de llevar a su casi locura sexual.
El hermano de su padre el que había dejado que su herencia fuese manejada y que siempre había vivido con ellos, hablaba con su madre. Pensando que él no estaba en casa y por lo tanto no les oía, no habían tenido el cuidado de bajar la voz o irse a discutir a otro lado.
Su madre le decía a su cuñado.
Te prohíbo terminantemente te acerques a Juan Francisco. Sabes que cumpliría lo que firmaste hace uno años cuando hiciste la promesa de no acecharle. Hasta ahora no he tenido necesidad de recordártelo pero estoy notando que desde que se está haciendo hombre tus miradas van hacia él.
Es ya casi un hombre y si lo que estoy viendo en él es lo que pienso, no podrás evitar que alguien disfrute dentro de poco de su cuerpo y hubiera querido ser yo quien reciba el honor de romper su culo y gozar de las delicias de su juventud, porque todo lo que poseo sería entonces para él - le contestaba éste en un tono cínico, haciendo la promesa de entregar su patrimonio futuro como pago de su virginidad.
Asqueroso marica, repelente pederasta, vete de mi vista inmediatamente y si puedo también lo haré de mi casa - era la voz de su madre con enojo, pero como siempre, sin perder la compostura.
Recuerda que la mitad de la casa es mía y del negocio también y tú disfrutas de ambos porque yo lo concedí y si me pasa algo no os tengo puestos en mi testamento.
- Sí, por callar muchas de las violaciones que has cometido y te advierto que hablaré y presentaré las pruebas que poseo si no me haces caso. Nos vendimos nosotros pero no pienso vender a mi hijo. Antes que salga tan canalla como tu, prefiero verle muerto.
Aquello acabó de derrumbarle. Había heredado lo peor de aquella familia, él además de gay y pederasta, era un desgraciado sádico. Se encerró más en sí mismo, dejó de hablar a todos de la casa, se aisló totalmente y pensó que si dejaba actuar a su instinto se convertiría en aquella cosa asquerosa de la que su madre acusaba a su tío. Esta idea le retuvo bastante tiempo sin actuar. Se sentía sucio, malvado, un desecho de la sociedad. Pero la naturaleza a veces juega malas pasadas. Su mente encontraba muchas y variadas razones para animarle a salir y no delinquir. Le decía
-Si no pruebas, si no andas por la calle y ves a gente, no sabrás si estás curado. Pruébalo, si sientes de nuevo esa sucia y temible necesidad, vuélvete a casa rápidamente.
Marchó a la calle y su instinto le llevó a cometer otras dos acciones iguales. Notó que según crecía pudo elevar la edad de los chicos elegidos y ahora su sadismo se conformaba con los de doce a quince años, aunque seguía buscando el placer haciéndoles sufrir, causándoles quemaduras, cortes y heridas y viendo sangre en su cuerpo y miedo en su rostro.
Había tenido la suerte de no ser detenido. Era muy inteligente y tomaba precauciones. Pero temía que en cualquier momento podían prenderle y llevarle a la cárcel o a un manicomio, aunque sabía no estaba loco porque continuaba sintiendo una culpabilidad que le hacía prometerse bajo juramento que nunca más volvería a suceder y así se encerró nuevamente con la intención de no salir jamás de su casa para evitar aquello tan terrible que le movía a ser un deshecho de la sociedad.
Llevaba casi seis meses sin salir de su habitación, cuando notó que los deseos insatisfechos le estaban volviendo loco de verdad, porque aunque se masturbase hasta sacar sangre en vez de semen por su polla, el mal estaba en su mente y sin fuerzas para oponerse se vio esta noche obligado, por una fuerza superior, que le obligó a dejar su refugio y salir hoy en busca de una presa.
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Antonio era uno de esos muchachos que no había tenido grandes problemas con su homosexualidad que conocía desde que tuvo trece años. Se relacionó prontamente con chicos que tenían los mismos instintos sexuales y tuvo una adolescencia, en la que solamente le faltó dinero, pero que podía considerar feliz. Era de familia humilde pero de las que se suelen llamar honradas, que le dio siempre cariño suficiente, le aceptó tal como era y atendió en lo que pudo sus necesidades.
No fue un buen estudiante pero acabó la enseñanza obligatoria bien. Al llegar a los diecisiete años no deseando continuar estudiando y no encontrando un trabajo adecuado que le diese un futuro, se alistó voluntario al ejército, atendiendo las requisitorias que el ministerio de defensa ofreció para hacerse soldado profesional, una buena paga, aprender un oficio y ayudas posteriores al licenciarse, por lo que se trasladó a Madrid.
Con lo que ganaba, aunque no disponía de mucho tiempo libre intentó divertirse lo más posible. Hizo lo que un gay puede considerar normal a su edad, conoció a muchos chicos, tuvo amores esporádicos, los folló cuando se dejaron y mariposeó y divirtió entre los que sentían como él. Podía ir por cualquier lugar sin llamar la atención porque no tenía, lo que en el argot del ambiente se llama pluma.
Un día conoció a un jovencito de 15 años en Chueca, le pareció una conquista fácil, pero al ver su interior y conocerle más íntimamente, algo en su mente le hizo respetarle. El chaval se enamoró perdidamente y se hicieron novios. No llegó a tener un contacto total, el chiquillo era virgen y lo seguía queriendo ser. Entre los dos solo hubo besos, carias y sexo oral.
Cuando el amor llega a tan tempana edad golpea con tal fuerza y se apodera de tal manera en los sentimientos que los minutos de separación con el ser amado parecen horas y las horas días. El chico aunque deseaba estar en todo momento con él, aceptaba que atendiese sus obligaciones como soldado, pero deseaba, le pedía, le rogaba y hasta llegó a exigirle que el tiempo libre que tuviese, se lo dedicase a él.
Esperar toda la semana para reunirse era un tormento de demora y si al final de ella le oía decir.
Este "finde" marcho a ver a mis padres
El desaliento primero, la tristeza y amargura al verse de nuevo solo después y la rabia y humillación de no ser el primero en sus preferencias fue horadando la roca del amor de forma que comenzó a resquebrajarse. Su noviazgo no era como lo había soñado, de abrazos, besos, acercamientos, susurros en la oscuridad de la noche y muestras continuas de cariño. Se sentía solo. Muchos fines de semana quedó en casa porque su novio había marchado a su ciudad. Durante dos meses solo pudieron verse cinco escasas veces.
Antonio se decía cuando aquel bello chiquillo, enamorado totalmente, le rogaba estuviese con él todo el tiempo que dispusiera y solicitaba la misma entrega y fidelidad que le ofrecía.
- ¿Por qué voy a cambiar mi vida? El chico me gusta, me atrae y puedo decir que estoy enamorado de él, pero mi futuro está en la ciudad donde habita mi familia y mis amigos. Mi estancia aquí solo es circunstancial.
Aguantó lo que pudo hasta que desilusionado de este primer idilio, aunque seguía totalmente enamorado, le devolvió la libertad total.
Solamente le dijo.
- No deseo mendigar amor, pienso valgo lo suficiente para tener un montón de enamorados cerca de mí. Quizá algún día te darás cuenta de lo que pierdes.
De aquella entrevista Antonio salió muy enfadado porque no aceptaba que el chiquillo le hiciese aquellas acusaciones, aunque en su fuero interno supiese que no le había dedicado el tiempo suficiente, no quería aceptar ningún pecado de omisión por su parte.
Los primeros días hasta se alegró de volver a ser libre, de salir con quien quisiera y follar si le venía en gana, pero pasado el enfado, comenzó a reflexionar si había sido demasiado egoísta. Después comenzó a sentir un vacío en su corazón al no verle, al no poderle acariciar y dejar salir de su boca las frases de amor que surgían en su garganta cuando pensaba en él. Más tarde soñaba por las noches evocando su calor, su olor, el eco de su mimosa e infantil voz, cuando le susurraba a su oído, abrazado, lo que le amaba.
Una tarde le vio pasar sin que él notara su presencia y se quedó admirado del cambio que había experimentado. Parecía había crecido en todo, en estatura, en saber andar, en remarcar su bella figura, hasta la pose que adoptaba era diferente. Le admiró pero lloró porque aquel chiquillo del que se había enamorado había desaparecido para surgir otro diferente que manteniendo el cuerpo de niño, parecía más adulto.
A partir de entonces le siguió muchas veces a distancia, le vio con nuevos amigos, comprobó como todos a su paso se volvían a admirarle y sintió terribles celos. Era de él, le amaba aun, le deseaba más que nunca, estaba tan metido en su corazón que no podría expulsarle de allí.
Su vida se convirtió en un infierno, por un lado no quería acercarse a pedirle perdón porque pensaba que hacerlo sería muy humillante siendo mayor. Por el otro, su corazón le arrastraba hacia él y le pedía claudicase. Pero hubo un momento en que su mente le hizo preguntarse.
-¿Te aceptará él de nuevo aunque le pidas perdón?
Empezó a meterse entonces el miedo en su cerebro lo que le hizo esconderse, no atreverse a dar la cara y sobre todo sufrir. Hasta que se decidió a llamarle y concertar una cita. Tenía que saber a que atenerse para un futuro, no podía vivir con esa incertidumbre.
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NANCY MORENA paseó la mirada por la sala y aunque encontró varias caras conocidas la retiró rápidamente para evitar se acercaran. Como en la barra descubrió a uno que le molestaba continuamente con miradas asquerosas cambió de posición en la mesa para quedarse de espaldas, aunque viendo bien la puerta de entrada.
Donde habían quedado citados, se trataba de un establecimiento sin pretensiones, dedicado al ocio, que por la tarde era una simple cafetería, pero que al llegar la noche por algunas de las atracciones que solía presentar y el tipo de gente que lo visitaba podía catalogarse de sala de ambiente homosexual.
Estaba en pleno barrio de Chueca pero si no se conocía el sitio exacto podía pasar desapercibido porque se situaba en un rincón que siempre estaba a oscuras, porque la pobre bombilla que alumbraba la entrada la solían romper cada poco tiempo. Era un edificio viejo que esperaba la piqueta prontamente, separado de una edificación de pisos nuevos por un callejón oscuro. Mantenía una clientela fija que buscaba allí encontrarse con conocidos que no le molestasen si aquel día no tenía la menor intención de hablar. Y también donde podían llevar tranquilamente sus nuevos ligues sin que fueran molestados por nadie.
NANCY MORENA lo solía visitar mucho, casi a diario, antes de ser novio de Antonio, es aquí donde le conoció y también donde rompió para siempre con él. Desde esta ruptura no se había acercado por allí. Decía que los malos recuerdos mejor no volverlos a la mente. Aunque interiormente sabía que no podría resistir estar en el local y no verle sentado frente a él y permanecer solo porque volvían a su cerebro los momentos maravillosos que pasó allí con su enamorado.
Miraba hacia la puerta cada vez que esta se abría pero su ex no aparecía por ella. Aunque se decía y lo pregonaba no quería nada con él, durante el camino, mientras recibía piropos, desplantes u ofertas, llegó a decirse que si le pedía perdón, quizá le perdonase e hiciera de nuevo caso, pero esta espera obligada le estaba cansando y poniéndole de mal humor.
- Puede pensar que estoy aun enamorado si me ve que le he esperado tanto tiempo sin que él aparezca. Ni loco le perdono, es así y siempre lo será, un desaprensivo que solo me quiere a su modo y ese modo no es el que yo quiero. Me marcho.
No fumaba y el humo que se concentraba en el local, que antes no se daba casi cuenta, ahora pareció molestarle y se dijo.
- ¡¡Jo!! Me está haciendo mal en los ojos que se llenan de agua. Si me ve así pensara que estoy llorando por él. . . .
Se secó las lágrimas que pugnaban por salir, se arregló algo su maquillado rostro y se dirigió hacia la puerta en un impulso de rabia y mala leche.
Paró en la acera y movió las cabeza como intentando apartar los pensamientos que le estaban martirizando. . . .
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Antonio había ido acercándose al establecimiento de Chueca donde había citado a su ex donde se le había declarado. Pensaba que en aquel local los recuerdos pasados obrarían a su favor. Llegó a tiempo para la cita, le vio acercarse, entrar y sentarse. Le vigiló a través de un roto de una cortina, pero no se atrevió a entrar. Mientras fumaba el segundo cigarrillo que había encendido con la colilla del primero, se situó en la acera de enfrente mientras seguía desgranando sus dudas y haciéndose preguntas.
- ¿Le quería los suficiente como para proponerle aceptase volver a empezar? ¿Estaría dispuesto a jurar que en lo sucesivo cumpliría todas las promesas que tendría que hacerle para ganárselo nuevamente? ¿El deseo de volver era un capricho sexual?
Al hacerse esta última pregunta una sonrisa muy especial enmarcó su atezado rostro, al recordar su cara aniñada y bella, su esbelto, hermoso, juvenil, caliente y a veces palpitante y entregado cuerpo, que había sentido durante los abrazos y besos.
Parecía que este último pensamiento le estaba decidiendo a pasar la calle y penetrar en el local, cuando notó que la puerta se abría y asomaba por ella quien estaba llenando totalmente sus deseos y pensamientos.
Comprobó que su ex se paraba, y mientras hacía gestos como de limpiarse algo de un ojo, un individuo vestido con una chamarra verde, se le acercaba por detrás e intentaba arrastrarle hacia el callejón cercano.
- o o o - - -
NANCY MORENA notó que unas manos puestas encima de su rostro le agarraban por detrás y arrastraban hacia el estrecho callejón donde daban las puertas de salida de emergencia del local y donde se acumulaban, en unos cubos metálicos, los desperdicios que la sala producía. No pudo hacer nada por chafarse de quien le empujaba hacia la oscuridad porque las manos que le aprisionaron su cara, pusieron un pañuelo sobre su boca y nariz, con alguna sustancia que le hizo perder sus fuerzas y poder de defensa.
Se sentía como flotando, veía lo que ocurría ante él, pero no poseía voluntad para oponerse. Comprobaba como una mano provista de un guante lleno de púas, asía un largo y afilado estilete que se le acercaba amenazadora mientras oía una voz ronca de deseo que decía.
Sufre y hazme feliz.. . .
Cuando el guante empezaba a rozar su rostro en el que notaba dolor, vio como en una película, que un chico surgió de la oscuridad de la noche, agarraba aquella mano, la apartaba de su cabeza y después luchaba en suelo con el individuo que le pretendió atacar.
La lucha duraba ya unos minutos a sus pies cuando el efecto de lo que le habían hecho aspirar le permitió volver algo a la realidad y gritó con todas sus fuerzas, hasta quedar ronco, pidiendo auxilio, presa de un ataque de nervios. En el local se oyeron perfectamente sus histéricos gritos y salieron en tropel. Solamente les dio tiempo de ver que un individuo vestido de una chamarra verde, huía ágilmente por detrás del callejón. Nadie lo siguió porque todos fueron a atender al joven que permanecía aun en el suelo y había recibido varios arañazos en su rostro y brazos por los que sangraba abundantemente.
Un amigo de NANCY MORENA le apartó unos pasos y le acogió en sus brazos donde rompiendo a llorar, mientras recibía golpecitos cariñosos en la espalda, expulsó toda la presión que el susto le había producido.
Mientras se reponía del semi ataque de nervios y su consciencia producida por la sustancia que había aspirado le dejaba volver a la normalidad permaneció apoyado contra los cristales del local. A escaso tres metros era atendido su salvador, al que habían ayudado los que salieron del local a levantar y a desinfectar los múltiples arañazos que había recibido en los brazos.
Ambos al quedar cercanos y de frente se miraron.
El chico que había acudido en su ayuda, vio había salvado de las asquerosas manos de un obseso sexual a casi un chiquillo, que le miraba con cara mitad de susto y mitad de embeleso, y NANCY MORENA estaba viendo ante él al joven más bello hermoso y guapo que nunca vio, que le sonreía contento de haberle podido ser útil.
Era rubio de tez tostada y poseía unos ojos verdes brillantes y luminosos y unos labios tiernos, rojos y gordezuelos que le atrajeron de tal manera, que como hipnotizado avanzó hacia él y los cubrió con los suyos, abrazándole a la vez sin importarle que con la sangre, del que se había enamorado solo con mirarle, manchase su mejor ropa.
Mientras recibió contestación a su beso y abrazo no pudo comprobar que su ex, con el que había quedado citado y que había permanecido todo el tiempo en la acera de enfrente contemplando los acontecimientos, se daba media vuelta y marchaba por donde había venido, mientras oía a su conciencia decir.
- Ya no tienes necesidad de decidir, el destino lo ha hecho por ti.