Nancy

Hay que ver lo que puede contemplar uno en el zoo.

NANCY:

Hola queridos lectores hoy les voy a contar una historia que espero les parezca excitante y morbosa.

Hola me llamo Javier y trabajo en el zoológico de mi ciudad. Hace poco que acabé la carrera de Zoología y gracias a los contactos de mis padres conseguí entrar a trabajar en el zoológico. Al principio mis funciones eran simplemente limpiar los excrementos de los animales menos fieros y paradójicamente los mas marranos. A veces me pasaba un día entero rodeado de mierda hasta los tobillos.

Puesto que había entrado a trabajar por enchufe los compañeros no me miraban con buenos ojos y me mandaban las peores tareas. Las novatadas se sucedían casi sin tiempo para recuperarme. Lo que se puede llamar entrar con el pie izquierdo en una situación. Pasaron varias semanas y las novatadas iban cogiendo un cáliz bastante cruel, ya que empezaron a incluir animales no muy agradables en ellas.

En una ocasión metieron un escorpión africano dentro de mi ropa que guardaba en la taquilla para cambiarme después del trabajo. Aunque son muy venenosos sus picaduras si las tratas a tiempo no dejan secuelas. Todos se rieron bastante con esta situación y la cara de miedo o pánico que llevaba de camino a la enfermería.

En otra ocasión, no se sabe como, una serpiente venenosa amazónica se coló dentro de mi taquilla y al abrirla me amenazó con una dolorosa mordedura. Por suerte para mi falló en su intento. No me había dado cuenta que al abrir la taquilla se dispararon varios flashes de cámaras. Me encontré varias copias de las fotos colgadas por el parque en las que también tenia una cara de pánico que a todo el mundo divirtió.

De todos mis compañeros había una persona que se mostraba especialmente cruel conmigo. La verdad que por aquella época yo no sabía por que. Pero su novatada fue la más cruel y peligrosa a la que me había enfrentado. Realmente pensaba que nadie podía ser tan peligroso en sus bromas como ella.

Si, es una mujer, ¿acaso lo dudabais?, todo el mundo sabe que las mujeres para estas cosas tienen una capacidad súper desarrollada. Saben mejor que nadie como herir a los hombres e incluso hacerlos llorar como niños recién destetados. Pues bien, paso a describirla ya que es tan atractiva como cruel. De 1,70 cm, piel blanca con pecas, pelo largo ondulado y pelirrojo, ojos marrones verdosos según la luz, nariz pequeña, afilada y empinada una punta redondita, boca pequeña con labios rellenitos en su punto. Sus pechos eran enormes, aunque no exageradamente, sino que a pesar de su voluminosidad la hacían parecer mas hermosa. Siempre llevaba la camisa del uniforme dos tallas mas grande para que no se notaran, pues supongo tenia algún complejo de pequeña. Tenia unas caderas no muy gruesas, mas bien no eran de la misma proporción que su busto, por eso parecían delgadas aunque como descubrí posteriormente eran increíbles y respingonas. Sus piernas como indica su estatura eran largas y bastante musculadas pues trataba con los primates y eso requería cierta preparación.

Como he dicho antes, ella estaba especializada en primates, sobretodo en su comportamiento tanto social como reproductivo. Es decir, conseguía que procrearán en cautividad. También me habían dicho que el porcentaje de primates recién nacidos que sobreviven en cautividad era increíblemente elevado respecto a otros cuidadores. La habían fichado expresamente de un zoológico especializado en primates de un país vecino. Pues aunque no os lo creáis exportar animales a otros zoológicos es un negocio. Cuantos mas nacen en el tuyo mas puedes ganar en sus cesiones.

Todo esto me hacia suponer que era una persona que desprendía amor para que su trabajo resultara, pues los animales como las personas necesitan amor aunque nos intenten vender que solo actúan por instintos. El problema es que no nos molestamos en entender como expresan su amor. Pero su comportamiento con las personas era totalmente distante y en cierta manera agresivo como demuestra la novatada que me gastó.

Las instalaciones donde yacían los primates estaban diseñadas por ella misma y era como un búnker por el que solo se podía acceder por una puerta. Las zonas desde donde las personas podían contemplar a los primates quedaba a los lados del búnker rodeándolo menos por la puerta de entrada. De esta manera se podían acceder sin grandes esfuerzos a todas las zonas. No estaba permitido el paso a nadie que no fuera ella, incluso era ella la que limpiaba las instalaciones. Por eso cuando un día me pidió que la ayudara a limpiarlas enseguida sospeché, aunque como ella nunca había participado en las otras novatadas y mantenía las distancias con el resto de compañeros tampoco estuve muy despierto y me dediqué a seguir sus indicaciones sin pensar.

Las instalaciones consistían en un gran pasillo con jaulas a los lados que comunicas con las zonas exteriores y al fondo un gran sala donde estaba su despacho y varias salas con quirófano y sala de maternidad. Realmente parecía un hospital con todo ese equipamiento. En ese momento todos los primates se encontraban fuera menos un par de recién nacidos que estaban en cuarentena por si sus madres los rechazaban. Todas las puertas estaban cerradas para que no pudieran entrar mientras se limpiaban pues aunque no lo parezcan son bastante agresivos con los extraños, sobretodo los machos.

Mientras limpiaba las primeras jaulas pude observar a lo lejos como se encontraba Nancy, ese es su nombre. Ella se encontraba en su despacho cuando uno de los peques se despertó y empezó a armar un poco jaleo por lo que se dirigió a ver lo que pasaba por si despertaba al otro peque. Lo cogió y este enseguida se pegó a su cuerpo y esta fue la primera vez que pude apreciar la voluptuosidad de sus senos. Me puse mas caliente que una piedra volcánica en el infierno.

Mirándola a ella entré en la siguiente jaula para proceder a su limpieza, mas bien a seguir babeando un rato más, ya que estaba más cerca y se veía mejor el espectáculo. Nada mas entrar la puerta se cerró detrás de mí lo que me despertó del letargo y me hizo entrar en la realidad. Al principio me asusté un poco y me volví a girar hacia ella para ver si me podía ayudar y me tranquilicé cuando vi que se dirigía hacia a mí con las llaves de las jaulas.

Se paró delante de la jaula mirándome con algo parecido a una sonrisa siniestra que no reconocí en ese momento. Como un tonto empecé a explicarle que se me había cerrado la puerta accidentalmente y no se podía abrir. Ella continuaba delante de mí sin hacer ningún gesto y esa sonrisa. Yo esperaba algún movimiento para abrir la puerta pero este no se producía hasta que me mosqueé un poco y le dije:

¿Me piensas abrir la puerta o que?

Pero si estas muy mono enjaulado.

Pues a mi no me hace ninguna gracia estar aquí encerrado.

Lamento comunicarte que al macho dominante que está detrás de ti tampoco le hace gracia que estés en su jaula.

En ese momento sentí un leve gruñido detrás de mí y noté que algo se movía al fondo de la oscura jaula. Creo que mi corazón se paró en ese instante, ya que el macho dominante era un simio de casi 180 kg. de puro músculo. Pegué mi espalda a la reja de la jaula como si fuera lo que más quisiera en el mundo. Y el grandullón ese se dedicaba a mirarme con cara de pocos amigos y emitía unos leves gruñidos que me acojonaban todavía más.

Te recomiendo que no le mires a los ojos pues se lo puede tomar muy a mal.

Creo que la broma ya es suficiente. Abre la puerta por favor.

Pero si os acabáis de conocer. Con el tiempo suficiente os haréis grandes amigos.

El simio empezó a moverse de un lado a otro de la jaula lentamente y de vez en cuando se paraba y se golpeaba el pecho en señal de fuerza y el sonido era atronador. Yo había cerrado ya los ojos y las primeras lágrimas caían por mis mejillas. Sentía mis pantalones húmedos y no hace falta decir por que.

Se nota que está en celo y más agresivo de lo normal. ¿Verdad?

Eso y una pequeña carcajada es lo último que recuerdo antes de despertarme en una camilla de las sala del fondo del pasadizo de las jaulas. La luz brillante me cegaba hasta que mis ojos se acostumbraron a ella e instintivamente intente localizar a Nancy a mi alrededor. No la vi hasta que me fijé en la parte donde están las jaulas. Se encontraba de pie delante de la que yo anteriormente me había quedado encerrado. No me lo podía creer, se estaba desabrochando el uniforme poco a poco. Primero se quitó los pantalones y pude contemplar que no llevaba ropa interior. Su trasero era increíble, redondito y muy blanco con algunas pecas que lo adornaban. Sin lugar a dudas eso era algo que deseaba poseer.

Siguió desabrochando su camisa botón a botón, cada vez estaba más cerca el poder contemplar sus pechos, algo que había soñado desde el primer día que entré a trabajar en este zoológico. Ese momento hacía sentir cada golpe de mis latidos como si intentara expulsar mi sangre por las terminaciones nerviosas. Mis ojos, los dedos y mi piel eran golpeados por cada latido de mi corazón. Mi temperatura subía sin control y mi boca se resecó en un instante cuando aquella diosa mostró su sinuosa figura al completo. Su busto era enorme y bien definido. Sus aureolas eran grandes aunque no excesivamente con unos pezones gruesos y redonditos. Otras terminaciones nerviosas de mi cuerpo empezaron a dar guerra, cosa que aunque los pantalones de trabajo son amplios no eran lo suficiente para sentir presión.

Abrió la puerta de la jaula y ató su camisa a la cerradura de manera que no se pudiera cerrar al entrar ella. Yo me asusté mucho pensando en la situación que se había dado conmigo. Estuve tentado de salir rápidamente y intentar evitar que entrara, pero su voz me paralizó. Se estaba dirigiendo al simio al que habían llamado THOR. Este nombre sin duda le iba ni que pintado. Alguien que podía crear ese sonido simplemente golpeando su pecho debía poseer el nombre del dios del trueno.

¿Me has echado de menos mi amor?

Se dirigía a él como si fuera su amante mientras caminaba lentamente hasta el fondo de la jaula. THOR se encontraba de pie golpeando su pecho supongo que para impresionarla, pero al que impresionó fue a mi. Joder que ruido más amenazador. De pronto Nancy se agacho a unos pasos de él y empezó a comportarse como si fuera una hembra de las que había fuera de las instalaciones. Se movía a agachada y dando pequeños saltos que me dejaron una imagen que no olvidaré en toda mi vida ni en las siguientes hasta el fin de la existencia. Su pechos se bamboleaban sin control alguno y asimétricamente. Era hipnotizante ese bamboleo, y a decir verdad bajo los efectos de la hipnosis mis pantalones cayeron al suelo y mis calzoncillos los siguieron. Que bien sienta la libertad.

Poco a poco pude comprobar como THOR se aproximaba hacia ella hasta que la sujetó con sus fuertes y peludos brazos por la cintura. Ella parecía que se quería resistir pero me daba la impresión que no lo suficiente. THOR acariciaba su pelo en busca de pulgas y garrapatas como hacen la mayoría de los plantígrados y ellas hacia lo mismo con los brazos que la aprisionaban. Poco a poco THOR dejó en paz su pelo y empezó a acariciar de una manera bruscamente tierna los brazos de Nancy. Siguió con sus pechos a los cuales dedicaba una especial atención. Los estrujaba como si quisiera obtener algo de ellos y la cara que ponía Nancy era de un placer infinito.

Cuando se cansó de jugar con sus pechos se dirigió hacia la fuente del olor de hembra que sin duda sentía ese enorme animal. Cuando llevó a su cueva del placer no dudó en meter los dedos bruscamente en ella, y creedme los dedos de un simio de 180 kg. son largos. Su expresión cambió, ya no tenia cara de placer animal. Era éxtasis puro lo que yo contemplaba en ese momento mientras mi mano ejercitaba un placer solitario.

THOR hurgaba en su en esa deliciosa cavidad y sacaba los dedos para saborear la esencia de lo que poseía. Chupaba sus dedos como si obtuviera dulce y rica miel y los volvía a meter con ansia de conseguir más. Cada vez que THOR metía los dedos Nancy movía las caderas intentado que los dedos de THOR llegaran lo más adentro posible y emitía gemidos que animaba a THOR a seguir con sus pesquisas.

De pronto, THOR dejó de meter sus dedos y cogió por la cintura a Nancy y la colocó a cuatro patas con una agilidad que parecía que lo que tenia una muñeca hinchable entre sus manos. Y casi sin tiempo a reaccionar la penetró con una fuerza increíble. Lo noté por el grito que pegó Nancy que resonó por toda la instalación. Lo hacía rápidamente y sin lugar a dudas con mucha fuerza. Sé esto por el movimiento de los pechos de Nancy. Iban de atrás hacia delante tan rápidamente que llegó a marearme mirarlos fijamente.

A los pocos minutos de contemplar este espectáculo el ritmo de mi mano se había acelerado tanto como el de THOR y una explosión de placer despertó mis sentidos. Nunca antes mis eyaculaciones habían sido tan abundantes ni violentas. Tanto que llegaron hasta la ventana por donde miraba a Nancy.

Poco después seguía oyendo los gemidos de Nancy y el bombeo de THOR se pausó entre empujón y empujón por lo que deduje que ya esta eyaculando. Dejó a Nancy en el suelo y pude ver por primera vez el tamaño del pene de ese enorme simio. No hay que decir que era proporcionado al resto del musculoso cuerpo de nuestro amigo.

Al comprobar que Nancy se recuperaba de la actividad realizada me subí los pantalones y calzoncillos a la vez y me estiré en la camilla como si no hubiera despertado del desmayo.

Sentí que Nancy me despertaba con su sequedad habitual y con unas carcajadas cínicas me pedía que me fuera que ya había hecho bastante por hoy y que si me necesitaba para otra ocasión me avisaría. Yo ya no la miraba a los ojos como siempre, mi vista se desviaba instintivamente a lo que ese uniforme 2 tallas más grandes escondía.

Espero que esta historia les haya gustado y si es así escribiré la segunda parte. Espero sus opiniones para ayudarme a mejorar puntos débiles si los hubiera.