Nalgas Locas (1)

Una sirvienta inculta y burra con unas enormes e impresionantes nalgas... Probare si su estupidez puede abrirme las puertas de su ano.

Nalgas locas Part. 1

Ese culo.....

Ese precioso y enorme culo me llevaba al límite de la cordura, poniendo a prueba continuamente día tras día mi autocontrol. Me pasaba las tardes caliente perdido, sin poder huir de la excitación ni en mi propia casa, solo por ver ese culo pavoneándose y meneándose por todas las habitaciones. Verlo ponerse en pompa cuando su dueña inocentemente se agachaba para sacar brillo al suelo.

Esas nalgas estaban moldeadas por el mismo diablo, para poner a prueba a tantos hombres como lo mirasen y hacerlos caer en la lujuria mas animal.

Me presento, me llamo rubén, actualmente y desde hace algunos años vivo en Buenos aires pero en la época en la que acontece este relato yo vivía en una ciudad española fronteriza con marruecos llamada Melilla. Yo en esa época tenía 21 años y vivía con mis padres.

Este trasero del que os hablo, pertenecía a mi criada de por aquel entonces, una mujer de unos 35 años, de raza árabe llamada Shadiya. Ella vive en marruecos con su marido (hombre al que nunca conocí) pero cruzaba la frontera diariamente para trabajar en mi casa como criada, lo cual es muy típico en la ciudad de la que os hablo y muchísimas mujeres lo hacen. Se les paga un sueldo ridículo para nosotros pero en su país es un muy buen sueldo. Pues bien, esta mujer llegaba por la mañana a mi casa, pasaba el día limpiando y ocupándose de todos los quehaceres y se marchaba a las 8 de la tarde. A veces mas tarde si considerábamos que aun le queda trabajo por hacer.

Era una mujer de una zona agraria de un país mucho mas atrasado y pobre que España como es marruecos. Por lo cual, era una mujer de una profunda incultura que no sabía leer ni escribir y el español solo lo balbuceaba. Tuvo que aprenderlo para poder cruzar la frontera a ganarse la vida como servidumbre. Sinceramente daba toda la impresión de ser una mujer estúpida y bastante burra.

Como os decía tenía un culo tremendo, grande y firme de nalgas redondeadas con forma de pompa, que a decir verdad era prácticamente lo único que merecía la pena de ella. Por lo demás era bajita, de 1,65 o así, algo regordeta y feúcha y con pechos pequeños que no llamaban nada la atención. Era como si esas nalgas fuesen demasiado bellas para que fuese justo que tuviese algún encanto mas...

En cuanto a su forma de vestir era muy austera, con forme a lo exigido a las mujeres en su religión y también por su estrato social pobre. Siempre usaba la misma ropa para limpiar en casa (aunque luego tenia una ropa mejor con la que venía y se marchaba, uno de esos vestidos de tela gruesa y que le cubren todo el cuerpo típicos árabes,), un “vestido” hasta las rodillas con pinta de no costar ni 50 céntimos, azul, con flores y con el tacto de un trapo y debajo de este una camiseta de propaganda que le dimos y un pantalón de tela. Ah, y por supuesto su pañuelo azul en la cabeza con el nudo en la frente, escondiendo su pelo como es costumbre en su país en señal de sumisión a su marido.

A mi sus nalgas me volvían loco. A cada vez que podía se las rozaba haciéndome el despistado o le pegaba el paquete al culo al pasar a su lado. Pero hubo un día que ya no pude mas después de tanto tiempo reprimiéndome. Se me presento una oportunidad que no deje escapar.

Normalmente mis padres trabajan hasta tarde y Shadiya pasaba toda la tarde sola en casa. Resulta que llegué un día por la tarde a casa, entre sin hacer demasiado ruido (aunque en principio no era mi intención) y me la encontré dentro del cuarto de mi madre probándose todas las joyas de mi madre a la vez. Ella no podría ni soñar con tener esas joyas así que supongo que estaba soñando despierta un poco.

Di un fuerte portazo a la puerta del cuarto y entré pegando gritos como un energúmeno. Con lo cual ella se asustó muchísimo y cayó de culo en la cama. Me fui hacia ella y me puse de pie justo delante suyo frente a la cama.

  • ¿Como te atreves a usar las joyas de mi madre? Tu no eres digna de ponerte eso y lo que vas a hacer es ensuciarlas! (sobreactué un poco).
  • Perdona, perdona. Yo no sabe que tu viene.... Yo solo prueba no coge nada, despue guarda. Perdona, perdona. (Repetía una y otra vez con esa voz de pito que tanto me irritaba).
  • Esas joyas son herencia de familia y tu no eres nadie para tocarlas. Te mereces un buen castigo. Si tu marido no te tiene bien enseñada lo haré yo.

Entonces la agarré con fuerza, la puse en mi regazó y le di una tremenda azotaina a ese culazo por encima de la ropa. Me estaba deleitando con cada azote, recreándome en sus gordas nalgas. Ella lloraba y pataleaba.

No paraba de repetir Perdona, perdona. Era tan tonta que parece que pensaba que de verdad aquello era para tanto.

Una vez que me desquité con su culo un rato, lo solté y la senté a mi lado en la cama sobre sus maltratadas nalgas, sin dejarla moverse, y pensé en sacarle mucho mas jugo a aquella situación. Así que me puse en plan protector con ella y quise hacerla creer que se había metido en un lío tremendo. Total no tenía nada que perder y ella era lo bastante tonta para tragárselo.

  • Mira shadiya, esto que has hecho es muy grave. En este país las leyes son muy estrictas con respecto a las mujeres que venís a trabajar sin papeles a melilla y cometéis delitos, y mucho mas si son tan graves como robar cosas de valor.
  • (

Rompió a llorar

*)

No, no yo no roba de verda, yo no roba. Solo jugar. + Bueno pues a mi no me da la gana de creerte, y si yo llamo a la policía y le cuento lo que te he visto hacer vas a tener muchos problemas. Te meterán en la cárcel aquí en España y no podrás volver nunca a tu país. Nunca volverás a ver a tu marido, a tu hijo ni a nadie de tu familia... (Me costaba aguantarme la risa al decirlo). + No no por favor, no llama por favor... (Esto iba viento en popa) te juro que ya no hace mas de verdad perdona. + Mira shadiya, tu y yo vamos a hacer un trato. Si tu me prometes una cosa lo dejaré pasar y no te pasará nada de todas esas cosas horribles que te he dicho. + Si si por favor, toda cosa que pidas. + Vale, este es el trato. Tu vas a convertirte en mi juguete. A mi solo me interesa tu culo, no me interesa absolutamente nada mas de ti, no me interesa nada mas que tengas. Yo no llamaré a la policía y no te meteré en la cárcel pero a cambio podré usar tu culo cada vez que yo quiera. + No, no por favor no puede... Yo no puede de verdad tiene marido y eso no bueno.* + Mira como ya te he dicho solo me interesa tu culo, nada mas, te prometo que ni tocaré tu coño que será solo para tu marido y nada mas. (Esto era importante ya que yo sabia de la importancia que las mujeres árabes le daban a eso, si eran un poco putillas se dejaban encular antes del matrimonio pero su coño solo es para su marido cuando estén casadas).

Ella se quedo callada un rato y pensativa, sin decir nada. El silencio me estaba empezando a incomodar así que le dije:

  • Mira, no me contestes ahora. Termina de limpiar, vete a tu casa y mañana me contestas. (Yo sabía que mañana volvería, ya que nunca encontraría un trabajo como el nuestro. Yo siempre le recriminaba a mis padres que le pagábamos mucho mas que la miseria que se les paga en las demás casas, y aunque para nosotros en España seguía siendo una cantidad pequeña de dinero, a ella le permitía vivir como una reina en marruecos. Además su marido se quedo sin trabajo y ella era el único sustento de la casa así que..)
  • …...Bueno, yo maña dice.

Me estaba dando cuenta de que era incluso mas tonta de lo que yo pensaba y estaba picando el anzuelo totalmente...

  • Bueno pues venga. Levantate y deja de una puta vez de holgazanear. Ve a limpiar bien la casa antes de irte.

Salto como un resorte y se fue a limpiar y acabar lo que le quedase en la casa. Con el miedo que le había metido en el cuerpo limpió mejor que nunca...

Una vez que acabó, se vistió con la ropa que trajo para irse a la calle y se dispuso a irse. Yo la estaba esperando en la puerta de la casa y cuando iba a salir, le abrí la puerta, la agarre de un brazo y le susurré al oido:

-”Mañana quiero una respuesta”

Y entonces le propiné un sonoro azote en una de sus grandes nalgas y ella salió disparada por la puerta. Era como cuando se lo haces a un caballo para que arranque a correr. Me hizo gracia pensarlo...

El resto del día lo pasé impaciente y me fui a dormir temprano. Esperando al día siguiente como un niño chico el día antes de navidad para recoger su regalo.

No estaba seguro de si aquello funcionaría. En fin sabia que ella era bastante tonta, pero no sabia si tanto.

Al día siguiente, me levanté y fui a la cocina a preparar un café para despertarme del todo. Solo quedaban en casa mi madre, que estaba apunto de irse a trabajar, y Shadiya, que llevaba desde muy temprano en casa trabajando (Sabia que volvería). Salió mi madre por la puerta rumbo al trabajo y me despedí de ella. Ahora si, estábamos solos yo y mi presa...

Estaba yo sentado leyendo el periódico en la mesa de la cocina, saboreando mi café, cuando apareció shadiya. Vestida con los harapos que solía llevar siempre. Se cuadró delante de mi y dijo:

  • Vale.... (con su voz de pito y con la rudeza que pronunciaba la letra V. Vicios de la lengua árabe).
  • ¿Perdón?
  • Lo que tu me dice ayer.... Vale

En ese momento se me iluminó la cara. No podía creermelo, había funcionado!, mi ridículo y poco elaborado plan había funcionado! Desde luego ella era, como mínimo, tan tonta como yo pensaba. La había engañado como a un chino y ella había picado el anzuelo hasta el fondo. Estaba dispuesta a dejarme usar su culo! Una sonrisa de profunda satisfacción, provocada por una gran sensación de victoria, inundó mis labios.

  • Que bien me lo voy a pasar contigo.
  • Yo presta mi culo ahora y ya todo olvida vale?
  • No pequeña no... No te hagas la tonta que tu sabes muy bien lo que te propuse. Tu vas a tener que ser mi mascota, mi juguete. Y yo puedo usar mi juguete cuando a mi me apetezca. Si un tengo un mal día quiero poder llegar a casa y desquitarme con tu culo. Si estoy agobiado por los exámenes quiero poder correrme en tu culo para relajarme. Y quiero usarlo también para quitarme las erecciones mañaneras. Pero bueno si no estas de acuerdo no pasa nada, llamo a la policía y se acabó.
  • NO, NO LLAMA.....Vale....
  • A partir de ahora tu culo me pertenece. Dilo.
  • Mi culo te permetece.
  • Estúpida inculta no sabes ni decirlo... A ver mas fácil. Repite conmigo: “mi culo es tu juguete.”
  • Mi culo es tu juguete. (Decía con su mala pronunciación y agachando la cabeza).

Entonces decidí entrar en acción, no fuera a ser que se acabase por dar cuenta de su estupidez antes de poder descargarme en sus entrañas. Me levanté de la silla, extendí mi brazo hacia ella y acaricié suavemente su cara de forma casi paternal. La vi temblorosa, bastante asustada por lo que se le venía encima y quería tranquilizarla. No por que me importasen sus sentimientos, que no me importaban ni lo mas mínimo dicho sea de paso, sino por que no quería que el miedo o el sentimiento de culpa la hiciesen echarse atrás.

La trataría con mucha delicadeza esta primera vez. Esa hembra asustada, de profunda y total incultura, era como un animalillo salvaje e inocente, al cual debes acercarte muy despacito y con mucha suavidad para atraparlo, si no quieres que se espante y salga corriendo. Y yo estaba decidido a atrapar a ese animal y convertirlo en mi mascota.

Seguí acariciando su cara como se acaricia a un animal para ganarte su confianza.

  • Tranquila, voy a ser muy bueno contigo. No tengas miedo. - le dije.

Ella asintió nerviosamente con la cabeza y yo seguí con mi cacería. Dejé de acariciarla y subí mis manos hacia su cabeza, dispuesto a desanudar el pañuelo que cubría sus cabellos. Tenía muchas ganas de hacer esto, ya que, en sus creencias, era un símbolo de su fidelidad y sumisión hacia su marido, promesas que estaba apunto de obligarla a quebrantar.

Agarré el nudo en su frente y empecé a deshacerlo, muy lentamente, recreándome. Me excitaba pensar que aquello era como cuando los indios americanos cortaban la cabellera de aquellos a quienes derrotaban. Como ellos, yo también me quedaría aquel pañuelo como símbolo de victoria.

Termine de deshacer el nudo y deslicé el pañuelo hacia abajo retirándolo y liberando su pelo negro azabache. Ella seguía mirándome fijamente con los ojos muy abiertos y sin decir una palabra. Esta situación la superaba y no era capaz de articular palabra.

Entonces la agarré de un brazo y la dirigí hasta mi cuarto al final del pasillo. Tranquilamente y despacio, como he dicho no me convenía actuar con rudeza. Por el camino posé mi mano en una de sus grandes nalgas y la acaricié suavemente en el corto trayecto. Me gustó su tacto.

Ella caminaba muy despacio, sin duda no quería llegar al final de ese pasillo, ya que sabía lo que le esperaba allí, era como un cerdo andando hacia el matadero. Pero yo no tenía ninguna prisa, disfrutaba martirizándola.

Una vez que llegamos a mi habitación ella dejo escapar un suspiro. Entonces me situé detrás de ella, yo actuaba con mucha parsimonia, cosa que seguramente la ponía de los nervios. Me quede unos segundos detrás de ella observando su trasero. Un buen festín empieza entrando por la vista, y yo estaba disfrutando mucho de la visión del precioso plato que estaba apunto de degustar. Puse entonces cada mano en cada una de sus nalgas, las apreté con fuerza y empecé a empujarla así agarrada, llevándola hasta mi cama. Ella seguía sin hablar.

Mi cama tenía otra cama debajo con ruedas que se podía sacar tirando de ella, con lo que quedaba una cama mas alta que la otra si sacabas las dos. En este caso la otra cama estaba guardada debajo y la principal queda a la altura mas o menos de la cintura.

La puse contra un lateral de esta cama (el otro daba a la pared), solté su culo (solo por un momento) y la empujé hacia delante muy suavemente agarrándola por los hombros. Ella solo se dejaba hacer y puso las manos sobre la cama. Puse una de mis manos delante, en su pelvis y otra detrás en sus lumbares, empuje con ambas manos y conseguí arquear su espalda, dejando su culo en una posición perfecta para mi.

Ella quedó fija en la posición que la dejé, como una manejable muñeca. Entonces agarré el borde de su vestido por detrás y lo levanté por encima de su culo. Su pantalón y sus bragas era lo único que protegía su gran culo de mí. Agarré ambas cosas de una vez con las dos manos y empecé a bajarlo muy despacio, disfrutando de cada centímetro de ese majestuoso culo desnudo que aparecía ante mi.

Baje las bragas y el pantalón lo justo para sacar el culo, y los dejé ahí, como ya le había dejado claro, su culo era lo único que me interesaba de ella.

Di unos pasos hacia atrás para contemplar con perspectiva mi conquista. Ahí estaba por fin, ese gran culo que tanto había deseado poseer, totalmente al aire y ofreciéndoseme como ofrenda por mi silencio.

Extendí mis brazos y magreé, manoseé y estrujé ese precioso culo tanto como quise. Sus nalgas eran tan grandes que mis manos no podían abarcarlas. Desde luego eran mejor aun que como me las había imaginado. Su piel era tan suave como la de un bebé y tan tersas como un tambor. Apretaba sus nalgas con fuerza y las separé la una de la otra para dejar bien expuesto su ojete, sobre el que escupí varias veces.

Entonces abrí los botones de mi pantalón y saqué mi rabo totalmente erecto. Me acerqué lentamente y pegué todo mi cuerpo contra ella, dejando mi rabo entre sus nalgas.

Que maravilla de sensación... sus nalgas aprisionaban mi miembro firmemente, era casi como tener la polla entre dos pelotas de baloncesto de duras y tersas que estaban esas grandes nalgas.

Noté que le temblaban las nalgas, al compás que el cuerpo. Estaba muy tensa y eso no me convenía para penetrar su ojete. Así que pase mi lengua por su cuello y lamí y mordisqueé sus orejas. Ella se empezó a relajar y ronroneaba como una gatita.

Seguí comiéndole el lóbulo de la oreja y empecé a mover mi cintura, restregando mi pene contra su culo arriba y abajo. Vaya trasero.... Como lo voy a disfrutar de aquí en adelante.

Entonces estiré un brazo hacia arriba, donde tenía un bote de vaselina guardado en un armario. Me costó separarme de su culo pero tuve que hacerlo para poder embadurnar mi pene de vaselina. Lo hice y me eché muchísima para asegurarme de no tener problemas para meterla en ese agujerito. Después cogí el bote de vaselina y lo apreté sobre su culo, embadurnando sus nalgas por completo, ella dio un respingo, gasté todo lo que quedaba del vote en empaparle el culo. Luego se lo restregué bien en el ano y metía varios dedos con vaselina hacia adentro para deslizarla también por sus entrañas.

Ya no podía mas, necesitaba reventar ese culazo así que apunte la punta de mi pene hacia su entrada con una mano, la agarre de un hombro con la otra y di un empujón con todas mis fuerzas. Ella abrió los ojos al máximo y dijo algunas cosas en árabe.

Una vez que tenía dentro la punta, puse mi otra mano sobre su otro hombro, y agarrándola por los dos empecé a empujar con todas mis fuerzas y a tirar de ella hacia mi. En un momento tenía todo mi rabo incrustado en su intestino.

Ella pegó un grito sordo que sonaba como un bramido del animal que era, y respiraba agitadamente como si hubiese echo un gran esfuerzo y su esfínter palpitaba sobre mi pene. Yo estaba en la gloria en ese momento.

Separé mi tronco de ella dejando mis caderas contra sus nalgas, para poder tener una buena perspectiva de mi nabo atorando ese delicioso culo. Empecé a mover las caderas atrás y adelante muy despacito y disfrutaba viendo como se hundía cada centímetro de mi polla en ese poderoso culo.

Volví a pegar mi pecho a su espalda y puse mis puños contra la cama. Bombeaba su gran culo muy, muy despacito. No estaba dándole por el culo, estaba haciéndole el amor a su culo. Ya dije que esta primera vez iba a ser muy considerado con ella. Mientras tanto, ella empezó a sudar abundantemente y chirriaba graciosos gemiditos como un ratoncito.

Estaba disfrutando aquello tanto como había imaginado. Subí poco a poco el ritmo de las embestidas. Sonaban sus nalgas como si golpeas cuero mojado y la cama, como su culo, aguantaba estoicamente las embestidas haciendo mucho ruido. Volví a separar mi tronco de su espalda para mirar mi polla entrar y salir de su culo. Separé sus nalgas con las manos y las apreté con muchísima fuerza, tanta que tuve que hacerle daño y dejar las marcas de mis dedos en sus cachetes.

Llegué subir el ritmo de mis embestidas hasta que alcancé el máximo ritmo que mis caderas, y su esfínter, eran capaces de soportar y me corrí dentro de su intestino como nunca antes me había corrido. Lanzaba un chorro detrás de otro y descargué por fin en su culo todas las calenturas que este me había provocado. Una vez hube vertido en ella hasta la ultima gota de leche que había en mis pelotas, me dejé caer sobre su cuerpo aprisionándola contra la cama, tomé unos segundos para recuperar fuerzas y saqué bruscamente mi pene de su culo, sonando un choff y cerrándose su esfínter lentamente.

Me separé de ella y me puse a su izquierda, al lado de la puerta de la habitación. Extendí un brazo y agarre una nalga, la apreté con fuerza, tiré de ella hacia mi abriendo su culo bañado en vaselina para dejar ver su esfínter palpitante expulsando leche y le dije:

  • Bienvenida a tu nueva vida. Nalgas locas.

Me gustó ese nombre que me salió de improvisto, nalgas locas. A partir de ahora la llamaría así. Al fin y al cabo, una mascota no puede tener nombre de persona...

Continuará...