Nadie toca a la sobrina de Eva

Es malo meterse con algún familiar de Eva.

Eva, Angelina y Saula eran tres mujeres adineradas y con mucho poder. Eran también algo mayores pero conservaban ese cuerpo que volvía locos a los hombres. Con dieta, gimnasia y una genética envidiable, las tres tenían el cabello de color negro. Sus pechos en aquellos pequeños bikinis provocaban una ola de fantasía y placer en la intimidad a quienes las veían. Las tres vivían juntas en una urbanización de las más lujosas. Una casa con tres plantas, todo tipo de comodidades y una gran piscina donde darse un buen chapuzón.

Una de las sirvientas acudió a llevarles la bebida mientras descansaban en aquellas sombrillas, disfrutaban del frescor del viento en su cuerpo. Mientras charlaban entre risas, acudió otra de las empleadas junto a un joven chico de unos 18 años. Era un poco bajito, algo musculoso y solo verle la cara sabías que era de esos tíos arrogantes.

—Señoras, Manuel ya está aquí—dijo ella antes de retirarse.

Recién había llegado a sus oídos que aquel prepotente chico se había metido con la sobrina de Eva a quién las tres guardaban mucho cariño. Incluso la empujó dejándola avergonzada frente a todos.

—A ver, ¿qué coño quieren?—preguntó este mientras se rascaba su paquete. No había podido evitar tener una pequeña erección al verlas así.

Eva llamó a su sobrina que apareció al poco con un pequeño bañador. Ambos tenían la misma edad y se le notaba ya los cambios. Manu en aquel momento tuvo ganas de follarse a esa muchacha en lugar de haberla empujado.

—Muy bien, quiero que le pidas perdón—dijo ella.

—¿Qué?, ¡ni hablar, esa perra va provocando!.

—¿A quién?—pero su tía la interrumpió.

Las otras dos mujeres bebían tranquilamente observando la escena.

—O por las buenas, o por las malas—dijo Eva.

—¡Me puede comer el rabo!.

—Muy bien—chasqueó los dedos y varias sirvientas aparecieron.

Dos de ellas le agarraron de los brazos aplicando una llave de forma que sus brazos se quedaron sin fuerza alguna mientras la doncella restante le desprendía de sus pantalones cortos.

—¡Eh, para, para!—las mujeres incluidas su sobrina se echaron a reír al ver aquel pene un poco erecto. Era muy normal y con las risas, toda aquella dureza se perdió.

—Yo te lo he advertido—dijo ronroneando en su cara—ven sobrina.

Ella se acercó y Eva le comentó algo al oído haciendo que la joven esbozase una enorme sonrisa de complicidad. Luego, ordenó a la chica que le abriera las piernas desde atrás y le dejase en aquella posición. Manuel intentó forcejear pero no pudo hacer nada. Su pequeña polla colgando graciosamente junto a sus huevos que no eran más que dos bolitas colgando, dañaron su orgullo.

—Cuando quieras—dijo ella separándose.

La joven pilló carrerilla y fue directo a este. Cuando Manuel se percató de su idea, fue demasiado tarde pues un sonoro ruido resonó por la zona de la piscina seguido de un grito de dolor. Las tres soltaron para dejar que este agarre sus pelotas ante las risas de las mujeres, incluidas las doncellas cuyo trabajo había terminado.

—Anda ven—Eva lo arrastró desde el suelo de una pierna mientras su sobrina lo hacia de la otra.

Angelina y Saula prepararon una bolsa con hielo para colocar al joven sobre esta para. Habían grabado toda la escena. Manuel lloraba roto de dolor y trataba por todos los medios de que descendiera pero no había forma humana de hacer eso.

Eva comenzó a masturbar su pene ante la mirada incrédula de este. Le dolían las bolas pero se dejó hacer porque el placer lo pagaba con creces. Comenzó a gemir entre dolor y placer, un sentimiento extraño. Todo era grabado por el resto de mujeres que sonreían viendo la escena.

—Oh dios...oh dios...—gimió mientras notaba que estaba a punto de estallar. Su pequeña polla cuando estaba erecta no cambiaba mucho.

Tras unos pocos segundos más, estalló dejando la bolsa y el suelo manchado. Al principio fue maravilloso pero al cabo de unos segundos se agarró sus huevos y comprendió todo. Lo hicieron para aumentar el dolor.

—Será mejor que te des un pequeño remojón en el agua, está fresquita—le sugirió Eva.

—Si...—lo único que quería era salir de allí.

El sol pegaba fuerte y estando desnudo, el agua le sentaría de maravilla. Además, estaba fría porque la habían cambiado esa misma mañana.

—¡Manuel!—llamó la joven.

—¿Sí?—preguntó este girándose.

¡PUM!, la tremenda patada que se llevó en los huevos fue tal que lo tiró al suelo donde segundos después de un pitido en los oídos, perdió el conocimiento. Las tres mujeres aplaudieron todo y obvio, lo habían grabado. Ordenaron a las sirvientas llevarlo a casa desnudo y con una nota que decía que si contaba eso, los vídeos y fotos de su pequeña virilidad y sus testículos golpeados iban a verlos todo el mundo.

Manuel nunca más se metió con ella. Y mucho menos ser un egocéntrico.

Meses después, su sobrina llegó llorando de que un imbécil la había obligado a chuparle la polla o colgaría algunas fotos sexys que le habían robado.

—Layla y Sherry, traedme a ese chico—ordenó Eva desde su butaca. Su sobrina esbozó una sonrisa sabiendo lo que estaba por venir. Mientras, sus dos amigas deseaban en aquella ocasión participar.

En la próxima Saula y Angelina tendrán protagonismo. ¿Qué les gustarían que hicieran?.

Un saludo.