Nadie sabe para quién trabaja

Una pareja de amantes ve frustrado su encuentro y la realización de sus fantasías por un inesperado accidente de tráfico que, sin embargo, permite que ella cumpla la de follar en público y ¡con dos hombres al tiempo!.

Les voy a contar lo que me pasó hace poco por andar de caliente. Ya antes les había platicado de mis aventuras con mi muy querida amiga Martha. Ese día quedé de recogerla después del trabajo, el problema es que para ir de mi oficina a la suya hay que atravesar casi toda la ciudad y en esas horas de pleno tráfico, se vuelve un problema, así que una vez que estuve fuera de su oficina y que se subió a mi coche, pensamos en qué ocupar el tiempo.

Decidimos ir a tomar un café para después, una vez que disminuyera el tráfico, irnos hacia nuestro nidito preferido que se encuentra de nuevo al otro lado de la ciudad. Ya durante el cafecito, habíamos empezado a hablar de cosas que cada vez nos calentaban más, así que entre visita de mesero y visita, había tenido oportunidad de tocar sus deliciosas y enormes tetas, pellizcar sus pezones, e inclusive llegué a mojar mis dedos dentro de su deliciosa vagina.

Cuando por fin llegamos al estacionamiento, que por cierto se encontraba algo oscuro, le volví a meter mano y ella estaba calentísima. Por unos segundos me sacó la verga y me dio un par de chupadas que me pusieron como loco. Quería llegar cuanto antes a ese hotelito que nos gustaba tanto. Si no hubiera sido por el movimiento que había en el estacionamiento seguro habríamos acabado cogiendo ahí mismo.

Lo mejor era irnos rápido de ahí. Cuando llegué a la vía rápida que habría de conducirnos a nuestro destino, me topé con que había muchísimo tráfico aún, y debido a mi condición de casado, no me podía dar el lujo de perder ese precioso tiempo, así que le hice una propuesta. "Qué te parece si en vez de irnos por esta vía, nos desviamos un poco hacia la carretera federal, daremos más vuelta, pero mientras vamos en carretera me puedes dar una buena mamada". Ella se me quedó viendo y me dice, "De acuerdo".

De inmediato me desvié y a pesar que sería más vuelta y pagaríamos peaje, valdría mucho la pena.

Camino a la carretera empezamos a platicar de nuestras respectivas fantasías, ella me dijo que le encantaría hacer el amor en un lugar público pero que le daba mucho miedo, yo le dije que quería rasurarle la concha y eso la excitó mucho. Antes de llegar nos pararíamos en alguna farmacia y compraríamos lo necesario. Todo eso que hablábamos nos iba calentando más y más, pero aún no llegábamos a la carretera y no podíamos empezar. Así que le pregunté si podría quitarse el sujetador sin desabrocharse la blusa y me dijo, que por supuesto, a lo que procedió de inmediato. Esto estaba como un horno, en un momento ya estaba con la blusa completamente desabotonada y enseñándome las tetas, yo ya le había mordido los pezones entre semáforo y tráfico. Le había vuelto a meter los dedos en el coño y todo iba bien ella ya estaba cerca del orgasmo cuando noté la desviación para tomar la tan añorada carretera que me llevaría a realizar uno de mis más anhelados sueños, el que me la mamaran hasta el final mientras iba manejando. Todo iba de maravilla cuando al confundirme de camino y tratar de corregir, caí en una enorme zanja y golpeé el coche con una roca que me partió el tanque de gasolina.

Después del tremendo susto y de tomar conciencia de las cosas, bajamos del auto y al darme cuenta de que estábamos en medio de la nada, de noche y completamente solos, empecé a preocuparme por Martha ya que mi ciudad no es muy segura que digamos. No sabía qué hacer, lo primero era tratar de acomodar el coche de manera que no fuera peligroso. En ese momento se apareció un taxi y se detuvo para ayudarme. Hacía mucho frío y el tipo se veía decente. Después de explicarme donde estábamos, pude pedir ayuda por el teléfono móvil y mientras tanto le pedí al muchacho que llevara a Martha a su casa lo que me costó una fortuna y mucho más, porque ahí viene todo el detalle.

La grúa finalmente vino por mí después de un par de horas de esperarla y me llevó a un taller donde me repararían el coche, yo ya cansado frustrado y muy de malas me fui directo a mi casa.

Después me enteré de lo que pasó con Martha y aquí se los platico con el mayor detalle posible, como me fue contado ya que fue una historia muy excitante.

Ella se quedó muy caliente y el muchacho no era desagradable, así que después de recorrer el camino que me debió de haber llevado a mí a la gloria y llegar a la casa de Martha, se dieron cuenta de que no podía entrar debido a que no traía consigo sus llaves y no había nadie para abrirle. Se quedaron un rato platicando, él se ofreció a acompañarla para que no estuviera sola en la calle y en ese frío, se empezaron a conocer, se cayeron bien y después de un rato decidió invitarla a un bar que conocía por la zona con muy "buen ambiente".

Ella, ya en confianza con él y agradeciendo el favor de hacerle compañía y sin otra cosa mejor que hacer aceptó, no sin olvidar la humedad en sus pantaletas. Llegando al bar, que se encontraba un poco oscuro y con una música suave, se acomodaron en una esquina alejada y empezaron a platicar y tomarse unos tragos. Todo lo que hablamos ella y yo acerca de su fantasía del lugar público le vino a la cabeza. Todo estaba perfecto, un lugar al que no frecuentaba ni ella ni sus amistades, un desconocido de relativa confianza y al que le había tomado cierta amistad, un calor en su entrepierna difícil de soportar y poca ropa interior debido a nuestros juegos en el auto, todo estaba listo así que se lanzó al ataque y nuestro amigo taxista poco se resistió. Al poco rato ya se encontraban bailando muy pegaditos y pasándose las manos por todos lados. Este amigo, rápido se dio cuenta de lo vulnerables que son los senos de Martha, y debido a la falta de sujetador en menos de lo que se dieron cuenta ya le estaba apretando los pezones con dos dedos, Martha se le pegó más y no con mucho disimulo le bajó la bragueta, metió una mano dentro del pantalón a pesar de que no había mucho espacio y sacó su miembro. A pesar de que había mucha gente parece que nadie más se preocupaba por ellos o al menos eso sintió Martha que al amparo de la oscuridad se agachó un poco hasta que logró tener su miembro en la boca. Él se volvía loco, así que se retiraron un poco más, hacia las barras del fondo en el que parecía más factible acercarse. Tomaron sus copas y se ubicaron detrás de una barra alta del fondo dando la espalda a la pared del fondo y de frente a todo el antro y bajo el amparo de la barra.

Él se colocó detrás de ella, levantó su falda, que no ofrecía mucha resistencia, pero sí ayudaba un poco en el disimulo, se sacó la verga y le bajó la tanga hasta el suelo. Pronto le arrimó su aparato, ella paró sus deliciosas y duras nalguitas y dejó paso libre a su miembro que sin mucho trabajo entró hasta el fondo del primer empujón. A pesar de que la música era suave, el volumen era lo suficientemente alto como para esconder el grito de Martha, parte por sorpresa y parte de gusto. El saber realizada su fantasía la estaba poniendo muy cachonda, ella tiene la virtud de venirse fácilmente si se le estimula correctamente y él estaba haciendo un buen trabajo, mientras tenía su fierro bien metido en la conchita deliciosa de mi Martha, con una mano torturaba un dolorido pero extasiado pezón, amasando su deliciosa tetota con la otra no dejaba de manipular el clítoris enardecido.

Así estuvieron un momento hasta que Martha se vino por primera vez, parecía que cantaba al ritmo de la música y movía su cabeza de un lado a otro con los ojos cerrados y su boca abierta jalando aire. Cuando abrieron los ojos, se dieron cuenta de que aparentemente nadie se había percatado de su osadía, así que siguieron, él seguía adentro de ella, así que se retiró un poco la volteó, tomó su cabeza y la empujó hacia abajo. Ella se agachó y comenzó a mamarle el pito, lo hacía con desesperación tal que no se dieron cuenta que al fondo, desde una de las casetas telefónicas otro tipo había estado viendo todo, después de colgar con quien estaba hablando se acercó sigiloso, puso una mano en el hombro del taxista al que al parecer conocía, se sacó igual la verga y le tocó la cabeza a Martha. Ella abrió los ojos, se topó con una verga más, volteó a ver los ojos del taxista, este alzó los hombros como diciéndole "como quieras". Martha pensó "bueno ya estamos en esto de las guarradas" y con la calentura que tenía dejó la verga del taxista y se tragó la otra, pasaba de una a otra hasta que el recién llegado levantó a Martha, le levantó la falda, ella ya tenía las tetas al aire y por la espalda le empezó a meter la verga desde atrás. Martha se vino de nuevo muy pronto, ahora dobló el cuerpo hasta que de nuevo se pudo tragar el miembro del taxista que había seguido masajeando, mientras desde atrás era violada por un total desconocido. Cuando estaba alcanzando el tercer orgasmo, el taxista se vino en su cara, y su amigo dentro de su coño, así que ella explotó en el más grande orgasmo que había tenido jamás, para mi desgracia.

Se arregló un poco y corrió al baño de mujeres para asearse. Cuando regresó a la barra, ya el extraño no estaba, se colgó del brazo del taxista y le pidió que la llevara a su casa. En el camino todavía le hizo la mamada que me había prometido a mí y se tragó toda la leche de aquel que la había salvado de permanecer helada y en riesgo en aquella zanja en la que cayó mi auto. Al final me quedé con las ganas, y muy caliente cuando al día siguiente me platicó todo lo que hizo, pero lo importante es que prometió pagarme con creces lo que dejó pendiente, yo por lo pronto no pude evitar masturbarme en mi oficina cuando me platicó todo eso.

Espero les haya gustado mi historia, y si quieren enviarme sus comentarios, me dará gusto recibirlos en mi dirección: felixito@usa.net