Nadie es lo que parece (1)

Una investigacion, cambia de rumbo, y ahora los investigadores son las victimas, el futuro ya no esta en sus manos si no en sus cuerpos.

Cristina regresaba a la conciencia inmersa en un mar de confusión, la cabeza le daba vueltas y le costaba un poco respirar. Trató de moverse y sintió como sus manos y piernas continuaban sujetas por unas correas a la camilla en donde reposaba. Estaba desnuda con el cuerpo cubierto de sudor y una oxidada lámpara oscilaba desde el techo con una mortecina luz.

La mordaza le apretaba en la cara pero le dejaba algo de movimiento para ver las paredes que la rodeaban cubiertas moho y humedad. Era algún sótano. Entonces comenzó a recordar.

Su misión de reconocimiento había sido detectada y los habían capturado. Su grupo de tres elementos tenía instrucciones de registrar los movimientos de la mansión en cuestión. Llevaban alrededor de dos días ocultas en un bosque cercano, tomando fotos y captando imágenes infrarrojas entre otros datos, cuando de alguna manera cayeron desmayadas y luego vino el suplicio.

Darla y Nohemí que eran sus compañeras habían caído también y ahora nada sabía de ellas. Recordaba que su jefe las había seleccionado entre un grupo selecto, por sus habilidades de espionaje y de disfrazarse, y si debían huir, era mas sencillos para mujeres perderse en la multitud del pueblo cercano. Pero algo había salido mal.

Recordó haber despertado con un fuerte dolor de cabeza en otra habitación junto con sus compañeras cuando 5 guardias irrumpieron y las desnudaron a golpes y tirones. Las tres conocían de técnicas de intimidación y estaban entrenadas así que ninguna dijo nada.

Pero luego las separaron y a ella la llevaron a esa mesa en donde la amarraron y sin decirle palabra le colocaron una especie de vibrador pegado a su vagina. Ahora recordaba las calidas vibraciones del aparato encendiendo su cuerpo y como su piel se erizaba. Pocos minutos faltaron para que alcanzara un delicado pero largo orgasmo, el cual trató de reprimir solo dejando escapar pocos gemidos. Pero el instrumento seguía ahí, vibrando, calentándola, excitándola, y aunque trató de moverse para separarse de él, el segundo orgasmo fue mas intenso dejándola mas agotada.

Un guardia entraba cada cierto minuto y le revisaba las correas y luego aprovechaba para manosear su atlético cuerpo. La lascivia en su cara era suficiente para saber que sería poseída por ese animal, pero luego del tercer orgasmo realmente no le importaba.

Su cuerpo seguía recibiendo las olas de placer que cada vez se iban haciendo mas largas e intensas. Sus labios se resecaban y sus pezones apuntaban al techo a punto de explotar. El cuarto orgasmo la hizo convulsionar llevándola al paroxismo y a la desesperación. Pero el aparato seguía vibrando en su vagina.

Basta!!! Por favor… gritó, luego de recuperar su aliento.

El guardia se acercó con una sonrisa y le colocó la mordaza de cuero en la boca con una bola de goma y la manoseo unos minutos más. Pero la tortura siguió entre sus piernas quemándola de placer. El próximo orgasmo fue más suave pero su cuerpo agotado ya no reaccionaba. Estaba entregado al placer, y su mente comenzó a perderse y a quebrarse. Estaba exhausta y hubiese asegurado que llevaba más de dos horas, cuando perdió el conocimiento y su mente solo escuchaba a lo lejos el zumbido del mortal y placentero aparato.

Ahora estaba un poco mas alerta y despierta. Le habían retirado el aparato de su vagina pero aun sentía que le ardía. Aunque el ardor era extraño, sentía como si estuviese irritada, tal vez la hubiesen afeitado pero no estaba segura.

Darla despertó acostada en el piso y su instinto la hizo levantarse de golpe, sin embargo notó que unas amarras la mantenían pegada al suelo en las rodillas y las muñecas. Miró alrededor y se dio cuenta que estaba en un pequeño cobertizo de paredes de madera. El suelo era de tierra seca y había algo de paja a un costado, también seca. Su piel desnuda estaba polvorienta y algo lastimada como si la hubiesen llevado arrastrada. Detrás de ella escuchó el ladrido de algunos perros pero al parecer estaban detrás de una reja de la cual trataban de salir. Dio gracias a Dios por la reja.

Un guardia entró y cerró la puerta. Darla vio que había sol afuera así que era de día, pero no pudo precisar la hora. Cuando el guardia se acercó ella trató de forcejear para liberarse y este le propinó un buen golpe en el estomago dejándola indefensa y dolorida, además de sorprendida.

  • Pronto aprenderás a ser una buena perrita… y le acaricio el cabello.

El guardia aprovechó la incapacidad de Darla para acostarla sobre un largo banco y amarró una barra a sus rodillas que impedirían que ella cerrara las piernas. Luego la amordazó como a un perro y colocó otra barra entre sus muñecas para que no pudiera mover los brazos ni salirse del banco. Luego se colocó unos guantes de goma y acercó una cubeta que vació sobre su espalda, piernas y nalgas.

Darla trató de forcejear una vez para satisfacción del guardia al ver que no podría salir. El hombre con sus manos extendió la mezcla cubriendo cada parte de su cuerpo haciendo especial hincapié entre sus nalgas piernas y senos. Luego se quitó los guantes y abriendo un envase plástico tomó toda la cantidad que pudo en sus manos de una pasta parecida a la manteca y comenzó a engrasar su culo y vagina.

  • Se que molesta un poco pero la vas a necesitar. Le dijo.

A este punto los nervios de Darla la tenían en desesperación. Había sido entrenada para posibles interrogatorios pero nada como esto. Y su única esperanza era decir lo que quisieran escuchar pero la mordaza solo le dejaba emitir gruñidos.

Luego de meter sus dedos depositando abundante grasa en su culo y vagina el guardia se despidió no sin antes abrir la reja dejando salir a los perros y saliendo del cobertizo.

Darla sintió como al menos 5 animales comenzaron a oler su cuerpo ennegrecido por la sustancia dulzona que la cubría y como fieras hambrientas se avocaron a lamer todo su cuerpo con desesperación alimentándose de la sustancia y limpiando a su vez su cuerpo.

Pocos minutos pasaron cuando su cuerpo estaba casi limpio, pero todo lleno de saliva canina cuando la joven notó que todos tenían potentes erecciones y mostraban sus miembros rojos fuera de sus capuchones. Sentía al menos dos de ellos olerle entre sus nalgas y sus lágrimas comenzaron a brotar ante lo inevitable.

El primero de ellos se montó sobre ella y con incipientes embestidas logró finalmente penetrarla de golpe haciendo que sus ojos se desorbitaran y diera un buen gruñido ante lo salvaje del animal. Este comenzó a moverse frenéticamente deslizando su verga dentro de la vagina engrasada de Darla, que lo recibió sin problema alguno. Los movimientos eran cada vez más acelerados y rítmicos hasta que la bestia depositó su esencia dentro de ella.

La mente de Darla aun asimilaba lo sucedido, y peor aun comenzaba a notar que su cuerpo respondía brindándole placer. Se sentía sucia y olorosa. Pero también esto la estaba excitando y cuando el animal pudo retirarse sintió como el próximo olfateaba su entrada para montarla igual que el primero. Darla pudo sentir la larga vara del animal golpeándola dentro de si, y esto la puso a mil, haciéndole jadear de placer. Los movimientos del animal se hicieron frenéticos y rítmicos pero ahora la joven movía sus caderas a la par de la bestia. Los movimientos fueron incrementándose hasta que finalmente la vara en su interior inundo su cuerpo calentándola aun más pero no la llevó al orgasmo. El animal se demoró algo en retirarse para darle paso a un nuevo compañero que esperaba con impaciencia.

Rápidamente la nueva verga entró en su vagina llena de semen que ya comenzaba a escurrirse por sus piernas. Esta era más corta pero más gruesa y eso permitió excitarla aun más. Darla sentía el pecho peludo del animal calentar su espalda y sus patas delanteras abrazarla completamente pero gracias al banco esto no la fatigaba y podía disfrutar.

El orgasmo de la joven fue casi simultaneo al del animal el, cual lleno mas sus entrañas. La intensidad de su placer hizo que gimiera aun más aunque el sonido fuese amortiguado por la mordaza. La joven se dio unos segundos para descansar y respirar cuando sintió el olfateo de otro animal en su entrada, presagiando la nueva embestida.

Este montó sobre la espalda de la joven de un salto y comenzó a buscar la entrada, pero Darla movía las caderas solo para desesperarlo aun más. El perro comenzó a hacer golpes con su verga entre sus nalgas para lograr su entrada hasta que logró penetrarla de un solo tirón. Esta vez la verga entró en su ano virgen aun dilatándolo de golpe y haciéndola gruñir, por no poder gritar. El perro se acomodó sobre su montura y comenzó a bombear a la joven en su culito apretado lo cual desbordaba de placer a ambos. El perro babeaba a borbotones sobre la espalda de la mujer que ya estaba entregada al placer animal sintiendo como la verga llenaba su cuerpo por completo y de esta manera la bestia descargo su néctar dentro de ella sin detener sus frenéticos movimientos. Tardó mucho más en separarse y esto fue suficiente para dejar el nuevo orificio abierto el cual fue aprovechado por otro animal.

El nuevo perro la embistió sin dificultad aprovechando la abertura de su culo que lo recibió sin presión gracias a la grasa y finalmente acabó llenando sus entrañas como sus compañeros dejándola a la joven exhausta luego de otro orgasmo.

Los perros se retiraron a olfatear el lugar, y fue cuando entro el mismo guardia y soltó todas las amarras de la joven dejándola tirada en el suelo como el animal que ahora era, y así ella descansó.

Si quieren saber que pasó con Nohemí espero sus comentarios y continuare.

Lynn