Naciste para mi 3ª parte

Mi noche de amor

NACISTE PARA MÍ

3ª PARTE

Al día siguiente me prepare con mucha anticipación, quizás debido a la ansiedad de estar con ella. Había logrado acercarme  a ella y de ahí a lograr mostrarme como lo que soy, había un solo paso. Pero enseguida me di cuenta, que durante estos cinco años quien verdaderamente manejaba la situación era ella. Que había esperado el momento justo para acercarse a mí. Eso me hizo sentir muy bien, porque mi falta de experiencia podía haber malogrado esta incipiente relación.

Me bañe temprano, estuve un largo rato para elegir que ropa llevaría para mi primera cita. Quería impresionarla como mujer, que no era una chiquilla de 20 años que buscaba una aventura fácil. Elegí mi ropa cuidadosamente. Una tanga rosa con flores bordadas blanca, sin sostén, unas medias blancas lisas y zapatos de tacos altos. Una pollera blanca corta y una blusa de color rosa.

Me mire una y mil veces en el espejo y una vez convencida me maquille muy suavemente, nada fuera de lo común. Me puse un saquito de hilo blanco, más que nada por la vuelta y Salí de mi casa rumbo al centro.

Llegue media hora antes del tiempo establecido y me senté en una mesa libre, ubicada al fondo, fuera del bullicio central de la confitería. Pedí un café y me dedique a esperar mirando a la gente conversar.

Pasados diez minutos de la cita, apareció ella vestida impecablemente con un traje sastre gris, que le quedaba hermoso.

Cuando me vio se acerco a la mesa y tapando con su cuerpo la vista de la gente, me dio un suave beso en los labios.

MARCELA: (tomando mi mano derecha) disculpa la demora, cariño, por fin pudimos concertar con el dueño de una empresa el cierre del balance. Pero que hermosa estas?

MARIELA: (sonrojada) gracias Marcela, vos estas muy elegante

MARCELA: como te sube enseguida el rubor en tus mejillas. Me encanta eso. Voy a pedir un café, quieres otro?

Asentí con mi cabeza y llamo al mozo pidiendo dos cafés.

MARCELA: me encantas así con poco maquillaje, porque algunas parecen pintarrajeadas.

MARIELA: no soy de usar mucho, prefiero sencillo o a cara lavada.

MARCELA: la verdad esos ojos verdes son hermosos con tu pelo rubión. Dime como pasaste la noche, después de esa conversación larga telefónica que tuvimos, aparte de nuestro primer encuentro en mi casa.

MARIELA: muy bien, hacia tiempo no dormía como anoche, tranquila. Pero pensaba también porque si sabias que estoy enamorada de vos y te gustaba no actuaste antes.

MARCELA: primero eras menor y segundo tenia que andar con pies de plomo porque eres la mejor amiga de mi hija. A riesgo de poder perderte opte por esperar, pero no aguantaba mas, te juro. Quería gritarlo a los cuatro vientos, hasta que no podía esperar más y ayer me lance temiendo que hayas apuntado en otra dirección por falta de respuestas mías.

MARIELA: no Marcela, eso era imposible, aunque no me hubieras hablado de amor yo hubiera seguido esperando en silencio. Solo me conformaba con mirarte y conversar contigo.

MARCELA: que divina eres, iluminas mi vida. Ahora puedo decir que empiezo a ser feliz. No sabes lo que sufrí que vinieras a casa con Nora y no poder abrazarte y besarte. Pero ahora eso es historia antigua, ahora debemos escribir muestra historia de amor.

MARIELA: estoy viviendo como un sueño del que tengo miedo despertar.

MARCELA: no es un sueño amor, ya lo veras es una realidad. Vamos a cenar algún lado si?

MARIELA: como vos quieras.

Pago la cuenta y salimos caminando por la avenida. Yo iba del brazo de ella y me sentía re-bien a su lado. Llegamos al garaje donde había dejado el auto y entramos. Fuimos hasta el coche, abrió las puerta y me senté en el lugar del acompañante esperando ella entrara y salir. Ella fue al baúl del coche, abrió y dejo el portafolio que llevaba, cerro y entro al coche. Puso el coche en marcha y antes de arrancar me volvió a besar. Estuvimos unos minutos haciendo y luego salimos.

Fuimos a un restaurante a una media hora del centro, entramos y pidió una mesa apartada. El maître nos condujo a ella y nos sentamos a la espera del mozo para hacer el pedido. Pedimos las dos lo mismo. Mientras esperábamos la comida tomo mis manos entre las suyas estrujándolas suavemente. Nos miramos a los ojos y acerco su cara a la mía para darme un beso en los labios. No importaba ya si había más gente o si miraban o no, nosotras estábamos en otro mundo.

Sirvieron la comida con un buen vino. Yo observaba todo, era nueva en todo eso, pero a su lado no importaba nada. Me daba y le daba de comer en la boca, riéndonos y besándonos.

Después de cenar pago la cuenta y salimos. Me llevo a un boliche de lesbianas, según me dijo. Entramos y yo miraba para todos lados. Había mujeres charlando y tomando en las mesas y algunas bailando apretadamente. Pidió unas copas, sentándose a mi lado, bien juntitas. No se porque pero me pareció que yo ya pertenecía a ese mundo. Nos besamos vehementemente y nos tocábamos. Sentí su mano en mis muslos subiendo hasta mi coño. Los besos eran a cada momento mas salvajes y nuestras lenguas navegaban juntas. Nos pusimos a danzar al ritmo de una música suave

MARCELA: ven vamos a otro sitio.

Subimos de nuevo al auto, recosté mi cabeza sobre su hombro derecho y salimos.

Habremos andado 15 minutos y se paro frente a un hotel alojamiento, delante de un portón eléctrico.

Yo pensé “bueno Mariela hoy te desvirgara y serás a partir de ahora su mujer”

Me interrumpió, mirándome a los ojos, como preguntando si entrábamos. Cerré mis ojos y ella arranco. El portón se elevo y pasamos con el coche, hasta una cochera. Bajo y me abrió la puerta del coche. Me abrazo fuerte pero tiernamente y subimos una escalera no más de 15 escalones, abrió la puerta y entramos a una habitación que además de una cama matrimonial, tenía una heladerita, un sofá, una TV, luz muy tenue y una música suave y melodiosa.

Nos paramos en el centro de la habitación, dándonos besos cada vez más salvajes, que nuestras lenguas se cruzaban en nuestras bocas.

MARCELA: (susurrando en mi oído) ve al baño y ponte cómoda de ropita que yo te estaré esperando acá ansiosamente.

Me dirigí al baño y entre, me desnude por completo y luego me senté en el inodoro a orinar. Luego me senté en el bidet y limpie bien mi concha con jabón. Me puse la tanguita que tenia y lave con jabón mis sobacos. Me seque toda. Tome de mi bolso el perfume y me puse en mis sobacos, en mi cuello, detrás de las orejas y sobre mi pecho.

Mis pequeñísimas tetas estaban duras con los pezones bien erguidos y en punta. Me puse la blusa que apenas llegaba a tapar mi tanga. Abrí la puerta, me persigne y entre a la habitación. Ella estaba parada en el centro de la misma y vestía solo una enagua de seda blanca que se notaba encerraba una tetas grandes dandole marco a sus pezones.