Naciste para mí 2ª parte

Perdidamente enamorada tuve que esperar casi seis años, para que me viera como su novia

NACISTE PARA MÍ

2ª PARTE

Pasaron dos o tres días y mis viejos seguían con el sicólogo. Con mi madre la relación era ya era normal pero con mi viejo no había ninguna clase de comunicación. Eso me tenía mal, porque quería llegar a cumplir los 21 años en armonía con ellos. Fui a la casa de Nora un rato para tratar de distraer mi mente de todo lo que vivía en esos momentos.

MARCELA: hola preciosa, pasa. Nora, fue a la facultad y luego la pasaba a buscar el novio e iban a cenar. Veni entra.

Ol vide que Nora tenía novio y facultad. Entre a la casa. Sentí mi rostro encendido y mis piernas flojas. Era una de esas pocas veces que estaba a solas con ella. Marcela me dijo que me acomodara en el living que traía café y charlábamos.

Yo estaba en una disyuntiva, por un lado tenia deseos de decirle los que sentía por ella y por otro lado salir volando de ahí. Nunca me había dado ni con palabras, miradas o gestos motivos para sentir que le gustara a ella.

Trajo una bandeja con 2 tazas grande de café y puso la bandeja en una mesita ratona delante del sofá que estaba yo sentada. Se sentó a mi lado y yo ya estaba que ardía en deseos de abrazarla y decirle lo que sentía por ella.

MARCELA: hace varios días no venias por acá , le iba a preguntar a Nora si estaban peleadas, pero sabes como es ella, siempre corriendo por la facultad y su novio.

MARIELA: no, no estamos peleadas, como vos decís anda de un lado a otro y yo estuve haciendo algunas cosas con mis padres.

MARCELA: siempre se te ponen coloradas las mejillas (pasando un dedo de su mano por ellas) y te quedan preciosas.

Yo estaba al borde un colapso nervioso y trataba de mantener mi equilibrio mental. Ella pareció darse cuenta de mi turbación y dejo mis mejillas.

MARCELA: te faltan pocos días para los 21 años no? (dijo mientras pasaba su mano por mi pelo)

MARIELA: (turbada, dura y con mis muslos rozando los suyos, sintiendo el calor de su cuerpo) si el sábado próximo.

MARCELA: (acercando su rostro al mío) tienes la cara manchada. Espera (saco un pequeño pañuelo, lo mojo apenas con su lengua y lo acerco a mi cara)

Cerré mis ojos a la espera y sentí en mis labios primero un suave beso y luego su lengua mojándolos.

Respondí a esa caricia como pude. Nunca había sido besada en los labios por nadie al igual que mi cuerpo nunca tocado, siendo aun virgen. Eso le dio más confianza a ella que me abrazo besándome. Yo estaba en la gloria de mi vida, no sabia si era real o lo imaginaba. Era real, sentía sus labios besándome y sus manos tocando partes sensibles de mi cuerpo.

MARCELA: por fin pude besarte y abrazarte. Hace ya unos años tenia deseos de hacerlo. Pero eras la amiga de mi hija y no sabia como reaccionarias, pese a que siempre sentí algo en tus miradas.

MARIELA: desde los 15 años que estoy enamorada de vos. Nunca me mirabas, nunca una sonrisa y yo me aferraba más vos.

MARCELA: y tus padres saben?

MARIELA: si están en tratamiento sicológico desde hace una semana

MARCELA: yo voy a hablar con Nora y decirle de mi sexualidad sin nombrarte a vos. Luego veremos que hacemos.

MARIELA: creo va a ser un golpe para ella que su mejor amiga y su madre sean amantes.

Luego fui a casa. Valoro lo de Marcela que respeto mis tiempos sin llegar a apurarme y que hablara con Nora. Yo estaba como en una nube flotando en el aire, feliz de haber logrado concretar eso que me tenia mal desde hacia casi 6 años. Una vez acostada llamo el teléfono y era Marcela para decirme que había hablado con Nora sobre nosotras. Me  contó que le dijo que estaba enamorada de mi y yo de ella. Con total desparpajo Nora le contesto, vaya novedad lo sabia desde siempre, por las miradas mías hacia su madre y las continuas preguntas de su madre si yo iba o no iba ese día, que paso te peleaste con Mariela.

La cuestión es que por el lado de ella no había piedras en el camino nuestro. El problema eran mis padres. Luego seguimos conversando sobre nosotras, de las estupideces que hacíamos disimulando y que Nora ya sabía. Cuando quisimos acordarnos llevábamos tres horas hablando por teléfono. Nos despedimos con amor y colgué. Era la primera noche en mucho tiempo que dormí placidamente, estaba feliz de haber podido concretar el sueño de mi vida: Marcela. Quedamos en vernos al día siguiente en una confitería del centro.