Naciste para mi 14ª parte

El largo paso de los días previos a la boda

NACISTE PARA MÍ

13ª PARTE

A la mañana siguiente fui con Nora a buscar el vestido. Javier fue a San Isidro a la empresa que lo había enviado a Europa y como Marcela iba al centro con el coche, aprovechamos que nos llevara.

Cuando bajamos nos dio mil recomendaciones en especial a Nora por su estado.

El negocio aun estaba cerrado y fuimos a tomar algo a la confitería de la esquina para hacer tiempo.

NORA: te falta poco para pasar a ser del equipo de las casadas.

MARIELA: si apenas cuatro días, mañana vamos a hacer el análisis prenupcial. Sabes que Marcela me enseño a manejar y saque registro.

NORA: que bien, ahora puede manejarte sola con el coche y no depender de nadie.

MARIELA: aun no me animo a venir hasta acá con el coche.

NORA: no le tienes que tener miedo y poco a poco vas a progresar. Es cuestión de práctica.

MARIELA: si lo se, por eso salgo con ella los sábados y domingos.

NORA: estas nerviosa por el casamiento?

MARIELA: un poquitín, pero por la ceremonia

NORA: mira como lo tenias guardado, en el colegio, eso de estar enamorada de mi madre.

MARIELA: y nunca lo hubiera dicho. Pero ese día que fui a tu casa y no estabas, sucedió todo.

NORA: mira vos a mi vieja, siempre tuvo bien guardado su lesbianismo

MARIELA: no le digas vieja, que no lo es

NORA: ah yo que soy la hija no puedo decirlo y vos si

MARIELA: pero yo voy a ser la esposa. Ella es tu madre. Mira abrieron, vamos. Despùes te invito te invito a almorzar.

NORA: Claro, vos estas flaca. Yo si sigo comiendo así, voy a parecer una bola rodante. Vamos otro día, tenemos que llevar cajas seguro.

Cruzamos la calle y entramos al negocio. Enseguida me atendieron y llevaron a la última prueba, con Nora acompañándome.

Ayudada por la modista me puse el vestido en camarines y salí a la sala ya totalmente producida. Me vestido era tipo tubular, con largo hasta las rodillas, color verde agua, con un buen escote y espalda al aire. Zapatos al tono. A Nora le encanto como me quedaba, pues no hacia que levantar el pulgar derecho hacia arriba.

Luego volví a camarines y me puse mi ropa. Salimos con la caja en mano y tomamos un taxi. Lo primero que hicimos fue esconder el vestido en el cuarto de Nora.

NORA: la verdad es un vestido precioso y el color te cae de maravillas.

MARIELA: gracias Nora, es mi color preferido.

Nos preparamos algo de comer y charlando pasamos la tarde. Llego Javier contento porque le habían dado un cargo muy importante en la empresa. Luego llego Marcela, cansada por el trabajo, ya que tenía que dejar todo en marcha, para irnos de luna de miel. Cuando quisimos acordar ya era medianoche. Los dos días siguientes transcurrieron de la misma forma, con muchos nervios, en especial de mi parte y lo más importante que hicimos fue ir al hospital a hacernos los análisis. La reunión después de la boda era para 12 o 15 personas. Bien intima. Ya tenía acordado todo con la empresa encargada del catering.

La última noche de soltera, Nora se empeño en que no debía pasarla con Marcela, por esa tradiciones de que no deben verse a la noche los novios, ni que el novio viese el vestido. Yo no creía nada de eso, pero a Marcela la mandaron a dormir, pobre, al dormitorio de servicio. Menos mal Nora, no nos requiso los celulares, así que aprovechamos a comunicarnos entre nosotras dos.

MARIELA: no sabes como extraño tu presencia acá en la cama, a mi lado. Que haces ahora?

MARCELA: que hago, estaba leyendo un diario, para no pensar en vos, sino largo todo y me acuesto con vos.

MARIELA: yo también, pero seguro si nos movemos, se aparece Nora vigilándonos.

MARCELA: que tal el vestido, como te queda.

MARIELA: no puedo decirte nada de el, mañana a la mañana lo veras. Bueno amor vamos a dormir, sino mañana quien nos levanta y tenemos que estar fresquitas.

MARCELA: sabes algo de tu padre o madre.

MARIELA: nada y ni quiero pensar en eso, porque me pongo a llorar

MARCELA: tranquila amor, mañana estaremos juntas y no llores por favor. Sueña con mañana vida. Hasta mañana

MARIELA: hasta mañana cielo

Por más que no quisiera pensar, permanentemente rondaba en mi cabeza las caras de mis padres. Mi madre casi seguro iría pero de mi padre no podía esperar nada.