Nación Femdom: SCORPIA

Relato de dominación femenina extrema

El Helicóptero De Carga Se Posó Sobre La Plataforma De Aterrizaje, Esta Era Una Sólida Plataforma De Acero Anclada a La Estructura De Un Moderno Complejo De Acero Y Concreto Armado Que Sobresalía Del Agua a La Orilla De La Playa. La Compuerta Trasera De La Bodega De Carga Del Helicóptero Mi-26T2V, De Fabricación Rusa, Se Abrió. Una Grúa Electromecánica Extrajo De La Bodega De Carga Una Jaula Hecha De Barrotes De Metal, en El Interior Se Hallaban Prisioneros Una Veintena De Fuertes Y Jóvenes Hombres Desnudos. La Grúa, Anclada a Un Torre De Estructura Metálica, Maniobra La Jaula Depositándola Sobre El Piso De Concreto De Una Gran Plaza Construida Junto a La Playa.

De la cabina del helicóptero emergieron cuatro mujeres, dos de ellas enfundadas en trajes de fatiga militar, con camuflaje de jungla, eran la piloto y copiloto, la tercera, la más joven, vestía un corto vestido de verano rojo y sandalias, la última, una rubia alta, vestía traje ejecutivo, minifalda, chaqueta y zapatos de tacón alto.

la joven del vestido rojo se acercó al borde de la plataforma y se apoyó sobre el barandal de seguridad para observar el espectáculo en la playa. Otras dos mujeres vestidas de soldado se habían acercado a la jaula portando gruesas mangueras de bombero, lanzaron potentes chorros de agua contra los cuerpos desnudos de los prisionero, los cuales se retorcían y apretaban tratando de cubrirse, todos los hombres prisioneros eran fuertes, de gran talla y musculatura.

-¡Capturasteis al equipo de rugby de Senegal, wow! -Exclamó la joven que observaba desde el barandal.

La rubia se acercó junto a ella, cubría sus ojos azules con unas gafas oscuras, era una mujer madura muy atractiva, de unos cuarenta años, con unas largas piernas torneadas y perfectas, enfundadas en negras medias de seda.

-¡Son hombres jóvenes y fuertes! ¡Ideales para el trabajo forzado en las canteras de diamantes! Además están acostumbrados al trabajo físico extenuante.

Las mujeres piloto se acercaron a una caja de metal y accionaron los botones, era una ascensor industrial para descender de la plataforma de aterrizaje del helicóptero. Abajo al pie del ascensor se había aparcado una limusina blanca, una calle de concreto conectaba la torre de aterrizaje con carretera que se desplegaba paralela a lo largo de la playa.

-¡Su auto esta listo y las espera, baronesa! -Exclamó la piloto.

-¡Vamos, Carmen! -Dijo la rubia.- Debemos llegar a la mansión.

La joven se retiró del barandal, obedeció a la rubia, aunque hubiera deseado quedarse para ver lo que pasaba con los prisioneros, por el momento las dos féminas soldados los estaban rociando con un humo verde que salía de las mangueras, ellas se habían colocado máscaras anti-gas.

-¡Es gas paralizante! -Explicó la rubia mientras descendían por el ascensor.- ¡Es una fórmula única, impide el movimiento muscular pero no tiene efecto anestésico.

Badou sintió como sus extremidades se quedaba sin fuerza, aguadas, como si fuera un muñeco de trapo, cayó encima de sus compañeros, como un títere al que le acabasen de cortar las cuerdas. Trató de hablar pero fue inútil. Pero todos sus sentidos se hallaban en perfecto estado. De modo que cuando la nube de gas verde se dispersó escuchó el pisar de las botas militares sobre el concreto, las pisadas avanzaban hacía ellos, luego sintió que varias manos enguantadas le agarraban y le hacían rodar acomodándolo sobre la dura superficie de concreto. Era insólito, pensó, sobre ellos se hallaban un grupo de unas doce mujeres, vistiendo pantalones y botas del ejercito, y camisetas negras de tirantes, llevaban sus cabelleras recogidas en colas altas, todas eran altas, delgadas y muy atractivas, demasiado.

Dos de ellas, una rubia y otra pelirroja, le hicieron rodas por el piso, hasta colocarlo acostado, de espaldas, boca arriba, la rubia le plantó la bota sobre el abdomen y presionó, podía sentir la presión.

-¡Mira que musculoso esta este de acá! -Exclamó la rubia a la pelirroja.

Le dio un pisotón con el talón de la bota que le dolía tremendo, fue terrible, no tenía control sobre su cuerpo, ni siquiera había podido gritar, apenas podía parpadear.

La pelirroja le posó una pesada bota sobre los genitales.

-¡Sí! ¡Y mira que enormes huevos y esa verga enorme, parece una boa!

Otro grupo de seis chicas soldado se acercaron, delante de ellas iba un hombre desnudo cargado de cadenas que empujaba un vagón de metal con ruedas, pasaron a lo largo de los prisioneros que habían sido tendidos sobre el piso de concreto formando una fila, frente a cada prisionero las chicas sacaban del cajón grilletes y collares de metal, colocaban los grilletes en las muñecas y tobillos de los hombres, un collar alrededor de cuello y otro pequeño collar aprisionaba los testículos por la base, por último ponían un aro metálico en la base de los penes de los prisioneros.

A Badou le colocaron sus grilletes, su collar y sus aros genitales, con gran eficiencia, y sin que el fuera capaz de resistirse, después de ponerle todos los herrajes le volvieron acostándole boca abajo, de bruces, con su barbilla sobre el concreto y la mirada al frente, a continuación le llevaron los brazos tras la espalda, cruzando sus muñecas, los grilletes se unieron entre sí por una fuerza magnética.

Una chica de pelo castaño en extremo delgada se acercó a ellos, desde su posición pecho a tierra y barbilla sobre el piso Badou podía verla a la perfección, la chica era muy bella, de grandes ojos marrones, apenas vestía un corpiño negro, cortos shorts del ejercito y botas. Puso sus manos enguantadas sobre su cadenas y les habló en francés:

-De ahora en adelante son esclavos de Scorpia, una nación Femdom, practicante de la ultra dominación femenina. Cualquier intento por escapar es completamente inútil, y será castigado con extrema dureza. En la isla sólo existen dos reglas para los hombres: la primera, obedecer en todo y al instante a las ordenes de una mujer, dos, jamas hacer daño a una mujer. Los derechos de los hombres en la isla: Ninguno. No son considerados seres humanos, son esclavos, menos que animales, un animal tendría derechos, son menos que el polvo en la suela, bajo las botas de una Ama.

Badou observaba perplejo, que demonios le había pasado, tan sólo ayer recordaba estar en un hotel de Londres, descansando para el encuentro internacional de rugby que jugarían el próximo fin de semana.

-En unos minutos. -Prosiguió la joven de cabellos castaño.- El efecto del gas empezará a desvanecerse.

La rubia y la pelirroja se acercaron a Badou y le conectaron una gruesa y larga cadena al collar del cuello, el collar y todos los grilletes poseían aros de metal, listos para acoplarles cadenas o para fijar a los esclavos a aros empotrados al piso, paredes o a máquinas de tortura.

El otro extremo de la cadena lo conectaron al collar del hombre acostado al lado de él, y así sucesivamente, uniéndolos a todos por medio de una cadena. Pero el primer extremo de la cadena, el extremo libre, lo engancharon a la parte trasera de un Jeep militar verde olivo.

-¡En cuanto recuperen la movilidad de sus miembros se pondrán todos en pie! -Exclamó la joven.- Y marcharan en fila india, uno tras del otro, más les vale obedecer y hacerlo rápido o serán arrastrados por el Jeep todo el camino.