NACIDA PARA FOLLAR segunda parte

Barbara ha sido desde que nació un zorrón nacida para follar, aquí un resumen de su voluptuosa vida.

Mi nombre es Bárbara, soy una viciosa del sexo. Ahora tengo 55 años, cincuenta y cinco años de sexo en mi explosivo cuerpazo. Soy hija de madre soltera, mi madre es una puta por lo que yo soy una gran hija de puta.

En este punto de mi vida quiero relatar mis memorias sexuales sin la pretensión de ofender a nadie, pues como veréis soy una golfa, un zorrón, una degenerada, una guarra desde siempre.

Mi madre se llama Venus y a sus 75 años sigue follando todos los días. Venus ya era puta desde los 18 años y en un descuido se quedó preñada de mí a los 20 años.

PRIMERA PARTE AUTOCENSURADA POR LA AUTORA POR MOTIVOS OBVIOS.

SEGUNDA PARTE.

Como teníamos mucho dinero contratamos a dos mujeres para trabajar en casa, una de las cuales se ocupaba de mi hijo. Yo seguí con mis estudios sacando muy buenas notas y me puse a estudiar la carrera de derecho que era lo que me gustaba.

No obstante, ya con 17 años tenía un cuerpo espectacular, sin grasa pero con muchas curvas. Era muy guapa y atractiva, morena de pelo y blanca de piel, ojos negros grandes, bocaza grande y labios gordos, tetas de infarto y un culazo que me gustaba exhibir usando vaqueros ceñidos.

Por donde quiera que iba llamaba la atención. Mi padrastro me convenció que  debería sacarle partido, de manera que me hice actriz porno.

Hice varias películas donde aprendí más del sexo todavía , además lo disfrutaba, mis orgasmos eran reales.

Mi cuerpo voluptuoso empezó a segregar muchos flujos, de modo que me hice una especialista en squirting, me corría como una loca echando chorros de flujos por mi coño.

Como no le hacía ascos a nada hice películas de todos los subgéneros, por ejemplo:

  • De adolescentes.
  • De clítoris grandes.
  • De fisting tanto anal como vaginal. Mi coño después del parto se hizo enorme y me molaba que me follaran metiéndome los brazos hasta los codos. Además también en mi culo cabían grandes pollas.
  • De gangbangs y bukakes, donde varios tíos me follaban metiéndome dos pollas en el coño y dos en el culo.
  • De lesbianismo, cada vez me gustaban más los coños.
  • De incesto, incluso hice una con mi propia madre, yo con 18 y ella con 38.
  • De zoofilia con perros y caballos. Ahí recordé mis primeras experiencias en la granja de mis abuelos.

Tenía tiempo para follar, estudiar y cuidar a mi hijo.

A los veinte dejé de hacer pelis, pues me estaba haciendo muy famosa y ya había mucha gente que me reconocía. No es que me diera vergüenza sino que me afectaba en mi vida privada.

Me dediqué a terminar mis estudias de manera que con 21 ya era abogada. Y mientras me preparaba unas oposiciones al estado alternaba como prostituta de lujo lo cual me gustaba, me daba mucho dinero y sobre todo satisfacía mi ninfomanía juvenil.

Con 23 empecé a trabajar como funcionaria del grupo A en la administración del estado como letrada.

Dejé de vivir con mi madre y me compré una mansión en las afueras de la ciudad donde compatibilizaba mi labor de madre, de funcionaria y de puta y ganando mucha pasta tenía personal a mi servicio.

A eso de los veinticinco mi vicio seguía creciendo, por aquella época no quería atarme a nadie, además no me enamoraba de nadie.

Llegué a ocupar un puesto alto  en la administración y cada vez me prostituía menos, hasta déjalo por tener acumulado un gran capital.

Me compré un terreno cerca de mi mansión donde monté una granja de animales para mi placer. Contraté a un hombre que los cuidara y me envicié en la zoofilia.

Desde los veinticinco a los treinta me iba frecuentemente allí con mis amigos y amigas, compañeros de trabajo, antiguos clientes, mi madre y mi padrino y les deleitaba con mis folladas con los animales.

Para muchos era morboso ver cómo una abogada tan guapa, se bajaba al barro para follar con animales.

Tenía:

  • Tres perrazos con grandes pollas que me metían en mi culo y en mi coño.
  • Un caballo y un burro, con unas trancas tremendas que me metía en mis hondos agujeros. El caballo me llenaba por completo metiéndome su estaca gorda y larga hasta el estómago por mis intestinos.
  • Una vaca a la que yo follaba con mi brazo y le comía el coño.
  • Y en casa un perro pequeño pero pollón para mamasela y hartarme de su abundante cantidad de semen.

A mi puta madre le gustó sobre todo que los perros la encularan quedándose enganchada a ellos durante un rato mientras  se bebía de mi profundo coño las corridas enormes del burro o el caballo.

Una vez conseguí ser penetrada por el culo por un perro, a la vez que me hincaba la tranca del caballo hasta el estómago y me metía el cipote del burro en mi garganta profunda. Nadie daba crédito cómo en mi boca cabía aquel nabo tan gordo.

Mi hijo cuando yo tenía treinta, mi hijo cumplió 16 años, a el no lo involucré nunca en mis vicios, pero siempre tuve mucha confianza y estaba al corriente de lo golfa que era su madre. El siguió con sus estudios convirtiéndose en un excepcional médico.

A los treinta prosperé en mi profesión de abogada del estado,  dejé todas las perversiones sexuales y llegó lo inevitable, me enamoré de un compañero de trabajo. En un año nos casamos, él siempre fue conocedor de mi viciosa vida y me aceptó.

A los treinta y dos me quedé embarazada, y inexplicablemente se desató mi lívido. No pude evitar caer en el vicio de nuevo. Me pedí una excedencia de unos años y durante todo el embarazo no paré de ponerle los cuernos a mi marido.

Al final descubrí que al él le gustaba que lo hiciera, de hecho, traía a casa a amigos para que se follaran al zorron de su mujer preñada hasta las trancas. Llegué a realizar orgias diarias con varios tíos a la vez temiendo que dañaran a mi bebé.

A los treinta y cuatro parí a mi tercer hijo. En esa época me convertí en una mujer de bandera con una cintura de avispa y unas nalgas y muslos de infarto.

A partir de entonces mis tetas crecieron una enormidad, siempre llenas de leche pues no dejaban de mamarme todo el mundo y a mí me daba mucho morbo.

Seguía sin trabajar, solo me ocupaba de cuidar a mis niños y de putear. Mi hijo mayor ya tenía 20 años, vivía con él y mis otros niños pues ese año me separé de mi marido volviendo a trabajar de abogada..

Era una milf espectacular vistiendo siempre de forma muy elegante, con trajes muy ceñidos. Mi hijo, el pobre, no pudo aguantar más la tentación y un día mientras me espiaba estando yo en la cama con uno de sus amigos, pues me dio por tirarme a jovencitos. Se enfadó, echó a la calle al colega y me metió mano.

“hija de la gran puta, ya no aguanto más, te deseo mamá, te voy a follar”.

Le dejé y me gustó el rollo del incesto. Un día volví a casa del trabajo y me lo pillé follandose a mi madre, su abuela que todavía seguía ejerciendo la prostitución a sus 55 tacos.

Mi hijo tiene una polla muy grande y estaba enculando a su abuela que a esa edad era una mujer jamona y gorda.

Pero mamá que haces con tu nieto?

“Pero qué te creías, me lo llevo tirando cinco años hija, mientras tú no parabas de golfear”, me dijo mi madre.

Ya me extrañaba a mí que mi hijo estuviera en casa de su puta abuela.

A partir de entonces montamos tríos con mi hijo y mi madre.

A los 38 mi hijo empezó a traerme a sus amigos a casa para que gozaran del cuerpazo y la belleza de su madre, me encantaba la savia nueva. Me jadían de cuatro en cuatro, les encantaban comerme mi pipa gigante, que con la edad había crecido aun más. Mi coño no paraba de chorrear flujos a raudales. Los niñatos guarros se peleaban por bebérselos.

Mi madre, a los 58 se retiró de la prostitución y se vino a vivir con nosotros pues se había separado de su marido.

Eso enervó aun más a mi hijo que con sus ya 24 años envició a sus amigos a follarse a la vieja puta cada vez más gorda y apetecible.

A mis cuarenta cada vez me sentía más guarra y depravada. Empecé a enviciarme en lo que me faltaba el sexo sucio y puerco.

Mi coño empezó a segregar mucho mas flujo y mucho más blanco, parecido al semen. De manera que me hacia una paja meneándome mi pequeña polla y no paraba de salir leche de mi chocho. Yo me ponía debajo un bol para recogerla y luego me la bebía.

CONTINUARÁ