Nacida para Coger (9)

Como me convertí en "Querida" de un hombre casado que tenía peculiares fantasias mientras me cogia.

Nacida para Coger IX

La querida del señor Eduardo Santacruz

Por Georgina del Carmen

Como había comentado en el tercer relato de esta serie, vivo en un condominio horizontal compuesto de varias casas en rededor de una alberca comunitaria, suelo exhibirme con mis vecinos a través del ventanal de mi recamara que da al interior del conjunto habitacional y uno de mis admiradores voyer es el señor Eduardo Santacruz que vivía en la casa ubicada casi frente a la mía y quien era mi admirador más asiduo, como también lo mencioné era hombre maduro de aproximadamente 45 años, con una gran personalidad y atractivo físico, casado y con dos hijos, sin embargo el hombre me atraía enormemente y me excitaba saber que me le antojaba sexualmente.

Las casas en mención tienen solo estacionamiento para dos automóviles cada una, así que cuando mi hermano Carlos, el menor de los dos, se compró un automóvil sin tener donde estacionarlo, ya que los lugares existentes eran ocupados por el auto de mi padre y el de mi hermano Gerardo, el mayor. Dado que mi padre forma parte de la directiva de administración del condominio, consiguió que el señor Eduardo Santacruz, quien solo tenia un auto, le rentara el espacio de estacionamiento sobrante en su propiedad.

He de aclarar que el auto de mi padre es usado casi exclusivamente por mí y ocasionalmente por mi madre, en virtud de que mi padre usa el automóvil que tiene asignado por la dependencia del gobierno federal en la que presta sus servicios, así como un chofer que le atiende durante todo el día, así como a mi madre, y por las noches se lo lleva a su casa para al día siguiente estar temprano al servicio de mi padre.

Ante tal circunstancia "benévolamente" accedí a que mi hermano estacionara en el lugar de la casa y el coche que yo uso se estacionara en la casa del vecino, para lo cual solo había que entrar a la casa del vecino por la calle de atrás y cruzar por el prado interno del conjunto habitacional para llegar a mi casa, mi intensión era mas que clara, encontrarme lo mas frecuentemente posible con el señor Santacruz y originalmente coquetearle y dejarle, si las circunstancias lo permitían, ver mis "encantos" muy de cerca, aunque luego cambio la finalidad que perseguía con el vecino. Todos estuvimos de acuerdo y así se hizo.

Empecé por determinar el horario en que el vecino salía a su trabajo y la hora en que regresaba para procurar coincidir con él y llevar a cabo mis morbosos proyectos. Los dos primeros días no le vi, no obstante que procuraba hacer algo de ruido extra al entrar o salir de su cochera, una semana después ya sabia con cierta precisión sus horarios de salida y entrada, el primer día en que nos encontramos me saludó muy caballerosamente poniéndose a mis ordenes para todo lo que se me ofreciera, ese día yo vestía con un pantalón por lo que solo pudo verme la figura de la cintura para abajo, pero llevaba puesta una blusa escotada y pude darme cuenta con claridad como sus ojos recorrieron la parte alta de mis chichonas que estaban a la vista, sin pasar a mas por el momento.

Además de los saludos le comenté, con toda intención, que no sería mi hermano quien estacionara su auto en el lugar que amablemente nos rentaba, sino yo, tal vez me lo imaginé pero en su rostro apareció una sonrisa de beneplácito, quizá por ello en los primeros días no le interesaba asomarse cuando oía el ruido el auto que llegaba o salía.

Al día siguiente en cuanto encendí el motor para que se fuera calentando apareció el señor Eduardo con una franela simulando que limpiaba su automóvil, se acercó a mi carro para saludarme, pero sus ojos se fueron directamente a mis muslos que estaban a su vista en mas de la mitad de su longitud, ya que con toda premeditación me había puesto la falda mas corta del uniforme escolar y además de su breve tamaño me la subí un poco mas de lo que hubiera sido normal para que mi caliente vecino voyer se deleitara viéndome las piernas tan cerca como no lo había hecho nunca, aunque me conocía totalmente encueradita y hasta me había visto masturbandome, siempre había sido a considerable distancia.

Cuando regresé del colegio, al estacionar el auto me encontré que el auto del señor Eduardo estaba en el lugar en que yo me debía estacionar y el espacio vacío era el que estaba junto a la puerta de acceso a la casa, antes de que me bajara del auto apareció mi morboso vecino y se acercó a la ventanilla, para explicarme que era mejor para mí estacionarme en ese lugar en virtud de que era reducido el espacio entre los dos autos para bajarme y subirme, cosa que le agradecí, aunque de inmediato de me dí cuenta de sus intenciones, ya que por ese lado era mas fácil verme al abordar y bajar del auto.

Mientras me daba esa explicación sus ojos se posaban en mis piernas que como por la mañana le enseñaba generosamente, pero lo mejor fue cuando, en su presencia, me bajé del auto separando las piernas pródigamente, al vecino se le salían los ojos de las órbitas, había podido verme hasta el fondo de mi entrepierna las diminutas pantaletas transparentes en color rojo que usaba ese día, ya teniendo una de mis piernas abajo del auto fingí que se me habían olvidado los cigarrillos y me volteé para tomarlos permitiéndole ver a placer mi vulva forrada en las pantaletas translúcidas así como mi abundante vello pubico.

Aunque trataba de disimularlo era evidente el bulto que su erección hacia abajo sus pantalones, simulando no darme cuenta me retiré contoneando mi cuerpecito con el fin de hacérmele mas apetecible, originalmente esa era la única finalidad, dentro de mí reía divertida haciéndolo calentarse deseándome, aunque ello no dejaba de ponerme un tanto cachonda como siempre que sé que alguien me desea y soy capaz de ponerle la verga erecta tan solo de imaginar que disfruta de mi cuerpo, además de la satisfactoria y excitante tendencia que tengo por exhibir mi anatomía.

Diariamente era lo mismo dejandome ver cada día mas, no solo en las mañanas al ir al colegio y cuando regresaba, sino también lo hacia por las tardes y en ocasiones sin motivo alguno me subía al auto y tan solo le daba algunas vueltas a la manzana para regresar y mostrarle al vecino mis encantos en minifaldas realmente atrevidas, a diario él sabia con precisión de que color eran las pantaletas que estaba usando o si de plano ese día no usaba y si llevaba sostén o no, invariablemente su verga se erectaba y él mismo cada día se preocupaba menos por tratar de ocultarla. En ocasiones no me ponía las pantaletas desde mi casa, las llevaba en la mochila de mis libros, para mostrarle mi vulva y vellosidad en directo y unas cuadras adelante me detenía para ponérmelas y de regreso hacia lo mismo pero en sentido inverso, quedando el señor Eduardo con la impresión de que no había usado ropa interior ese día.

Cada día nos íbamos descarando mas en las exhibiciones lubricas, yo a enseñarle mis "rinconcitos íntimos" y él la prominencia de su endurecido camote, cada día me hacia mas a la idea de que bien podría "echarme unos buenos palos" con mi caliente vecino y la idea se fortalecía a cada momento ya que me excitada cada vez mas dejarme ver ante su morbosa mirada e imaginar como seria su verga en erección, aunque nunca he tenido tendencias de "Lolita", o sea de chicas que gustan de ser cogidas por adultos evidentemente mayores y nada quieren saber de gente de su edad, yo no tengo distingo, igual me han cogido chavos mas jóvenes que yo, de mi edad y mayores, el placer sexual no lo da la edad, sino la situación en la que se den los hechos, cuando menos eso creo yo.

Así que llegó el día en que amanecí muy caliente y decidida a llegar a algo mas con mi caliente admirador voyer, no era día de escuela y traté de lucir atractiva y fundamentalmente sexy, provocativa e invitante a las "travesuras" eróticas, me atavié con un minivestido en color azul que propiamente usaba solo para ir a alguna fiesta o a la discotheca, que me quedaba muy ajustado por el material elástico en que esta hecho, solo me cubre las nalgas y escasos centímetros de los muslos, es bastante escotado dejando ver casi la mitad de mis crecidas tetonas y es imposible ponerse brassiere sin que se vea, no me puse pantaletas, solo las pantimedias de tipo "desnuda", para quien no las conozca son de las que no tienen la calzoneta tradicional y están hechas del mismo material, transparencia y textura desde la punta del pie hasta el resorte de la cintura, por lo que mi vulva y vellosidad quedarían plenamente expuestas.

Con total determinación fui al auto, que era solo el pretexto para intentar la audaz experiencia, encendí el motor pero sin subirme totalmente al auto, es decir solo una pierna arriba del carro y la otra apoyada en el piso, por lógica mis piernas estaban en completa separación dejando ver toda mi zona pélvica y vulvar, "mágicamente" hizo acto de presencia el morboso vecino, quien caballerosamente me saludó pero sin verme a la cara, sus ojos estaban fijos en mi entrepierna admirando "mis cositas", como un resorte su verga evidenciaba su erección, sostuve la pose con todo descaro y él con cinismo no dejaba de ver mis partes intimas, sin siquiera intentar disimular el bulto de su falo, cuando quitaba la mirada de mi pelvis, era para posarla en mis chichonas y yo desvergonzadamente hacia lo mismo en la marcada protuberancia que formaba su miembro.

Se acercó a mí lo mas que pudo y sin ninguna inhibición me miraba lo que le estaba enseñando, sentía que mi vulva empezaba a secretar sus fluidos, no había duda esta bien cachonda y decidida a exponerme a cualquier rechazo, sin mediar palabra extendí un poco mi mano y con apenas la punta de mis dedos toqué la parte en donde estaba la cabeza de su pene, él sin sorprenderse hizo lo mismo por dentro el contorno del escote de mi vestido rozando mis senos, pasada la primera impresión palpé con toda la palma de mi mano la extensión de su sólida verga pasándola desde sus güevos hasta el glande, animado el vecino metió la mano dentro de mi busto para agarrarme la chiches con todo descaro, yo presa de la cachondez lo permitía complaciente, entrecerrando los ojos de lo rico que sentía con la mano del vecino acariciándome los senos cuyos pezones se endurecieron al instante.

Don Eduardo vestía pantalones deportivos de los llamados pants por lo que podía agarrarle la verga con todo mi puño, presa por completo de la lujuria tiré de sus pants bajándoselos hasta los muslos, su vergota salto de los pants quedando en forma horizontal apuntando hacia mi rostro, le frotaba a manera de masturbación mientras el atrevido vecino me bajo la parte alta del vestido sacándome las tetonas para acariciarlas a plenitud con ambas manos, su falo estaba a escasos centímetros de mi boca y estaba tomado valor para mamársela cuando de forma precoz empezó a eyacular cayendo los dos primeros chorros de esperma en mi cara y los siguientes en mis crecidos senos, le seguí chaqueteando hasta que el semen dejó de fluir, visiblemente apenado el ser Eduardo me ofreció entrar a su casa para lavarme, lo que acepté sin chistar.

En el conjunto habitacional todas las casas son iguales y la puerta al garaje es por la cocina, entré para lavarme la cara en el fregadero, para lo que había que inclinarme, creí que me iría a casa caliente, pero en eso estaba cuando advertí que el vecino se repegaba a mis nalgas sintiendo su camote aun endurecido, vaya poder de recuperación su verga estaba tan dura como en un principio, permanecí inclinada mientras él me levantó el minivestido a la cintura y tiró de las pantimedias dejándomelas a las rodillas, me repegó la verga en mis glúteos en forma vertical buscando la separación de éstos en donde quedó aprisionada y con ambas manos me sujetaba de las tetonas masajeandomelas, yo movía mi cadera en el éxtasis de la cachondez.

Ante mi aceptación, me soltó los senos agachándose para besarme las nalgas, las lamía y con su lengua buscaba mi ano entre ellas, separé las piernas para facilitarle la morbosa tarea, su lengua en mi culo me ponía al borde del orgasmo en tanto con su mano me acariciaba la vulva y la parte baja de mi vellosidad pubica, metiendo el dedo pulgar en mis labios vaginales dedeandome mientras no cesaba de besuquearme las nalgas y el culo, me di media vuelta mostrándole mi peluda panocha y mi babeante hendidura sexual, enseguida ya me estaba mamando el sexo tragando mi néctar intimo hasta llevarme al primer orgasmo que expresé con sonoros jadeos y apagados gritos de placer.

Era mi turno de hacerle los honores a su poderoso camote, él se incorporó y yo me puse en cuclillas y sin mas trámite me metí su falo entre mis labios chupándoselo, sin sacar su verga de mi boca me quité las pantimedias y me saqué el vestidito quedando encueradita, solo sobre las zapatillas de altos tacones, le succionaba con apasionamiento dado el grado de excitación que tenía ante la nueva aventura con un hombre mayor y casado, incluso con dos hijos, una de ellos era una chavita casi de mi edad, y además para mostrarle a mi nuevo "Querido" que tenía la experiencia necesaria para tener relaciones sexuales conmigo, me metía casi totalmente su órgano viril en mi boca albergándolo en mi garganta en tanto le pasaba las uñas de mis dedos por los güevos, así por largo rato y antes de que fuera a eyacular nuevamente suspendí la felación.

Poniéndome en pie, levanté una pierna que él atrapó con uno de sus brazos y con mi mano encaminé su falo a mi escurriente hendidura sexual colocándolo entre mis labios vaginales y empujando mi cadera para penetrarlo en mi vagina, él hizo presión y sin mayor esfuerzo su verga entró en mi lubricada rajita, dando inicio a un interminable vaivén de su verga en mi órgano reproductor, mi ahora "querido" bajaba su rostro para poder chuparme las tetonas que yo misma colocaba en su boca con una de mis manos sin dejar de mover mi cadera y abdomen en forma ondulante y pronunciando mórbidas frases cortas para expresarle el placer que me estaba dando sin dejar de pedirle que me siguiera cogiendo tan rico como lo hacía.

Rompí la pose que para entonces ya me resultaba un tanto incomoda, optando por lo mas sencillo, me apoyé sobre el fregadero empinándome para ofrecerle mis nalgas y si él así lo decidía me cogiera por el culo, pero no lo hizo, me penetró nuevamente por la vagina, reincidiendo el entrar y salir interminable de su camote en mi sexo, la pose me daba mas amplitud a mis movimientos de cadera haciéndome "venir" una vez mas en sonoro y placentero orgasmo.

Minutos después me dijo que estaba a punto de eyacular, tal vez tomándome opinión si podía hacerlo dentro de mi vagina, pero preferí probar su esperma para lo que me saqué su verga de mi vagina e hincándome ante él le chupé la verga, hasta que sentí que me ahogaban los chorros de espeso y tibio esperma lanzados por su glande a mi garganta y paladar, tragué su leche saboreándola hasta la última gota.

Me invitó a pasar a su baño para lavarme, me dijo que lo hiciera con confianza que no había nadie en casa en ese momento, en total desnudez entré al baño acompañada por él, quien con sorprendente acomedimiento me empezó a limpiar con una esponja húmeda todo el cuerpo incluidos mis "rinconcitos íntimos", lo que me producía excitación extra capaz de continuar con esa atrevida sesión de sexo, sin embargo temerosa de que pudieran volver su esposa o sus hijos preferí reservarme para mejor ocasión, que no habría de tardar mucho.

Volvimos a la cocina para vestirme y ahí nos besamos en la boca por primera vez y me hizo prometer que nadie sabría de nuestra naciente relación, tal vez por temor a su esposa y principalmente a que yo era una menor de edad ya que para entonces aun no cumplía los 17 años de edad, olvidando que la mas interesada en que eso no se supiera era yo, me fui a casa satisfecha de mi "fechoría" y muy animada con poder llevar una relación sexual con un hombre mayor, con lo que me convertía, como dicen en el lugar de origen de mis padres cuando una mujer anda con un casado, en su "Querida", me excitaba esa situación poco común para mí.

La aventura se repitió varias veces cogiéndome en su casa, aprovechando las ausencias de su familia y en ocasiones nos poníamos de acuerdo y visitábamos moteles cercanos a nuestro domicilio, pero algo que me llamó mucho la atención fue el día en que me llamó por el teléfono celular, cosa que hacia a diario, para pedirme que me desnudara en mi recamara y él poder verme desde su casa a través de los binoculares, me iba quitando la ropa conforme me lo pedía y posaba para él según sus instrucciones, pero ese día cuando ya estaba totalmente encueradita me propuso que fuera a su casa para cogerme ya que no estaba su familia y volverían dos días después, acepté no obstante que ya eran las 11 de la noche y en casa ya todos estaban dormidos.

Siguiendo las "sabias enseñanzas" de mi prima Cristina solo me puse un abrigo sobre mi cuerpo desnudo y las sandalias destalonadas que calzaba, crucé el prado que divide los módulos de casas, no sin algo de temor de ser vista por algún vecino, si en mi casa se dieran cuenta de que salí a esas horas, tenia preparada la mentira de que en el auto se me había quedado un libro que necesitaba y había ido por él, sin haber colgado la comunicación a través del celular le indiqué que ya estaba por llegar para que me abriera la puerta de la cocina, cuando llegué, ahí estaba él también totalmente desnudo y con la verga bien parada, me hizo pasar quitándome de inmediato el abrigo, nos besamos en la boca y sus manos empezaron a recorrer mi desnudo cuerpo y yo a él le masturbaba su hermosura sexual.

Pero lo que mas llamó mi atención es que en la sala, sobre el sillón ya estaban varias prendas de vestir femeninas, ante mi desconcierto me pidió que me las pusiera, sin saber de que se trataba accedí empezando por una diminutas pantaletas tipo tanga en color azul cielo con encajes en el frente y el resto transparentes que me quedaba como hechas a mi medida, un brassiere en el mismo color aunque no era parte de un coordinado, éste solo lo abroché por mi espalda ya que las copas eran demasiado chicas para mis crecidas tetonas, unas calcetas hasta las rodillas, una camisola blanca y un uniforme escolar de secundaria con falda y sweter.

Me explicó que era la ropa sucia de su hija, que era mas o menos de mi edad, y quería ver como lucia en las ropas de su descendiente, una vez vestida con las ropas de su hija me sentó en sus piernas besándome en la boca y metiendo su lengua en ella, a poco me fue agarrando las rodillas y lentamente subía la mano por mis muslos, como si fuera la primera vez que me manoseara, a poco ya tenía su mano en mi vulva por encima de las pequeñas pantaletas alternando sus morbosas caricias en mis chiches por encima de la camisola, aun no me daba cuenta cual era el propósito de ello y me dejaba dócilmente.

Primero me quitó el sweter y pausadamente me desabrochaba los botones de la camisola, las manos le temblaban nerviosamente o tal vez por la enorme excitación que eso le provocaba, su verga estaba firme como si fuese de hierro y por el ojete del glande le brotaban gruesas gotas de cristalino liquido seminal, por fin me abrió la camisola chupándome con delirio las tetonas y arreciando las caricias en todo mi cuerpo pero de forma especial en la zona vulvar sin quitarme las breves pantaletas que ya estaban mojadas con mis flujos vaginales.

Me pidió que me parara delante de él para admirar mi cuerpo en las ropas de su hija y posara en diferentes ángulos, mostrándole mis chiches y que me levantara la faldita para mirarme en pantaletas, mientras el se frota la verga con verdadero disfrute, nuevamente me pidió que me acercara e hincándome entre sus piernas le besara la verga, cosa que hice con mucho agrado succionado el cristalino fluido que emanaba de su falo, le lamí todo el tronco y los güevos para regresar por el mismo camino y chuparle el pene en forma, metiéndomelo en la garganta hasta solo dejar fuera de mi boca sus poderosos güevotes.

Pronto me "Cayó el veinte" de lo que estaba haciendo, cuando me dijo "Te voy a coger nenita", con ese sobrenombre cariñoso de "Nenita" se refería normalmente a su hija, el caliente vecino estaba fantaseando que se estaba cachondeando y se cogería a su propia hija al hacerlo conmigo, no me desagradó la idea ya que eso le ponía mas caliente y le daba placer, empecé a "seguirle la corriente", llamándolo "Papi" como su hija le decía, Don Eduardo estaba que se quemaba de cachondo, me puso de "perrita" sobre el sofá y no quiso que me quitara la ropa, solo me hizo a un lado las pantaletitas y ensalivó mi culo directamente con su boca y lengua.

Luego enfiló su verga a mi ano empujando con cuidado, poco a poco mi orificio anal se fue abriendo para dar paso a su verga y pronto se devoró la cabeza de su miembro y centímetro a centímetro el tronco de su hermosura viril hasta que sus testículos golpeaban mis ingles a cada embate de su pito en mi conducto excretor, en tanto él estaba asido de mis chiches y me repetía a cada momento que era su "Nenita", yo le ayudaba en su fantasía diciéndole, "Cógeme Papi que rico me coges, que sabroso te coges a tu nenita por el culito" y frases por el estilo haciéndolo sentir que se cogía a su hija, pronto me llegó el primer orgasmo que disfruté a gritos, una vez que terminé de "venirme", me sacó la verga del culo y me hizo voltear, apartó las pantaletas y me mamó la panocha tragando el néctar intimo que escurría de mi sexo haciéndome "venir" una vez mas prácticamente en su boca y remató metiéndome la verga en la boca en donde eyaculó y tragué con placer su esperma.

Habíamos terminado por ese día, premeditadamente no me quité las pantaletas apropiándome de ellas, como es mi mala costumbre, tampoco le mencioné por esa vez de la fantasía de cogerse a su hija que le había hecho vivir, pero esas hazañas se repitieron muy seguido ya que su esposa se había ido a vivir provisionalmente a Querétaro por estar su madre enferma en esa ciudad, solo venia de vez en cuando y los hijos se iban para allá muy continuamente, situación que aprovechábamos para disponer de la casa en donde me cogía vistiéndome con la ropa de su hija, en la recamara de ésta y no menos de media docena de veces me quedé con las sensuales pantaletitas sucias de la chica y en tres ocasiones me robé las pantaletas de la esposa, tan o más sensuales y pequeñitas que las de la hija.

En una ocasión que me estaba cogiendo en esas circunstancias le pregunté que si le gustaría cogerse a su hija y lo negó, tal vez apenado por lo que consideraría una degeneración inmoral o algo parecido, pero eran por demás evidentes las fantasías que tenia cuando me cogía

ataviada con la ropa de su hija y en la propia recamara de ésta. Nunca le insistí al respecto porque para mí estaba mas que claro.

Durante los casi seis meses en que fui su "Querida", Eduardo me regaló mucha lencería fina, pero en especial aprecio mucho una cadenilla tobillera de oro que aun llevo en mi tobillo izquierdo y múltiples regalitos que no vale la pena mencionar.

La candente relación terminó cuando por motivos familiares tramitó su cambio de adscripción en la empresa en la que trabajaba para irse a radicar definitivamente a la cuidad de Querétaro con su familia y vendió la casa a los actuales dueños.

En varias ocasiones que vino a la capital del país me visitó y por supuesto disfrutó de mi cuerpo cogiéndome por todos lados posibles, pero eso terminó definitivamente al poco tiempo de haberse ido de aquí.

Georgina del Carmen