Muy Especial

Un hombre despierta medio aturdido con un cubo de agua fría. Ha sido raptado y por lo que alcanza a escuchar será vendido a una mujer para ser su esclavo. La que asume el papel de Ama asegura sumisión en un plazo de dos semanas. El cartel "Vendido" es colgado de sus pezones...

De pronto sentí agua fría sobre mi cuerpo y me vi desnudo, con las manos atadas por la espalda, estaba dentro de una jaula que media un poco menos de un metro de alto, unos sesenta centímetros de ancho y como un metro y cincuenta centímetros de largo.

  • Despierta flojo. Un grito de una mujer que no pude observar porque la luz le daba desde atrás. Abrió la jaula por la parte delantera y me jaló de los pelos. - - Sal rápido, gritó. Como pude me arrastré hacia la salida, en cuanto estaba afuera de la jaula y guiado por la mano que traía mi cabellera me incorporé, entre la que me gritó y otra mujer me pusieron dos correas en el cuello a un collar que no sabía que traía. - - Camina, dijo la primera al tiempo que ambas jalaron de las correas. Las seguí. Al caminar sentí unas pulseras en los tobillos, eran de cuero y tenían muchos aros alrededor recorrimos un área obscura y no pude ver a quien me llevaba. - - Alto. Una le entregó su correa a la otra y se agachó por detrás de mí a mis tobillos atando el derecho a una argolla en el suelo.
    • Abre las piernas, dijo. Yo dudé en obedecer por un momento cuando sentí un golpe con un fuete en mis nalgas y repitió. Dije que abras las piernas. Lo hice jaló un poco mas mi pierna izquierda y la ató a otra argolla. - Ató unas cuerdas a cada una de las muñequeras que traía y las desató de mi espalda, cuando quise llevar mis manos al frente sentí como las jalaban hacia arriba, tanto que quedé parado en la punta de los dedos de los pies. Por atrás me vendaron los ojos y me amordazaron, oí que decían vamos por los otros.

Lo único que recordaba era que iba caminando por la calle cuando se me acercaron dos mujeres, una por cada lado, me pusieron una navaja en el costado y me ordenaron subir a una camioneta, me pusieron un trapo que tenía algo que me hizo dormir.

A los pocos minutos se volvió a oír a las mujeres que decían "alto", "abre las piernas" y se volvieron a ir, en unos minutos se repitió la operación. Pasó otro poco de tiempo cuando se escuchó que se abría una puerta y una voz diferente, era una voz autoritaria y fuerte que decía:

  • Pásale, aquí está la mercancía que te ofrecí, ninguno está entrenado pero si quieres a alguno yo personalmente te lo entreno y te lo entrego en dos semanas. - - Éste se ve fuerte, dijo otra voz un poco dulce, pero éste está más alto, ese tiene el pene más grueso. Usted ¿Cuál me recomienda?.

  • Los tres pueden ser maravillosos, cualquiera va a ser dócil y sumiso después de pasar dos semanas conmigo.

  • Yo necesito uno que me acompañe, pero que mantenga mi casa limpia y en orden.

  • De eso despreocúpate, después de las dos semanas vas a venir un fin de semana para que te enseñe a manejarlo, se ve que tú no tienes mucha experiencia.

  • Es la primera vez que voy a tener un esclavo, pero sé que me voy a divertir haciéndolo trabajar y sufrir. ¿Cuál cree que sea mejor?

  • Ya te dije el que escojas va a ser bueno.

  • ¿Puedo tocarlos?

  • Por supuesto, el que no enseña no vende.

  • Éste es realmente fuerte, pero su pene..., éste es alto pero hay algo en él que no me agrada. Éste, sentí que me tocaban mi pene que para entonces estaba totalmente erecto y mientras manipulaban mis testículos y mis nalgas, decía no es alto no es muy fuerte pero me gusta su pene, ¿si lo compro puedo hacer lo que quiera con él?

  • El va obedecer todas tus órdenes, tu vas a hacer lo que quieras con él y él va a hacer lo que tú le digas. - - El precio, estoy de acuerdo, pero ¿Cómo se lo tengo que pagar?

  • Hoy me dejas la mitad y dentro de dos semanas que te lo entregue y te enseñe a manejarlo me pagas el resto. ¿Vas a querer al tercero?

  • Sí, si me promete que va a ser dócil y obediente.

  • Eso te lo aseguro, además si lo necesitas podemos arreglar alguna manera de que vengas a castigarlo a nuestras mazmorras, supongo que en tu casa no cuentas con instalaciones tan completas como éstas, aquí tenemos diferentes aparatos para aplicar diferentes castigos.

  • Antes de que te enseñe nuestros equipos de tortura y sumisión, ponle este letrero al que te vas a llevar.

  • ¿Cómo se pone esto?

  • Cuélgaselo de las tetas para que sepan cuál es el que voy a entrenar.

Sentí como me rozaban los pezones.

  • Así no, te voy a enseñar, si no lo haces con autoridad por más entrenado no te obedecerá. Sentí que me tomaban todo mi músculo pectoral izquierdo y me ponían algo como una pinza en el pezón el dolor fue insoportable y la mordaza no me permitió gritar.

  • Ahora tú. Volví a sentir lo mismo del lado derecho y escuché una risa ingenua, me retorcí del dolor. - - Vamos te voy a enseñar mis aparatos de tortura. Se escuchó abrir la puerta y una orden. El marcado a mi recamara, los otros a sus jaulas. - - ¿Cómo los tienes en jaulas? se escuchó alejarse a la voz más dulce. - Sentí una nalgada mientras una voz en tono sarcástico decía: No te vayas, en un rato venimos por ti.

Se escuchó como bajaban uno de los cuerpos y decían: Mala suerte, tendrán otra oportunidad.

Mientras se llevaban a mis compañeros del cuarto, yo no sabía que me dolía mas, si los pezones con las pinzas, además del dolor sentía que me ardía, o los brazos y las piernas que tenía a punto de entumecer.

  • Mira, este es obediente, no se ha ido.

  • Si sigue siendo tan obediente no sufrirá mucho su entrenamiento con el ama.

  • ¿Crees que nos permitan participar en sus castigos?

  • Si seguimos siendo sumisas y se aburre el ama te aseguro que nos dejan aplicarle alguno.

  • Ahora estate quieto. Me dijeron, bajaron unos centímetros mis manos de tal manera que pude apoyar las plantas de los pies. Cada una desató una de mis manos de la cuerda donde me suspendía y con gran habilidad, antes de que yo hiciera algo las pasaron por mi espalda y volvieron a atar mis muñequeras. Descansé un poco, sin embargo el ardor y dolor en mis pezones continuaba, sentí como ataban las correas al collar del cuello y mientras una detenía ambas, la otra pasó detrás de mi para desatarme el pie derecho, por instinto lo acerqué al izquierdo, que rápidamente me desataron, moví el cuerpo para tratar de quitar las pinzas de mis pezones cuando sentí el fuete arriba de mis nalgas. - - Si te lo quitas te lo coso al cuerpo para que veas lo que duele. - Me quitaron la venda de los ojos y me ordenaron: Camina.

Salimos de la habitación obscura y me deslumbré subimos una escalera, recorrimos un pasillo y llegamos al final, me detuvieron con un tirón del cuello, una se acercó a la puerta y tocó, nadie contestó al llamado, abrió la puerta y vi una gran habitación de excelente gusto, con una cama grande, un tocador con un espejo y un banco, un closet con la puerta entreabierta y una puerta cerrada, que supuse que era el baño, me hicieron entrar, pude conocer a las dos mujeres que me llevaban, ambas vestidas de látex negro, con buen cuerpo, el pelo recogido una con ojos negros y la otra con ojos café claro, una llevaba un fuete en la mano. En una de las esquinas había un aparato que tenia un travesaño horizontal como a un metro del suelo y uno que salía del centro hacia el frente como a 30 centímetros del suelo, hacia esa esquina me llevaron.

  • Date vuelta y de rodillas. Dijo la que no tenia el fuete. Obedecí, parecía que me había acostumbrado al dolor en los pezones pero el ardor era insoportable. Se pasaron detrás de mí, me desataron las muñequeras y con un movimiento sincronizado estiraron mis manos y ataron cada una a un lado del travesaño horizontal, el otro quedó entre mis piernas, la del fuete se puso adelante de mí y subió el travesaño perpendicular hasta que apretó mis testículos y dijo: - - Siéntate cómodo.

  • Yo creo que ya sabemos quién fue el vendido, dijo la otra.

  • Mejor lo dejamos al ama.

  • Como quieras pero es preferible que lo guardemos.

  • OK, un volado para ver quien es primero.

  • No las dos al mismo tiempo.

-Perfecto. Tomaron la placa que traía en el pecho que decía "vendido" y jalaron, el dolor fue indescriptible, los pezones estaban entumidos pero el ardor era de los mas intensos que yo había soportado.

  • La última advertencia, nunca veas a los ojos del ama y nunca la desobedezcas, suerte. Se dieron la media vuelta y se fueron.