Musico en paro

Un joven músico recibe la propuesta de tocar en un concierto... y algo más.

Hola, mi nombre es Natxo, soy músico y con esto de la crisis económica me he visto forzado a trabajar en el metro, con una gorra para recibir unas escasas monedas cada día para poder pagar la pensión donde estoy viviendo.

Tras una larga noche tocando la guitarra decidí marcharme a casa, era tarde y aunque no me esperaba nadie en casa, decidí que ya era hora de recoger mis bártulos. Recogí las monedas de la gorra y las guardé en el bolsillo, de pronto, unos zapatos se detuvieron ante mi y una voz comenzó a hablarme.

  • Me ha gustado el sonido de tus canciones… ¿son composiciones tuyas?.

Sin levantar la mirada mientras terminaba de recoger mis cosas contesté.

  • Si, tengo bastante tiempo libre con la dichosa crisis… Es complicado ganarse la vida tocando algo de música – comenté con tono deprimido.
  • Mmm… si, lo sé, tengo una empresa y me ha tocado despedir a unos cuantos trabajadores.

Alcé mi mirada y observé a mi interlocutor, era un hombre maduro, de unos 45 ó 50 años, con una cara perfectamente afeitada, bien peinado y vestido de un modo impecable. No puedo negar que me resultó atractivo a pesar de mi heterosexualidad, no soy de los que niegan que un hombre sea guapo por el mero hecho de que yo sea del mismo sexo.

En una primera mirada podría pasar como un ejecutivo de una de esas empresas de edificios enormes que hay en los centros en las ciudades, con un enorme despacho en lo más alto de esas torres desde donde se pueden ver todos sus dominios.

  • Me llamo Pedro – extendió su mano hacia mi.
  • Nacho – respondí con el mismo gesto.

Su mano era bastante grande y fuerte, pude darme cuenta que sus uñas estaban perfectamente cuidada, definitivamente ese hombre tenía toda la pinta de ganar mucho dinero, probablemente explotando a los demás, como todos los grandes empresarios.

  • Mira, no me gusta ver como un músico con talento desperdicia su tiempo bajo tierra, ¿te gustaría trabajar durante una fiesta?, es una pequeña reunión y querría a alguien para que anime la velada con algo de música.
  • Mmm… Suena tentador, desde luego – pensé inmediatamente en mi maltrecha economía – Me parece bien, siempre que lleguemos a un acuerdo.
  • Por supuesto – dijo Pedro sonriéndome – por el dinero no habrá ningún problema, te daré un adelanto, para que veas que no hay ningún farol.

Pedro sacó su cartera y pude ver una buena cantidad de dinero, extrajo unos billetes y me los entregó.

  • Son 1.000 euros, te daré otros 1.000 cuando acabe la fiesta, serán solamente un par de horas, tres a lo sumo, ¿te parece bien el precio?.
  • ¡Sí, claro! – dije sorprendido por la extraña generosidad de Pedro – solamente falta que me des la dirección de dónde quieres que vaya.
  • Por supuesto – Pedro sacó una tarjeta del bolsillo interior de su traje y me la entregó – Por favor, sé puntual, a las 10 de la noche comienza la reunión y me gustaría que estuvieras alli.

Extendí mi mano para recoger la tarjeta y nuestros dedos se tocaron, la situación era algo incómoda por alguna razón que aún no lograba comprender. Las miradas se quedaron fijas entre nosotros, rápidamente me volví a agachar para recoger las pocas cosas que me quedaban en el suelo. Pedro se puso a mi altura y con una voz más susurrante comenzó a hablarme.

  • ¿Te interesa ganar un dinero ahora, tocando "algo" para mi?, puedo ser muy generoso si tú me demuestras interés en el "concierto privado"… 250 euros si me sigues hasta los baños

En ese momento mi cerebro entró en una especie de cortocircuito, no acertaba a decir ninguna palabra, primero por el dinero que me estaba ofreciendo, 250 euros significan muchas monedas en la gorra., por otro lado, no entendía porqué aquél hombre me resultaba especialmente atractivo… La estación estaba completamente vacía y escuché como Pedro lentamente se puso de pie y comenzó a tocarse la entrepierna de un modo obsceno.

  • 250 euros para ti, por un "concierto" rápido en los baños – Pedro seguía tocándose de modo descarado delante de mi cara – Toma – sacó los 250 euros y los dejó caer en el suelo.

Tenía 1.000 euros en el bolsillo y 250 euros más en el suelo, mi mente comenzó a procesar algo de información, si me negaba quizá perdería la posibilidad de perder el trabajo del próximo día en la fiesta, mi situación financiera no podía permitirse el rechazar cualquier posibilidad de llegar a triunfar en mi mayor pasión, la música… Por otro lado, nunca había tenido sexo homosexual, aunque no puedo negar que la situación había causado en mi algo de morbo.

Pedro se dio la vuelta y dirigió sus pasos al cuarto de baño de la estación. Recogí el dinero del suelo y me lo guardé en el bolsillo, terminé de guardar mis cosas en la funda de mi guitarra y me puse a caminar detrás de Pedro. Tras ver como Pedro se había estado sobando el paquete en mi cara, mi pene había despertado de su letargo, notaba como me apretaba en pantalón… La situación seguía teniéndome bastante confuso, dudaba de mi sexualidad, maldije mi educación judeocristiana castradora de la libertad sexual, también reflexioné sobre el dinero fácil que podía ganar en muy poco tiempo

Entramos en el baño, estaban vacíos, recién fregados, olían a lejía y nuestros pasos resonaban con el eco que producían unos azulejos blanco brillante. Pablo abrió uno de los wáteres y me invitó a pasar. Al entrar mi pierna se rozó con su pantalón, pude notar la excitación que tenía Pedro. Puso una mano sobre mi hombro y me indicó que me pusiera de rodillas ante él, cogió mi cabeza con sus manos y me pegó la cara contra su paquete, estaba caliente y duro… Pedro lanzó un suspiro y me levantó la cabeza.

  • Mírame a los ojos mientras das el "concierto" – Pedro bajó la cremallera de su pantalón – Mete la mano dentro y saca el "instrumento".

Metí mi mano dentro del pantalón. Pedro no llevaba ropa interior, palpando entre su entrepierna toqué algo grueso y caliente, mi mano no podía abarcar la totalidad de ese "instrumento" y en principio pensé que eso no podía ser un pene sino una especie de prótesis. Lentamente comencé a sacarlo de su escondite, Pedro debía tener un miembro de unos 22 centímetros, era grueso y lleno de venas anchas.

  • ¡Joder! – sólo logré exclamar esa palabra.
  • Comienza con el "solo de flauta", vamos

Agarré la verga de Pedro con las dos manos, aquella herramienta pesaba bastante, era como coger una tubería de carne caliente, palpitante. Abrí mi boca y de modo torpe traté de introducirme la cabeza de aquél rabo.

  • Cuidado con los dientes… no hagas que "desafine" – dijo Pedro con un pequeño tono de dolor.

Abrí mi boca al máximo, escondiendo los dientes bajo mis labios y comencé a tragarme aquella cosa enorme. Pedro me retiró las manos de su tranca y me cogió la cabeza con las suyas. Trataba de hacer que aquél miembro atravesara mi garganta.

  • Relajate, vamos… Te va a entrar hasta el final.

Prácticamente me estaba asfixiando, la polla no paraba de meterse en mi boca hasta que finalmente mi nariz sintio las cosquillas del vello púbico de Pedro, en ese momento me retiró su miembro de la boca, cogí una enorme bocanada de aire, pero rápidamente Pedro volvió a meterme el pedazo de carne hasta el fondo de mi garganta, esta vez, al sacarme la polla salió un enorme hilo de baba pegado a la punta del falo.

  • No cierres la boca, te voy a follar por ella.

Con fuertes golpes de cadera y con sus enormes manos sujetándome la cabeza lo único que podía hacer era tener abierta la boca de par en par para que su miembro caliente entrara y saliera de ella violentamente. Podía notar como su polla golpeaba contra mi garganta una y otra vez produciendo que diera alguna que otra arcada. Las babas caían al suelo como si de una fuente se tratase. Pedro se detuvo.

  • Te toca a ti, haz el trabajo, dale un buen uso al instrumento.

Pedro se bajó los pantalones hasta los tobillos. Yo le agarré la gruesa verga y comencé a pajearle como había visto en cientos de películas porno. Me llevé la polla de nuevo a la boca y seguí imitando a las actrices porno que conocía. Lamía el enorme tronco para de nuevo comerme aquél pedazo de carne. Chupaba la punta del falo y con mi lengua daba vueltas sobre el capullo. Pedro estaba a punto de estallar en un tremendo orgasmo. De pronto se detuvo, me retiró la polla de la cara y he de reconocer que me quedé como un niño sin piruleta, lo estaba pasando genial.

  • Te doy 500 euros si me dejas follarte aquí y ahora

Sus palabras me resultaron más que impactantes, supermorbosas, había perdido la razón por completo, si no me hubiera ofrecido dinero probablemente habría aceptado gustoso la invitación.

  • Trato hecho – dije a Pedro – pero esta vez, me fio de tu palabra, no hace falta que me adelantes el dinero ahora, es más, por ese dinero, te dejo hasta que me trates como una putita – en realidad deseaba que me insultara y me tratara sucio, pero quizá podría sacarme algún dinerillo extra.

Pedro me levantó por los hombros y me empujó contra la pared pegó su miembro contra mi y me miró fijamente a los ojos.

  • Bajate los pantalones y date la vuelta zorra – me ordenó Pedro –

Me desabroché el pantalón y me bajé los calzoncillos hasta las rodillas, mi pene se veía ridículamente pequeño al lado del enorme aparato que gastaba Pedro. Sin dejarme apenas tiempo, Pedro me dio la vuelta y pegó mi cara contra la pared del pequeño recinto donde estábamos. Mi polla estaba atrapada entre el calor de mi vientre y el frío de los azulejos, tan sólo ese contraste estuvo a punto de hacerme estallar en un orgasmo.

Pedro se lazó un escupitajo en la mano y me lo untó directamente en la raja del culo, especialmente en mi ano. Nunca había sido penetrado por un hombre, aunque sí es cierto, que en mis momentos de soledad, me he dado placer anal con un par de dedos mientras me masturbaba.

Noté que la cabeza de la polla de Pedro estaba en la entrada de mi culo. Pedro comenzó a apretar para romper la defensa que mi ojete tenía ante semejante monstruosidad, de pronto, el esfínter cedió y la cabeza roja abrió paso al grueso tronco lleno de venas, de mi boca salió un quejido involuntario, mezcla de dolor y placer por la estimulación de las miles de terminaciones nerviosas que hay alrededor de mi hoyito.

  • Joder… es… es enorme…. Ahhhhg
  • Tienes un ojete estrecho… me…mppppphf… me encanta

Pronto Pedro comenzó a bombear como una máquina de coser zurce una tela… me estaba cosiendo a pollazos el culo.

  • Te está gustando… no lo niegues putita… mmmmm.. Si no te pagara habrías dejado de igual modo que te rompiera el culo
  • Si… joder… sí… pero el dinero me lo vas a dar, las putas cobran y yo soy la tuya… Pedro, me vas a partir en dos… me mataaaaasmmm

Me mordía el labio para evitar lanzar gritos de placer que resonaran en toda la estación, aquella polla me estaba dando la mejor sesión sexual de toda mi vida y además me estaba ganando un dineral

  • Date la vuelta – ordenó Pedro – Quiero ver la cara que pones cuando un macho como yo te hace sentir lo puta que eres en realidad

Me di la vuelta y Pedro me levantó las piernas, me tenía cogido en el aire. Su polla abría las paredes de mi ano hasta su máxima extensión. Me lanzaba contra el aire para dejarme caer como una marioneta empalado en su gigantesco pedazo de carne caliente y dura. Me aferré fuerte a su cuello y rodeé con mis piernas su cintura. La penetración era absoluta, su polla llegaba terriblemente dentro, casi podía sentir que llegaba a mi vientre. Me sentía completamente lleno, en éxtasis, mis ojos se ponían en blanco, mi boca lanzaba aullidos de placer que debían escucharse en toda la estación de metro.

En ese preciso instante noté como de mi interior comenzaba a surgir el mayor orgasmo que había tenido nunca, mi polla comenzó a escupir una gran cantidad de chorros de semen, blanco y espeso… parecía la orden para correrse de Pedro, lanzó un gruñido animal y su cuerpo se tensó al máximo, noté como Pedro estaba vaciando su leche en mi recto, mientras con su cadera daba violentas embestidas que me hacían pensar en un tremendo desgarro en mi ano por culpa del enorme instrumento.

Poco a poco "descabalgué" a Pedro, su polla estaba fláccida y cayó a plomo dejándo un enorme vacío en mi interior… Por mis piernas noté un pequeño cosquilleo, la leche de Pedro se escurría por ellas hacia abajo. Cogí un poco de papel higiénico para limpiarme los restos de la corrida, pero Pedro me detuvo, cogió su cartera y sacó dos billetes de 500 euros que usó para limpiarme la lechada de mi vientre y el semen que se escurría entre mis piernas.

  • Toma, esto es tuyo, por un concierto bien realizado.

Terminamos de vestirnos y salimos de la estación. Nos dimos la mano y quedamos para el día del concierto