Murmullos: My first love
Regalillo, ojalá lo disfruten queridxs noctámbulxs.
Inicia desde aquí, es sólo una historia más de esas romanticonas y primerizas.
Espero que sea de su agrado.
Hasta pronto.
My first love
Laura entrecerró los ojos sutilmente, como pensando por unos segundos en lo que aquello significaba, segundos que, para Valeria se hicieron completamente interminables.
– ¿Y bien? – Preguntó una vez más, aún nerviosa por la respuesta que estaba a punto de recibir – ¿Te gustaría? – Vamos Laura, di que sí, di que sí.
–Sí– Respondió tras un leve silencio, asintiendo vigorosamente una y otra vez –Claro que sí– Soltó, mientras unas pequeñas y delicadas gotas salobres iniciaban su recorrido alrededor de sus mejillas – Sabes que sí – Sonrió. No tardó mucho en abalanzarse sobre su amante, a la vez en que esta cubría su rostro con ambas manos y le dedicaba cálidos besos en la frente.
–No sabes lo feliz que me haces, Lau –Dijo, mientras secaba sus lágrimas con el reverso de su abrigo – Estaba realmente nerviosa, yo…
–Cariño… –Susurró, posando su índice sobre los labios de Valeria, cortando la fluidez de sus palabras – Deja de preocuparte y bésame, ¿Sí? –Sonrió lascivamente – No querrás mantener descontenta a tu futura esposa, ¿o me equivoco? –Preguntó, observando cómo los ojos de su ahora novia se abrían de par en par ante la intencionada frase.
–Sabes que no… –Dijo sensualmente mientras se mordía el labio inferior –Sabes muy bien que no, futura esposa…
Se observaron fijamente a los ojos, dejando escapar un leve suspiro al aire mientras entrelazaban ambas manos y sonreían.
– ¿Tienes que ser siempre tan pervertida? –Preguntó Laura, con una sonrisa burlona que no le cabía en la cara– Yo sólo quería un beso y tú…
–Eres lo mejor que me ha pasado– Soltó repentinamente Valeria, dejando muda a su compañera.
–Vaya… no me esperaba eso– Susurró, de manera en que sólo ambas pudieran oírlo– Tú también eres lo mejor que me ha pasado, y Te quiero.
–Lo sé–Respondió, mirando distraídamente las chispas que dejaba la madera al quemarse, acompañado de alguno que otro sonido ocasional –También te quiero, más que a nada en este mundo.
Laura sonrió, a la vez en que se acercaba a Valeria y la besaba tiernamente, demostrándole con aquello lo que sentía, y sobre todo con la intención de dar profundidad a sus palabras mediante aquel primer beso.
Sus labios se encontraron, despacio, con cuidado, moviéndose juntos en una descarga de sensaciones que hizo a ambas mujeres gemir y estremecerse. Se separaron por algunos centímetros para recobrar el aire perdido tras aquel repentino suceso, sintiendo el latir agitado de ambos corazones y el calor penetrante que yacía en su interior, quemándolas intensamente.
–Guau…
–Sí…
Se observaron fijamente, una vez más, antes de atraer sus cuerpos mutuamente y retomar el beso, pero esta vez de una manera mucho más lasciva. Se hizo más profundo, cálido y las lenguas húmedas se exploraron cuidadosamente, saboreando cada centímetro como si la vida se les fuera en ello. El ambiente empezaba a calentarse, y estaban completamente seguras de que no era debido a la chimenea, o el termostato. Eran simplemente ellas, amándose.
Las manos delicadas y frías de Valeria se colaron bajo la camisa de su amiga, haciendo que esta diera un respingo al sentir el contacto.
–Brrr…
A pesar de eso, continuó. No podía dejar de sentirla, se le hacía casi imposible alejarse de ella. Lanzó a un lado la camisa mientras se mantenían sentadas sobre el sofá, frente a frente. Acariciando su abdomen en círculos y apreciando aquella cálida piel que quería besar hasta el cansancio, se sintió atraída por un deseo descomunal. Posó ambas palmas sobre las copas de aquel molesto sujetador y, rodeándolo, se deshizo de él.
Laura enrojeció. Nunca antes la habían visto desnuda, y mucho menos Valeria. Intentó cubrirse con los brazos, a pesar de las mariposas que sentía en el vientre pero, antes de que pudiera hacerlo, su amiga ya estaba prendida de ella, lamiendo instintivamente uno de sus pezones y atrayéndola con ambas manos.
–Oh… –Gimió, mientras enredaba sus dedos en el cabello oscuro de Valeria, dejándose llevar– Sí, sigue…– Inclinó levemente la cabeza hacia atrás, sintiéndose extasiada por aquel sentimiento cálido que la abrumaba y atrofiaba sus sentidos– Uhm, sí…
Valeria se abrió paso rápidamente, inclinándose un poco para probar aquellos labios que tanto le encantaban y dirigiéndose luego, entre besos, hacia el cuello plenamente descubierto de su novia, arremetió sin piedad alguna. No pudo evitar gemir al sentir a Laura, quien en un acto feroz la había acostado sobre el sofá y empezaba a desvestirla de manera salvaje mientras la besaba, dejando caer cada prenda sobre el frío parquet.
– ¿Caliente? –Preguntó Valeria entre jadeos.
–Para nada…
Laura encontró la piel de su amante completamente suave, y se emocionó al sentir como sus cuerpos se amoldaban con tanta precisión, que parecían haber sido hechos el uno para el otro. De eso no cabía duda. Cada caricia, cada beso, cada susurro la hacía estremecer y la elevaba a un estado antes desconocido. Se deslizó, dejando un rastro de besos sobre aquel cuerpo divino que la seducía, probando cada centímetro de piel que estaba a su disposición, descendiendo lentamente y sin apuros.
Necesitaba memorizar cada segundo de aquel encuentro, lo deseaba, pero parecía como si todos sus sentidos intentaran organizarse en un solo punto para captar la suma total de sensaciones que invadían su cuerpo. Ya no sentía mariposas, no, ahora eran murciélagos alborotando por completo su sistema nervioso.
Ambas mujeres se encaminaban ya, completamente desnudas hacia un placer orgásmico.
Posó una de sus manos sobre la intimidad de Valeria, sintiendo como esta se retorcía de placer ante aquel roce y la incitaba a continuar con aquellos destellantes y dilatados ojos azules. Fue un momento casi mágico. Uno solo de los dedos de Laura se abrió paso entre la humedad de Valeria, causando que esta elevara las caderas para repetir el contacto, una y otra vez.
–Dios, sí… –Susurró, muy cerca de su oído, haciendo que una corriente eléctrica la recorriera por completo– Oh, Laura, continúa…–Tenía que admitirlo, aquello le encantaba. Oír su nombre de esa manera lo hacía totalmente perfecto: Indiscutiblemente perfecto.
La respiración de Valeria era cada vez más intensa, acompañada de ciertos sonidos que no podía contener y eran pronunciados con voluntad propia por sus labios, a medida que las sensaciones crecían y se hacían mucho más potentes en su interior. Sentir como Laura le hacía el amor de una manera tan sutil había logrado encantarle, llegando a tal punto de no saber exactamente cuándo era activa , y cuándo pasiva . Aguantó lo más que pudo, hasta que sus muslos empezaron a temblar ferozmente y tuvo la necesidad de aferrarse a Laura con ambos brazos.
– ¡Dios, Laura!– Fue lo único que pudo decir mientras arqueaba la espalda y soltaba un estridente gemido.
La noche seguía su curso, mostrando a una resplandeciente Luna Llena de testigo frente a esas dos almas que intentaban fusionarse, y amenazaban con hacerlo. Valeria continuaba vibrando interiormente, sintiendo como una serie de temblores electrizantes la recorrían completamente desde el mismo centro de su entrepierna.
–Eres hermosa…–Oyó decir a Laura con un hilo de voz, mientras se acercaba cuidadosamente hacia su vientre y subía, para encontrarse con aquellos labios que ahora le pertenecían. Entrelazó sus piernas con las de ella, importándole muy poco o nada el tener los fluidos de ambas sobre sus muslos, y la besó. La besó con la misma ternura de hacía unos instantes, sintiéndose inmensamente feliz al saber que sería ETERNAMENTE SUYA.
–Te quiero…
–También yo…
FIN