Murmullos de Fantasía o Realidad [Parte 1]

Sandra: Nos quedamos en la casa a solas, las dos con el fuego calentado el ambiente, pero no nuestras ganas, porque esas estaban ardiendo desde que pisamos el lugar.

Sandra: Nos quedamos en la casa a solas, las dos con el fuego calentado el ambiente, pero no nuestras ganas, porque esas estaban ardiendo desde que pisamos el lugar.

Como vos siempre decís no tenía prisa, pues llegaría lo que tanto ansiaba, así que sólo disfruté de vos, de vuestra mirada, de vuestra timidez, junto a la mía. Compartíamos el espa

cio que tanto deseábamos, no era fácil romper esa timidez, pero de a poco, lo estábamos haciendo, hablábamos, nos movíamos por la estancia buscando ese encuentro, ese momento tan deseado…

Pero las dos sabíamos esperar, sabíamos encender más ese fuego que ya nos quemaba el alma. ¿Qué cenaríamos? Las dos nos miramos y nos encaminamos a la cocina, yo sé que a vos no os gusta mucho el hacer nada, así que me adelanto, y busco algo en el refrigerador noto que te acercas con esa sonrisa pícara, me miras, ¿Qué preparamos? Preguntas, y las dos nos ponemos a inventar algo.

La cocina es espacio reducido, nuestros cuerpos se rozan, nuestras miradas gritan, las dos cogemos algo al mismo tiempo y las manos se rozan, no la suelto me acerco a ti y te miro a los ojos , y mi mirada baja hasta tus labios, implorando que se junten con los míos, me abrazas ¡Oh! ¡Cuánto desee ese abrazo! y me atrapas en tu cuerpo, en tu calor, tu boca escuchó mi ruego y se acerca suavemente a la mía tiemblo, tiemblas, pero no nos detenemos, el contacto ansiado, suave, tímido, cálido, por fin sentí tu aliento en mi, tus labios en los míos, tu lengua en mi boca, que agradable sensación, nuestro ojos se cruzan , esa mirada de amor, de deseo se junta con ese momento, no quiero que me sueltes, no deseo soltarla pero, volvemos a la comida, pero ya es otra cosa, ya nuestros cuerpo se buscan sin contemplaciones, nos rozamos en esa diminuta cocina, haciendo que el deseo, que el momento que esperamos, en el cual nos encontremos será eterno y único, maravilloso…

Lilian: En el convencimiento de que sucederá lo inevitable, ambas sin hablarlo decidimos prolongar la espera (la timidez también juega en esa decisión, todavía no nos soltamos del todo...) esa espera tiene algo de dulce tortura, y es muy excitante, sabernos ahí, estar sintiéndonos, pero no tocar, sólo insinuar el roce... te pregunto qué puedo hac

er y mientras tu mirada me dice una cosa tus labios se limitan a pedirme que corte la ensalada...tomo la cuchilla y me asalta el recuerdo reciente, cuando ambas la tomamos al mismo tiempo y ese roce desencadenó en el primer beso, te observo, pareces concentrada en preparar la salsa de los fideos que decidiste preparar... no puedo dejar de verte, no sé qué hechizo produces en mi, tu mirada me atrapa en el preciso momento en que me humedezco los labios y me pongo de un rojo subido, rápidamente reacciono y te digo que iré poniendo la mesa. La preparo para dos, nada rebuscado, sólo lo necesario para cenar... afuera el frío azota, adentro el calor que irradian nuestros cuerpos supera al del hogar... te asomas avisándome que en unos minutos podremos sentarnos a la mesa... navegamos entre la confianza recién nacida y la vergüenza de tocarnos por primera vez...creo que ninguna puede resistir a la tentación de repetir el beso...

Lilian: porque sin quitarnos la mirada acortamos distancias y volvemos a juntar las bocas en un beso que comienza muy suave, reconociendo un lugar que imaginamos muchas veces y que apenas habíamos probado hacia instantes... mordisqueo tu labio inferior, busco que se rinda a mi deseo y lo hace, tu boca decididamente me cede el paso, junto con mi l

engua que recorre su interior, mis manos se instalan en tu cabello, acarician tus mejillas y empiezan un lento descenso por tu espalda, soy renuente a separar mi boca de la tuya pero tengo ganas de besar tu cuello, señorita,tus manos no se quedan quietas tampoco y empiezan un recorrido por todo mi cuerpo, de pronto el sonido del fuego al volcarse el agua de los fideos nos trae a la realidad... ambas corremos a la cocina y lo apagamos, buscamos un repasador para limpiar el lio y nuestras manos vuelven a tocarse... (Ahí el dilema, Srta. ordenamos, servimos y comemos o.. ¿¿nos entregamos a otro tipo de apetito que empieza a ser imperioso satisfacer??...) (nota de la autora: lo que decida estará bien, pero recuerde ¡¡Sólo tenemos tres días!!)

Continuará...