Muriendo de ganas por entrar
Resultó ser toda una experta en llevar al límite mi resistencia
Llevábamos mucho tiempo esperando este momento. Cuando por fin llegamos a su casa no tardamos en empezar a besarnos mientras nos quitábamos la ropa de camino a la habitación. Completamente desnudo, me echo boca arriba sobre la cama y ella me sigue, gateando por la cama únicamente tapada por un pequeño tanga hasta llegar a mi boca. Con su cuerpo contra el mío no tarda en notar que estoy totalmente erecto, lo que provoca que aparezca una sonrisa pícara en su cara y sin dejar de besarme, lleva una mano hasta mi polla.
En cuanto la tiene en su poder, aparta con maestría la poca tela de encaje que cubre su cuerpo para simplemente apoyarla sobre su coño, sin dejar entrar más que la punta. Ella siente mi dureza, yo su abundante humedad. Entonces se incorpora apoyando sus manos sobre mi pecho, empezando a moverse en círculos muy lentamente, mirándome a los ojos sin decir nada.
Viendo cómo se contonean con su movimiento, enseguida quiero tocarle las tetas, pero no me deja. Sin embargo, es ella quien separa las manos de mi pecho para empezar a tocárselas sin dejar de moverse en torno a mi polla, que no consigue entrar más. Sabe que me muero de ganas por hundirla hasta el fondo, pero aguanta sin dejarse caer sobre mí, solo dejándome poner las manos sobre su culo, acompañando el movimiento de sus caderas.
Veo como coge sus pezones y los aprieta, mordiéndose el labio al hacerlo y sin dejar de mirarme. Juega con sus tetas sin dejar que mi polla gane terreno dentro de su cuerpo, lo que me tiene completamente loco, más ahora que empiezo a oír sus gemidos.
Sin esperarlo, agarra mis manos para llevarlas donde estaban las suyas. Ahora soy yo quien juega con sus pezones mientras ella, con una mano a cada lado del culo, se abre para que su coño quede más expuesto ante mí, provocando ahora un delicioso sonido húmedo cada vez que su cuerpo sube y baja, pero sin dejar aun entrar más que la punta. Sigue moviéndose y ya noto como su flujo ha escurrido hasta más abajo de mi polla, que está empapada esperando entrar, pero aún no lo va a permitir. Sigue follándome solo la punta de la polla, muy lentamente.
El sonido que provoca su coño al abrirse ante mí, sus gemidos ahogados al morderse el labio, la humedad que recorre mi polla y la forma en que me mira hace imposible seguir aguantando. Noto como un caudal caliente anega la punta de mi polla y al sentir su coño apretándome una vez más, exploto soltando un chorro de leche que recibe encantada, dejándose al fin caer sobre mí. Con la polla al fondo de su cuerpo, sigo corriéndome en lo más profundo de su coño mientras ella, muerta de placer, gime sin control mientras se corre conmigo. Exhausta, se derrumba sobre mí con la respiración agitada y cuando conseguimos recuperarnos, nuestros labios se funden ya sin separarnos, sin salir de lo más profundo de su cuerpo.