Muñequita traicionera

Una ilusión trancada, que en su momento fue lo más bello.

Ante todo, contarles que el lugar preciso de mi relato no viene al caso, menos los nombres, los cuales son ficticios, para protección de algunos participantes. Debo decirles que todo comenzó en el lugar donde trabajo, lugar en el cual trabajan casi pura mujeres. El cambio constante de personal, hizo que entre a trabajar la protagonista de mi relato, de nombre Sonia (18 años), quién es una personita menuda, pero de muy buen cuerpo, proporcionado en todo sentido, aspecto que me llamó mucho la atención, a pesar de ser un hombre casado y ser su jefe. Todo comenzó un día en el cual yo salía a hacer las entregas de nuestra producción diaria, en la que normalmente salgo con un ayudante por la cuestión del peso de los bultos. Ese día, no me acuerdo por que razones, Sonia se coló al despacho. Luego de terminar la faena, mi ayudante se fue, dejándome a solas con Sonia en el vehículo de reparto. Luego de hablar de cosas intrascendentes, tuvimos la idea de tomar unas cervezas, para ello y luego de pasar por una licorería, nos fuimos a un lugar alto de nuestra ciudad y casi desolado. Aparcamos el vehículo al borde del camino y entre cerveza y cerveza, tuvimos nuestro primer beso, que luego siguieron muchos más ardientes. Ese primer día, digamos que fue de reconocimiento del terreno para ambos, no pasamos a más, pero quedamos con todas las ganas eróticas postergadas para una próxima oportunidad. No pasaron ni dos días y propuse a Sonia faltar a trabajar e ir de compras a una feria de nuestra ciudad, luego de dos horas de varias compras para ella, sin más preámbulo terminamos metidos en un cuarto de motel, en el cual quedamos en ver que iba a pasar, por la cuestión de rapidez de los acontecimientos y lo poco que nos cocíamos. Sacamos unas bebidas del frigo bar y nos metimos al jacuzzi del cuarto. Abundaron los besos y las caricias, pero Sonia todavía estaba algo reservada, aunque ambos estábamos desnudos en la tina. Sucedió lo que tenía que suceder, entre caricia y caricia, juegos con el agua, ella quedó sentada encima de mis piernas, con sus senos frente a mi cara, luego de acariciarlos con mi lengua, mordisquear sus pezones, besar su cuello, la acomodé de tal manera que mi pene totalmente erecto, entró en su ya lubricada vagina, nos quedamos muy quietos ambos, nos miramos como preguntándonos si debíamos continuar (aunque la pregunta ya estaba muy por demás) y dimos rienda suelta a nuestras ganas postergadas. Lo que ocurrió en esa primera vez, fue algo inolvidable para ambos, ya que luego de tener los primeros orgasmos en la tina, nos fuimos a la cama para continuar en mejores posiciones lo que habíamos empezado de sentados. Por mi experiencia con las mujeres, me di cuenta que Sonia, a pesar de sus años, ya tenía bastantes conocimientos sobre el noble arte del sexo, aspecto que contribuyó a una oleada de placer y los bienvenidos orgasmos, mediante todas las posiciones que se nos vinieron a la mente. Entre gritos y gemidos lujuriosas de ambos, cambiamos de posiciones durante más de dos horas, que luego terminamos totalmente agotados y satisfechos por la primera experiencia que nos tocó vivir juntos. A partir de ese día, ambos no teníamos ojos para otras personas, se cruzaban nuestra miradas en nuestro trabajo, aunque no nos hablábamos mucho, por no levantar sospechas en el resto del personal, aspecto que con el pasar de los días, ya no nos importó nada y, al parecer, varias personas ya se enteraron que andábamos juntos. Nuestros siguientes encuentros fueron cada vez más ardientes y largos, al punto que ya estábamos siendo caseros de los Moteles de nuestra zona. En cada sesión sexual que teníamos, siempre éramos más ardientes que el anterior, como si fuera la primera y última vez que estaríamos juntos. Inicialmente, ahora lo veo claro, nuestra relación fue meramente sexual, a pesar que ella empezaba a mostrar enamoramiento y yo, la verdad, estaba prendado de Sonia, por el trato que me daba y la satisfacción que me hacía sentir, cosa que ninguna mujer lo había hecho. Durante nuestros encuentros sexuales, en muy contadas ocasiones tuvimos el sexo oral, puesto que ella tenía que estar con muchas copas encima para llagar a ese punto. Tampoco llegamos a consumir el sexo anal, aunque ambos lo queríamos, pero Sonia me puso una condición: que me fuera a vivir con ella y me daría el privilegio de desvirgar su ano. Como toda mujer de su edad, ella tenía pretendientes mucho más jóvenes que yo, uno de ellos era alguien con el que habían convivido anteriormente, pero se separaron. Marcelo, su nombre, tuvo contactos telefónicos con Sonia, en mi presencia, aduciendo que le pertenecía, que era su mujer, que la quería y que se seguían juntos, por lo que se me empezó a formar la idea que esta relación no iba a continuar más adelante, que algún momento tendríamos que alejarnos. Y llegó el día, este "carnudo", fue tal vez la persona que me salvó de cometer una desintegración de mi familia, aunque no le agradezco nada. Tuvo la mala (o buena?) idea de "robársela" el día de Año Nuevo, privándome del placer de disfrutar de Sonia y viceversa, puesto que, realmente, el trato que le di fue como a una reina, estaba empezando a tener algunos planes serios con ella, una lugar para vivir, una movilidad, nuestro trabajo juntos, aunque no una vida juntos. Iba a ser lo que se llama: Amante, pero muy, muy querida. Contra mi voluntad, estaba empezando a sentir algo más que una atracción sexual por Sonia, el hecho de no verla, me ponía nervioso, inquieto y hasta celoso. Los primeros días que ya no estuvimos juntos, realmente fueron una tortura para mi, tanto en mi trabajo y, lo que es peor, dentro de mi hogar. Con el pasar de los días, me fui calmando y resignando a no volver a verla, hasta que recibí un llamado de teléfono de Sonia, avisándome que se habían mudado a una ciudad cercana a la nuestra, casualmente la ciudad donde nací y viví hasta mis años de recién casado. Mantuvimos una comunicación muy seguida por teléfono, le prometí ir un fin de semana, pero algunos conflictos me privaros del viaje. Pero llegó la oportunidad de otro fin de semana y quedamos en el día y hora de mi llegada, así como también el lugar donde me alojaría. Mi hora de llegada era a media noche y quedé con ella de llamarla al día siguiente, temprano, para poder tener todo el día juntos. Grande fue mi sorpresa, al llegar a mi Hotel, que en el loby encuentro a Sonia esperándome (eran las 00:30). Luego de registrarme, acomodé mis pertenencias en mi habitación y nos fuimos con rumbo incierto. Tomamos un taxi, con el fin de ir a un lugar para poder conversar y lo único que se nos ocurrió fue irnos a un Motel. Las palabras que cruzamos fueron muy pocas, más estábamos abocados a recordar nuestro besos, caricias y demás actos del arte del sexo. Fue, como dije antes, como la primera y última vez. Toda una noche juntos, la primera que realmente estuvimos toda una noche y parte de la mañana, abocados a lo que siempre nos ha gustado hacer a ambos, tener una buena y larga sesión de sexo. A media mañana, literalmente, nos botaron del motel por motivos de aseo y cambio de turno del personal. Luego de asearnos y antes de vestirnos, le di talvez mi último regalo, una tanga hilo dental, la cual le quedó bastante muy buena y que le hacía resaltar su bien preciado culito. Nos fuimos a desayunar y recién conversamos de su alejamiento. Marcelo se la había llevado a la fuerza (según ella) y la tenía viviendo con su abuelita en mi ciudad natal, la hacía trabajar en un mercado de abasto vendiendo no se que cosas, no estoy seguro si me dijo que su pareja forzada tenía algún trabajo con que mantenerse, pero siempre he tenido la presunción de que ha sido y es un vago mantenido. Me contó algunos detalles de porque me había estado esperando en el hotel. Su pareja se mandó una borrachera y Sonia se sintió mal y le pidió que la llevara a un médico o posta sanitaria, pero en el estado que se encontraba, no le dio importancia y se quedó dormido. Sonia tomó la decisión de irse sola, pero no al médico ni cosa parecida, fue a esperarme al hotel desde las 23:00 horas. Como se supone en estos casos, hombre despierta de su borrachera, no encuentra a su mujer en su casa y empieza la desesperación de saber que ha pasado y salir a buscarla. Craso error, lo primero que se le vino a la cabeza, es que se fue a la ciudad donde todo había comenzado, pensó que Sonia fue a buscarme y quedarse a mi lado, por lo que se subió al primer autobús y viajar a rescatarla. Seguramente no pudo hacer mucho, porque no esta en esa ciudad y para mí, empezó mi incomodidad: primero me llamó la hermana de Sonia, preguntando por ella; por sugerencia de ella misma, me hizo decir que no estaba conmigo y que no sabía nada de ella. Posteriormente me empezó a llamar Marcelo, hablando algunas cosas verdades e inventos, pero también respondí lo mismo que a su hermana, que no sabía nada y que no sabía nada de ella, que desde que se la robó, no había tenido ningún contacto ni llamada. Me molestó con varias llamadas, las cuales corté siempre negando haberla visto y exigiéndole que dejara de incomodarme con sus llamadas, pero ya haciéndole saber que estaba en la ciudad que ellos habían escogido para vivir, la mía. Esto le cayó como una bomba, ya que realmente cayó en cuenta que Sonia estaba conmigo, aunque todavía yo le negaba tal aspecto. A sugerencia mía, luego de pasar otro buen rato entre ambos, sugerí a Sonia despedirnos, puesto que en los siguientes minutos llegaría toda mi familia. También le pedí que dejara pasar una hora, por lo menos, y le haga una llamada a su pareja, avisándole donde se encontraba. Tuve la oportunidad de encontrarme solo, luego de más de una hora, y me encuentro con Sonia, quién ya había hablado con su pareja y le había dicho donde se encontraba. Me contó que le exigió que viaje y deje mi ciudad natal y que ya había comprado un pasaje en autobús para irse. Fue la última vez que la vi. Pasaron muchos días, en los cuales ni llamadas, menos encuentros furtivos, ni nada. Empecé con el afán del olvido, aunque ha sido doloroso y muy sentido, tuve cambios de carácter, pero logré mi objetivo, no la olvidé por completo, pero dejó de ser una parte de mi vida, dejó de ser la ilusión que tenía, dejó de ser todo para mí, ya no me importaba donde estaba ni con quién estaba, realmente me había propuesto olvidarla por completo. Pero, siempre hay un pero, surgió una llamada suya, inesperada, preguntándome como estaba y que hacía, no le alcancé a responderle casi nada, me cortó, me volvió a llamar, nuevamente intentamos una charla, pero me cortó, hasta que se arma el problema con su pareja, quién aducía que ya era el que llamaba y era el que insistía en seguir con Sonia. Como ya conté más arriba, la verdad no tuve ni la más mínima intención de llamarle ni encontrarme con Sonia, es más, al no saber donde estaba, ya estaba decidido a no querer saber nada de ella. Pero la cosa no fue tan sencilla con su "carnudo", aunque dejó de molestar. No se si decir que he perdido una batalla por abandono, pero creo que tampoco ganó alguien, más que todo conociendo a Sonia, quién es la personita que no está con una pareja por mucho tiempo. Ahora todo ha pasado a la historia, ha sido un muy lindo pasaje en mi vida, realmente esas cosas no se olvidan, pero la vida sigue adelante y ahora tengo otras iguales o mejores oportunidades, aunque no soy el las busca precisamente, principalmente por mi edad. No digo que quiero reemplazar a Sonia, ya que ninguna mujer es igual a otra, cada una es única, pero a la vez no es la única. No quiero hablar de las cosas que hicimos juntos y alguien más, Sonia sabe de lo que hablo, tampoco he querido entrar en detalles morbosos del sexo, ni los planes reales que teníamos, las barbaridades que me hablaba de su pareja actual, su actitud amorosa en nuestro trabajo y otras que no menciono por no causar incomodidades a terceros ni a nosotros mismos. Cuento todo esto, principalmente, aunque en forma tal vez equivocada, porque siento que debo desahogarme, debo sacar lo último que queda en mi pensamiento de Sonia, no estoy arrepentido, si volviera a tener otra oportunidad, en las mismas condiciones iniciales que estuvimos, lo volvería a hacer. No me quiero olvidar de algo muy importante que no ha sido omisión de mi relato, a manera de mensaje: Sonia, el te amo, te quiero que te decía, era cierto, es cierto. Tu actitud, ha hecho y está haciendo que esa intensidad vaya bajando cada vez más, aunque no sabría que pasaría conmigo si te llegara a tener nuevamente en mis brazos, por favor, no nos veamos más. Por siempre tuyo. Tu ya sabes quién.

Dedico la única fotografía que tengo de Sonia, especialmente a su "Carnudo", con la esperanza que algún día pueda verla.