Muñequita loca
Parecía una niña, aunque no lo era, pero llegó a desquiciarme con sus locuras.
Cuando conocí a aquella muchacha, pensé que era una niña de no más de 14 años. Cuando me enteré que ya había pasado de los 20, quedé alucinado. Siempre había deseado tener relaciones sexuales con una muñequita como aquella. No medía mas de 1,40, su peso no sobrepasaba los 35 kilos. Piernas delgadas, pecho completamente plano. Un culito diminuto y respingón, pero muy bella. ¡Que carita por favor!. Era maravillosa!.
Aquella tarde logré convencerla para ir al cine. Quería acostarme con ella de la forma que fuese y más cuando ahora tenía la certeza que era mayor de edad y no habían impedimentos que no fueran de parte de ella. Andando a su lado, su cabeza llegaba un poco más arriba de mi cintura. Yo mido más de 190 y peso casi 90 kilos.
Llevaba un vestido ligero, con la falda un poco mas arriba de las rodillas. Cuando se sentaba, podía ver las piernas tan delgadas, que mas parecían palos. Los muslos apenas tenían carne con lo cual cuando separaba ligeramente las piernas podía divisar perfectamente su sexo tapado con esas braguitas, un poco grandes para ella.
En el cine estuve tocando sus muslos por debajo de la falda, pero como sus piernas permanecían cerradas al máximo, me tuve que conformar con llegar hasta su braquita y acariciarle su pubis, que al tacto parecía no tener nada de vello, posiblemente había sido afeitado muy recientemente.
Al salir del cine nos fuimos a cenar a una hamburguesería, con tal calentura por mi parte, que la idea original de preparar el terreno para follármela mas adelante, dejó paso a la urgencia de hacerlo esa misma noche. La lleve a casa, habiendo costado muchísimo convencerla, y una vez allí, use todos mis argumentos posibles para poderla meter mano. Me resultó imposible de todo punto, y mi calentura había llegado a unos limites insospechados.
En un momento dado, era tal mi desespero que incluso decidí mandarlo todo al traste y pasar de follarmela, pero mi perplejidad llegó hasta puntos extremos, cuando le dije que debía ausentarme para soltar una meada.
Si me prometes que no será muy grande la meada, te dejo que lo hagas en mi boca.
Casi me da algo al oir esas palabras. ¿Estaba loca?
Yo me la meto en la boca y cuando te pegue una palmada en el muslo empiezas o orinar.
Ahora ya estaba seguro de su locura y su cinismo pero me di a la tarea de sacar mi pene que erecto llega a los 20 cms. Pero que en aquel momento por mi fastidio no estaba en su máxima erección, y se lo puse en la boca. Ella empezó a meterse la polla hasta el fondo. Hacia hueco en su garganta y yo iba notando como poco a poco traspasaba la barrera de sus admidgalas y al poco tiempo ya nada de mi polla quedaba fuera.
Hizo unos pequeños movimientos de sacarla y meterla y por fin su boca quedo rozándome el pubis y me dio dos palmadas en el muslo, señal que abrió mi espita. Estuve orinando directamente en su esófago y mínimo 700 cls. de orina entraron en su cuerpo sin hacer ella ningún gesto de asco. Acabado de orinar, mi polla alcanzó tal tamaño que creía que le iba a destrozar, pero como no recibí ninguna señal de desapruebo por su parte, la cogí de la melena y empecé a follarle la boca entrando hasta el fondo y muy pronto una cantidad respetable de esperma paso a su estomago para hacer compañía al resto de líquidos ingeridos.
Cuando me salí de su boca, le ví la cara desencajada pero el único comentario que hizó fue.
Ves como no hacía falta que te la mamara para que tuvieras placer!
¡Que cinismo! ¿Cómo podía decir eso? En esos momentos ya pasaba de sus historias y el siguiente paso era meterle mi polla hasta el fondo.
Podrías darme tus braguitas de recuerdo, ya que no quieres nada de mi.
Hizo el gesto de bajárselas y al poco tiempo las tenía en mis manos. Como había imaginado, era demasiado grandes para ella, pero que importaba eso en esos instantes. Se recostó a mi lado en el sofá, y asió mi pene con su mano, acariciándolo y masturbándome mientras su cinismo hacía otra vez acto de presencia.
Nunca tocaría yo un pene en este estado, me da un asco terrible!
Mientras ella demostraba con sus palabras su estabilidad emocional, mi dedo empezó a tocar su rajita por detrás y al notar su ano me paré automáticamente. Lo tenía completamente salido hacia fuera! El siguiente objetivo fue verlo directamente. La acomodé en una posición que permitiera al mismo tiempo que yo le veía la retaguardia, que siguiera con esa faena que tanto asco le daba.
Cuando le pude ver por fin el ano, quedó claro en mi mente que ese era mi objetivo real, no cabía la menor duda. Estaba hinchado como un trébol, amoratado en los bordes, que hacía que destacara claramente entra la blancura excesiva de su piel. Daba la impresión que se la habían follado por el culo una manada de caballos.
Unté mis dedos con saliba y empecé a masajear su rosita hasta que un dedo se coló hasta el fondo. Empecé la tarea de ensanchar el lugar por donde iba a meter mi tranca, cuando me percaté que había desaparecido casi por completo en su boca. ¡Vaya zorra! ¡La madre que la parió!
Cuando decidí pasar a encularla, me costó un buen rollo convencerla de que soltara su presa y cuando lo hizo fue para decir.
Estás como una moto, te dejaré que me folles, pero solo por el coño, por el culo ni se te ocurra que me duele mucho.
Eso lo decía con tres de mis dedos introducidos hasta el fondo de ese culo. La puse boca abajo en el sillón con un brazo mio por debajo de su vientre para elevarla un poco, y de un solo golpe le metí un tercio de mi pene. Ella no dijo nada en absoluto por lo que jalándola de los hombros y en dos golpes se la ensarté hasta el fondo.
Follame despacio el coño, pero por favor no me toques el ano. Me da mucha vergüenza que me lo toquen.
La hubiera mandado a tomar por culo, si no fuera por que yo mismo la tenia ensartada hasta el máximo. Me había puesto en tal estado, que la agarré por la cintura y de pie la movía como si me estuviera masturbando con un trapo. Enseguida le llené las tripas de semen, introduciéndosela hasta el fondo. Me tumbe en el sofá boca arriba con ella encima mío y todavía ensartada. Cuando me salí de ella tenía tal agujero que todo mi semen y algo mas resbalaban por sus muslos para abajo obligándola a ir corriendo al excusado.
Siempre que como hamburguesas tengo descomposición de tripas y no puedo aguantarme.
Lo que tu quieras nena.
. Tras llevarla a casa, hice el camino de vuelta con la certeza que esto me iba a dejar secuelas, seguro! Aun así, ya iba pensando lo que podría ocurrir la próxima vez, si es que la hubiera. Lo que si estaba claro es que me volvía follado y desahogado que era de lo que se trataba.