Mundo Paralelo 7
Al final la patrulla de rescate, rescatan a Ryoko y a Marcos, tras intensas batallas de supervivencia, todos llegan al refugio excepto González, ¿qué le pasara a este pobre hombre, donde acabara?
Mundo Paralelo 7
Al abrir los ojos esboce muy ampliamente una gigantesca sonrisa, pero esa sonrisa me duro poco. El tiempo que tarde en intentar moverme y los nervios de mi cuerpo empezaron a despertarse, recordándome que el dolor que sentía en mi mundo, era un simple aperitivo, comparado con el terrible dolor que sentía en este. A fin de cuentas el dolor es símbolo de que sigo vivo, no estaba seguro cuando me dormí, de si volvería a despertar aquí y no estaba seguro tampoco, de que la nevera me aislara de ellos, el tiempo suficiente como para despertar, pero ambas cosas por fortuna, se habían cumplido.
Moví mi brazo izquierdo un poco, el dolor por esa parte de mi cuerpo, había menguado lo suficiente como para poder usarlo, casi con normalidad. Moví también ambas piernas, estaban bien, solo estaban entumecidas de tenerlas medio encogidas por dormir en un estrecho frigorífico. Ahora que empezaban a despertar también mis sentidos, vi que olía mal aquí dentro, a podrido y que había algún que otro bicho revoloteando de aquí a allá o incluso arrastrándose cerca y lejos de mí, poco me habían importado los insectos la noche anterior, ni el olor, empecé a escuchar ruidos fuera, recordando lo último que paso, por un momento pensé que podría escapar de aquí sin problemas, pero ahora me di cuenta, que nada aquí en este mundo sería tan fácil, como en el otro.
Quería salir, me estaba asfixiando con ese olor nauseabundo, pero fuera se escuchaban pasos claramente y no pasos normales, por desgracia, sino que se exactamente que son de esas horribles criaturas. Intente mover el brazo derecho pero no respondía y se me escapo una mueca de dolor, aunque contener el sonido, además de que tenía una sensación similar a la que tuve ayer en mi mundo. Así que las heridas de un mundo a otro, se traspasan, pero no así las curas, no sé porque, pero me lo esperaba. Me pongo a recordar todo lo que me dijo el médico, como ponerme el hombro en su sitio y todo lo que me aviso que me podría pasar, pero no tengo otra opción que ponerme y hacerlo. Es obvio que debo luchar para seguir viviendo, miro la pistola a mi lado y compruebo sus balas como un iluso, justo como recordaba, mis balas son cero, las balas tampoco se renuevan solas, esperaba un milagro como un tonto y obviamente no paso, aunque pensándolo bien, creo que no sería demasiado buena idea, ponerme a pegar tiros con sonido a diestro y siniestro, de nuevo, aunque fue divertido, casi muero en el intento, pero, me lleve muchos bichos por delante.
Sabiendo que me va a doler, me enderezo y cruzo las piernas para dejarlas lo mas planas que me permite el estrecho sitio donde estoy ahora mismo, me duele el pecho y la espalda pero es un dolor soportable. Cojo mi brazo con mi mano buena, la zurda, pero niego con la cabeza, voy a gritar si lo hago así y entonces estaré muerto. Necesito algo duro que morder, me pongo a mirar atentamente, pero todo lo que había aquí dentro lo saque para fuera, entonces veo la pistola a mi lado, solo tengo eso, no me queda más remedio que usarla, para eso. Muerdo la pistola y me preparo para hacerlo con un movimiento lento, pero continúo, ahogo un fuerte grito, mordiendo con fuerza la pistola, pongo mi hombro en su sitio. Y aunque me duele horrores, puedo moverlo con cierto cuidado, por desgracia para mí, los pasos se han acercado y ahora debo esperar a que se alejen de nuevo, para poder salir.
Escucho ruidos debajo de fondo, parece haberse derrumbado algo, escucho un grito justo pegado al otro lado de la puerta del frigorífico, suspiro aliviado tras oír como los pasos se van alejando de mi y luego parecen saltar al vacío, pues los pasos se detienen de repente. Si hubiera abierta esa puerta unos segundos antes, posiblemente ahora estaría muerto. La abro con lentitud y me salgo de la nevera, tosiendo al respirar aire puro, ahora lo entiendo todo, la nevera estaba llena de bichos y de comida podrida, al vaciarla la mayoría de bichos y el olor se quedo en el suelo, cubriéndome a mí, pero no del todo, ahora al ver eso, me picaba todo el cuerpo, sentía miles de bichos reales o quizá, imaginarios reptando por mi cuerpo, investigando mi ser, pero no tengo tiempo en realidad ni de rascarme y aunque desearía tomar una ducha caliente, voy a actuar rápido, antes de que el ser de antes vuelva y me pille aquí, total y absolutamente, indefenso.
Por suerte, estoy completamente solo al salir, aunque abajo se escuchan una cantidad decente de esos bichos batallar contra algo, recuerdo a él, monstruo que era un ojo, quizás con un poco de suerte es contra él. De todas formas sonrió, veo el desastre que he organizado aquí, pues solo media casa está en pie, el armario para mi alivio sigue donde lo deje y luego en toda esa línea, trazando una línea casi recta en sentido diagonal se ha derrumbado todo, con la campana.
Aunque mi gesto se vuelve serio al pensar en el siguiente ataque al refugio, mi proeza de esta vez, nos condenara a todos, quizá a morir la próxima vez, pues no será fácil llegar a la siguiente iglesia es desde aquí y no veo ninguna. A la vez que miro todo lo que hice y pienso todo esto, me acerco a los cajones de la cocina y todo lo silencioso que puedo ser, además de con todo el cuidado que puedo, busco algún cuchillo decente, encuentro uno, lo agarro y guardo la pistola en mi bolsillo de atrás. Aunque al hacerlo, ese movimiento, me ha hecho poner cara de dolor. Luego busco mis armas por lo que queda en pie de la casa, la espada no está, el fusil tampoco, pero encuentro la pistola militar con silenciador y me la guardo en el otro bolsillo tras comprobar cómo ya pensaba, que tampoco tenía balas.
Luego busque la linterna y no la encontré tampoco, así que supuse que acabo con todo lo demás al fondo del precipicio, ahora sí, con cuidado, me acerco a la pared que queda más en pie y al asomarme veo al chico militar que me envió a aquí y al que me salvo el primer día abajo luchando con ellos, uno de esos monstruos, está detrás de los chicos y ninguno de ellos se ha percatado, maldita sea…pienso si tuviera balas, pero no las tengo y entonces se me ocurre una buena idea o al menos pienso que lo es.
Agarre la pistola que hacia ruido y la lance contra el monstruo, hizo el suficiente ruido, para que los dos de abajo se alertaran y acabaran con el rápidamente, con el gesto de un pulgar levantado me lo agradecieron, y en ambos me pareció ver una sonrisa de alivio, al ver que estaba vivo después de todo. Luego con cuchillo en mano me acerque a el armario y antes de que pudiera abrirlo, uno de esos seres me cayó al lado, dispuesto a acabar con él, intente atravesarle el cráneo con el cuchillo, pero ante mi sorpresa reboto, perdí el equilibrio a causa de eso, y me caí al suelo, esquivando de milagro un par de puñetazos que me hubieran matado de un golpe el que iba directo a mi cara, me hubiera arrancado la misma y el de mi pecho, me hubiera lanzado al vacio. Al escuchar mi caída, unió ambos brazos dispuesto a rematarme, así que tuve que rodar hacia detrás, esquive el golpe, pero la zona entre nosotros se agrieto, indicándome que otro golpe así y no lo contábamos ninguno de los dos.
Patee una silla que hizo ruido, el salto contra la silla reventándola, esta parte crujió de nuevo, empezando a separarse más, le hice cosquillas con el cuchillo por detrás y rápidamente salte otra vez hacia el armario, el golpeo el suelo, provocando que esa parte cediera y cayera al vacio inmediatamente. Suspire aliviado y abrí el armario, pero no llegue a mirar, porque justo por el estruendo que había provocado el otro, otro de esos seres me cayó justo al lado sorprendiéndome y quedándome de piedra, totalmente inmóvil, por la posición en la que estaba, podía acabar conmigo de un solo movimiento y sin embargo, cualquier movimiento de mi parte, podría desembocar en una caída hacia debajo sin poder agarrarme a nada. Se escucharon ruidos que venían de la torre y espere que no fuera otro de ellos, viniendo a por mí, como si este que tenía en frente no fuera suficiente, para matarme. Sin embargo tuve suerte y este se dio la vuelta, pero de entre los muebles rotos y algunos cuerpos, que taponaban la entrada de la torre, salió otro de los chicos del refugio, pero a este no lo conocía.
Le atravesé la nuca a este por detrás con el cuchillo, mientras que delante del recién llegado caía otro y él, lo abatía con facilidad con un tiro con silenciador. Me hizo el gesto del silencio con el dedo y los labios, asentí con la cabeza, mientras remataba al que tenía delante. Mientras el terminaba de salir del agujero sin hacer ruido y siguiendo mi ejemplo le daba un culatazo al suyo, para confirmar su muerte, me fije en el armario, me encontré al cura inconsciente o dormido, comprobé que no estuviera muerto, ya que tenía una brecha en la cabeza y bueno, el cuerpo del otro chaval estaba impoluto, como siempre. Toque al cura, pero no despertó, confirmándome que estaba inconsciente.
El chico intento hacer que lo siguiera al boquete con un gesto, pero le señale dentro del armario, para que viniera a verlo, el me miro negando con la cabeza para sí mismo, se acerco miro hacia dentro y resoplo agobiado, mirándome de reojo. Aun negando con su cabeza, se acerco a la cocina y cogió dos trapos, los ato entre ellos y le hizo al cura un vendaje improvisado ante mi sorpresa inicial, busco luego algún mueble o columna que estuviera bien anclado o que pesara mucho luego ato meticulosamente al cura y empezó a bajarlo, ambos de abajo, bajo mi atenta mirada, lo recogieron. Desataron la cuerda y le dieron un toque a la cuerda, para que el chico la recogiera, mientras el que llevaba el arma más silenciosa vigilaba y se miraron extrañados, un solo segundo.
No hacía falta ser un genio, para darme cuenta que al llegar, tendría muchas cosas que explicar de todo esto. Tras bajar al sacerdote, este hizo lo mismo con el otro cuerpo y por ultimo lo intento conmigo, aunque eso fue más difícil. Me tocara por donde me tocara, mi gesto de dolor era notable. Finalmente me ato a él, dejando la cuerda arriba a pesar de su disgusto por la cuerda, que se le notaba en la cara. La bajada no fue nada fácil, no había muchos sitios para agarrarse a la estructura y además muchas partes de las que tocábamos cedían, haciéndonos chocar con la estructura y provocando lo que intentábamos evitar, ruido, aunque el saltando poco a poco y soltando cuerda a suave ritmo, intentaba que tocáramos pocos sitios. Una vez abajo, el que había bajado conmigo, se quito la mochila y me pregunto por gestos que armas tenia y le enseñe el cuchillo y la pistola militar con silenciador. El se puso serio, miro el modelo de la pistola bien mirado y luego saco de su mochila un cargador, solo uno. Saque el vacio, me lo guarde en el bolsillo izquierdo y metí el lleno, que por suerte encajaba perfectamente. El que me salvo, llevaba con cuidado a el cura y el que me envió llevaba a el otro con menos cuidado. Este hombre, se ofreció a agarrarme, pero me negué podía ir por mi propio pie, desde luego, aun no estaba inconsciente, ni invalido.
Empezaron a correr y al principio pensé que a pesar de mi estado podría seguirles el ritmo, pero pronto fue evidente, en cuanto dejaron el calentamiento y empezaron a correr en serio, que no podía seguir su ritmo. El chico de la mochila al percatarse, volvió a negar con la cabeza con una sonrisa que hirió aun mas mi orgullo, entonces metió su cabeza a la fuerza con poca delicadeza bajo mi brazo derecho, tras mi queja y mi gesto de dolor, lo hizo en el otro brazo, para seguir corriendo.
Corrimos por la calle estrecha que daba casi directamente a la estación de autobuses, hasta llegar a la bifurcación, pero ninguno se había acordado en este momento del ojo, donde nos lo encontramos de cara. El chico que me cargaba, me tiro hacia un lado y él se tiro hacia el otro, justo a tiempo, pues un pequeño rayo finito de color rojo, salió de su pupila hacia donde estábamos nosotros hace un segundo y atravesó un metro del asfalto, haciendo que explotara detrás de nosotros.
Desde el suelo, mientras que se levantaba, el militar empezó a dispararla, pero las balas rebotaban, una tras otra, el tipo de la ballesta también disparo, pero causando el mismo efecto, ninguno parecía saber cómo matarlo, empezaba a pensar que acabaríamos todos muertos, empecé a dispararle probando diferentes lugares, intentando descubrir su punto débil, pero las balas rebotaron en todas partes, las piernas, en el parpado, en la pupila y en la bola de grasa que era su cuerpo. Por su parte esa cosa desde que había disparado había cerrado el parpado, cuando cesamos de disparar, abrió el ojo, expandió durante un segundo su pupila mirándonos a todos, su pupila empezó a ponerse roja y en ese momento el que me salvo por primera vez, le clavo el machete hasta el fondo en la pupila y corrió a ocultarse tras el Tajata. El que me cargaba a mí, nos oculto tras un cuerpo de un escuchador y el otro se oculto tras una moto que había tirada en el suelo.
Empezó a hacer un sonido parecido al de un aspirador, de repente el sonido ceso y exploto, lo lleno todo alrededor de diez metros de carne y sangre. Además de que a un metro hacia donde él estaba mirando, un trozo de carretera se había derretido y medio metro a su alrededor había saltado por los aires, antes de que nos recuperáramos del susto o celebráramos la victoria.
Se escucharon rugidos por toda la zona y empezaron a caer monstruos a nuestro alrededor de todas partes, persiguiéndonos, ya no había nada por aquí, que los frenara. El de la ballesta a pesar de que sabia con disgusto que perdería los virotes, empezó a disparar pero siempre detenía al que estaba a punto de cogernos, el del fusil que me llevaba a mí, se encargaba con las balas que le quedaban de los que aparecían por delante tapándonos el paso y el que me salvo, solamente se dedicaba a correr, pues el machete, se había derretido tal y como la carretera, no podía ayudar, ya que el resto de sus armas, eran sonoras.
No tardamos a nuestro ritmo a llegar cerca de la estación de autobuses y reuniendo todas las fuerzas que me quedaban, me separe de ellos dirigiéndome hacia el autobús, lo más rápido que podía. Ellos se miraron sin entender nada un segundo, pero luego me siguieron, total, no podían llegar al refugio con todos los monstruos pisándoles el terreno, una vez dentro todos, fui el que me encargue de cerrar la puerta y tras eso, caí desplomado al suelo con falta de aliento. Mientras que la japonesa nos miraba casi oculta, todos guardamos silencio en un principio mientras que los monstruos, golpeaban el autobús solo de paso, yendo hacia todas direcciones ignorando nuestra verdadera ubicación. Cuando las cosas se calmaron lo suficiente…
Empezamos a hablar entre susurros.
- Chicos, gracias por venir a salvarme (Agradecí mirando a todos por igual)
- Me alegro que estés bien, sabía que lo estarías (El chico que me salvo se acerca y me da un abrazo)
- ¿y eso, como lo sabías? (Pregunto interesado, mientras nos separamos)
- Tenía una intuición de ello (El se encogió de hombros sin darle mucha importancia a sus propias palabras)
- No tan rápido, ¿Quién es toda esta gente? (Protesto, el que vino a por mí, arriba)
- Cumpliste tu promesa, aunque has tardado más de lo que esperaba (Soltó Ryoko, saliendo de su escondite)
- ¿Qué promesa? (Interrumpió, de nuevo, el que cargaba conmigo )
- Te lo prometí, ¿no? (Le sonreí a ella, provocando la misma sonrisa por su parte) Les prometí volver a por ellos, si me daban equipo y me lo dieron, así que volví (les conté la historia resumida a todos, pero solo Ryoko y el que me rescato la primera vez, parecieron disfrutarla)
- ¿a por ellos? Ah, genial son dos (Dijo aun más molesto, observando la cabeza del otro, que sobresalía de los asientos, el que me había llevado todo este tiempo, no parecía muy agradable)
- Creía que os faltaba gente (Me defendí al ver, el enfado del tipo, que parecía molestarle todo lo que hacía)
- Y nos faltan (Comento el que me rescato la primera vez) Bienvenida… (Iba a darle la bienvenida a la chica pero fue interrumpido)
- ¡muy gracioso! Y recursos (Volvió a protestar el que subió a por mí)
- Hablando de recursos, en el quiosco de allí, hay comida (Señale hacia un lateral del vehículo, para intentar compensar las cosas)
- Vale…Pérez, González, cuando haya un paso seguro, llevadlos al refugio a ellos (Míster enfadado, parecía estar al mando)
- ¿Qué haréis él y tu, Fernando? (Pregunto González)
- Iremos a por esa comida, tranquilo, volveremos a salvo (González, lo miro con desconfianza un segundo, pero luego me miro a mi, para empezar a sonreír, se le notaba que tenía una confianza ciega en mi, quizá demasiada y la había incentivado aun mas, con la proeza de la iglesia y eso que no había visto la parte de arriba)
- Os cubriré desde el refugio cuando llegue (Prometió, González, dándose la vuelta hacia su líder)
- Vale, diles que te he dado permiso para coger el francotirador militar con silenciador (Le guiño el ojo como si estuviera bromeando, pero parecía hablar en serio, González solo sonrió aun mas y se preparo para irse)
- Chica, ¿puedes con el militar? (Pregunto Pérez, hablando por vez primera)
- Si, si puedo, pero no soy chica, me llamo Ryoko (Protesto la japonesa, molesta por la actitud de mis compañeros con su presencia, más que porque le dijeran chica, en realidad)
- Oye Pérez, ¿Qué te paso en el ojo? (ahora que había hablado, me había fijado)
- Ya, ya hablaremos de eso, amigo. (Dijo con cierta vergüenza en su rostro que no me paso desapercibida)
- Ah me olvidaba, chicos esta es Ryoko (La presente y ella hizo una cortes reverencia pese a seguir molesta con ellos)
- Ah buenas horas mangas verdes (Comento González, haciéndome reír y a Pérez también, Ryoko hizo el amago, pero se contuvo y el líder, solo pestañeo.)
- No parabas de interrogarme (Me defendí por haber tardado, mirando al líder)
- Encantado, pero ahora no hay tiempo para presentaciones, ya lo abra en el refugio, si llegamos todos. (Dijo el líder, ahora si preocupado)
- Ahora, hay un hueco, vámonos. (Pérez que la mayoría del tiempo había estado vigilando la puerta del autobús, nos aviso de que la oportunidad era ahora)
- Suerte (Les desee con todas mis fuerzas)
- Tranquilo, Wecker, van conmigo, no la necesitan. (Me guiño un ojo González, con total confianza de sí mismo y conmigo, como si fuéramos amigos de toda la vida)
- ¿Wecker? (Pregunto, Ryoko, extrañada, mirándome de abajo a arriba y de arriba abajo, luego negó con la cabeza)
- ¿Wecker? Si fuera tal, no hubiera necesitado que lo salvaran…y a mí no me hubieran golpeado (Pérez susurro sus cosas, pero no llegamos a enterarnos ninguno o al menos nadie dijo nada sobre ello)
- ¿Wecker? Mas quisiéramos (Sonrió por vez primera el líder, tomándose a broma las palabras de González)
Ryoko aparte de llevar a su compañero, cogió una mochila militar que tenia escondida entre unos asientos, así que, González llevaba al sacerdote, Pérez al Tajata y Ryoko al militar gritón; pronto salieron del autobús dejándonos solos, a Fernando y a mí.
- Señor Wecker (Dijo riéndose de mi) Todo lo que has hecho, tendremos que hablarlo seriamente en el refugio
- Vale, ¿Fernando, no? eres el encargado del refugio si no me equivoco (Pregunte al líder de la expedición que había ordenado separarnos, aunque no estuviera de acuerdo, no podía hacer nada, di por hecho que era el encargado del refugio, puesto que recordaba que dentro del refugio, me dijeron su nombre como tal)
- Si ¿y tu cómo te llamas? (me pregunto, para no seguir siendo dos desconocidos)
- Carlos, Koke para los amigos (Intente ser agradable con él, a pesar de que no me caía bien)
- Vale, Carlos, no perdamos tiempo, guíame (Genial, tres días aquí y ya no le caigo bien al que manda, esto es completamente perfecto)
Por su parte el grupo de seis…
Salimos lentamente del autobús y empezamos a caminar, la zona estaba llena de esas cosas, pero todos parecíamos saber hacernos invisibles para ellos. Íbamos pasando entre los coches, cuando uno de esos dos idiotas que me guían hasta su refugio se tropieza con una lata, empezamos a correr, pero todo era inútil, pronto estuvimos rodeados, uno de ellos, llevaba una ballesta, pero el otro no tenía un solo arma de sigilo, el de la ballesta, mataba uno y cambiaba de lugar, al menos sabia luchar. Mientras tanto me dedique a cortar brazos de monstruos con mis afilados abanicos, mientras danzaba alrededor de mi compañero cubriéndolo de esas cosas. Por otro lado el tipo que no llevaba armas de sigilo hacia sigilosas sus armas al disparar piel con cañón, cuando empezamos a encontrarnos en serios problemas, este hizo dos sonoros disparos a propósito de escopeta recortada, dirigiéndose a un hueco que había abierto el mismo para salir, había dejado junto a mí, al hombre que él llevaba y salió corriendo hacia otro lugar, llevándose a los monstruos con él, mientras que nos gritaba…
- ¡Pérez, llévalos al refugio! (Era más una petición que una orden, pero el ánimo que infundo, esta confianza posada sobre él, se noto en su forma de actuar)
Pérez cubrió su función sin patear mas latas por el camino, pronto salimos de la pila de cadáveres que nos rodeaban, no sin antes rematar los que deje sufriendo sin brazos a nuestro alrededor, me paso su ballesta ya que el llevaba al hombre religioso y al Tajata, nos guio a través de una puerta del puerto, entre los montones de cajas de madera podrida y los contenedores oxidados, hasta otra puerta que estaba oculta y bajando una cuesta, al fondo de esta, había una puerta blindada de madera maciza, nos abrieron desde dentro, el sótano era bastante tenebroso, sin embargo Pérez se puso a besar el suelo con lagrimas en los ojos, con un poco de suerte, sería mejor este lugar, que estar metido en un frágil autobús sin provisiones.
- ¿Dónde están los demás y el chico? (Pregunto una chica bastante furiosa, vestida de enfermera)
- Y-yo, Si-Sin-Sindy, puedo explicarlo (El chico parecía tenerle pánico a la enfermera)
En otro lugar, González…
Me fui corriendo para salvar a mis compañeros, Pérez había metido la pata de nuevo y debía salvarlos, sino Fernando pensaría que era mi culpa, quedaría como un idiota delante del Wecker y me sentiría totalmente culpable, porque estaban a mi cargo. Iba corriendo rápidamente, disparando sin cautela, tanto hacia atrás para los que me seguían, como para adelante si me estorbaba el paso y en los laterales si alguno iba a saltarme encima o se me iba a cruzar en el camino, tiraba a matar sin pararme a recargar, para eso había cogido tantas pistolas, todas las iba usando y guardando de nuevo en su sitio. Llegue corriendo hasta el puente de doble entrada y me vi atrapado… Apenas me quedaban un par de pistolas por usar y estaba rodeado por ellos, me metí en el boquete que había justo en medio, entre lado y lado, recargue deprisa la escopeta, entre que ellos se chocaban entre si y se enzarzaban en peleas sin sentido, que sabía que pocas veces, eran letales, recargue con velocidad otro par de pistolas, mientras que aprovechaba para recuperar el aliento, ya que llevaba diez minutos corriendo, pero no tenía tiempo que perder, eran ciegos pero no tontos, jamás chocaban dos veces con el mismo sitio y si lo estaban haciendo, eran porque sabían que estaba aquí e iban probando hasta que dieran conmigo, cada vez los choques se iban acercando a mí, por ambos lugares, tanto como por delante, como por detrás.
Llegado el momento que esperaba, en un momento, se abrió hueco entre ellos por un lugar y pase corriendo agachado, pegado a la pared más cercana a mí. Salí del puente, tenía tres caminos que mire rápidamente, unas escaleras hacia arriba, un callejón hacia la izquierda y la calle principal de la alameda, que daba a lo lejos, adonde recogí al chico nuevo, pero eso mucho mas adelante, casi por instinto me moví antes de pensar, ya que si me paraba a pensar me podrían pasar infinidades de cosas, entre ellas que, uno que cayera del cielo me aplastara, uno que viniera de frente me atrapara o que alguno de por detrás me agarraría. Subí las escaleras y me situé por la antigua muralla de San Carlos, antiguamente daba al mar, ahora daba a un paramo reseco, desde el que se contempla un Cádiz más antiguo que se hundió bajo el mar y que ya, no estaba hundido. Al girar la calle, vi a un grupo de diez, que venía hacia mí.
Use un par de balas cuerpo a cuerpo, para no hacer ruido, pero los monstruos empezaron a buscarme y a inquietarse, así que tuve que declinar el plan de eliminarlos a todos, pase por el boquete que había hecho en sus filas y me marche de allí dejándolos atrás, al bajar las escaleras, tenía dos opciones y ninguna era buena, estaba anocheciendo ya y por la noche, todo esto era mucho más peligroso, las opciones eran, cruzar su nido que llegaría antes de que anocheciera, siempre y cuando, no me comieran o rodearlo, que llegaría en plena noche, preferí, meterme en un coche que estaba abierto, en buenas condiciones, esta noche, seria movidita, pero con un poco de suerte, volvería por la mañana a casa.
Mientras tanto, Fernando y Carlos…
Salí del vehículo, seguido por el tipo al que parecía no caerle demasiado bien, aunque debo admitir que eso empezaba a convertirse en algo mutuo. Íbamos hacia el quiosco, dimos algunos rodeos esquivando a algunos de ellos, cuando a lo lejos escuchamos el ruido de una lata y la mayoría de ellos que están cerca, comienzan a ir hacia ellos. Me di la vuelta para ir a ayudarlos, pero Fernando me detiene con un brazo bloqueando mi avance, a la altura de mi pecho y al mirarlo me niega con la cabeza. Al ver mi cara de desacuerdo, el señala hacia ellos y me pone el lugar hacia arriba, aunque no estaba de acuerdo en no ayudarles, entendí que él pensaba que estarían bien, así que tuve que confiar en él, poco después se escucho el ruido de una escopeta y me asuste, muchos más se veían ir hacia allí, iba a ir a por ellos ignorando a este idiota, pero Fernando volvió a negarse y me agarro, no me gustaba la forma de hacer las cosas de este tipo, pero todo eso ya lo hablaríamos como el dijo, en el refugio, si moría alguien pensaba contar lo que acababa de pasar aquí.
Casi llevándome a rastras llegamos al quiosco que aunque estaba más destrozado de lo que lo recordaba, allí seguía en pie, sin ninguno mas a nuestro alrededor, gracias al peligro que corrían nuestros compañeros y al entrar, tras asegurarnos de que estábamos solos, le enseñe la caja, el al verla sonrió y me volvió a hacer el gesto que tanto odiaba. Frente a mis narices, Fernando abrió la caja mucho más que yo, dándome cuenta en ese momento con una sensación de haber desaprovechado mi suerte, que tenia mas compartimentos y además de traer dentro mas comida y agua, tenía tres inyecciones que no había visto, dos pistolas, un machete y brazalete.
- Puedes elegir una cosa, por haberlo encontrado, son nuestras normas (me susurro, casi imperceptiblemente, pegado a mí, para que nada mas nos oyera)
- ¿Qué es esto? (señale el brazalete, susurrando extrañado)
- No lo sé, elige rápido (Contesto susurrando, molesto)
- El brazalete (me encogí de brazos y me lo puse en el brazo derecho)
El con rapidez cerro la caja y empezó a salir del quiosco, tras hechar un ligero vistazo a su alrededor, cogí dos o tres pares de postales de aquí dentro, me las metí en el bolsillo y salí tras él, cerrando la puerta, el me miro extrañado y le fui siguiendo, una vez reanudamos la marcha, por fortuna, no nos topamos con ninguno mas, todos estaban persiguiendo a los otros, según lo que imagine, aunque no me sentía bien con ello, me vino bien o mejor dicho, nos vino bien, ninguno de los dos, podíamos mas. Llegamos a la puerta frontal de la muralla, que nos llevaría al Refugio, tras entrar por la entrada principal del muelle, pasamos vehículos de autoridad portuaria en similares condiciones que los de fuera, camiones, grúas, cajas de madera y grandes contenedores de metal, todo en similar estado que por detrás, una vez en la muralla, nos pusieron dos tablones, que nos permitieron entrar y pasar el foso de un liquido extraño, que parecía descomponer todo lo que caía dentro del boquete.
Tras pasar adentro de la estructura de la torre, vi una sala llena de barricadas y boquetes en las paredes, que en la entrada ponía sala de contención y tras pasar dos puertas gigantescas de acero, al fin estaba en un sitio que reconocía, estaba frente al hospital, antes de que reaccionara, algo o alguien se me tiro encima tirándome al suelo y recibiendo una queja de dolor por mi parte.
- ¡Estás vivo! (Grito una voz femenina, que me sonaba de algo)
Entonces sus brazos me soltaron del abrazo, asustados.