Mundo Paralelo 11 Parte 4

Un rayo en una iglesia, la fiesta comienza y así la misión de distracción; las cosas siguen calentándose entre los protagonistas y se empieza a formar un triángulo amoroso. Además aparece un nuevo personaje en escena, que no tiene que ver con nadie y que no sabe absolutamente nada. ¿Por qué?

Mundo Paralelo 11      Parte: 4

En otra parte:

En la vieja catedral de Cádiz, la vieja Santa Cruz; el sacerdote del lugar. Siente una sensación rara, hace cosa de unos días. Fue como si un rayo cayera sobre su vieja iglesia y la barrera exterior, tan divina e infranqueable como fue estos mil años, se debilitara. Estaba convencido de que algún ser maligno que no era de este mundo había encontrado la manera de absorber la luz divina que dios había puesto en las iglesias para salvar a sus mas serviles devotos. Pero si alguna criatura de este u otro mundo, había aprendido a tragarse esa energía; sus días en la tierra estaban contados.

Se cercioro de ello, pues ahora al abrir la puerta; podía ver afuera de forma un poco turbia y nublada, pero veía al fin y al cabo…cosa que antes no podía hacer ni aunque quisiera. Siempre había añorado ver su Cádiz limpia, perpetua y reluciente, pero ver afuera fue más triste que feliz; realmente. Pues imaginaba que las cosas estaban mal…pero no que estaban tan, tan; tan mal. Los edificios alrededor de la puerta parecían solamente abandonados, las calles lucían sucias e igualmente abandonadas; sin ninguna clase de cuidados. Lo que mejor estado tenía era la casa del Obispo, todo lo demás parecía derruido, ensangrentado y oscuro, muy tenebroso todo.

Aunque sin duda lo peor eran esas abominaciones que a veces pasaban por la plaza.

Hace relativamente poco, tras otra extraña sensación y tras las luces de las velas electrónicas de pago encenderse solas; después de años sin electricidad…Un chico con ropa de militar apareció en el altar, tal y como un milagro.

Intente reanimarlo o despertarlo de todas las maneras, habidas; imaginadas y por hacer, pero nada de nada. Entonces recupere la firmeza en la fe y empecé a recitar la biblia con fuerzas renovadas, tal y como si estuviera dando una misa; como las anhelaba y el repiquetear de las campanas. Cada día daba tres largas y exhaustivas misas, buscando un pasaje para su salvación o mejor dicho; para la nuestra. Ya que su aparición era cuanto menos un milagro, no me extrañaría que reviviera al tercer día; tal y como lo hizo el hijo de dios…Jesús.

Ya que su aparición debía tener un sentido.

Solo debía descubrir cuál.

¿Para qué iba a aparecer un cuerpo muerto de la nada? Eso no tiene sentido, desde ninguna clase de lógica; ni humana; ni de aberración y no creo que Dios en su infinitiva sabiduría, permitiera tal blasfemia o tal pesada broma y oscura, en su templo.

Esto era sin duda alguna la señal, la gloria, la paz, el momento del retorno de los hombres; este hombre era un milagro llamado Salvador.

Estaba dando misa el tercer día, por la noche; mirando el cuerpo como siempre. Con abrumador fanatismo hasta el punto de que casi no pestañeaba, controlaba mi respiración con maestría aunque a veces olvidaba respirar y tosía al atragantarme; visualizando como se levantaba con un aura dorada y volatilizaba con su poder divino a esas criaturas del diablo.

Sin embargo mi volátil estado de ánimo estaba ya haciendo de las suyas, estaba perdiendo la fe de nuevo; ya que este ser celestial o angelical, no hacia el más mínimo movimiento. Al menos esta vez no estaba perdiendo la esperanza pues su aparición, era un milagro que debía tener un sentido. Dios no envía cuerpos muertos para nada, debe tener alguna función y justo al decir amén, me pareció verlo moverse.

No tuve claro si fue una alucinación de mi cansado cerebro, una imagen enviada desde el mas allá o simplemente; que se movió de verdad…Pero eso me animo a continuar con los ánimos mas ensalzados.

Seguí recitando, esta vez mis pasajes favoritos; pensando que quizá al ponerles más sentimiento y más énfasis, se despertaría antes.

“Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento”

“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”

—   Grch… ¿Podrías callarte?... Me duele la cabeza. – empezó a tocarse la frente con su mano derecha

—   ¡NO! Estoy dando misa, lo siento y no me interrumpas. – grite, sin darme cuenta de que ya lo había logrado

“En el principio creó Dios los cielos y la tierra”

—   Ogh…que dolor de cabeza – se irguió sobre sí mismo, sentado en el altar; aun tocándose la cabeza.

“Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño”

—   Ah…pero si ya estas despierto; genial – cerré la biblia eufórico y empezó a bajar del atrio de dar misa.

—   ¿Qué ha pasado, donde diablos estoy? – se giro sobre sí mismo, intentando tocar suelo con los pies sin éxito.

—   Cuida esa lengua, estas en la casa de dios – odio su blasfemia, empezaba a pensar que no era algo tan sagrado; maldigo su lengua en silencio…mientras me acerco al altar.

—   Ah…vale, lo tendré en cuenta; dale las gracias de mi parte. – saco una sonrisa socarrona

—   Lo hare y empezare a contarte lo que se. – me acaricio el mentón como si tuviera barba, intentando intuir si habla en serio o se está riendo de mi fe.

—   Vale, soy todo oídos – dice tumbándose de nuevo sobre el altar, parece que no se encuentra muy bien.

“Hace muchos años, no sabría decirte cuantos ya; esto era una ciudad normal y corriente. La gente estudiaba, trabajaba o no hacía nada simplemente; pero todos tenían vidas plenas y longevas, llenas de vicios prohibidos y pasiones llenas de pecado. Pero un día, aparecieron unas criaturas maléficas; que querían comerse a la gente o matarla.

Eso fue como castigo divino por perder la fe, ya que las iglesias estaban cada vez mas vacías y al dejarnos llevar por la tecnología, nos torcimos demasiado del camino de Dios; este se canso y nos mando este castigo que no cesaría en mil años. Los sacerdotes decidimos por conceso y unanimidad, dejar que la gente entrara en las iglesias; pero de repente fuimos encerrados o protegidos, por estas barreras energéticas; que nos impidieron hacer lo que planeábamos.

Sé que era la voluntad de Dios, quería cuidar de sus fieles y que los demás solo sobrevivieran los que merecían hacerlo; por eso nos impidió guiarles y protegerles. Quiso que ellos solitos se dieran cuenta de su error.

Intente salir alguna vez o salvar a alguien en mi estúpida humanidad pero por mas cosas que probé fue inútil, soy consciente de que mis compañeros harían lo mismo; algunos con más énfasis que otros…pero todos teníamos intenciones de ayudar. Lo mejor y lo peor es que aquí dentro…No necesitamos nada para vivir y no envejecemos, así que no morimos nunca.”

Grupo B (

Jack Glaiden

)

Guie a los dos sin apellidos que parecían nativos americanos más que otra cosa, a pesar de sus voces y aspecto tenebroso. Fuimos por todo el refugio hasta tener en frente la puerta del sótano, heche un vistazo a los pasillos sorprendido; vale que estábamos de fiesta pero dejar solo a los vigías de guardia…era una imprudencia y aquí, las imprudencias se pagan. Quizás era cosa de Fernando para que saliéramos nosotros sin que nadie nos viera, o cosa del sénior; para que todos festejaran algo. Pero fuera lo que fuera, no estaba de acuerdo con ello y por eso, no iba a la fiesta; me hubiera negado también a la misión, pero eso es distinto es una orden directa.

No sé qué pensarían o sentirían los demás, pero creo firmemente que nadie sabe que se está festejando exactamente. ¿Qué Carlos es un Wecker? ¿Acaso lo es?, ¿Qué llego un superviviente nuevo desde ese otro mundo?; No creo que eso sea tan importante. ¿Qué despertara a una Tajata?, si es algo insólito; pero ¿solo uno? Hay más de cien allí abajo. Esto es una de dos: una estupidez o algún plan superior que los supervivientes mundanos, no entendemos. Sacudí mi cabeza para sacarme de mis propios pensamientos, recibí a cambio una mirada de reproche de ambos sin apellidos; ellos no solían hablar con nadie…excepto con ellos mismos o Fernando. Según dicen las malas lenguas por una deuda de sangre.

Entre en el sótano y como esperaba ambos me siguieron…

Grupo A (

Sindy

)

Cuando entre en la sala de fiestas o sea el comedor, Juan hizo equilibrismos en la escalera que soltó Pepe; al verme para no caerse. Sergio y Miguel, llevaban un decorado pesado entre los dos; pero al verme se cayó al suelo y se partió. Laura se distrajo un momento por la actitud de todos, piso los restos del adorno; resbalo y tiro a Juan al suelo que luchaba aun contra la escalera, sumada a la gravedad por no caerse. Tras darme a mi misma una torta en la cara y escuchar a los demás reírse de ambos accidentes, ya que por fortuna no paso nada. Empecé a dar órdenes, no era normal que a estas horas; no estuviera todo listo.

Como si hubiera mucho que preparar…negué con la cabeza y me mordí los labios nerviosa.

Grupo C (

Carlos

)

Desde la ducha, llame a Pérez.

—      ¡Pablo! – llamo a mi amigo

—      ¿Si, que pasa Koke? – lo escucho entrar y por su voz, parece levemente incomodo

—      ¿Puedo hacerte una pregunta? – digo mientras me enjabono

—      Habla – se acerca a la puerta, para oírme mejor y que pueda oírle con claridad

—      ¿Pero no se lo contaras a nadie, verdad? – pregunto preocupado

—      Bueno, si te refieres a predicarlo a los cuatro vientos; pues no. – dice riéndose

—      Me refiero a contárselo a nadie, ¡a nadie! – exijo preocupado

—      Tranquilo, eres mi único amigo aquí; así que sería un poco idiota contártelo a ti…creo. – bromea conmigo

—      No estoy de broma, Pablo – pero lo que tengo que preguntarle, es serio.

—      Ni yo tampoco, Carlos. – me dice dejándome sorprendido

—      Dios tío, que lastima – susurro soltándolo sin mala intención e intentando que no lo escuche

—      ¿Qué dices? – y consigo mi objetivo, me pregunta porque no me escucha; pero sabe que he hablado.

—      Nada, bueno…Cuando dos personas adultas se meten mano, ¿qué significa? – pregunto recordando lo que paso antes con Sindy

—      Espera, ¿con quién te has metido mano? – tose un poco, ya que se atraganta al escuchar eso y luego me pregunta; muerto de la curiosidad.

—      Tú responde, no me preguntes eso. – contesto avergonzado

—      ¿No tienes padres? – me contesta con otra pregunta

—      Sí, pero mis padres no hacen nada de eso – recuerdo a mis padres, pero siempre son políticamente correctos.

—      ¿Qué no? – pregunta sorprendido

—      No – digo decidido, definitivamente; mis padres no hacen esas cosas.

—      Que sosos – se toma la libertad de opinar en voz baja

—      Y que lo digas – lo escucho por casualidad, pero no me disgusta

—      Que buen oído tienes, pues que quieren besarse – me felicita y me explica lo que opina.

—      ¡Mierda! sabía que tendría que haberla besado, idiota; imbécil, estúpido. – protesto y me doy suaves golpes de cabeza, contra la tubería que hace de ducha.

—      No te fustigues todos cometemos errores así, absolutamente todos – intenta consolarme.

—      ¿Sí? ¿a ti que te paso? – pregunto con mucha curiosidad, para conocer un poco más a mi nuevo amigo.

—      Una vez…tuve la ocasión de estar con la tía mas buena del refugio y como la sentía mucha mujer para mí, la deje pasar. – comenta un poco triste, se nota en el tono de voz.

—      Eres tonto – río, por lo que acaba de contarme; aunque hablo en serio.

—      Lo sé, pero tú también – se atreve a recordarme, mi error.

—      No me lo recuerdes ¿y cómo supiste que ella quería? – pregunto confundido, no me di cuenta de las señales; que confusas son las mujeres.

—      Bueno…no fue difícil me cogió por el cuello contra una pared y me ordeno que la besara – rio él solo, recordando la escena.

—      ¿Y qué hiciste? – pregunte para saber más, aunque realmente no me servía de ejemplo para mí.

—      Nada, la lleve a la cama; la tape para que no cogiera frio y me fui a mi cuarto. – me explico con todo detalle

—      Eres demasiado bueno – me harte de reír, ante lo que acababa de contarme.

—      Quizás, ¿tú que hubieras hecho? – me pregunta, creo que ya no recuerda que tengo doce años.

—      Pues si me gustaba y me lo dice tan claro, besarla. – todo era una imaginación mía, por supuesto; nunca estuve en esa situación, que me parece hasta un poco surrealista.

—      Bueno quizá hubiera sido lo correcto. – confeso, aun triste.

—      Quien sabe – no quise animarle, por si ya era tarde.

—      Y a ver si lo adivino ¿te has metido mano con una chica que su nombre empieza por “s”, no? – rio divertido, jugando a las adivinanzas de algo que ya estaba; más que claro.

—      SI, no es muy difícil de imaginar – confesé, aun sin reírme.

—      ¿Sindy? – pregunto por asegurarse

—      Podría ser Sonia – dije una opción que podría ser

—      No, se que Sonia se quedaría cortada, la única que te seguiría el juego y te aumentaría la apuesta es Sindy – hace un inteligente diagnostico de la situación y acierta.

—      Joder, si que la conoces bien – confieso, apenado.

—      Como para no, en el fondo la admiro – me suelta, lo que piensa.

—      Oye – lo digo para llamarle la atención

—      ¿Sí? – responde, preguntándome

—      ¿Qué significa que una mujer te diga que te va a demostrar lo que es ser un hombre?  - nada mas preguntarle, empieza a reírse a carcajadas

—      En mi caso eso sería malo, pero en el tuyo…puede que sea hasta bueno – ignoro, si estaba bromeando o no.

—      No seas malo, dímelo – le pido que me lo diga, pues no entiendo a que se refiere.

—      Nah, le estas cogiendo demasiado gusto a hablar conmigo en el baño; dejare que lo descubras tu mismo. Nos vemos en la fiesta. – me anuncia que se va y me deja tirado sin decírmelo.

—      ¡Vamos no seas así, dímelo! – grito, pero nada; solo escucho sus risas apagándose en el espacio, pues se marcha de verdad.

—      Lo descubrirás tú mismo esta misma noche, amigo mío… - susurra en silencio, mientras sigue riéndose; sabiendo perfectamente que esta noche…pasare de niño a hombre…de un solo tirón. Está un poco triste y melancólico, pero a la vez; se siente bien por mí y por Sindy.

Los gritos se oían, mientras que Pablo se iba riéndose camino a la fiesta.

En otra parte:

Al escuchar la historia del sacerdote me había dado hambre así que mi estomago sonó y el suyo sonó también por empatía, porque supuestamente no necesitaba comer ni nada de eso.

—      Pues eso serás tu amigo, porque yo me muero de hambre – se acaricio la barriga y se reincorporo de un salto, encontrándose mejor.

—      Lo preocupante es que ahora yo también – me acaricie la barriga, con la mirada cabizbaja; era la primera vez en años, que sentía esta sensación de nuevo; ya casi la había olvidado.

—      ¿ah, sí? Qué curioso, ¿No? – se rasco la cabeza, como si no entendiera.

—      Si todo ha cambiado desde tu llegada… - en este momento no se si alegrarme o asustarme, quizás los de afuera ya superaron la prueba y ahora nos toca a nosotros.

—      Bueno, ¿no tienes nada para comer? – pidió el militar con toda la jeta del mundo

—      No, todo estará ya malo – me excuse, aunque parecía no haber pasado un solo día; el tiempo había pasado sin poder detenerlo en realidad.

—      ¿y esas cosas siguen ahí fuera? – pregunto con algo de miedo.

—      Si…al menos hasta hace tres días si. – le explique lo que sabia

—      ¿y qué ha cambiado en estos tres días? – quiso saber con curiosidad

—      Tu – negué con la cabeza, solo él; era lo único nuevo.

—      ¿Sabes algo de ellas? – pregunto con vana esperanza, mientras seguía negando con la cabeza.

—      No, que atacan a todo lo que se mueve – sin dejar de negar.

—      Pues yo necesito comer, así que volveré con comida o ¿quieres acompañarme? – ofrecí al sacerdote que me ayudara, aunque por sus pintas; iba a ser más un obstáculo, que una ayuda.

—      No, yo te espero aquí – se apresuro en contestar, me molesto; aunque en parte me sentí aliviado.

—      Lo suponía – dije sarcástico

—      ¿Insinúas algo? – me miro con los ojos abiertos de par en par

—      No, por Dios; ¿cómo iba a hacer algo como eso y menos aquí? – me excuse, igual con ironía

—      Ah, bueno. – se quedo relajado

—      Padre, ¿tiene algo que se pueda usar como arma? – aunque ya sospechaba que no, por intentarlo.

—      No, quien toma la espada a espada morirá – se excuso en otro verso de los suyos.

—      Entiendo ¿y entonces los cruzados o la inquisición? – quise bromear con ironía, pero este hombre no aceptaba ni una palabra en contra de sus creencias.

—      Esos son también enemigos de la iglesia moderna, no te equivoques; Salvador. – dijo con los ojos cerrados, casi orgulloso de sus palabras.

—      ¿Así me llamo? – pregunte consternado

—      Así te llamo – expreso sin explicar nada.

—      ¿Eh? – necesitaba saber a qué se refería

—      Ese es el nombre que elegí para ti, si no recuerdas el tuyo propio. – le quito importancia al tema de que me había puesto nombre.

—      ¿Salvador, eh? Me gusta, ¿significa algo? – la verdad no recordaba nada anterior, así que me conformaría con este nombre.

—      No sé, apareciste aquí de la nada y resucitaste al tercer día, creo que eres un milagro y así te llame. – explico con una sonrisa, la primera que le veía desde que llegue aquí

—      Lo comprobaremos ahora, ¿por dónde puedo salir? – blasfeme un poco, a sabiendas de que le molestaba; por algún motivo disfrutaba molestarle.

—      Por allí, ten cuidado; Salvador. Ahora dependo de ti. – a pesar de mi blasfemia, me hablo bien y se preocupo por mi; pero no me paso el detalle de que se tocaba el estomago.

—      Gracias, por la confianza y la tensión extra. – dije por lo bajini

—      ¿eh? – pregunto ya que no me había oído, como era mi intención.

—      Nada padre, que volveré con bebida y comida extra. – le mentí en su cara, no podía decirle siendo tal y como es; lo que realmente había dicho. Me quemaría en la hoguera…

—      Ah, gracias, veamos si tu puedes salir. – dijo para sí mismo, más que para mí.

—      ¿Qué? – pregunte sin entender a que se refería

—      Yo intente salir diez mil veces y nunca pude, veamos si tú puedes. – me explico con claridad, gratamente ilusionado.

—      Entiendo. – respondí con seriedad, pues me temía que no iba a ser tan fácil.

Ambos se dirigieron a las puertas de la iglesia las abrieron lo suficiente para pasar y lo primero que miraron es que estuviera todo despejado, lo estaba por fortuna; por ultimo Salvador intento sacar la mano a través de la barrera y no pudo. Fue rechazado con suavidad por esta. El sacerdote recordó los mil y un intentos, que hizo el hace años; la barrera había perdido fuerza…porque el salía despedido por los aires y se pegó algún buen golpe, en el intento.

Grupo B (

Jack Glaiden

)

La verdad es que al entrar en el sótano, el último paseo que di por aquí estaba todo bastante mugriento; olía mal y tenia telarañas…el equipo de limpieza había hecho un buen trabajo esta vez. Tras esta misión, si volvía con vida se lo agradecería, no es que la suciedad me importara; ya que mis amigos no olían muy bien. Pero algo es algo…supongo. Pasamos por el sótano siendo más sigilosos que una pluma cayendo, mientras es movida por el aire. Nos dividimos sin tener que decir nada, por los tres pasillos; como unos profesionales o un equipo bien organizado.

Pronto acabamos las estanterías y nos encontramos con los ataúdes, definitivamente este hombre no es un wecker; tiene que ser otra cosa. No sé que sienten estos dos si es que verdaderamente sienten, pero por mi parte; tengo los pelos de punta, me siento tenso y tengo escalofríos. Nada más pasar por los féretros, llegamos a la pared final y a la puerta. Imagino que Fernando, no abra tenido el detalle de mandar a engrasar la puerta o echarle aceite si quiera; así que miro a mis compañeros buscando su aprobación y la recibo con un simple, cabeceo afirmativo de ambos.

Recibí de su parte dos sonrisas gélidas, vacías de emoción que me hacen sentirme solo y congelado al mismo tiempo. Pero ambos asienten preparando sus armas silenciosas. Ella prepara su arco, el sus hachas para lanzar y por mi parte, no necesite preparar nada mis puños americanos ya estaban listos. Abro la ruidosa puerta, lo mas sigiloso posible y tras cerrarla, salimos por pies.

Solo espero que los vigías al menos tengan constancia de nosotros y que no nos disparen. Porque lo que más me judería en este mundo salvaje y apocalíptico, seria morir por fuego amigo; quiero caer luchando.

Grupo A (

Sindy

)

Había sido trabajoso, pero merecía la pena; todos estaban cansados y sudorosos…a mi me dolía la voz de tanto dirigir, pero luego se me pasaría tomando algo fresquito.

Al poco llego Pérez, que se sorprendió gratamente al ver que todo estaba listo.

—      Vaya, ¿qué ha pasado aquí? – quiso saber sorprendido

—      Que lo he organizado todo – dije poniendo mi pelo, tras las orejas

—      Ya veo, ¿Por qué no los premiamos con un vasito de agua extra? – pregunte tras ver que Fernando, no estaba.

—      Vale, pero que Fernando no se entere – acepte, con desconfianza.

—      Ya habéis oído – comento a los demás, dando el pistoletazo de salida.

Todos fueron corriendo a por el agua, luego el cocinero puso el coctel gratuito encima de la mesa y el pagado encima de la barra. Las tapas gratis sobre la mesa y las pagadas sobre la barra. Había una norma no escrita en ninguna parte, de que las cosas de la fiesta solo se podían coger una vez sonara la música y hasta ahora todos lo respetaban. El resto del tiempo, todos esperamos a oscuras; escondidos como podíamos, en una fiesta sorpresa que no era realmente; tan sorpresa.

Grupo C (

Carlos

)

Me sorprendí de que se fuera y me dejara allí tirado dando berridos al aire; pero no podía enfadarme con él. Por algo seria y estoy seguro de que alguna vez, lo entendería. Salí y me vestí con lo que me había dado, me gusto la ropa aunque vieja y desgastada; además que me quedaba grande. Estaba bastante más cuidada que mi otra ropa y parecía un uniforme militar de gala.

Pensé en las cosas que habíamos hablado, ¿Quién sería esa chica, seria Sindy? No creo…no me imagino a un buenazo como él, con ella. Negué con la cabeza, no podía ser. Cogí mi ropa sucia y fui hasta la lavandería, todo estaba demasiado tranquilo; me daba hasta casi mala espina. Al pasar por la enfermería, me sorprendí; de que solo el doctor estuviera allí.

—      ¿Qué tal doctor? – pregunte sacándolo de su ensimismamiento

—      Bien, aquí; trabajando – dijo con sinceridad, pues ni tiempo de pensar le había dado.

—      ¿Dónde está Sindy? – quise saber, sabiendo que si alguien lo sabía, era el doctor.

—      Está descansando – me comento, sorprendiéndome.

—      ¿En serio? – me sorprendo con los ojos abiertos de par en par.

—      Si – mantiene su cara de póquer, al asentir.

—      ¿No va a la fiesta? – intento saber, apenado.

—      No, estaba muy cansada – niega con su cabeza, sin mirarme.

—      Vaya… - no puedo disimular el disgusto

—      Pareces decepcionado – dice sorprendido

—      No, solo cansado; voy a tirar esto – me excuso para retirarme de la enfermería, estoy agobiado y quiero estar solo un momento.

—      Pásalo bien – me desea, con una leve sonrisa; aunque parece tan cansado como agobiado.

—      Gracias, que todo vaya bien – le deseo, con mis buenas intenciones.

—      Eso espero – mira el suelo, mientras lo comenta; para sí mismo.

Fui a la lavandería, aun no podía creer que Sindy después de lo de esta tarde no viniera a mi fiesta, entonces todo lo que había pasado hoy; era solo palabrería barata. Salí con cara de circunstancias y quise pensar en otra cosa, así que mire a Antonio, pero ya no estaba. El sacerdote seguía inconsciente y Julio, también.

—      ¿Y Antonio, doctor? – pregunte sorprendido

—      Le di el alta, hace poco; ya estaba bien – contesto, explicándomelo con toda claridad.

—      Ah me alegro, ¿y los otros dos? – quise saber, por mis otros dos amigos.

—      El sacerdote igual y Julio por ahora, se mantiene estable. – se excuso, suspirando; desagradado.

—      Vale, gracias doctor – agradecí al médico, me gire para irme.

—      Koke – me llamo antes de que me fuera

—      ¿Sí? – conteste con una pregunta

—      Alegra esa cara, seguro que Antonio si esta en tu fiesta – intento animarme, sin mucho éxito.

—      Si, ya; claro.  Gracias doctor. – fingí una sonrisa muy falsa y volví a mi cara normal, acto seguido.

Me dirigí al comedor, cabizbajo pensando en mis cosas; si hubiera latas tiradas por el suelo, les estaría dando patadas. Una vez llegue, mire hacia dentro extrañado, todo estaba a oscuras, ¿Se abrían olvidado de mi fiesta? Entre a oscuras, intentando ver algo…tanteando con mis manos delante, en plan zombi y me reí yo mismo de la situación.

—      ¡¿Hola?! – pregunte al aire, pensando que quizá estaría el cocinero dentro o algo asi.

Grupo B (

Jack Glaiden

)

Al salir de la rampa, cuatro escuchadores intentaron saltar la verja; ya que habían escuchado el ruido de la puerta. Uno de ellos lo logro, pero fue abatido en el aire; por tres rápidos y consecutivos flechazos, de la chica. Vigilamos a los otros tres, por si lo conseguían y comenzamos a rodear el refugio entero; sin problemas.

Algún que otro escuchador más salta la verja a nuestro paso, pero el chico sin apellido es rápido; certero y se guía por sus buenos instintos. Sus hachas vuelan por doquier y ni siquiera se detiene a recogerlas, se estira hacia un lado y recoge otra hacha; antes de lanzar el siguiente. Va con dos hachas en la mano y aunque solo tiene cuatro, nunca está demasiado tiempo con solo un hacha; por nuestra parte a penas nos da tiempo a reaccionar.

Tengo un mal presentimiento, respecto a esta misión; pero por más que miro delante, por más que observo a mí alrededor…no veo nada fuera de lo común.

Mis compañeros también parecían intranquilos, corrimos pegados a la verja del muelle; hasta que encontramos un boquete por el que podíamos pasar y que nos dejaba cerca de nuestro destino. Pasamos la verja sin perder nuestro sigilo, pero a partir de ahora tendríamos más problemas para movernos; ya vimos varios escuchadores por aquí, ya que habían escuchado a sus compañeros…que ya habían saltado la verja y merodeaban por el muelle.

La chica empezó a disparar flechas a diestro y siniestro gobernada por una rabia interior, a los que estaban a medio alcance; su hermano le ayudaba con sus hachas a corto alcance. No tuve más remedio que ayudarles con los que se acercaban cuerpo a cuerpo, aunque consideraba esta lucha; totalmente innecesaria.

Nos haría perder un tiempo necesario, que no tenemos.

Grupo A (

Sindy

)

Carlos entro en el comedor a tientas, sin ver absolutamente nada; nosotros que ya teníamos la visión acostumbrada a esta oscuridad y que sonreíamos todos como idiotas, nos veíamos perfectamente las siluetas. Empezó a hacer el zombi y a reírse el mismo, muchos tuvimos que contener la risita; para no ser descubiertos…entre ellos yo.

—      ¿¡Hola?! – dijo mirando hacia la cocina, supongo que pensó que el cocinero si que estaría en su puesto. Lucia levemente preocupado, por si nos habíamos olvidado de el y su fiesta; era tremendamente entrañable.

—      ¡¡Sorpresa!! – conté hasta tres y di la señal, iluminando la sala de repente; pillándolo en el centro del comedor.

Carlos estaba realmente sorprendido, se asusto en un primer momento; luego nos miro a todos uno por uno. Alegro un poco la cara al ver a gente conocida…como Sonia, Marcos, Pérez, Ryoko e incluso a Antonio. Pero al verme unos pasos detrás de él, cambio su gesto totalmente y eso me hizo sentirme emocionada. Iba a acercarse a mí, pero fue parándose con todas las personas que encontraba por el camino; la música empezó y con ella la fiesta. Ambos nos mirábamos, mientras la gente se afanaba en hablar con él, algunos intentaban bailar conmigo sin arriesgarse a acercarse demasiado a mí; pero me dificultaban llegar.

A la vez que pasaba todo esto, algunos; los que podían permitírselo pedían tapas y cocteles, pagados. Los que no podían permitírselo, hacían cola para servirse ellos mismos; tanto cocteles gratuitos como tapas gratis, en la mesa. Otros bailaban en pareja de lejos, medio; o cuerpo con cuerpo. Y algunos, bailaban solos o por grupitos; tanto de mujeres, como de hombres o mixtos. En las mesas ya había gente charlando entre ellos, amigos, parejas, familias y grupos. Los fans y amigos de Carlos, hacían cola para hablar con él; no sería tan fácil hoy establecer contacto con él. Así que me dedique a bailar sola, por unos momentos mirándole; luego...por mi cuenta, pasándolo bien; sabe dios cuando volvería a tener una ocasión como esta.

Las fiestas en mi mundo no abundan, no hay recursos; ni motivos para hacerlas. Además, son peligrosas el sonido atrae a los monstruos, y no tenemos muchos recursos humanos para defendernos; más ahora que Fernando se va a llevar un equipo entero. Suspiro y dejo de pensar, necesito desmelenarme.

Grupo C (

Carlos

)

Ahora entiendo porque en el refugio no permiten llevar armas encima, cuando pegaron ese grito y encendieron de repente las luces; si llego a tener una pistola, no queda títere con cabeza. Empecé a mirar a la gente, para ver quien había venido a mi fiesta de bienvenida y me sorprendí gratamente estaba allí todo el mundo: menos el sénior, los enfermos; el doctor; Fernando y los vigías. Vi a Sindy, suspire aliviado estaba en mi fiesta y venia preciosa, como Pablo dijo; definitivamente venia a por su beso.

Hice el amago de acercarme a ella, pero se metió medio refugio en medio; de repente todos querían saber de mí y todos querían conocerme o felicitarme: por el combate, la misión del campanario o por despertar a una Tajata. Algunos me preguntaban cosas, la mayoría de veces, no sabía que contestar y uno de ellos me hizo una pregunta clave…” ¿por qué no has despertado a los demás?“Y le respondí con toda la sinceridad que pude: “no lo sé, lo volví a intentar hoy y no funciono” esa persona se sintió frustrada, que es como también me sentía.

Poco después empezó la música, vi con un poco de ligera desesperación como Sindy paso por mi lado mirándome; iba directa a la pista. Hice el amago a ir detrás de ella, pero fue inútil; la gente ya me había rodeado y estaba impaciente porque les tocara el turno, de hablar conmigo. Me sentí observado un buen rato, de vez en cuando veía como Sindy seguía mirándome desde la pista; hasta que deje de sentirlo y sabía, que ya no me miraba.

Estaba totalmente desmelenada en la pista de baile, había perdido el control de si misma o eso parecía.

La música no estaba muy alta, pero me preguntaba si la vibración o la música en el silencio de la ciudad; no atraería monstruos hacia el refugio.

Sentí una ligera sensación de inseguridad creciente en mi interior y encima, para rematar; no llevaba un puto arma encima…ni yo, ni nadie.

En otra parte:

Ambos nos miramos tensos, volvió a intentarlo una y otra vez; pero todo fue inútil no hubo manera de atravesar la condenada barrera.

—      Maldita sea, Padre; vamos a morir de hambre aquí – dije lleno de frustración y coraje

—      Ya veo… - se rindió el

—      Toque la barrera usted haber que pasa – instigo el militar

—      Vale, lo intentare una vez más… – se dejó llevar el sacerdote, aunque sin mucho ímpetu.

La barrera también rechazaba al cura, pero de otra manera; incluso alguien a medio despertar se daría cuenta de ello, pero a estos dos les costó darse cuenta.

—      Es inútil, no puedo salir aunque quisiera; no me deja. – protesto de nuevo el sacerdote

—      ¿Cree que pasara algo si lo tocamos los dos a la vez? – pregunto el militar

—      ¿Probamos? – rio con curiosidad el sacerdote

—      Pues probemos. – afirmo el militar

Ambos acercaron lentamente sus manos temblorosas a la poderosa barrera, barrera que a ambos sobrecogía e impresionaba de igual manera, a uno por no entenderla y al otro por creer entenderla, más de la cuenta. Cuando fueron ambos los que la tocaron a la vez, el cambio de color fue más notable y el militar traspaso la barrera hasta acabar tocándola desde el otro lado.

El sacerdote sonrió viendo cumplida su fe, Salvador también lo hizo; pero de otra manera. Había comprendido de una forma un tanto desagradable, que quisiera o no quisiera; para hacer algo con otra barrera…necesitaría al cura.

Grupo B (

Jack Glaiden

)

Terminamos el combate vaciando prácticamente todo el camino que íbamos a seguir ahora, incluso ambos se tomaron la molestia de recuperar los proyectiles lanzados; volvieron conmigo y me miraron como si esperaran a que me moviera.

Suspire, negué con la cabeza y empecé a correr con velocidad, gracias a nuestros amigos sombríos; íbamos retrasados en la misión. Atravesamos las seis carreteras sin más dificultad que esquivar los coches, ya que nos habíamos quedado solos totalmente; iba seguido por ellos de cerca. Los tres íbamos alerta, quizás sí que tendrían un mal presentimiento; como yo y por eso lo habían hecho.

Llegamos a la plaza de San Juan de Dios, la plaza central del ayuntamiento de Cádiz; había unos veinte escuchadores. Solo diez estaban en nuestro camino, por mi nos hubiéramos encargado solo de ellos; pero estos dos empezaron de nuevo con su matanza personal. La chica se encargaba de los que estaban por los tejados, el chico de los que se acercaban a unos diez metros de nosotros; por un momento pensé en dejarlos tirados y cumplir mi cometido, pero luego recordé que no soy así.

Observe a la chica, esta era tremendamente rápida y certera; además era como un gato, el depredador perfecto. Con un simple movimiento, ella ya había lanzado la flecha y el monstruo caía del tejado; por la parte indicada…para poder recoger el proyectil, eso era algo controlado.

Salí corriendo y golpee con un puñetazo a dos que estaban en el centro de la plaza, estos empezaron a golpearse entre ellos; los demás empezaron a acudir contra la pelea y ambos comenzaron a cubrirnos las espaldas…mientras me encargaba de los que se les acercaban a ellos. Tras acabar con los veinte enemigos que había por la zona y los otros diez que llegaron a causa del ruido, me fije que tras recuperar proyectiles; a ella le quedaban unas veinte flechas y a él, tres hachas para lanzar.

No sé en qué momento perdió una y algunas flechas se partían con los brutales impactos o las caídas de los enemigos, era inevitable.

Tras el combate, estaba cansado y quería tomar unos segundos para descansar, pero empecé a oír la música como un murmullo de fondo; ¡maldita sea! llegábamos tarde si en unos minutos, no cumplíamos el plan…el refugio iba a ser inminentemente atacado e iba a ser nuestra culpa totalmente. Mis compañeros no parecían estar cansados, también hay que admitir que tirar con un arco era mucho más descansado; que pelear a puños y también, tirar hachas era medio trabajo. Oímos rugidos alterados por la música, aunque aun no habían identificado el origen del sonido; no tardarían mucho.

Nos apresuramos para entrar en el ayuntamiento…la puerta principal estaba abierta de par en par y ascendimos por la alfombra roja descolorida. La última vez que, la puerta principal estaba encajada; tuvimos problemas. Todo esto me dio mala espina; pero no tenía a quien decírselo, ir con ellos, es como ir solo.

Excepto en las batallas, claro…que encima te meten en más problemas de la cuenta, porque no teníamos porque matar a esos enemigos; no estaban en nuestro camino y, fue una decisión estúpida; en la que me vi involucrado por culpa de ellos…y su impulsividad.

Cuando estábamos subiendo la alfombra roja, sonó el rugido de un monstruo que conocía muy bien; un cabezón. Este tipo de monstruos era algo más escaso, era una especie de mutación que recibían pocas veces y solo acudían…adonde había habido una matanza indiscriminada de escuchadores. Negué con la cabeza e iba a darme la vuelta, pero el sin apellidos estiro la mano a la altura de mi pecho para que no pasara y con su mirada me comunico que él se encargaba.

Sorprendido por su repentina e inesperada acción acepte, con un simple cabeceo positivo y por señas sin saber si me entendía, le dije:

—      Nos vemos arriba – dije con tranquilidad, después de todo fue idea de ellos matar tantos escuchadores; que se encargue él es una buena idea. Quizás después de todo es lo que querían..

Su respuesta fue tan solo un cabeceo positivo y con su hermana, seguimos ascendiendo por la alfombra roja; antes de irnos pude ver que se preparaba para el combate, pintándose la cara; con pinturas rojas que llevaba en el collar.

Grupo A (

Sindy

)

Poco después de ponerme a bailar en la pista, empecé a desmelenarme un poco y pronto me olvide de que los chicos, podían verme como un trozo de carne mas. Alguno que otro se acerco y lamento haberlo hecho, como mínimo se llevo un empujón y al más osado; lo cogí por la oreja y lo hice sentarse hasta que se le pasara, el calentón tonto. Estaba bailando muerta de sed, cuando alguien más se atrevió a acercarse por detrás; y me tapo los ojos.

Me gire cabreada y busque sus huevos dispuesta a apretarlos, para hacerlos puré. Pero me quede de piedra, al ver a Carlos y encontrarme en esta situación tan embarazosa. Me miro con los ojos abiertos de par en par, incluso yo misma me quede cortada mirándolo; con mi mano en ese lugar.

—      S-S-Sindy, ¿q-q-quieres bailar un poco? – dijo súper cortado y tartamudeando, estaba tan mono.

—      S-si, c-claro, b-bailemos – dije mas cortada de lo que creía y tartamudeando por primera vez, en mi vida.

Solté la mano de allí y empezamos a bailar a medio metro de distancia, luego agarré sus manos; para jugar bailando un poco, ya que él las avanzo hacia mí. Por último me pegue a él, Carlos aunque de manera tímida; se dejaba llevar por mí. Al cabo de un tiempo, con muchas miradas clavadas en nosotros; acabamos bailando bastante pegados y Carlos me seguía a duras penas.

Poco después tuve que parar, ambos estábamos sudando y creo que; podríamos perder el control antes de tiempo, además de que me muero de sed.

—      ¿Tomamos algo? – le pregunto jadeando, no por esfuerzo alguno; sino que por ansiedad. Una extraña ansiedad nerviosa, de que se; que hoy pasara algo con él.

—      Vale, te invito – dijo risueño y bastante más calmado, aunque parecía descentrado.

—      Tranquilo, nadie te cobrara nada en tu propia fiesta; siempre que no te pases. – le comento, tranquilizando por completo; supongo que ya veía por los castigos su dinero mermado.

—      Espérame allí sentada ahora te lo llevo – señala hacia unos asientos a solas, me ruborice al oír eso; creo que está a punto de besarme.

—      Vale, está bien; gracias. – le agradezco con una sonrisa

—      Gracias a ti por venir – me devuelve la sonrisa, quedándonos como tontos mirándonos.

—      ¡Carlos! – grito, al sentir su mano en mi culo

—      ¿Qué? – pregunta de forma inocente, pero empiezo a pensar que no es tan inocente como parece o quiere aparentar.

—      No seas descarado – digo sin poder rechazarle de otra forma.

—      Vale, perdona. – mira cabizbajo y solo puedo suspirar al ver eso, quiero que me bese; no que me coja el culo. Sera idiota…

Se dirigió hacia la barra un poco cabizbajo, me sorprendió lo sensible y educado que era; en algunas cosas se le notaba que solo era un niño. Me pregunto si podremos tener una relación adulta o si será imposible, no sé porque todo esto me suena de algo; pero no recuerdo de que. Aunque es una mezcla rara, ya que por un lado hace cosas inapropiadas en momentos que no son los adecuados; pero por otro lado es tan tierno…Llego a los bancos, ya veo algunas parejas besándose; me muerdo los labios con ligera envidia. Veo mucha gente aquí, todos están contentos por primera vez en mucho tiempo; eso me agrada. Cuando vuelvo a mirar hacia la barra veo a Sonia, hablando con Carlos muy cerquita; mi corazón se acelera con algo de celos…es la primera vez en mi vida que me siento así, me debato entre ir o no ir, pero se me sienta al lado; Fernando.

—      Vaya, que pronto llegaste – le hago saber con mis palabras y mi mirada, que estorba.

—      Muy graciosa, también tengo derecho a divertirme – dice con un coctel gratis en cada mano y me ofrece uno.

—      Eres tan rácano, que me das asco – lo rechazo con la mano y mis palabras de nuevo

—      Vaya, veo que la señorita no está de humor; ¿estás con la roja? – me provoca, a pesar de que sabe que no es el momento; lo está haciendo a propósito.

—      ¡¿Eres imbécil?! ¿O qué? – le grito, haciéndolo reír.

—      Solo bromeaba, que lo pases bien; Sindy. – suspira y se levanta, dejándome sola de nuevo

Por el camino, se encuentran de frente Carlos y Fernando; me pongo tensa. Intercambian palabras entre ellos, en un primer momento Carlos pone mala cara; estoy dispuesta a levantarme…pero pronto se relaja y retoma su camino hasta mí.

Grupo C (

Carlos

)

No quería aguarle la fiesta a la gente, diciéndoles que con esta música podríamos atraer monstruos; ni tampoco sufrir porque me la aguaran a mí. Así que al ver tan desmelenada a Sindy, sufrí pensando que otro podría quitármela; aunque realmente no fuera mía. Por eso me decidí a despachar a la gente, cuanto antes mejor y eso hice. Cuando me di cuenta: solo Marcos, Ryoko, Antonio y Sonia, estaban frente a mí. Marcos, solo me dijo que esto era genial y que pensaba quedarse aquí. Ryoko le hacía de niñera a su compañero, no estaba ahí para hablar conmigo; solo para cuidarle. Antonio simplemente me dijo que por ser mi fiesta, hoy no me pediría nada; gesto que agradecí. Sonia fue la última en hablar conmigo y la que más nerviosa estaba, de toda la fiesta entera; excepto por mi parte que vi como a Sindy, empezaban a acercársele hombres.

—      ¿Tienes un momento, Carlos? – pregunto jugueteando con sus manos.

—      Sí, claro; ¿Qué quieres, Sonia? – me rasque la cabeza, nervioso.

—      A solas – me pidió, buscando mi mirada

—      No puedo marcharme de mi propia fiesta, Sonia; sería una descortesía. – me excuse, sin mirarla, pues estaba observando a Sindy.

—      ¿Podríamos ir a allí, tras esas cortinas? – me pregunto con amabilidad

—      Si…claro – la mire con cara rara, no sé qué pretendía; pero fui.

Me guio hasta un banco que había tras unas cortinas y una vez sentados los dos…

—      Aquí te has vuelto un hombre, muy fuerte – empezó a decir — Eres prácticamente aquí, como Francisco allí – me comparo con el abusón de clase — Pero encima eres como un héroe para la gente – dijo admirando mi valor.

—      Gracias, no sé qué decir… - me rasque la cabeza, nervioso

—      Pues no digas nada – empezó a acercarse a mi

La abrace y le di un beso en el cachete, ella quedo sorprendida.

—      Gracias por tus palabras – le bese la frente

—      De nada… - por algún motivo, se quedo pensativa, mirando la nada.

—      Disfruta de la fiesta, guapa – le acaricie la cabeza, como si fuese una cría.

—      Y tú también… - dijo mirándome y sonriéndome, tan solo un segundo; para después dejar de mirarme...

Me puse de pie y no pude evitar reírme, al ver a Sindy, llevando a un chaval por la oreja; hasta los bancos. Me dirigí hacia ella por la pista, la pille de espaldas y la cogí distraída; le tape los ojos…pegándome a ella, por detrás. Pero antes de que le dijera nada, su mano busco mi entre pierna la apretó al punto límite; entre el dolor y el gusto. Se giro en un giro brusco, que me pillo de sorpresa y pego su cara de forma chulesca a la mía; pero se sorprendió al verme a mí tan de cerca y se separó de forma repentina., no así su mano que seguía ahí.

—      S-S-Sindy, ¿q-q-quieres bailar un poco? – digo bastante cortado y tartamudeando, por su cercanía y su mano, agarrando mi entrepierna.

—      S-si, c-claro, b-bailemos – dijo mas cortada de lo que creía y tartamudeando por primera vez, que la escuchaba.

Soltó la mano de ahí con suavidad, comenzamos a bailar primero a medio metro de distancia, ambos nos mirábamos; pero creo que estábamos un poco incómodos por igual. Luego agarre sus manos para jugar mientras bailábamos e ir rompiendo el hielo. Por último, tras un rato jugando con ella; se pego a mi…no sabía qué hacer en esa situación, así que me deje llevar por ella. Ella cogió mis manos, rodeo su cuerpo con mis propias manos y me las soltó; la acaricie con timidez sin tocar nada, que considerara indebido. Sindy se movía demasiado bien, me costaba seguirla e incluso moverme ya que estábamos muy pegados. Con su movimiento, me costaba acariciarla, sin tocar nada indebido; a veces lo rozaba sin querer. Pero para mi sorpresa, Sindy no dijo nada; se movía tan bien; que me tenía absorto e hipnotizado en el baile.

Poco después se separo de mi, estábamos ambos sudando y jadeando; me fije que Sindy me miraba como una tigresa hambrienta, cosa que me dio un poco de miedo.

—      ¿Tomamos algo? – me pregunta jadeando, pensaba que estaba más en forma; pero parece que no y parece nerviosa.

—      Vale, te invito – digo risueño y bastante más tranquilo, aunque aun no encuentro el momento de besarla.

—      Tranquilo, nadie te cobrara nada en tu propia fiesta; siempre que no te pases. – me comenta, relajándome por completo; porque quería ir a la tienda mañana…para comprar algo en la tienda de prototipos.

—      Espérame allí sentada ahora te lo llevo – señalo hacia unos asientos que puede ser el lugar indicado de besarla, se ruboriza al oír mis palabras y ver donde le señalo; creo que es la señal para que la bese

—      Vale, está bien; gracias. – me agradece con una sonrisa

—      Gracias a ti por venir – le devuelvo la sonrisa, mirándonos como tontos.

—      ¡Carlos! – grita, al sentir mi mano en su culo al darse la vuelta y me mira con una cara rara, que no se qué significa.

—      ¿Qué? – pregunto con mi cara de niño bueno, pero me mira con gesto irónico; creo que no me cree.

—      No seas descarado – dice mirando a su alrededor avergonzada.

—      Vale, perdona. – miro cabizbajo, ella suspira; para darse la vuelta tras mirarme un segundo, no entiendo a las mujeres, quiere o no quiere…buena pregunta.

Me dirijo hacia la barra aun pensando en mis cosas con la cabeza gacha, veo de reojo que Sindy me mira; pero no se ya que pensar de ella. Me pregunto si realmente querrá tener algo conmigo o solo está jugando, divirtiéndose a mi costa. Supongo que para ella al fin de cuentas, solo soy un crio sin maldad; pensé que quería que la besara, pero le cojo el culo y me rechaza. Llego a la barra y me pongo un poco más triste, una pareja se está besando junto a mí; me empujan con su pasión sin querer, ni darse cuenta. Estoy mirando la nada, cuando llega el cocinero para preguntarme que quiero y me saca de mis propios pensamientos.

—      ¿Qué quieres demo…chaval? – me hace reír al aguantarse el apodo, que todos me dicen.

—      Quiero dos cocteles de pago, para mí – sonrió con cierta timidez, mientras el empieza a sonreír con una sonrisa demasiado amplia.

Me sirve los dos cocteles con la misma sonrisa y me guiña el ojo.

—      Gracias, Kork; que atento – suelta Sonia al llegar, mientras coge uno y le da un trago.

El tipo me mira con una sonrisa gigante, miro la escena tan asombrado como él y mientras Sonia, me da un beso en el cachete; levanto el dedo para pedirle otro.

—      ¿Me das otro, por favor? – le pido al tipo otro coctel de pago.

—      ¿otro? – me mira de forma acusadora, alternando su mirada entre nosotros; supongo que no entendía lo que pasaba.

—      Si, otro. – mire un segundo a Sindy, dándome cuenta que de repente Fernando se le sienta al lado. Sé que tengo que ir pronto o puede pasar lo que me conto Pérez, puedo perder la ocasión y que la consiga Fernando.

—      Vale, te lo pongo – con su mirada seria, me confirmo que iba a ser el último de hoy.

—      Gracias por la copa, Kork; ¿lo estas pasando bien? – dijo Sonia agarrada a mi brazo, mientras que me fijaba en que Fernando y Sindy; hablaban acaloradamente.

—      Bien, Sonia; disfruta de la fiesta…hablamos luego, ¿vale? – dije amablemente, una vez el otro me puso la copa; intentando soltarme de su agarre con suavidad.

—      Vale…si, hablamos luego. Disfrutare. – me soltó el brazo de repente, muy seria; diría que casi apenada.

Supongo que se siente un poco sola aquí, ya se acostumbraría con el tiempo; porque sabía que encontraría a nuestros amigos. Era cuestión de tiempo, que encontrara sus cuerpos parados en el tiempo y no sé cómo, pero encontraría la manera de despertarlos. Cuando miro hacia delante, me encuentro de frente con Fernando, a través de él mire a Sindy que estaba sentada en el banco; se mostraba tensa ante nuestro repentino encuentro.

—      Hola, demolition-man – soltó con su tono burlón de siempre

—      Hola Fernando – le hable con seriedad

—      Bonita fiesta, no te acostumbres; esto no será siempre así -  rio con una sonrisa falsa

—      Sabía que habías sido tu, el que había dicho ese apodo por aquí – lo acuse con seguridad

—      Quizá, ¿no te gusta? – puso una sonrisa burlona, además de falsa.

—      No está mal empiezo a acostumbrarme – le conteste con chulería

—      No siempre vas a salir victorioso e indemne de todo – borro su sonrisa de la cara, cabreado — alguna vez te cazare – aviso, con una sonrisita maquiavélica.

—      No siempre voy a estar calladito y en desventaja contigo – le avise, con cuidado de no amenazarle en absoluto — ¿Recuerda lo que le paso a Saimón en la película? – avise, para que supiera que no siempre iba a ser el ratón y él; el gato.

—      Ah, así que el nene ya tiene dientes o necesita a mami, Sindy ¿para qué le defienda? – dijo de nuevo en tono burlón, buscando provocarme o cachondearse de mí; en mi cara. — lástima que no seas demolition-man de verdad, solo tuviste suerte. – dio un sorbo a su copa sin mirarme siquiera.

—      Si y muerdo solito, Sindy no es mi mami; es mi chica. – dije, acabando la discusión por completo. — ¿Suerte? Suerte seria que no volvieras del viaje, así no tendré que lidiar contigo. – sonrío, devolviéndole la provocación.

—      Ah…vaya, ¿tu chica? Todavía se dice eso…bueno, déjalo no respondas cromañón y disfruta de la fiesta, mientras puedas. – me susurro al oído — algunos no saben cuándo rendirse. – dijo por ultimo.

—      Gracias eso voy a hacer. – lo empuje con suavidad y pase por el hueco que dejo, al quitarlo de mi camino. — No me rendiré jamás, eres tú el que debería hacerlo – murmuro para mí mismo, sin saber y no me importa…si el, se ha enterado de algo o parte; de lo que he dicho.

Ambos nos miramos de reojo con una inmensa rivalidad de por medio, pero hubo algo que lo remato, una media sonrisa de mi parte. Luego retome el camino hacia Sindy que me esperaba algo tensa, al principio pareció que estaba a punto de levantarse; pero conforme me iba acercando a ella, se iba relajando.

En otra parte:

Me despedí del sacerdote con la mano, el dejo de tocar la barrera en el preciso instante que vio que salí afuera. Ambos estábamos sorprendidos, pero no quería perder el tiempo estaba anocheciendo; así que necesitaba conseguir algo de comida rápido. Mire hacia arriba por la calle, hacia abajo por la plaza; sin embargo ambos lugares me parecieron igual de malos.

Un ruido como de pelea de gatos, me llamo la atención hacia arriba, subí corriendo sin hacer demasiado ruido. Evitando todas las cosas que movía el fuerte viento que hacía por aquí, bolsas de plástico, latas de conserva, de refresco y muchas otras cosas. Y todas las demás que había en el suelo, basura; papeleras, motos, coches…furgonetas. El paisaje era desolador, donde se suponía que estaba el mar; solo quedaba un paramo reseco con varios pequeños remolinos de tierra. Y al asomarme al muro que hacía de barrera del precipicio de rocas cuadradas carcomidas por el mar, buscando el sonido; una bestia cayó al lado mío.

La observe con todo detalle, era un cuerpo que ocupaba al menos el metro de ancho; el metro de pecho a espalda y los dos metros de alto. Dos brazos por cada lado, que tenían bíceps del tamaño de cabezas y dos manos…con garras, aunque no largas; gruesas y duras. No tenía piernas ni muñones de haberlas tenido, su cuerpo no tenía pelo; pero tampoco era piel, tenía como una sobre piel grisácea o más bien, pálida directamente. Por todo su cuerpo, tenia orejas monstruosas, de diferentes tamaños; algunas más humanas y otras menos, más animales o incluso, monstruosas. La cabeza era grande a escala con su cuerpo, no tenía esa sobre piel; estaba calva y era coronada por unas orejas móviles gigantes para su cabeza, que tienen una abertura hacia cada dirección para captar mejor de donde proviene el sonido. Se van cerrando o abriendo conforme va escuchando algo, puede tener una o varias abiertas y una boca ínfima para el tamaño, lo que significa que prefiere despedazar o aplastar a sus víctimas que comer.

No tiene ojos así que no ve.

Las membranas de sus orejas de la cabeza, se abren y cierran con extrema rapidez; deduzco con eso que está buscando los sonidos que a mí mismo me atrajeron o quiere captarme a mí, supongo que el viento lo mantiene confuso y eso es una ventaja. Los gatos siguen haciendo sus sonidos y este bicho gigantesco salta para abajo. Me asomo también para fijarme bien en la escena, abajo hay muchísimos gatos que empiezan a pelearse con la criatura; son más rápidos que él y usan su tamaño, además de su agilidad para arañarlo sin ser golpeados por él. Por lo tanto, aunque él con cada golpe revolea al gato que le dé o parte rocas, incluso inca el brazo en la muralla del precipicio; está claro que tiene las de perder.

Es más lento que ellos.

Lo que esta súper claro de toda esta historia es que los gatos saben que eso es un enemigo, que viene a matarlos porque se defienden con uñas y dientes.

Le muerden por la espalda, le arañan desde todas partes a la vez; le saltan encima y le muerden, luego saltan a la roca otra vez para evitar que los aplaste. Creo que puede haber más de treinta gatos luchando contra la criatura y aunque a alguno ya le ha dado un buen golpe, con su agilidad han evitado la mayoría del impacto cayendo de pie unos metros más allá. Algunos cojean, otros se tumban a mirar la escena pensando, que ya han hecho suficiente y otros se lamen las heridas y vuelven al ataque. Es admirable el valor de estos pequeños, pero no creo que tengan el tamaño suficiente para hacerle verdadero daño a un enemigo así.

A lo lejos se escucha ruido de música me parece e incluso de otro tipo de batalla, quizás algo parecido está pasando en otra parte, pero no me importa; quiero ayudar a estos gatos…quiero hacer algo, aunque no se el que.

Grupo B (

Jack Glaiden

)

Al llegar a la primera planta pude observar todas las cabinas de seguridad con los cristales astillados, tremendamente rajados o rotos del todo. Que evidentemente servían para proteger a los funcionarios del gobierno, que atendían al  público. Una maquina típica de seguridad, para pasar las mochilas y otra para detectar si llevas metales o no, todo eso hacía años que no funcionaba, claro. Mi amiga cogió cuatro flechas al dar un simple vistazo y acabo con cuatro enemigos de un solo tiro, que había en esta sala que por mi parte aun ni había visto; a la derecha había unas escaleras que subían y bajaban…en frente la puerta importante que estaba entre abierta.

Le ordene por señas que se quedara aquí, ella asintió y se puso a recoger las flechas, sin perder de vista las tres entradas de este lugar; aunque a decir verdad para ser sincero los ventanales gigantes del ayuntamiento estaban rotos…así que tenía demasiadas entradas. Me dirigí suspirando hacia las escaleras, casi me sentía menos tenso solo; que con ella.

Aun no entiendo porque Fernando me hizo ir con ellos, preferiría a cualquiera del refugio; cualquier compañero que este acostumbrado a salir.

Había unas escaleras hacia arriba y otras hacia abajo, las de arriba les heche un ligero vistazo para que no me cayera encima ningún tipo de “sorpresa”; porque las que realmente me interesaban eran las de abajo. Encendí la linterna acoplada al traje que llevaba y comencé a bajar de forma sigilosa, pero todo lo apresurada que podía por mi parte; tenía que encender los generadores si quería que la misión se cumpliera con total éxito.

Estaba realmente escamado desde que limpiamos el ayuntamiento nunca había habido monstruos aquí desde entonces, es difícil comprender como habían entrado tantos; todo esto parecía una trampa. Al bajar al sótano, había una persona trasteando en el generador, los cables y el acumulador.

—      ¿eh, amigo; que hace? – la persona me miro y entonces me di cuenta, no era una persona; era una criatura…pero era diferente.

Grupo B (

Lestar sin apellido

)

Me arrodillo en la escalera con tranquilidad canturreando canciones de guerra en voz baja, mientras escucho de fondo los gritos del cabezón, criatura que venceré por mí solo dentro de unos minutos en cuanto me prepare. Saco de mi collar las pinturas de guerra y empiezo a pintar mi cara haciendo el ritual de cantarles a mis ancestros, pidiéndoles consejo. Si ellos guardan silencio es que no me ayudaran, si ellos hacen cualquier señal puede ser un consejo que debo captar por mí mismo y por ultimo; si ellos hablan es que me apoyan, es que me ayudaran. De modo alguno.

Este monstruo o mejor dicho uno de estos, mato a mi padre hace unos veinte años y ahora me toca a mí; vengarle. Sigo haciendo mis canticos, mientras el monstruo se acerca cada vez mas; pinto las armas que voy a usar en el combate, para presentárselas a mis familiares caídos. En primer momento usare las hachas para lanzar, en segundo el hacha de combate; en tercero las ballestas de muñeca y por último…la escopeta. Una vez que termino mi ritual de pintado de cara, de cuerpo y de armas; me centre en mis rezos a mis ancestros. De rodillas me puse a hacerle una reverencia al sol, aunque desde aquí no pudiera verlo sabía perfectamente hacia donde estaba. Cuando casi había acabado con mis ojos cerrados, de repente la puerta se abrió de golpe; cogí con los ojos cerrados un hacha para lanzar y la lance en dirección adonde intuía que estaba el enemigo. Otro golpe grande me confirmo que le acerté en la cabeza y sonreí por ello, mientras me levantaba en silencio para recoger mi equipo, sin mirar todavía a la criatura que entro; preocupado por el silencio de mis ancestros, aunque confiado en mí mismo por haber cumplido con las normas y tradiciones del clan sin apellidos.

Tras dejar en mi mano solamente un hacha para lanzar, abrí los ojos ya para ver a un escuchador clavado contra la pared a un par de metros en el aire bastante cerca de mí; colgando inerte de mi arma. Al pasar junto a él, jale del hacha dejándolo caer contra el suelo sonando otro golpe; pero eso ya no me importaba…solo escuchaba mi corazón latir a ritmo de tambores de guerra, sintiendo en mi interior que había llegado el momento de matar o morir.

Con ambas hachas para lanzar empecé a bajar las escaleras para salir y llegar hasta mi combate, toda gran persona tiene una gran batalla que luchar alguna vez y la mía; al fin ha llegado.

Nada más salir sonrío despreocupado, no estamos solos como suponía; los tejados vuelven a estar llenos de escuchadores como me esperaba. Así esto será más interesante, un cabezón no tiene nada que hacer el solo contra mí o eso creo; al menos.

Este monstruo es diferente al que se enfrento mi padre, es una cabeza flotante con tentáculos y garras; tiene los ojos como huevos y la boca sobresaliente, como si fuera una salchicha “oscar mayer” feliz. Su aspecto no es nada aterrador, pero me mira con los ojos salidos de orbita y empieza a bajar un poco; acercándose casi imperceptiblemente, para cazarme como una mosca en su telaraña.

Pero no soy un ni un mosquito ni un blanquito indefenso, soy un sin apellido y se va a enterar de lo que vale un peine. Salgo de la puerta, allí no tengo espacio para esquivar; pero me quedo en el pórtico tiene infinidad de columnas que me ayudaran a evitar sus impactos y ambos nos miramos seriamente y preparando nuestras armas sin, comenzar a atacar todavia.

Grupo B (

Rose sin apellido

)

Abajo se escuchan ruidos de mi hermano preparándose para un gran combate, el otro tipo el idiota blanquito con aires de superioridad; se ha ido hacia las escaleras interiores a cumplir su misioncita y aun no ha vuelto, el idiota ni vio a los cuatro enemigos agazapados esperándonos; esto huele a trampa, que alimenta.

Pero no lo temo, lo espero con ansia.

Empiezo a calcular posibles coberturas si entra algo desde las escaleras y si entra algo desde las ventanas rotas, sitios desde donde disparar y que sea difícil acertarme; no tengo armadura como el de abajo, igual que mi hermano. Para nosotros los sin apellido es un deshonor usar cualquier tipo de defensa que proteja nuestro cuerpo, nuestra defensa son nuestros propios reflejos y nuestra habilidad, para esquivar o evitar un impacto en nuestro cuerpo. Tampoco está bien tener demasiadas cicatrices eso te convierte en débil o torpe, pero bueno; algún roce sin importancia está permitido e incluso, bien visto.

Me sitúo en el cristal que está en mejor estado, donde en cierto modo estoy oculta, ya que se que en cualquier momento por algún lado; entrara algo. Miro distintas líneas de tiro desde aquí, estoy un poco limitada; pero lo solventare con mi habilidad y, velocidad.

Estoy tensa, tengo una mala intuición de que algo va a pasar y mis malas intuiciones, nunca dejan de cumplirse. Estaba tras el cristal, esperando cualquier clase de ataque; cuando de repente un escuchador entro volando por la ventana. Hago el amago de esquivarlo, sin recordar que esta el cristal por medio; entra otro por otra ventana y a este lo abato con una flecha, ya que por su trayectoria iba a impactarme.

Acto seguido entran dos escuchadores volando por la ventana, uno impacta contra el cristal y al otro lo paró en seco con otra flecha; cojo dos flechas y las suelto justo a tiempo, para parar en seco a los dos escuchadores que iban a impactarme. Veo entrar tres por la ventana volando directamente hacia mí, paro los tres en seco con tres flechas seguidas. Sin darme tiempo de respirar si quiera, eso que me lanzaba escuchadores, me mando tres escuchadores más; los mate no sin esfuerzo.

Abatí los tres en el aire y me aparte justo a tiempo, para nada más que llevarme un ligero rasguño de un cuarto enemigo; que no había visto. Un simple reflejo inesperado fue lo que me llevo a esquivarlo, por los pelos…Llevaba diez flechas gastadas, debía tener cuidado; pues una vez estuviera sin flechas, estaría a su merced. El cristal había evitado la mayoría de su golpe, pero estaba bastante cascado; no aguantaría demasiado estando intacto y me daba la sensación, de que me fallaría cuando más lo necesitara.

Me prepare para recibir el siguiente impacto, pero esta vez solo me bombardearon con un cuerpo; lo abatí y quede esperando al resto. La siguiente vez volvieron los tres cuerpos, abatí a los tres y me hice traslucida; para poder ver con claridad sin recibir un impacto; de lo que me estaba atacando. Salió de entre las sombras, paso a tremenda velocidad e intento cortarme con sus alas sin éxito; pues sus alas tenían un gran filo. Era una especie de pájaro humanoide con alas cortantes, garras afiladas y un pico puntiagudo. Una vez me paso de largo, justo antes de que alzara el vuelo para no comerse la puerta del final; le metí un flechazo en la cola que le hizo gritar de dolor y estrellarse.

Suspire aliviada prematuramente, porque todo esto aun no había acabado…tanto el alado, como los dos escuchadores que se estrellaron contra el cristal; se empezaron a levantar. Mire mi carcaj, solo quedaban cinco flechas; tendría que acabar con ellos con solo eso.

Suspire aliviada, esto sería fácil; demasiado fácil.

Grupo A (

Sindy

)

Suspire aliviada al ver que retomaba el camino hacia mí y cruce las piernas, poniéndome sexy para Carlos; también me acicale el pelo un poco para estar hermosa para él. Antes de sentarse se paro delante de mí y me ofreció la copa, tímidamente y con mi mano ligeramente temblorosa la cogí; y me ofreció chocar con su copa la mía, para brindar.

—      Espera… ¿Por qué quieres brindar? – pregunte bastante nerviosa.

—      Mmm…buena pregunta, ¿Por qué quieres hacerlo tú? – pregunto el, pareciendo también bastante nervioso.

—      ¿Qué te parece si… – empecé y proseguí, tras hacer una parada para pensar. — si brindamos por nuestra noche? – dije aun nerviosa, pero intentando controlarme.

—      ¿Por nuestra noche? Está bien, ¿pero dime, que tiene de especial; esta noche? – pregunto con maldad, para sacarme información; de tonto no tiene un pelo, este niño.

—      No lo sé, dímelo tu; ¿brindamos o hablamos? – digo deseando, darle un trago a mi bebida.

—      ¿Yo? Eres tú la que propusiste el brindis, eres tú la que debes hablar; ¿o me equivoco? Está bien, brindemos; estás loca por darle un trago a la bebida. – rio divertido.

Lo golpeo en el estómago, provocando que se le derrame un poco de bebida en el suelo y sobre él; me mira confundido y antes de que se recupere… lo cojo por el cuello de su ropa y le susurró al oído.

—      Solo te digo que después de esta noche, no vas a volver a ser el mismo; tigre. – le susurro casi amenazadora, aunque había algo de miedo en su mirada; eso solo lo hacía más interesante para mí.

—      Me debes una copa – miro, su copa medio vacía y sacudió su mano mojada. Miro la ropa, pero no la toco; creo que era consciente de que no tenía arreglo.

—      Si, supongo que sí; pero no hoy. Vaquero. – le guiño un ojo de forma seductora, mientras le suelto; y estoy a punto de beber…

—      Eh, eh; eh. ¡Eh! – llama mi atención, sin saber que quiere; bajo molesta mi copa.

—      ¿Quién te ha dicho que puedes beber? Sin decirte porque brindo yo – me riño, con una media sonrisa chulesca en la cara.

—      ¡Vete a la mierda! – gruñí molesta — ¿Por qué brindas tu, idiota? – dije luego, sin poder evitar la curiosidad.

—      Brindo por ti, por haberte conocido – dijo, sin pestañear y bebiéndose el coctel de un trago.

También lo bebí por instinto, pero casi lo expulso todo; tosiendo. Solo con ver que el tosía acaloradamente y se agarraba el cuello.

—      ¿pero, qué; mierdas, es; esto? – dijo cada palabra de rodillas, agarrándose el cuello y tosiendo entre palabra y palabra. Además, que solo le salía una voz ronca, respiraba con dificultad; como si se estuviera muriendo.

—      Eso amigo, es el coctel de la muerte; es destilado por nosotros y acabas de perder…toda la chulería que tenías. – dije acabando el resto de su coctel de un trago, negué con mi cabeza y le llevo; con el brazo sobre mi hombro hasta la barra.

Fuimos en silencio todo el camino, hasta llegar allí, seguía costándole respirar.

—      Una garrafa de agua, para mi amigo; rápido. Que se está muriendo – dije riéndome y provocando, que el cocinero y los que estaban alrededor, se rieran.

—      Esto, no; tiene, gracia – protesto, articulando palabra por palabra.

—      Tranquilo amigo, a todos les pasa lo mismo; la primera vez. – dijo el cocinero entre risas.

Le dio un vaso de agua, que desapareció entre sus manos y aunque la respiración, no se le normalizo del todo; al menos perdió el color rojo.

—      Vaya, esto no ha tenido gracia – protesto, aclarándose la garganta y agarrándose el cuello

—      Bueno, ¿por dónde íbamos?  - digo y antes de que reaccione lo beso en los labios.

Todo se quedó en silencio, y un “ohhh” gigante de sorpresa inundo la sala, ante nuestro beso.

Cuando miramos, ambos sorprendidos; vi con disgusto que Fernando había quitado la música y subido a la tarima.

—      Siento aguar la fiesta, en su mejor momento; pero el plan de distracción se retrasa. – miro su reloj para simular, pero sé que lo hizo a propósito; para cortarnos el rollo a Carlos y a mí. — otro día, se continuara la fiesta, iros todos a dormir; en silencio y en orden. – ordeno, mirándonos a todos.

Carlos hizo ademan, de acercarse a él; pero lo detuve con mi agarre en su cuerpo.

—      Déjame, ir a hablar con el – me pidió fuera de sus casillas.

—      No – negué con la cabeza — vámonos a nuestro cuarto, por favor. – pedí suplicante.

—      Si – con esfuerzo y tras pensarlo un poco asintió.

Todo el mundo se fue cabizbajo a hacia su habitación y nosotros no éramos la excepción, por el camino intente animarle.

—      Anda, alegra esa cara; todo va a salir bien. – acaricio su cabello, mirándolo a los ojos; pidiendo interiormente que no solo me devuelva el beso…que me bese él.

—      ¿Cómo lo sabes? – Pregunta, acercando su frente a mi frente; mirando mis ojos muy cerca, tanto que me ruborizo.

—      Porque yo estoy contigo – Digo dubitativa, quizás; así lo entiende de una vez.

—      Gracias Sindy – Me agradece, dándome la espalda

—      ¿Por qué? – pregunto confundida.

—      Por esto – se da la vuelta con rapidez y me estrella contra la pared con un apasionado beso, entre la gente; que nos aplauden y nos animan a continuar.

—      Dije en silencio – asoma la cabeza Fernando a los pocos segundos, cuando ve la escena y pone mala cara.

Poco después nos separamos y seguimos el camino con rapidez, más yo que Carlos; en el fondo está asustado y no sabe realmente lo que le espera. Llegamos a la habitación y empezamos a besarnos, acariciándonos por todas partes; sin quitarnos la ropa. Solo estamos reconociendo el terreno, no queremos tocarnos; solo conocer hasta el más profundo recodo, de nuestro ser.

Nuestros labios y nuestras lenguas ya se afanan en no separarse, solo queremos; no separarnos más. Empiezo a desnudarme y Carlos, aunque asustado; hace lo mismo que yo. En ese momento veo que hemos dejado la puerta abierta, la cierro para tener intimidad; por lo menos, si todo sale bien…la necesitamos.

Lestar se prepara para su combate, Salvador sigue pensando en cómo ayudar a los gatos; Jack se prepara para combatir a esa extraña criatura y por ultimo Rose, se prepara para acabar con sus rivales.

Por último, un rayo cae sobre la iglesia del Carmen en la alameda; algo se prepara. Algo pasara…pero nadie lo sabe o tal vez alguien si.