Mundo 11 Parte: 4-C
¿Qué le pasaría a un chico de doce años en el cuerpo de uno de treinta si le muestras el placer del sexo? trauma, pero con todas las letras y no entra en shock de milagro; luego para rematar el paseo nocturno se vuelve peligroso y dañino para la salud; peligro...grave peligro de muerte.
Mundo Paralelo 11 Parte: 4 C
Carlos:
Ojos abiertos como platos, sudor frio; todo lo de anoche en mi cabeza…vueltas en la cama, ambos sudorosos; rememoro de lo de anoche. Supongo que eso es lo que hacen los mayores, cuando quieren estar solos; ahora entiendo muchas cosas de mis padres. Ahora entiendo porque cerraban el pestillo, cuando estaban solos en casa y esas cosas…no sé si lo que paso anoche está bien o si está mal, es cierto que fue placentero; pero me siento raro. Creo que incluso veo a Sindy distinta, ahora que los dos; estamos en la cama y desnudos, no es lo mismo que la otra vez. No puedo evitar mirarla, pero siento algo por dentro; que me hace sentir tenso. No sé si estoy más enamorado o menos, quizás empiezo a estarlo de verdad; y nunca supe antes lo que era estar enamorado.
Esto ha dejado de ser un juego de niños, para convertirse en un juego de mayores.
Necesito moverme, pero no quiero despertarla; me muevo con suavidad…pero en ese momento, ella me agarra el brazo con suavidad; me sujeta temblorosa, mientras me observa.
— ¿Adónde vas, Carlos? – me pregunta con dulzura, más dulce; de lo que jamás me ha hablado, nadie.
— Voy al baño, Duérmete; Sin – susurro
— ¿Sin? Vale – me pregunta y se da la vuelta en la cama — no tardes, porfa – me pide de forma sincera y cariñosa, con su nueva voz dulce; además de melódica. Parece un tanto vulnerable y eso me gusta y a la vez me asusta.
Me visto necesito salir de aquí, el sentimiento de ansiedad que tengo dentro de mi cuerpo por escapar; no hace más que crecer, por cada segundo que paso de más en este cuarto. No sé ni siquiera adónde voy a ir, pero necesito alejarme un segundo de Sindy; aclarar mis ideas, si es posible...últimamente, me siento genial en la enfermería; quizás vaya allí, sí. Porque no quiero más problemas en el sótano, ya tuve bastante con limpiarlo una vez; y nadie quiere un bis de eso.
Nada más terminar de vestirme, salgo de aquí; como alma que lleva el diablo. Y empiezo a pasear por los oscuros pasillos del refugio, ¿Cómo se llamará este lugar? Buena pregunta; yo le pondría “La torre”. Rio yo mismo, por mis propios pensamientos; nadie está fuera de su dormitorio. Quizás esté prohibido, puede que haya toque de queda o algo; suena una explosión un tanto alejada…me asomo por un boquete para disparar, que hay en los pasillos y veo que ha explotado la azotea del ayuntamiento. Abro la boca, sorprendido y de allí salen fuegos artificiales, me sorprendo y escucho ruido abajo del todo. Bajo corriendo y me encuentro con Fernando y sus hombres, todos me apuntan asustados; al escucharme bajar.
— Idiota, casi te llenamos de agujeros – habla bajito Fernando
— Solo os escuche y pensé que habría entrado algo en el refugio – Me excuso, imitando su tono.
— ¿Si, y pensabas hacerle frente con las manos? – me mira irónico, los demás solo nos observan en silencio.
— Si… - digo con sinceridad.
— ¡Ja!, idiota – me insulta, para variar
— Te repites – la verdad estoy cansado de su falta de originalidad.
— Tengo más gama de insultos, si los quieres – me ofrece con poco interés
— No pretendo discutir y pelear con un muerto – digo levantando las manos
— ¿un muerto? Tranquilo, volveré solo por discutir y pelear contigo – dice decidido, aunque veo el temor en sus ojos.
— Suerte, espero discutir y pelear más; contigo. – Se lo deseo de corazón, aunque lo odie; nadie merece la muerte, por esas criaturas.
— ¿Suerte? No la necesito, ¿sabes a quien tengo, conmigo; amigo? – dice más para relajarse a sí mismo que convencerme a mí.
— No – digo con sinceridad, expectante.
— Pues…Estos son Javier Reyes y Alberto Tirado, los mejores cazadores del refugio; por si nos faltan provisiones…A Alberto le dieron una paliza y le robaron, con una latilla de termo cola; se soltó y con cosas naturales cazo para alimentarse. Javier se cayó de una gran piedra y el médico, dijo que no volvería a andar; sin embargo, aquí lo tienes. Se arrastró hasta el refugio, sin ser atrapado y trajo el ciervo; con los dientes…por supuesto que nadie más que él, lo comió; pero lo trajo. – dice vacilando de las hazañas de los demás, demostrando que hace algo bien; al menos conoce a sus hombres.
— Impresionante, ¿y los demás? – digo interesado en saber más de sus hombres, quiero recordarlos; por si no vuelven.
— Estos son Luisa Docena, María Dapena y Miguel Troncoso, son defensores; pero su record son diez misiones sin salir heridos. – sigue fardando de los demás, pero por más que dice su miedo; no desaparece.
— Impresionante también – digo convencido.
— Este es Black Stone, más de cien misiones; veinte muertes propias confirmadas, y aquí esta. Vivito y coleando. – Creo que, del equipo este era la verdadera sorpresa; todo lo de antes era impresionante…pero lo de este, era milagroso.
— He, ya he dicho que no me llamo así – protesta el individuo
— Tú y tus motes…Fernando – niego con la cabeza y suspiro.
— ¿Qué pasa?, le pega, mas. – se encoge de hombros este, como si le diera igual o se sintiera casi ofendido.
— me llamo Keita Andalux; es un placer. – Me ofrece la mano
— Si, esta vez te tengo que dar la razón; Black es mejor que Keita y Stone, mejor que Andalux. – Pero antes de estrechársela, digo esto y retira su mano; cuando la voy a estrechar.
— Muy simpático, tu amigo no me cae bien – me señala disgustado.
— No es mi amigo – protestamos ambos casi a la vez.
— Entonces empieza a caerme mejor – dice con una sonrisa Black
— ¡Ja!, Bueno y este es Jet Lee, el mejor luchador físicamente del refugio; sabe parkour y es imposible pillarlo. – dice demostrando que es con quien mejor se lleva.
— Sí, soy Jet Lee; en realidad me llamo: Samuche Hyama. Pero Jet está bien. – me ofrece la mano
— Encantado Jet – le estrecho la mano
— Y este es mi equipo – Dice Fernando, haciendo que todos se pongan firmes.
— No, tan rápido – baja protestando Ryoko
— ¿Ryoko? – pregunto sorprendido.
— Si, voy a ir a la misión; por ti. – me dice, medio sonriente; medio asustada…por mi reacción.
— Ah bueno y esta es Ryoko, nadie sabe nada de ella; pero Sindy dice que es buena – Desprestigia Fernando, encogiéndose de hombros.
— Y lo soy – protesta y dice convencida esta.
— Nos veremos Ryoko, ayúdales por mí; Salva a Julio. – Pido sinceramente
— Lo hare. – asiente convencida.
— Bueno, chicos; vámonos. Agradece a Jack haber cumplido y si vienen los sin apellidos, libéralos por mí. – Me pide Fernando
— ¿Sin apellidos? – Pregunto intrigado
— Se acabó el tiempo, en marcha. – Ordeno Fernando
— Adiós… - dije en silencio, casi un susurro; que se llevó el viento. Iban bien armados, quizás volverían; o eso esperaba.
Los vi marcharse por la puerta principal, sorprendido; quizás tuvieran alguna posibilidad. Seguí mi camino, hasta la enfermería y abrí la puerta; el doctor estaba en planta quedándose dormido en su puesto de trabajo. Pero se despertó, al oírme abrir la puerta, que no era nada silenciosa; con esas bisagras ruidosas y esa madera, rozando la roca.
— Buenas noches, ¿se puede? – pregunte, tocando la puerta; ya dentro.
— ¿No puedes dormir? – pregunta sorprendido.
— No – niego con la cabeza
— ¿Te pasa algo? – pregunta levemente preocupado.
— No – vuelvo a negar con la cabeza
— Tienes todos los síntomas de alguien en shock – dice observándome bien.
— ¿Shock? Creo que empiezo a entender el mundo, y que aún no estaba preparado – me rasco la cabeza y sonrío con esfuerzo.
— Así que Sindy, ha acelerado tu descubrimiento del mundo y pierdes el sueño – dice sorprendido, riéndose.
— No tiene gracia – lo miro molesto
— No, sí que la tiene; ¿y a que vienes, aquí? – dice observándome sin pestañear
— Es extraño, pero me siento a gusto aquí – digo mirándolo todo, buscando el motivo; que me hace sentir bien.
— ¿No me vendrás a ver a mí?, ¿no? – dice medio en broma, medio en serio; por si cae la cosa.
— No caerá esa breva – niego con la cabeza, con una pequeña sonrisa.
— Msch, lastima. – dice apenado.
— ¿Entonces a que vienes? Antonio no está ya aquí – dice pensando que quizá ese era el motivo, que tengo más amigos aquí; que fuera.
— Lo sé, pero el sacerdote y Julio; sí. – digo enumerando a ambos amigos.
— ¿Ah, vienes a verlos a ellos? – dice abriendo los ojos de par en par
— Puede ser, creo que sí. – me rasco la cabeza, dubitativo.
— Adelante – me ofrece con las manos, que lo haga.
Me acerco al sacerdote, parece curado y, sin embargo; no se despierta. Quizás sea lo mejor, no le veo capacidad; para sobrevivir en este mundo. Es una lástima, podría haber sido un compañero de batalla; ya que me siguió en mi primera batalla en este mundo.
— ¿Doctor, como esta? – pregunto, sacándolo de su ensimismamiento.
— Bien, Estable – dice poco elocuente, cosa rara en él.
— ¿No puede hacerme un diagnóstico más completo? – me quejo, intentando sacarle más datos.
— Mmm…sigue en coma – niega con la cabeza.
— Su inteligente dialogo, me abruma. – digo irónicamente.
— Ya, lo siento; es lo que puedo hacer. – dice apenado, de nuevo.
— No importa, gracias; por todo. – me doy cuenta que estoy pagándolo con él, así que intento no pagarlo con él.
— De nada, es un placer ayudar…en lo que puedo. – sabe que no puede hacer mucho y eso le entristece, en realidad; no es como Sindy piensa. Le importa su trabajo, pero parece no querer que los pacientes noten, que le entristece; dejarlos morir por falta de medios. La moral es importante, después de todo.
Fui a ver a Julio, en ese momento me asusté…
— Doctor, tiene los ojos abiertos – digo abriendo la boca y los ojos de par en par
— ¿Qué? – dice sorprendido, sin creer lo que digo.
— Al fin vienes… – de repente González, me mira sonriente y me dice… — Tú, tú vas a morir hoy aquí – amenaza sin pestañear.
— ¿Qué, por qué? – pregunto dando dos pasos hacia detrás, pensando que está delirando o algo.
— Tu eres el culpable de todo – me señala con dificultad.
De repente se irguió de una forma inhumana, con el cuello hacia detrás y la espalda arqueada en un arco; imposible de arquear. Se eleva en el aire, está flotando; no dos tentáculos verdes…salen de su espalda. Su cabeza mira el suelo, y su cuerpo se encorva hacia delante.
— Doctor, evacue a los heridos; creo que algo no va bien – ordeno temeroso, de que alguien más salga herido.
— No, definitivamente no va bien; no. – mira temeroso, incapaz de moverse; bloqueado.
— ¡Muévase! – grito, para hacerlo reaccionar.
— Tú, morirás hoy. – vuelve a señalarme y a reírse de una forma de maniaco.
— Voy – dice actuando con cuidado.
El doctor empezó a hacerlo con los más graves, los demás heridos; empezaron a moverse por su cuenta a su ritmo. Se acercó caminando con sus tentáculos, intento atacarme con dos que salieron de su espalda; esquive ambos de milagro y le devolví un golpe en la cara.
— ¡No! No lo golpees, podrías matarlo – dice el doctor observando la escena, con la boca abierta; tapándose la boca con la mano…de puro terror.
— ¿y no lo está ya? – pregunto observando, que está mutando o eso parece.
— Quizá, no; consigue inmovilizarlo…y lo mirare. – pide, algo que sabe es difícil.
— Eso es fácil decirlo… - susurro para mí.
Uno de sus tentáculos golpeo, mi estómago; y el otro mi barbilla. Haciéndome dar una voltereta y caer al suelo. Rodé por el suelo, a lo justo; para que golpeara el suelo y no a mí.
— Julio, sé que estás ahí, reacciona – pedí a mi amigo
— Sí, estoy aquí; reacciono y quiero ¡Matarte! – dice riendo como un loco
Vaya cuanta tensión, quiere matarme; pienso mientras esquivo dos golpes más. Estoy cabreándome, esquivo dos golpes corriendo, salto contra una cama; luego salto contra él. Consigo derribarlo e intento sujetarlo, pero es imposible; los tentáculos me golpean una y otra vez.
Ruedo a un lado y hago una mueca de dolor, él se levanta como si nada
— ¿Ves? No te resistas más, falso Wecker; no puedes vivir; entonces muere. – ordena, pero aun todo esto no ha terminado y lo sabe. Intenta desanimarme, pero no lo logra.
Me levanto, dolorido e intenta acabar conmigo de nuevo; al fin estamos solos en la sala y el doctor, me mira de lejos a través del cristal.
— González – lo llamo
— No me llamo así – niega con su tentáculo
— Julio – lo vuelvo a llamar.
— Tampoco así – niega con su otro tentáculo.
— ¿Quién eres? – pregunto sorprendido.
— Soy Blue – dice sin dudar, con su voz monstruosa.
— ¿Blue? – pregunto sorprendido.
— Ah, ya sé quién eres – añado de nuevo
— ¿Quién? – pregunta sorprendido
— Ese ser azul que le revotaban las balas, suelta a mi amigo o tendré que matarte – amenazo con seriedad
— ¿tú a mí? – se carcajea con una risa diabólica — ni siquiera podrás llegar hasta a mí. – dice con frialdad.
— Sí, yo a ti; como le pase algo a González…morirás – amenazo realmente cabreado.
— No lo conseguirás, ni siquiera un Wecker lo lograría y tú no lo eres – niega con ambos tentáculos, veo que la voz no sale de González; eso me alivia.
— ¿Ah no, y que soy? – intento sacarle información, quizás sin darse cuenta; suelte algo.
— Una desgracia y un muerto, ¡Muere! – Pero solo me insulta y amenaza.
Empecé a rodar, saltar y bloquear sus golpes. Aunque con dificultad. El medico abrió la puerta.
— ¡Tiene cuatro bultos en la espalda, destrúyelos! – grito, llevándose a cambio un golpe en el cristal, cuando cerro un tentáculo la puerta; de un portazo.
— ¿Eso lo detendrá? – Pregunte, sin saber si él; podría contestarme.
— Supongo – abrió la puerta con dificultad y contesto, esquivando otro tentáculo…por los pelos.
— ¿No lo matara? – pregunte, no quería matarlo yo mismo.
— No lo sé – dijo empujando contra el tentáculo. La puerta crujía en medio.
— Si, lo hará – dijo la voz que salía de detrás de González.
— Cállate – ordene cabreado
— Te matare, copia de humano – me insulto de forma extraña
— Valiente insulto de mierda – me queje, para provocarle.
Intento matarme, desvié sus golpes como podía, usando defensa personal y vi una abertura. Me concentre lo suficiente y mi alma se dividió en tres fuera de mi cuerpo. En la primera intente colarme por abajo y me atravesó por detrás, justo antes de ser herido; mi alma retrocedió hasta mi cuerpo. En la segunda, lo intenté corriendo por la pared, saltando a una cama y de la cama hacia él; pero fui atravesado en el aire. Y en el tercer intento, rodé por el suelo; esquivando sus tentáculos y aplasté uno de los bultos.
Al salir bien, lo repetí y González grito…con un grito desgarrador. Quedaban tres, estaba cansado; González empezó a atacar a ciegas todo, rompiendo cosas con sus tentáculos; me mantuve reptando por el suelo y a salvo.
González volvió a levantarse, caían bichos muertos al suelo del bulto reventado; solo quedaban tres tentáculos.
— No sé, como lo has logrado; pero apuesto que no podrás lograrlo…tres veces más. – levanta un tentáculo y dos manos del cuerpo de González.
— Ponme a prueba. – reto al bicho.
Esta vez bloqueaba con más facilidad, pues el ataque solo venia, por un lado; empecé a caminar hasta el…pero intento vomitarme sangre encima, lo esquivé de milagro; rodé sobre mí mismo y revente otro bulto. Volvió a ocurrir, lo de antes; recibí un golpe y salí volando, cayendo sobre una cama.
Rodé justo a tiempo antes de que dos tentáculos, atravesaran la cama en ambas direcciones.
— Vaya, vaya; vaya…cuando te vi, nunca pensé que serias tú el que me plantaría cara. – empieza a hablar González
— Pues créetelo – digo retándole.
— Vas a lamentar esto, me has decepcionado – me amenaza
— Me alegro, tú también a mí; nunca pensé que te dejarías vencer con tanta facilidad – digo intentando llegar a Julio, si todavía está ahí.
— ¿De qué hablas? – pregunta abriendo los ojos de nuevo su cuerpo
— ¿y tú eres el mejor cazador recolector; tu eres Julio González? – empiezo a atacar a Julio, sabiendo que quizás así; logre salir.
— Ya…te dicho, que no; soy…argg…ahora, Carlos; rápido. – empieza hablando el monstruo y acaba hablando Julio; o eso parece.
Salí corriendo, hacia él; en ese momento uno de sus tentáculos, quiso golpearme…me arrastré por el suelo, justo a tiempo; pero en ese momento fue a golpearme por debajo, puse la mano y di un mortal, para esquivarlo. Di una voltereta lateral sin manos y revente otro bulto. En ese momento el cuerpo de González, cayó al suelo; y salió un bichito con sangre en su interior volando.
— Hijo de puta, volveré; eres peor que un bicho, no eres nada. – dice el bicho, sorprendiéndome.
— ¡Bisturí! – grito jadeante.
— ¡Fuego! – grita el doctor.
El sonido de una bala resonó, reventando al bicho en el acto.
— ¿Qué coño? – miro la escena y veo a un vigía, con un arma en la mano.
— Bien, hecho; demo. – me felicita el vigía.
— Gracias – digo un poco sorprendido
— De nada, doctor; rápido opérele – pido al doctor.
— Voy, meted a los heridos dentro. – ordena a dos vigías más que llegan.
Espere fuera a que me diera la noticia…
— González se ha salvado, gracias a ti; puedes irte a la cama. – agradece agotado el doctor y cabizbajo.
— ¿puedo hacer algo? – pregunto al ver su ánimo.
— No, vuelve a la cama; mañana hablaremos de esto. – dice poniendo su mano en mi espalda, para animarme.
— Vale… - un poco deprimido, me di la vuelta.
Cabizbajo me dirigí a la cama, pero estaba agotado y necesitaba dormir…Negué con la cabeza, suspiré; nada más mirar hacia las escaleras, desanimaba a cualquiera. Pero pensar en dormir con Sindy, animaba a cualquiera…
Aunque no dejaba de pensar en todas las palabras de González.
O mejor dicho de Blue.