¿Mujer normal, puta o qué?

¡Dios Mío! mi vagina palpita de emoción. Sin ningún pudor le pongo la mano en la entrepierna y descubro que su pene está erecto.

¿MUJER NORMAL, PUTA O QUÉ? Son las seis horas, cero minutos…….Son las seis horas, cero minutos……Son las seis horas, cero minutos…...El maldito despertador. Ya está sonando una vez más. Me acabo de acostar y el pertinaz reloj ya está con su soniquete habitual. Otro día igual que ayer y que antes de ayer. Otro día igual que todos los días. Me levanto corriendo para callarlo. Mi marido ni se inmuta, sigue durmiendo. Él solo se despierta con mi voz. Soy su despertador, soy su cocinera, soy su sirvienta, soy su muñeca hinchable, soy su puta. Maldito destino. Como un zombi me dirijo a la cocina. Lo primero, el café, luego, el aseo personal. Anoche mi marido me folló y aun tengo sus huellas en mí. Me ducho y me desprendo de su olor, del recuerdo de otro mal polvo. No recuerdo cuando fue mi último orgasmo con él, mis orgasmos solitarios si los recuerdo. Vuelco gel en mi mano y me lavo, me froto sobre todo el pecho y mis partes púdicas. Quiero borrar su rastro, pero lo que consigo es excitarme. Decido continuar con las caricias y relajarme un poco, él se corrió anoche, yo me correré ahora. Me voy al trabajo y por el camino no dejo de pensar en mi maldito destino. ¿Soy una mujer sumisa? No. ¿Soy una mujer fea? No. ¿Soy una mujer repelente? No. Entonces ¿por qué? ¿Por qué esta situación? ¿Por qué me siento una parte más del mobiliario de mi casa? ¿Por qué mi marido no me trata como a una reina, o como a una princesa, o simplemente como a una mujer a la que se quiere?. Sin darme cuenta llego a la oficina, nada más entrar, a mi compañero Santiago ya se le está cayendo la baba. - ¡Hola preciosa!, que prontito vienes hoy. ¿Quizás será hoy el día en que me hagas feliz?. - Hola Santi, ¿Qué tal?- le contesto por educación, sin mirarle siquiera, pero no deseo entablar ninguna conversación con él. De hecho, nunca tengo una conversación con él. Le huyo. ¡Dios mío, Le odio!. Aborrezco a este tipo, se pasa la jornada tanteándome para ver cuando puede poner sus sucias manos en mí. Con cualquier pretexto me pone la mano encima; castamente, pero me la pone. Se acerca a mi mesa para darme algún documento y me pone la mano en el hombro o en el brazo, y Yo me pregunto ¿Por qué coño es necesario el contacto físico para recoger o entregar un documento? Si subimos juntos en el ascensor, "cuando no puedo escabullirme", me pone la mano en la cintura para dejarme entrar o salir. Pero que se cree el imbecil, que si no me da el toquecito me voy a quedar plantada sin moverme. Es insufrible. Le Odio. Odio su cara babosa, Odio sus manos blandas. Odio su mirada verde. Tengo la sensación de que siempre está empalmado. ¡Joder! No le soporto. Aunque he de reconocer que sentirme deseada aumenta mi ego. A veces con Santiago, con mi marido o con algún otro que me come con la mirada me siento puta. Si, Si…..puta. "Esta insulsa mujer a veces se siente puta". Algún día me derrotaré a mi misma y dejaré en libertad mi instinto sexual. Lo sacaré a pasear y actuaré cobrándome todos los orgasmos que me han robado. Antes pensaba que mi anorgasmia o ausencia de placer era culpa mía. Pero no, no soy yo. En solitario tengo orgasmos y mi cuerpo se arrebata. Son ellos, los hombres con los que he tenido relaciones. En los últimos años, solo mi marido, mi egoísta marido. Que no sabe que una mujer necesita encenderse un poquito o no lo quiere saber y va a lo que va, a correrse a desahogarse y a dormir que mañana es otro día. Y yo…..me quedo en offside. Me siento como una puta, puta con las cuatro letras. A la que se utiliza, se usa, y adiós muy buenas. Yo desempeño ese mismo papel, pero sin cobrar. No gozo y no cobro. Soy una puta tonta o una tonta puta, el orden de factores no altera el producto. El resultado siempre es puta y siempre es tonta. Por fin son las cinco de la tarde. Salgo del trabajo y me voy a casa, pero no me apetece meterme en el metro y decido ir dando un paseo, hace un día estupendo. Solo me separan de mi casa tres estaciones de metro, iré paseando. Por delante de mi van dos hombres charlando animadamente. Los adelanto porque iban muy despacio. Al pasar a su lado uno de ellos me silba y el otro me dice: - ¡Guapa! No tengo pelos en la boca porque tú no quieres. Me ruborizo, e inmediatamente me imagino al tipo comiéndome el coño. - Bueno, ¿Qué? Digo alguna tontería más o me la chupas aquí mismo- añadió tras su primera frase. Me freno en seco, me giro para encararle y le miro directamente, sin noñerias. Él entonces se acerca más a mí y me dice al oído - Nena, te doy 50 pavos si me la chupas- ¡joder! Mi mente se quiebra. Me trasformo. No se que me está pasando. Pero lo que quiero en este instante es follar con este tipo. Pienso: tiene buena pinta, me quiere hacer lo mismo que Santi o mi egoísta marido, pero este me ofrece 50 pavos. ¿Me habrá confundido con una prostituta? ¿Por qué? Bueno, no lo se. Tampoco lo quiero pensar ahora. - ¿Qué dices?- le digo como si no le hubiera entendido. - Que si te vienes un ratito conmigo te doy 50 pavos. Vivo aquí cerca. ¿Te apetece? - A ver esos 50 pavos- le digo sin pensármelo dos veces. No me reconozco, no parece mi voz. Se echa mano a la cartera y saca el billete en cuestión. Me lo paseó por delante de mi cara de un lado a otro. Lo cojo y le suelto una sonrisita. Él mira al amigo y con un gesto de complicidad se despide de él sin una sola palabra. Me coge de la mano y empezamos a caminar; supongo que me lleva a su casa. No pienso en mi marido, ni en mi actitud, ni en nada. Solo pienso en follar, ¿Qué me pasa? ¿Qué estoy haciendo? ¿Será porque siempre me siento utilizada? Lo cierto es que no me importa, no voy a pensar en nada más. Me voy a dedicar a vivir y a disfrutar de esta sensación de excitación que me invade. Siento que va a ser una gran follada, que este tipo me va a llevar a un orgasmo sin compasión. Estoy excitadísima, el flujo ya ha manchado mi braguita, no quiero ni imaginar lo que vendrá después. - Me llamo Javier, pero puedes llamarme Javi cuando esté comiéndome ese coño que adivino exquisito- me dice después de un rato andando en silencio-, ¿como quieres que te llame?. - Tere, me puedes llamar Tere, no es mi verdadero nombre, pero es bonito ¿Verdad?- El sonrió. ¡Dios Mío! mi vagina palpita de emoción. Mis pezones se endurecen hasta el punto de molestarme dentro del sujetador. Estoy loca por desnudarme y dejarme hacer. Sin ningún pudor le pongo la mano en la entrepierna y descubro que su pene está erecto. El tamaño es apropiado, ni muy grande ni pequeño. Después de un ratito llegamos a la casa, no se si suya o no, pero no me importa. Mi lucidez me abandonó hace un buen rato, ya no me importa nada. Mi pensamiento solo se centra en sentir, en gozar, en follar. Entramos y vamos directos al dormitorio, nada de jueguecitos ni tonteos; directos a follar. Javi empieza a quitarse la ropa y yo hago lo propio. Él me mira mientras me desvisto, su cara refleja deseo, lujuria y yo no siento vergüenza, estoy bien, relajada. Se va a la cocina y le oigo trajinar con los vasos, al momento entra con dos copas y una botella de licor; me ofrece una copa que yo acepto. Se aproxima a mi con la copa en una mano y acariciándose la polla con la otra. Esta imagen me provoca lujuria, más deseo. Doy un sorbo a la copa y la dejo, me tumbo en la cama y me abro de piernas. Él se acerca a la cama y va directo al centro de control. Me separa los labios con los dedos y pasa su lengua por toda mi raja, despacio, con parsimonia, sin dejarse nada por lamer. Sus manos presionan mis pechos, mis pezones. Me arranca el primer gemido "Ohhh que placer" ¡Dios! Su lengua cálida y húmeda no deja resquicio sin saborear. Me vuelve loca, deseo que siga y sigua hasta correrme, pero la lengua se retira y deja su sitio a la polla, que entra sin ningún obstáculo, el camino está más que disponible. Ahonda sin resistencia, fácilmente. Empuja, empuja, cada vez más fuerte. Espolea su polla con movimientos rítmicos y poco a poco va ascendiendo la cadencia. Mi ritmo se acompasa al suyo y La armonía es total. Siento próximo el orgasmo y contraigo mi vagina. Él siente como mis movimientos pélvicos presionan su polla y no se puede reprimir más. La sinfonía está llegando a su fin, ambos aumentamos el compás y nos desprendemos de la tensión expulsando armónicos gemidos. El orgasmo ha sido glorioso. Me siento liviana y muy relajada. Para él no se que habrá sido, pero para mi, ha sido música celestial. Cuando estoy vestida y dispuesta a marcharme Javi me desliza una tarjeta y otro billete de 50 dentro del bolso y me besa en los labios. Ya en la calle la miro y ahí está su verdadero nombre, su profesión y su número de teléfono. Le doy la vuelta y leo "Si quieres ganarte 100 pavos los viernes, llámame". A partir de hoy mi vida "cobra más sentido". Y digo cobra más sentido porque voy a sentir y voy a cobrar……¿eso es ser puta? Pues además de ser una mujer "normal", a partir de hoy, los viernes seré una mujer "Puta". Romymadrid