Mujer frígida, solución busca
Una mujer casada, con el tiempo se vuelve frígida. Su marido hará lo imposible por recuperar su fogosidad, pero algo le sale ¿mal?; decide tú.
Mujer frígida, solución busca
Sumida en el más profundo placer, acaricias mis muslos, me tiendes sobre la fina seda que descansa en la cama y comienzas tu danza amatoria por todo mi cuerpo. Los ritmos cadenciosos al principio, se tornan en sinfonía Wagneriana, con gritos y aullidos, temblores y tambores, al son de una dulce aunque triste melodía. Es el momento de descubrirte ante mí, y de que yo me descubra ante ti. Los juegos preliminares ya no significan gran cosa para ambos, pero ese cosquilleo que aún sentimos al rozar nuestras manos es razón suficiente para no olvidarlos. Ahora, algo capta tu atención allá abajo. Entre mis muslos abiertos a tus intenciones, está lo que te pertenece. Sí, amor mío, lo que tocas ahora te pertenece, es tuyo para siempre, acarícialo, poséelo, tómalo ahora, hazme sentirte dentro de mí.
Como un resplandor difuso me llegan los recuerdos pero poco a poco se desvanecen, se olvidan y acaban por desaparecer del todo.
Después de la medianoche, a oscuras en su habitación era el silencio el tejido de las sombras. La señora de la casa, una mujer joven de 35 años, dormía profundamente bajo sedosas sábanas blancas. El suave roce de éstas con su vagina, producían el estremecimiento de su vello púbico, puesto que desprovista de toda ropa tanto interior como exterior, la sensibilidad era de notoria importancia. Sus endurecidos muslos y sus pezones enhiestos, dejaban entrever a una Diosa griega bajo aquellas sábanas. Boca arriba como estaba, y con los brazos y piernas extendidos y abiertos ligeramente, bien podría decirse que esperaba la visita de su marido, pero ella, ya vencida por el sueño, no esperaba más que la hora del orto heliaco.
Solamente su cabeza se hallaba destapada. Un rostro sonrosado con melena larga y rubia. Una pocas pecas rojizas aquí y allá, y unos profundos ojos cerrados, que abiertos eran de un precioso verde esmeralda, iridiscentes al reflejo del astro rey.
Sin despedirse Morfeo de la señora de la casa, una arrogante corriente de aire entró a trompicones por la ventana del recibidor, también la puerta principal pareció abrirse, y unos pasos sigilosos llenaron pronto la estancia.
Como un ladrón, irrumpió aquél extraño en la habitación de Ariadna. Pero él solamente privarle de Morfeo quería. Ariadna asustada gritó y se movió con fuerza, pero aquella silueta en la oscuridad ya la poseía con fuerza. Unos brazos fuertes la sujetaban y unas piernas musculosas le obstruían la huída. Encima de ella, aquella figura comenzó por desposeerla de la sábana, y con brutalidad se acercó a su rostro que comenzó a lamer con su lengua viscosa. Ariadna aturdida, asustada y totalmente a su merced, apenas podía apartar su cara. La excitación comenzó a venirse abajo
-No puedo.- decepcionada Ariadna.
-¿Pero por qué? ¿qué ha salido mal? preguntó su marido.
-No lo sé, cariño. El caso es que cuando entraste me había dormido de verdad, y me asusté de golpe, pero luego recordé que eras tú, y claro
-Pues ya no sé que hacer para que te excites, hemos probado de todo y nada. Y por cierto, aún debemos el dinero del alquiler de traje de policía de la otra noche.
-Bufff, lo siento. Debe ser algún trauma o algo, el caso es que al principio sí me excitabas, pero ahora
-¿Acaso ya no me quieres?
-No es eso, yo te amo con locura, pero no me entran ganas, y no sé porqué.
Ariadna y su marido Víctor llevaban una vida normal, hasta que un buen día, Ariadna dejó de sentirse excitada. Hacía mucho que ya no sentía nada al hacer el amor con su marido y éste intentaba mil y unas formas de excitarla, aunque ninguna con buenos resultados hasta ahora. Le disgustaba que hicieran el amor sin la pasión de antes, él ya no sabía qué podría estar fallando en la relación. Por eso decidió satisfacer sus impulsos en cuerpos ajenos, y se buscó una amante.
Carmen era la amante que se buscó Víctor, una morena potente, con un buen par de tetas y un lindo trasero. Era un poco más bajita que su mujer, pero mucho mejor en la cama, eso sin dudarlo. Solían montárselo cuando Ariadna iba al trabajo, ya que tenían turnos de mañana y tarde rotativos, y no coincidían nunca, por lo que mientras su mujer trabajaba él le ponía los cuernos con Carmen en su propia casa. Ariadna no sabía nada de la amante, aunque comenzaba a notar más ausente a su marido en la cama, claro que a ella poco le importaba porque seguía sin sentir nada al hacerlo con él. Ni siquiera se masturbaba ya, no había manera de que tuviese un orgasmo, ella acabó por acostumbrarse a su situación.
Víctor acabó muy enamorado de Carmen al poco tiempo. Ella era soltera y tenía 25 años, 10 menos que su mujer y que él, era una universitaria que emancipada, vivía en un pisito de alquiler. El poco dinero que ganaba era para pagar tal alquiler y costearse los estudios, teniendo que recurrir a la prostitución para el resto de lujos y para comer. Fue así como se conocieron Víctor y ella, mientras trabajaba en la esquina. Pero ahora Carmen también se estaba enamorando, y lo peor es que no sabía que él tenía esposa.
Una tarde, en casa de Víctor, Carmen vio por accidente una foto de Ariadna.
-¿Y ésta?
-Ups, oh vaya se dijo a sí mismo víctor- es, es es mi criada. dijo algo nervioso.
-Una criada, nunca me has dicho que tuvieses criada, y por cierto, si eres soltero ¿para que necesitas una chacha? ¿No te arreglas sólo?
- Es que...esta casa es muy grande, ¿sabes?
-Ya, pero ¿tu chacha va dejando fotos suyas por tu habitación? ¿es que te has liado con ella?, jejeje.
-¡No que va!, es que tiene gusto de ver sus cosas por la casa, es que es muy familiar, y yo le consiento todo, ¿sabes? ella me es de mucha utilidad, yo solo no podría con las tareas del hogar.
-Vaya, qué típico. Y ¿no te gustaría vivir conmigo? ya no necesitarías pagar por una chacha, me tendrías a mí gratis, jejeje.
-Bueno, es que sería mejor convivir un tiempo a ver si va la cosa bien ¿no te parece? a Víctor se le acabó de ocurrir una magistral idea.
-Mmm, eso estaría bien, ya sabes que soy muy liberal, jejeje, pero dime, ¿si me vengo a vivir contigo, seguirá esa criada con nosotros?
-Oh, claro, en todo caso seguro que te llevas bien con ella, además esta casa se llevará mejor con 2 mujeres, jejeje, claro que ella siempre será la criada, y tú la señora, si llegáramos a casarnos.
A Carmen la idea de tener criada propia y vivir en aquella casa, le agradaba, por lo que accedió a irse a vivir con él.
Víctor tenía que tratar antes el tema con su mujer, y ya sabía por donde entrarle.
-Escucha Ariadna, sabes que hemos probado de todo para que te excites, aunque nunca ha intervenido una tercera persona.
-¿Qué insinúas?
-Vamos a simular lo siguiente, a ver si te pone ¿de acuerdo?
-A ver, aunque me estás preocupando.
-Traeré a una mujer de la calle
-¿Una puta?
-Es lo más fácil, escucha, la traeré y la engañaré diciendo que tú eres mi criada..
-Pero espera ¿una puta? ¿No te irás a acostar con ella?
-Que no, escucha, se trata de que te excite la situación, tu vestida de chacha y sirviendo a una prostituta, ¿podría llegar a excitarte?
-Pues no lo sé, nunca hemos probado tal cosa, pero ojo, que si acepto, debes prometerme que no te acostarás con ella.
-Por supuesto que no, jamás haría algo así. De hecho si llegas a excitarte, despediré ipso facto a esa puta y tú y yo follaremos como nunca.
-Y dime, ¿qué se supone que debo hacer mientras simule ser la criada?
-Tú no te preocupes, seguro que te sale muy bien, y ya verás como algo sí te excitarás, hay que poner toda la carne en el asador, créeme, te excitarás, mañana por la noche te curaré con esta terapia. Por cierto, a la puta le diré si se viene a vivir unos días conmigo, por si no es suficiente una noche para curarte.
-Vale tintín pero recuerda lo dicho, NO te acostarás con ella.
-Te lo prometo.
Víctor convenció a su mujer de una forma que ni en las películas porno. Aunque él todavía no sabía como se desarrollarían las cosas, estaba claro que si lograba curar a su mujer, tendría que perder a su amante y si no la curaba, tendría que divorciarse de ella.
Era la noche acordada. Carmen con sus maletas, entraba a la casa y allí esperando en el recibidor, Ariadna, vestida de chacha con cofia y todo, un conjunto bonísimo que en su esbelta figura quedaba imponente. Parecía la diosa de las chachas, o eso llegó a pensar la propia Carmen, que impotente ante tanta belleza, no quiso ni mirarla a los ojos.
Una vez dentro, Carmen comenzó a dar órdenes a Ariadna. Ella nunca mandaba en nada.
-Me gustaría una tacita de té, por favor.
-Lo que mande la señora.
-Si no le importa, señorita, que aún no estoy casada.
-Perdone, señorita.
Ariadna tuvo que empaparse los apuntes que su marido le dio esa mañana sobre como comportarse y como vestir. Ella lo aprendió todo muy rápido, y parecía que lo hacía bastante bien.
-Oye, Víctor, creo que estoy celosa de tu criada.
-¿Pero qué dices?, si tú eres más guapa.
-No, yo soy morena, más bajita, y no tengo su dulce mirada. Por cierto ¿qué edad tiene?
-Pues, es mucho más vieja que tú, tiene 35. ¿Ves? no hay de qué tenerle celos.
¿35? pues como se cuida la jodía. Ahora si que estoy celosa, jooo.
A Carmen le disgustaba pensar que Ariadna luciera el palmito todo el día delante de él, eso la ponía muy furiosa.
Mientras Carmen pensaba esas cosas, Víctor se fue a la cocina en busca de su mujer.
-¿Qué tal cariño?, jejeje, ¿te está excitando la cosa o qué?
-Mmm. esa puta que has traído no deja de darme órdenes, y me mira de una forma extraña, como con celosía. Realmente no siento excitación.
-Bueno, espera un poco, estas cosas llevan su tiempo.
Ya de regreso al salón, Víctor se fue a sentar al lado de Carmen, mientras Ariadna le traía el té. Después de dárselo, Carmen le pidió a Ariadna que la acompañara al baño.
-Sígame, por favor.- dirigiéndose al baño, quedando Víctor solo en el salón.
-Gracias. Oiga, ¿y usted no tiene novio?
-Oh, no señorita, soy soltera- intentando seguir la corriente de la farsa.
-Con lo guapa que es usted, y soltera todavía. No puede ser.
Carmen se fijó en las descubiertas piernas de Ariadna, unas bellas y largas blanquecinas. También en los sonrojados y carnosos labios.
-Bueno, es que debo de tener cualidades que no atraen a los hombres. ya sin saber qué decir.
-Y dígame, ¿nunca ha estado con una mujer?, a lo mejor resulta que usted es bisexual o lesbiana, no sé.
Ariadna se sonrojó de repente, incrédula y atónita ante lo que le preguntaba aquella furcia.
-No, jamás, ¿qué se ha creído que soy? Ariadna casi lo echa todo a rodar, cuando de repente, ZAS. La mano de Carmen golpeó su angelical rostro.
-¿Pero qué te has creído? gritarme de esa manera, menuda falta de respeto. ¿Acaso no te han enseñado modales? furiosa Carmen.
Ariadna casi se cae para atrás del tortazo, ahora en su rostro se marcaba la mano de Carmen, y un fuerte dolor se apoderó de ella, llevándose la mano a la cara. Pero fue entonces, cuando sin querer, sintió algo diferente, algo que no había experimentado desde hacía muchos años atrás, cuando hacía el amor con su marido. Aquél bofetón, le provocó una ligera excitación sexual.
-Lo siento, señora, perdone la impertinencia, no volverá a repetirse.
-Maldita estúpida. Ahora te enseñaré modales yo.
Carmen la agarró del cuello, y se encerró en el baño con ella.
-A ver, vamos a dejar las cosas claras, tú eres la chacha de esta casa ¿no?
-Sí señorita- sumisamente Ariadna.
-Pues tengo entendido, que las chachas están para servir en la casa, y yo estoy falta de atención, la verdad. A sí que ahora mismo me vas a bajar las bragas, y me vas a comer el coño, porque, sinceramente, me parece que además de chacha, eres una zorrita lesbiana. Y te aseguro que yo de eso se mucho, porque en mi trabajo he tenido que comerme muchos coños de zorras lesbianas.
Carmen se bajó la falda que llevaba y le mostró a Ariadna unas braguitas sucias, un poco meadas, y con un olor un tanto desagradable. Ariadna desde el suelo, tuvo que bajarle las bragas lentamente, para poder descubrirle un coño peludo y moreno, no como el de ella, rubio y casi depilado.
-Vamos zorra, que no tengo todo el día. Comienza a trabajar tu lengua- diciendo esto, cogió de la cabeza a Ariadna y se la llevó a su coño, mientras Ariadna impotente ya y comenzando a excitarse nuevamente, no tuvo más remedio que chupar aquél coño de puta, lamiendo hasta que Carmen se corrió en su boca así, zorrita, como me gusta. Qué bien lo haces para no haber estado con otra mujer antes. Me parece que será mejor no contar nada a tu señor. Al fin y al cabo no tiene porqué saber esto.
A la vuelta, Ariadna todavía marcada por aquella mano y con restos de flujo de Carmen en sus labios, intentaba limpiarse con un pañuelo, aunque no pudo evitar que su marido le viese la marca enrojecida en su cara.
-¿Qué ha pasado? ¿Alguien me explica qué es esa marca en tu cara?
-Tranquilo Víctor Le dijo Carmen.- Tu criada y yo hemos tenido una pequeña discusión, pero nada importante, todo aclarado, ahora si eres tan amable- dirigiéndose a Ariadna- me gustaría que me enseñaras mi habitación.
-Pero-confuso Víctor- espera, que tengo que hablar con mi criada.- Víctor se levantó y se llevó a su esposa a otra estancia de la casa.
-¿Se puede saber qué ha pasado?
-Nada amor mío, hazme caso, además creo que tu plan está funcionando, antes me he excitado.
-¿Sí? ¿De verdad? entonces no hará falta ya el servicio de esta puta. Voy a despedirla ya mismo.
-No espera, es que me parece que vamos a tener que continuar un poco más con la farsa, todavía no es suficiente.
-Como desees, amor mío, pero ¿tendré que dormir con la puta?
-Oh, tranquilo, todo sea por mi curación.
Más tarde Ariadna le mostraba la habitación de su esposo a Carmen, que ahora sería también la suya.
-Qué bien, que cama más grande.
-¿Y tú, zorrita? ¿dónde duermes en esta casa?
-Bueno, ejem, el servicio siguiendo el juego- yo duermo en la habitación de los invitados- aprovechando que tenían esa habitación en casa.
-Oh vaya, pues puede que esta noche te haga una visita, jejeje.
-¿De verdad? Ariadna se volvió a excitar de pensarlo, definitivamente a ella le iba ser lesbiana, por eso no había tenido un orgasmo con su marido desde hacía tanto tiempo.
-Bueno, si te sabes comportar, claro está.
-Sí señorita, haré lo que me pida.
-Está bien, primero deja que te vea desnuda, ahora que tu señor está en el salón esperando a que salgamos, jejeje.
Ariadna comenzó a desvestirse para Carmen, y Carmen sentada en la cama no se perdía detalle del striptease. Primero fueron los zapatitos, y después el conjunto de criada entero, que formaba una única pieza, bajo él, la ropa interior, un sujetador de encaje blanco y una braguitas rosas muy pequeñas. Ariadna muy nerviosa, porque era la primera vez que se desvestía delante de otra mujer y más de una puta, no atinaba a quitarse el sujetador, por lo que Carmen la ayudó, y lentamente le fue mostrando unos pechos blancos en forma de pera y unos altivos pezones sonrosados que Carmen no pudo resistir y lamió hasta ponerlos duros. Después se bajó las braguitas, y allí estaba, un precioso coño con unos pocos pelitos rubios. Carmen, se agachó y de rodillas comenzó a lamerle lentamente el clítoris, y a jugar con sus labios vaginales, cosa que a Ariadna le produjo un orgasmo casi al instante, corriéndose ella esta vez en la boca de Carmen.
-¿Pero qué haces? ¿te he dado permiso para correrte? ZAS, le propinó otro bofetón, esta vez en la otra mejilla.
-Oh lo siento, de veras, no sabía, es que no pude aguantarme.
-Pues eso lo vamos a tener que arreglar zorrita, desde ahora solamente te correrás con mi permiso, y ya me encargaré yo que no te corras en mi ausencia, te lo prometo. Ahora por ser tan grosera, esta noche no iré a tu habitación.
Dicho esto, se marchó dando un portazo, y dejando a Ariadna allí de pié desnuda con la mejilla roja.
Toda esa noche, estuvieron Carmen y Víctor (que todavía no sabia nada de lo de su mujer con lo de Carmen) follando, mientras Ariadna dormía como nuca en la habitación de invitados, por fin había curado su falta de excitación, aunque todavía no sabía como decírselo a su maridito. Ella tenía miedo de perderlo para siempre.
A la mañana siguiente Víctor era el que se iba a trabajar, ya que Ariadna no iría hasta la tarde al trabajo, cosa que Carmen aprovechó.
-Bien zorrita, mira lo que acabo de comprarte para evitar cosas como lo de ayer. Carmen le mostró un cinturón de castidad en metal plateado.- Esto dicen que una vez puesto sirve para evitar que te masturbes o que te penetren, claro que supongo que en tu caso será mejor para lo primero, jejeje.
Ariadna sorprendida se quedó sin habla, y cuando iba a contar toda la verdad a Carmen, ésta la agarró con fuerza de las manos y se las pasó por detrás de la espalda, esposándola.
-¿Pero qué pasa? ¿y esto?
-Querida, si algo he aprendido de puta, es lo mucho que se de psicología de las personas, yo sé que a ti no solamente te va comer coñitos, jejeje, algo que comparto, la verdad, ayer cuando te abofeteé por primera vez, noté en tu mirada como si hubieses tenido un orgasmo, querida, a ti lo que te pasa es que te gusta ser dominada, y por eso las esposas y este cinturón que ahora te pondré con más facilidad.
Ariadna se quedó de piedra, parecía increíble, pero Carmen había dado con la razón fundamental de su frigidez, cuando quiso reaccionar, Carmen ya le había bajado las braguitas y puesto aquel cinturón, cerrándolo con un candado y guardándose la llave entre sus pechos.
-Señorita- acertó a decir Ariadna- Y ¿esto lo llevaré siempre? me aterra la idea de que mi -casi mete la pata y dice mi marido- ejem. mi señor, me vea con él.
-Tranquila zorrita, con el equipaje de criada que llevas, no se notará, y sí, lo llevarás siempre, solamente te lo quitaré yo para cuando quiera comerte el coñito a ti. Cosa que haré cuando me apetezca, desde ahora no solamente eres mi criada y la de tu señor, además serás mi esclava personal, y de esto nada a Víctor, el no tiene porqué saberlo.
De esta forma, pasaron los días en la casa, y Víctor comenzó a mosquearse, sobre todo por las noches, que siempre pasaba con Carmen y la que se levantaba siempre a altas horas de la madrugada, imaginando que iba al baño, aunque siempre tardaba mucho. Y lo peor era que su mujer, a la que ya comenzaba a echar de menos no dejaba ya ni que la tocase. Ni se acordaba ya de cuando era la última vez que le había comido aquel precioso conejito rubio.
Ese día harto de la situación, decidió ver qué pasaba e instaló unas cámaras de vídeo en todas las habitaciones de la casa. Lo que iba a descubrir, cambiaría el rumbo de los acontecimientos.
Al poner una de las cintas grabadas, esto fue lo que vio:
En la habitación de su esposa, la de invitados, aparecía Ariadna completamente desnuda, tendida sobre la cama y portando un cinturón metálico, de pronto se abría la puerta y aparecía Carmen, con la bata (era la cinta de las 3 de la mañana) puesta. Carmen se quitaba la bata y se acercaba a su mujer, que abría obscenamente las piernas. Carmen ponía las rodillas sobre la cama y situaba su coño sobre la cabeza de su mujer, mientras esta sacaba su lengua y la masturbaba. Mientras la masturbaba con la lengua, acariciaba sus pechos con ambas manos, después Carmen le daba una bofetada a su mujer y ésta tenía un orgasmo, o eso le pareció ver. Al rato Carmen se iba de la habitación y poco después volvía a entrar portando una llave. Carmen le abrió el cinturón y le comenzó a comer el coño a su mujer golosamente. Ella parecía pasarlo bien, por los gestos de su rostro, y pareció tener otro orgasmo. Después de esto, Carmen le volvió a poner el cinturón y salió de la habitación.
Víctor se quedó atónito, y se preguntó dónde guardaría la dichosa llavecita, al rato daba con la cinta del recibidor, por lo visto Carmen metía en un cajón de allí la llave. Esa noche, fue Víctor el visitante nocturno de Ariadna.
Cuando Ariadna oyó abrirse la puerta, ya estaba mojada, tenía unas ganas irrefrenables de volver a lamer los jugos de su amada señorita. Le extrañó que no encendiese la luz, pero le dio igual porque estaba muy caliente.
Víctor fue directamente a abrir el candado, suavemente y silenciosamente, y sin subirse a la cama de su esposa, comenzó a lamerle lentamente y cálidamente el coño a su mujer. Ella estaba tan excitada que no notó diferencia alguna, y comenzó a gemir de placer. Víctor comenzó a empalmarse y con una mano se masturbaba lentamente, arriba y abajo, la polla enhiesta y rojiza apunto de estallar. Ariadna cada vez más excitada, con los pezones al descubierto, duros como rocas, mordiéndose el labio inferior con ferocidad, contrayendo y extendiendo los dedos de la mano, a punto de tener un orgasmo brutal. Entonces Víctor agarra un pañuelo y se lo ata en la boca alrededor de la cabeza a su esposa, ella sigue el juego, pensando que es Carmen y Víctor introduce su verga bestialmente de un solo golpe en el coño de su esposa. Ariadna grita, ella sabe que eso no es un dildo, sabe que es su marido u otro hombre, pero el pañuelo le impide el alarido, al intentar llevarse las manos al pañuelo para quitárselo, unos brazos musculosos la obligan a permanecer en su sitio, extendida en la cama, mientras una dura polla entra y sale sin descanso de su coño. Ella sigue excitada y comienza a disfrutar como nunca, Víctor la agarra ahora del pezón izquierdo, retorciéndoselo de dolor, provocando el éxtasis de su mujer, que entre espasmos tiene otro orgasmo. Cuando Víctor está a punto de acabar, la saca precipitadamente del coño de su mujer, y la acerca a la boca de ésta, quitándole antes el pañuelo. Ariadna ya no intenta gritar, ahora solo gime, y le pide más, más amor mío, así, te quiero, me gusta, ahhh, entonces él se corre en su boca, ella la abre para tragar toda la leche de su marido, gustosa la saborea a la vez que se mete un par de dedos por el coño y con la otra mano se acaricia el pezón libre. Se traga todo lo que le ofrece su marido y respira extasiada de placer. Él le susurra al oído que no debe contar nada a Carmen, que es un secreto, mientras él aparta los dedos de ella de su coño e introduce los suyos, ella respira ahora más intensamente, está a punto de otro orgasmo, y le responde que sí, que lo que él diga. Víctor le dice al oído que se casará con Carmen y que ella será la criada de ambos, que él se la follará siempre que quiera y que Carmen también se la follará a ella siempre que quiera, Ariadna está demasiado excitada y orgásmica para pensarlo, está llena de placer, llena de sensaciones nuevas, quisiera que aquello nunca acabase, y le dice que sí, que ella se convertirá en criada de verdad de ambos, y que hará lo que ellos le manden, que podrá follar cuando ellos digan, que se convertirá en la esclava que ellos quieren que sea.
A la mañana siguiente, Víctor y Carmen le traen un regalito a Ariadna.
-Hola zorrita- le dice Carmen- Tu marido, ya me ha contado todo, vaya, no sabía que fueses tan pervertida, mira por donde, tu farsa se va a hacer realidad, y como todos estamos de acuerdo, pues adelante. De todos modos, en esta casa creo que falta algo. A mí siempre me ha gustado tener una gatita, para que me haga compañía, y sinceramente, tú serías perfecta- le mostró un collar de gatita- mira , te hemos comprado este collar, espero que sepas apreciarlo, por cierto, desde ahora será mejor que te arrastres a 4 patas, al fin y al cabo las gatitas, no saben hacerlo de otro modo.
Carmen sentó en el suelo a Ariadna, que sumisamente bajó la mirada, le colocó aquel collar y tirando de la fina cadena de plata, la llevó hasta la habitación.
-Bueno le dijo Carmen- como es tu primer día de gatita, para que te acostumbres, será mejor que hoy te quedes aquí, no quiero que me rompas ningún mueble, no sé si me entiendes- le enganchó el collar a la pata de la cama, quedando de tal forma que su cabeza no podía tocar suelo, ni su cuerpo poder subir a la cama, así pasó todo ese día, y por la noche en esa misma cama enganchada a su pata, tuvo que presenciar como su Víctor y Carmen hacían el amor lujuriosamente, Víctor iba a desengancharla para que durmiese con ellos dos esa noche, pero Carmen le dijo que no quería animales en su cama, que mejor dónde estaba, allí en la pata de la cama enganchada.
Ariadna que no llevaba cinturón de castidad esa noche, comenzó a masturbarse, y al poco salió un gemido de su boca.
-¿Qué le pasa a nuestra gatita? somnolienta Carmen.
-¿Gatita, te pasa algo?- dijo preocupado su todavía marido.
-Miau- contestó faltándole el aire Ariadna.
-Vaya, si nuestra gatita está contenta. ¿no lo notas Víctor, amor mío?
-Vaya, y pensar la pérdida de tiempo, tantos intentos frustrados por curarla, y al final era que quería ser una linda gatita en celo. Buenas noches gatita, mañana será otro día.
Las luces se apagaron y a la luz de la luna que se filtraba por una ventana, Ariadna fue despidiéndose de la consciencia, entrando en el reino de los sueños, mientras en lo alto, una pareja de sombras se desvanecía en la penumbra abrazando también a Morfeo.
Como un resplandor difuso me llegan los recuerdos pero poco a poco se desvanecen, se olvidan y acaban por desaparecer del todo.