Mujer de dos

El refranero es sabio y hay uno de esos refranes que más o menos dice así. “Cuanto mas arriba se sube, mas dura es la caída”; pues bien, yo lo adapto a: “cuanto mas confías en una persona, mas duele la traición”

El refranero es sabio y hay uno que más o menos dice así. “Cuanto mas arriba se sube, mas dura es la caída”; pues bien, yo lo adapto a: “cuanto mas confías en una persona, mas duele la traición”. Esta es la historia que me ha hecho llegar el interesado para escribirla, el no se atreve. Me la conto y así la transmito, solo he cambiado lugares y nombres para mantener el anonimato, aunque, quizás, si alguien conoce la historia, es seguro que sabrá de quien se habla en ella.

“Me llamo Juan, naci en el seno de una familia de agricultores, en un pueblo de la meseta castellana, a las orillas del Duero, a principios de los años 60. Hago el 4 de 6 hermanos, 3 varones y 3 chicas. Me precede otro varón, un año mayor que yo.

A finales de los años 70 y recién cumplida mi mayoría de edad, me traslade, junto a mi hermano José, el que me precede, a trabajar a una fabrica de automóviles en una ciudad costera, (no diré cual). Empezamos los dos trabajando en el mismo turno y en cadena de montaje, aunque en diferentes secciones. Los primeros años vivíamos en un piso alquilado los dos solos, teníamos amigos comunes y solíamos salir casi siempre juntos, salvo días excepcionales, por algún cambio de turno por parte de alguno de los dos o por alguna otra circunstancia poco habitual.

A veces el o a veces yo solíamos ligar y llevarnos a las chicas a casa. La discreción siempre fue total por parte de ambos. Y ni el ni yo entrabamos en lo que el otro hacia o dejaba de hacer.

Fue en una de esas salidas sin mi hermano cuando conocí a Marta. Una morenaza un año mayor que yo, de un cuerpo que me volvía loco. No es por presumir, pero era (aun es) una belleza de las que hacen volver la cabeza al cruzarse con ella. De 172 de altura, un cuerpo escultural, sus medidas por aquel entonces rondaban la perfección para el mundo de la moda 91-60-89. Cara de niña de no haber roto un plato. Me enamore de ella al instante, al primer momento. El primer día estuve bailando con ella y tomándonos unas copas juntos, sin llegar a mayores. En aquella época, al menos yo pensaba así, no era fácil llevarse a alguien a la cama en la primera oportunidad. A mi me costo varias citas para ello. Tras dejarla en su casa y haber sacado de ella una cita para el viernes siguiente, fue como empecé mi relación con ella.

Evidentemente, el primero en enterarse de mi relación con marta fue mi hermano José, a quien le cayó muy bien Marta y con quien congenio desde el primer momento. Pasaron los meses y Marta venia por casa con asiduidad. Follábamos casi todos los días que ella venia y mi hermano en su habitación o se marchaba de fiesta con los amigos.

Nuestro mundo laboral fue mejorando y ambos conseguimos ascensos que nos llevaron a ser encargados de turno, en zonas diferentes de la cadena de montaje.

Pasados 3 años de aquello y ya mi relación asentada firmemente con Marta, decidimos comprometernos. Lo planteamos un día en casa estando mi hermano José, quien nos dio su “aprobación” . Yo temía que mi hermano lo rechazara, pero fue todo lo contrario, lo acepto con muy buen grado. Por aquella época, Marta vivía mas en nuestra casa que en la suya, follábamos a diario, y nos daba igual que estuviera mi hermano o no, nuestra relación no tenía cortapisas. En mas de una nos pillo José follando en el sofá de casa o en la cocina o donde fuera. Nos daba igual, no teníamos pudor ante ello ni el con nosotros. En mas de una ocasión, marta entro al baño estando José en la ducha o al revés, y nunca fue algo de lo que me preocupara, no soy celoso y menos de mi hermano, en quien confiaba hasta la muerte.

La expansión de la ciudad y el boom de la construcción nos permitieron comprarnos un piso, un nidito para Marta y para mí. Mi hermano José, que no tenía una relación estable, siempre fue un picaflor, decidió comprarse otro justo contiguo al nuestro. Nos casamos por fin en un evento a lo grande. La primera noche de casados la pasamos en el piso recién comprado y aun casi sin mobiliario, una cama y lo justo para pasar la noche de bodas sin que nadie, ni hermanos ni familia ni, por supuesto amigos, supieran de ello, así evitamos las irrespetuosas bromas que por entonces se les hacia a los recién casados para impedirles consumar en un primer instante el matrimonio.

Nuestra relación era maravillosa esos años, con sus altibajos, como era lógico, pero sin restarle pasión y cariño en todo.

Nacieron nuestros dos primeros hijos, una niña y un niño con dos años de diferencia. Llevábamos ya 7 años de feliz matrimonio. Marta tomaba anticonceptivos para evitar mas embarazos, pero yo le plantee la posibilidad de hacerme la vasectomía para así ella poder disfrutar sin necesidad de tomar nada más. Siempre odiamos el uso del preservativo. A mi me corta el rollo y a ella no le gusta, dice que no siente lo mismo.

Corría ya el año 95, 10 años de casados, la niña con 5 años y el peque con 3, cuando Marta volvió a quedarse embarazada, fue en uno de esos meses en que se tomo el descanso del anticonceptivo. Fue un palo para ambos, porque ya no queríamos mas hijos, pero bueno, mi hermano nos animo lo suficiente como para aceptar las cosas, el estaba allí para ayudarnos cuanto pudiese. Yo agradecía su interés y su ayuda. Mientras tanto el vivía un poco a su aire, aunque compartía muchos ratos con nosotros. Marta le ayudaba en las tareas de la casa, le lavaba la ropa, casi siempre comía en mi casa. Salvo para dormir, pasaba horas con nosotros o con los niños. Llego el bebé, idéntico a su hermano y, como no podía ser de otro modo, se parecía al padre como un clavo. Mi madre, la abuela de la criatura, decía que era igualito a nosotros, a los varones de la casa.

Pero ese fue mi límite, decidí hacerme la vasectomía, se lo dije a Marta y se opuso radical, decía que había otros métodos tan efectivos para la anticoncepción que no era necesario.

Yo tomé la determinación de hacerlo sin contar con ella, lo tenía claro, no había vuelta atrás. Una mañana me fui al médico, quien me hizo los tramites oportunos, Lo primero serian unas pruebas. A la semana de hacerme las pruebas correspondientes, me llamaron de la clínica y:

-“le tenemos que volver a realizar las pruebas, no sabemos si ha sido un error, pero nos ha dado que su fertilidad es negativa, algo extraño si en su historial figura como padre de 3 hijos.”

Repetimos pruebas ese mismo día y…….. una semana después:

-“bien, hemos hecho de nuevo las pruebas de fertilidad y, siento decirle que no es necesario hacerle la vasectomía, es Ud. estéril en el medio natural o método natural de concepción, sufre una disfunción en el conducto seminal, por el que los espermatozoides son incapaces de transito, es decir, en palabras que me entienda, es como si Ud. ya estuviese vasectomizado, puede deberse a un traumatismo en la infancia o a una malformación genética.”

Me quedé blanco. Si me llegan a pinchar en ese instante no me sacan sangre….

-“Es imposible, no puede ser, tengo 3 hijos, mire-saque una foto de la cartera que llevo conmigo y le mostré a mi familia- esta es mi familia, como me va a decir que soy estéril” tienen que estar equivocados”

-“Mire, hagamos una cosa, vaya Ud. a hacerse las pruebas a otro centro, elija Ud. o si confía, le damos nosotros referencias de algunos. Correremos con los gastos, para nosotros también es fundamental descartar cualquier posibilidad”

Sin esperar a más y ese mismo día, me fui a otro medico con la misma intención, pero sin contarle nada de lo anterior. Tramites oportunos y pruebas……. Una semana…….

-“Lo siento, debe haber un error, las pruebas nos dicen que Ud. no puede tener hijos, tenemos que confirmar ese resultado, sin duda debe ser algún error o alteración.”

Vuelta a hacer las mismas pruebas en las que yo ya no confiaba. Había perdido cualquier esperanza y mis dudas ya eran evidentes. Mis temores se confirmaron con el resultado final. Yo soy estéril de nacimiento, no puedo concebir hijos por el método natural. Por tanto, ¿de quien son hijos mis propios hijos? Empecé a sospechar que. Por el parecido, la confianza, la desinhibición, la familiaridad, no podían ser de otra persona que de mi propio hermano.

El mundo se me vino abajo. Entre en una situación de depresión absoluta, ¿cómo podría ser?

Es cierto que ya hace unos cuantos años mi hermano y yo tenemos turnos diferentes en la fábrica, por lo que mientras yo trabajo el esta en casa. Pero no, no podía ser que mi propio hermano me haya traicionado de ese modo.

Sin decirles nada a ellos, intente estudiar la forma de confirmar que ellos están liados. Empecé a fijarme en sus comportamientos, en sus actitudes entre ellos. Tuve que darme de baja por depresión y, menos mal, que ellos no sospecharon los motivos. Fue en esos días en los que estuve en casa cuando maquine la manera de pillarles. Como en mi casa existe desde el primer día un juego de llaves de la casa de José y en la suya uno de la nuestra. Podría entrar y salir libremente en el momento en que el no estuviera y aprovechar algún rato que Marta saliese, podría instalar cámaras de vigilancia, de esas que se venden por internet para detectives, diminutas. He sido siempre un poco friki de las nuevas tecnologías y de la informática, por lo que conozco un poquillo ese mundo.

Coloqué unas cuantas cámaras, una en mi habitación, otra en el salón de mi casa. Otra en el salón de la casa de mi hermano y otra en su habitación. Desde esos puntos tenia controlados más del 80% de espacios posibles, faltaban otros, pero eran improbables. También me hice con un equipo de grabación …(quiero aclarar en este punto, que estamos en finales de los años 90, por lo que los métodos informáticos de aquella época eran muy precarios e innovadores, no estaban en el mercado de consumo habitual los equipos móviles ni programas actuales, por lo que lo que se utilizo fueron equipos de grabación antiguos, grabadores en VHS o DVD, que se tenían en cualquier casa y que se ponían en marcha mediante una programación previa)…

Todo listo. Pasaron varios días desde que yo instale los equipos y cuando yo no estaba de turno de trabajo, recogía lo grabado y ponía cintas y dvd,s vírgenes para nuevas grabaciones, y guardaba lo grabado en lugar seguro. No tenia apenas tiempo de poder visualizarlo, tendría que revisarlo todo cuando mi turno de trabajo fuera el de noche, así podría ver las grabaciones mientras mi hermano estaba de trabajo en turno de mañana y Marta se iba a llevar a los peques al cole, después se tomaba un café con las otras mamás, después iba a hacer las compras oportunas y regresaba sobre las 12. Supuestamente yo estaría descansando del turno de trabajo nocturno.

Pude averiguar cuando eran los momentos. Mientras yo estaba trabajando de noche, ellos aprovechaban para follar en casa de mi hermano, Marta se llevaba el walki que controlaba el llanto del peque y como las habitaciones estaban pared con pared podían vigilar si el niño se despertaba y se ponía a llorar. Si yo trabajaba en el turno de mañana, era en nuestra propia cama, así los otros dos niños no estarían y ellos tenían campo libre para follar. Lo que vi me dejo en una situación  de bajón moral. Me quise morir. Vi como mi propio hermano sodomizaba a mi mujer sin escrúpulos, la trataba como a una furcia, como a una cualquiera. Yo he sido incapaz de poder follarle el culo y mi hermano todos los días que le apetecía. A mi me la chupaba, pero jamás se tragaba el semen y a mi hermano se la consumía integra, ni gota. Y lo peor es que a ella le entusiasmaba.

Pude ver en una de las grabaciones como mi hermano llego acompañado de uno de nuestros amigos y como entre los dos se la follaron a conciencia, sin dejarle un solo agujero sin usar por parte de los dos, incluyendo un emparedado entre ambos. Pude ver como ninguno usaba preservativo, lo que confirmaba mis sospechas.

Estuve tentado de matarlos a los dos. Un día, incluso, llegué hasta la puerta de casa dispuesto a todo, pero no me atreví. Me volví con la cabeza entre las piernas llorando como un niño a quien le han quitado el mejor de sus juguetes.

En esa época, me fui de putas varias veces con tal de desquitarme y me las follaba como si estuviera jodiendo a mi mujer a quien quería y amaba y a la vez odiaba con toda el alma.

Pero saque fuerzas y control de no se donde. Me fui a ver a un abogado para que me informara de las posibilidades y de la situación. Mi intención era cambiar los papeles, mi casa seria solo mía y la de mi hermano que pasase a ellos dos y el mantuviese a toda su familia incluida la puta de mi mujer. Después vendería el piso, no sin antes dejarme ver por el con cualquier chica que se terciara por el camino. Les restregaría en los morros a ambos la traición y sabrían en todos los rincones de la familia, como del trabajo quienes eran. Quedarían marcados, yo seria el cornudo, sí, pero de ellos no se fiarían ni los propios jefes. Si era capaz de hacerle eso a un hermano, ¡de que no seria capaz!

Eran pensamientos de oído, de venganza. No contaba con el corazón que me dictaba el cariño que poseía con los niños y con el amor que profesaba a Marta. Durante mucho tiempo me comporté como si no supiera nada. Hacia el amor como siempre con Marta, aunque me costaba mucho más, por la repugnancia que me suponía saber que no hacia mucho, ese mismo coño había recibido las descargas de otra u otras pollas que no eran las mías. Pero uno se acostumbra a todo, incluido, llevar los cuernos con indolencia.

Apareció en mi vida otra mujer, una chica 10 años más joven que yo, físicamente parecida a Marta y con quien empecé a tener momentos no solo de sexo y pasión, también encuentros donde únicamente hablábamos de nosotros y nuestras preocupaciones. Ella fue la segunda persona, tras el abogado, a quien yo le conté mi historia. Me ayudó anímicamente y me apoyó en cualquier decisión. Ella, Laura, hizo que perdiera cualquier rastro de amor por Marta.

Me veía con ella a escondidas, mis ratos libres eran para “estudiar” informática, que era el auge del momento. Allí fue donde la conocí. Corría el año 1997.

Ella vivía en un piso compartido con otras chicas estudiantes. Allí, bajo la excusa de hacer trabajos de estudios, dábamos rienda suelta a nuestros instintos animales. El sexo con ella era realmente excitante, nunca hubo duda de que ambos queríamos dar el máximo placer al otro. Hubo sexo oral por ambas partes, anal, de todo y sin preservativo, cosa que yo agradecí, pero sabiendo ella que yo no podría dejarla nunca embarazada. En alguna ocasión me fui a casa con el sabor de su coño en la boca, para restregarme los labios después con los de Marta y devolverle la cornamenta.

Continuará