Mujer de dos (2)

Segunda parte de esta historia, contada con una ciertas dosis de fantasia, pero de fondo real.

Ella vivía en un piso compartido con otras chicas estudiantes. Allí, bajo la excusa de hacer trabajos de estudios, dábamos rienda suelta a nuestros instintos animales. El sexo con ella era realmente excitante, nunca hubo duda de que ambos queríamos dar el máximo placer al otro. Hubo sexo oral por ambas partes, anal, de todo y sin preservativo, cosa que yo agradecí, pero sabiendo ella que yo no podría dejarla nunca embarazada. En alguna ocasión me fui a casa con el sabor de su coño en la boca, para restregarme los labios después con los de Marta y devolverle la cornamenta.

Aquella situación en la que compartíamos a mi mujer entre mi hermano y yo, donde ellos pensaban que yo era ignorante de ello, y donde me pasaba muchos ratos en casa de Laura, duro mientras nadie dijo o hizo nada. Pero llego el momento en que Marta empezó a dudar o tener sus dudas de mi actitud. Me pasaba horas y eso a ella le traía mosca, nunca me dijo de sus dudas, pero yo sé que las tenía. Un día de domingo en que mi hermano y yo salimos a darnos un paseo con los niños, mientras Marta hacia comida para todos fue José quien me planteo las dudas. Me preguntó si tenía algún lio con esa chica. Le dije que no era algo que debería preocuparle a él, era mi vida y no tenía que darle explicaciones de lo que hacía o dejaba de hacer. Eso a él le molesto mucho porque se hizo el ofendido por la ausencia de confianza por mi parte. Yo le dije que eso precisamente era lo que él estaba haciendo, dudando de mí. Quedo la cosa así, sin aclararle nada.

En mi mente estaba ya acabar con aquella situación. Y ya tenía el cómo. Faltaba el día oportuno. Este se dio unos meses más tarde. Tenía tiempo de sobra para organizarlo todo.

Era primavera, nos reuníamos toda la familia para celebrar que la niña recibía la primera comunión, ya que ambos, mi mujer y yo, procedemos de familias muy apegadas a las tradiciones cristianas. Las abuelas de la niña estaban encantadas. Así que, organizamos una fiesta familiar. No era el día más idóneo, estropear una fiesta así no iba conmigo, así que tendría que tragar con todo. Aun así, la fiesta iba a ser un sábado, con lo que convencí a todos para que se quedaran también el domingo y comer juntos de nuevo, algo que no se solía hacer. Los niños, que había unos cuantos, en total eran 8, quedarían al cuidado de una canguro durante la comida para retornarlos con nosotros a media tarde.

La niña estaba preciosa ese día. Me dolía el alma saber que no era hija mía y que ella me consideraba su papá. Me quería con devoción. Y yo a ella. Estuve a su lado prácticamente el tiempo que la celebración me lo permitió. Del pequeño se encargó su madre y del intermedio su “tío” José.  El resto de la familia, tanto por nuestro lado como por el otro, estaba al completo, no faltaba nadie. Pasamos un día estupendo, donde yo hice cuanto pude para que todos vieran en mí a un padre emocionado y entusiasmado con su familia y sobre todo con la niña. Por la noche, los peques se quedaron todos con los 4 abuelos, mientras todos los demás salimos a celebrar en buena sintonía y como buenos hermanos. Nos fuimos a tomar unas copas y a bailar un rato con todos (nosotros somos 6 hermanos, de los cuales 4 estábamos emparejados y Marta tiene dos hermanas mayores también emparejadas. Solamente José y mi hermana pequeña estaban sin pareja). De vuelta ya, con alguna copita de más y el cansancio del día, directos a la cama, sin sexo. Fue ya por la mañana, al despertarnos, cuando me sentí con la necesidad de follar con Marta; aunque la note desganada, se dejó hacer y  terminó por calentarse lo suficiente como para disfrutar de un polvo mañanero rico rico. Mi mujer me hizo la mejor mamada desde que nos conocíamos y bueno, se puso tan cachonda que fue ella quien me montó y me cabalgó, se corrió un par de veces antes de que yo descargara dentro. Como una premonición me soltó.

-Jobar chico, ¡cuánto tiempo hacia que no follábamos como Dios manda! ¿Se van a pasar otro montón de años para repetir esto?

-Quien sabe, depende de las ganas que tú le pongas para ello, quizás a la noche no tengas ya las mismas ganas. Yo siempre he querido esto, nunca me he negado.

Sobre las 13 horas llego la canguro, recomendada y de confianza. Era evidente que nadie sospechaba lo que iba a ocurrir más tarde, solamente vi en mi hermano José un cierto desasosiego y, como no, en mi santa madre, que parece tener un sentido especial, quien, en un momento dado y a solas, me pregunto que si tenía preparada alguna sorpresa. No pude ocultarle que sí, pero le pedí que no dijera nada a nadie. Quiso saber algo más, pero tuvo que conformarse con ser paciente.

Fuimos a un mesón del interior. La comida fue realmente tranquila y divertida, la gente estaba animada. Éramos en total 18 adultos, incluidos mis padres y suegros. Estuvimos solos en el comedor por expreso deseo mío.

Risas, chanzas, bromas, todo valía entre nosotros, sin mala fe por parte de nadie. Me sentía con un nudo en el estómago.

Ya en los postres, mi madre, que se las sabe todas y carece de mucha paciencia…

-Juanito, hijo, cuéntanos a que se ha debido la celebración esta.

Silencio, por parte de todos.

-Bueno, en primer lugar agradeceros a todos que ayer estuvieseis con nosotros, la fiesta era de la niña y fue el día más feliz de su vida. También agradeceros que os hayáis quedado hasta hoy, no solemos juntarnos a menudo y esta es una ocasión propicia para ello. ¿No creéis?

-“venga tío, no te enrolles, anda”- Dijo mi hermana pequeña

-Vale, bueno, por último y creo que no por ello menos importante, he decidido que me voy a ir a trabajar a Canadá, me ha salido un buen trabajo allí y no pienso desaprovechar la oportunidad. Quería decíroslo a todos juntos y no ir uno a uno a contároslo.

Vi la cara que Marta puso al oír eso. Un montón de adjetivos y poco buenos la retrataban.

  • ¿Cuándo pensabas decírmelo? Su enfado era monumental, ¿se puede saber porque no me has dicho nada? Se supone que yo debería tener también opinión, ¿no crees?

-Marta, Marta, tu no vas a venir conmigo, me voy solo, bueno no, solo no, pero no contigo.

Todos en silencio, todos expectantes

-Me estás diciendo que te vas sin mí y sin tus hijos.

-No, estoy diciendo que tú no vienes conmigo y los niños no son mis hijos, por tanto no puedo decidir que vengan conmigo.

Estupefacción general, voces, insultos: Me tacharon de cabrón como insulto más benévolo. Mi suegro, el más cruel.

-¡¡¡Callaros todos!!! Paciencia, todo se puede explicar. Solo quiero que escuchéis. Me levante y fui hacia la mesa de los camareros donde había dejado días atrás una carpeta con documentos, entre ellos unas copias de los informes médicos de cada una de las pruebas. Una de las hermanas de Marta es médico de profesión. Yo estaba ya preparado para todo la revolución, así que le pase las copias y le pedí que las leyera y les dijese a todos que significaba aquello.

Según iba leyendo su cara pasaba de tono de color rojizo del vino y el cabreo anterior a blanco mármol. De vez en cuando miraba a su hermana, lo que me hizo intuir que no estaba al tanto de nada de lo que Marta hacia o había dejado de hacer. Cuando acabó de leer el primero y vio de pasada rápida los otros 3 documentos me miró. –Lo siento.

-Por favor, explícales a todos que significan

  • En pocas palabras que eres estéril de nacimiento.

-Silencio y perplejidad en todos, vi caras realmente dolidas, sobre todo las de mis suegros y Marta, como era de esperar.

-Son 4 pruebas distintas para que quede claro que no es un error. Bien, aclarado el punto ese, como es lógico, si soy estéril, mis hijos no son mis hijos. La pregunta es: ¿de quién son hijos? Marta, tú tienes la respuesta, tú la sabes. Mientras decía eso miraba a mi hermano José.

-No, son tuyos, no puede ser,

-Mira Marta, te lo voy a poner más fácil, veras.

Me fui hacia el lugar donde estaba el televisor y un reproductor de videos, cogí una cinta de una bolsa que también lleve en su momento y  la puse-

-Quiero que todos veáis esto, corresponde a una grabación hecha hace ya un tiempo, unos años. Fijaros bien.

Le di al play y….. La imagen de Marta a 4 patas con la cara de placer mientras  mi hermano José la penetraba y le decía – ¡Joder Marta, cada vez follas mejor, que zorra estas hecha!

Esas imágenes fueron golpes muy duros sobre toda mi familia, habían dejado al descubierto las miserias ocultas. Me fijaba en sus caras y veía rostros tristes, rotos. El de mis padres destrozados. La traición y el deshonor.

Marta lloraba, mi hermano José no sabía donde meter la cabeza, el resto los observaba con indignación.

-Ves Marta, yo no puedo llevármelos, no son mis hijos. Son tuyos y de José, lo sé desde hace mucho, pero ya no aguanto más, me habéis traicionado vilmente, de la manera más cruel, las dos personas en quien siempre más he confiado me han fallado. No voy a decir que os guarde rencor, porque ni siquiera eso merecéis.

-Tengo los papeles para divorciarme de ti, no pienso en darte nada, al contrario, quiero quedarme con el piso, al fin y al cabo , al lado tienes otro que te corresponde por igual, yo que tu aceptaba sin rechistar, porque si te niegas pienso denunciarte por abandono continuado de menores y pruebas tengo de ello. Mientras te estabas abriendo de patas para ese cabrón, tus hijos estaban en su casa solos y son menores.

El silencio solo era roto por los llantos de las madres. Mi hermana pequeña se levantó y le dio un sonoro tortazo a José, mientras que a mí me dio un beso y un abrazo tan cariñoso y tierno que me humedecieron los ojos.

En ese momento, aparecieron los niños, todos junto a la canguro. Todos corrierono hacia nosotros, excepto el pequeño que venía en brazos. Se lo entrego a su madre y me miro. No he dicho que la canguro era Laura, mi chica, quien me miró sonriendo, yo le devolví la sonrisa.

Cogí una copa que tenía en la mesa.

-Bueno, quiero brindar por el futuro, al fin y al cabo solo es un pequeño cambio de nada. Vosotros- dije al resto de mis hermanos- seguiréis teniendo la misma puta por cuñada. Vosotras- dije mirando a las hermanas de Marta- seguiréis teniendo a un cuñado similar, aunque más cabrón. Y a vosotros- dije mirando a mis padres y suegros- seguiréis teniendo el mismo parentesco, seguiréis siendo consuegros. Solo yo voy a cambiar de estatus. ¿Y sabéis una cosa? Pienso ser feliz, viviré mi vida junto a la persona que ahora quiero de verdad, la persona que me ha ayudado a superar esto y la persona en quien confió ahora.

Me acerque a Laura, la di un beso cariñoso. La cogí de la mano

-Ciao familia, nos vemos.

continuará