Mujer ardiente
Siempre fui una mujer ardiente,mantuve la virginidad de mi cuerpo hasta los veinte años con bastante dificultad pues mi mente era la de una puta en ciernes... Me casé y me destapé
Soy una mujer morena, de sangre ardiente, con un cuerpo que yo creo es apetecible, tengo un par de senos que, por su forma y tamaño, llaman la atención de los hombres y, si bien mi trasero es pequeño, no deja de ser atractivo, consciente de dichos atributos, visto en forma tal de poder lucirlos en todo su esplendor, especialmente en la época calurosa, cuando uso vestidos delgados, cortos, ceñidos y escotados. Me encanta escuchar, a mi paso, piropos y proposiciones de los hombres , algunas de ellas honestas y otras bastante deshonestas, las que dichas en forma simpática muchas veces logran excitarme. Criada en un hogar muy católico, crecí con el convencimiento de llegar virgen al matrimonio, en muchas ocasiones, antes de cumplir veinte años, estuve a punto de rendirme, por ello cuando Rodrigo un abogado de veintiséis años, pidió casarse conmigo, no dudé en aceptarlo. Vi en mi matrimonio una forma de poder dar rienda suelta a mis reprimidos apetitos sexuales. La recepción, luego de mi boda, se me hizo interminable, mi único anhelo era llegar a la habitación que habíamos reservado en el hotel donde pasaríamos la primera noche de casados. Finalmente pudimos escaparnos, una vez solos, sin que él me lo pidiera, me despojé de mi vestido de novia, quedando, para su asombro, solo cubierta con mis medias blancas sujetas por un portaligas del mismo color. Semidesnuda me dediqué a quitar su ropa para dejarlo solo en calzoncillos, bajo los cuales noté su pene casi erecto, objetivo de mis apetitos. Terminé de desnudarme, para luego tenderme de espaldas sobre la cama con mis piernas completamente abiertas dejando ver mi sexo húmedo por la excitación del momento.
Se despojó de sus calzoncillos , con su verga ya totalmente parada y dura, me montó y sin mayores preámbulos comenzó a penetrar mi mojada vulva. A pesar de mi virginidad, el dolor por su penetración fue momentáneo, ellos gracias a estar lubricada por mis jugos vaginales y a que más de una vez me había introducido mis dedos para calmar mis calenturas. No tardó en llenar mi interior con su leche caliente, lo que provocó mi primer orgasmo alcanzado con un pene ensartado en mi vulva, que ni sería el último ni el más intenso de los muchos que tendría en mi activa vida sexual. En la tarde del día siguiente, viajamos hacia Jamaica, donde pasaríamos nuestra luna de miel, el lugar elegido era un resort de lujo para adultos. Esa noche tuvimos una elegante cena bailable de bienvenida que incluía ostras y champagne, la mayoría de los asistentes eran parejas de atractivos varones acompañados de bellas mujeres. Terminada la cena, agotados por el viaje nos fuimos a dormir. A la mañana siguiente, muy temprano nos dirigimos a la playa, un lugar paradisiaco, de arena fina y blanquísima, agua temperada y una multitud de atractivos cuerpos de ambos sexos, dorados por el sol, la mayoría de las mujeres vestidas solo por la parte baja de sus bikinis mostrando senos de todos los tamaños con sus pezones erectos, algunas más osadas totalmente desnudas, los hombres con minúsculas tungas mostrando contundentes bultos bajo ellas, seguramente excitados por la exhibición ofrecida por sus parejas. Noté por el bulto bajo el traje baño de Rodrigo, que no era indiferente a la muestra. Pensé para mi, si le gusta lo que ve, porque no mostrar yo también lo mío. Me despojé de mi brassiere dejando al descubierto mis grandes senos con sus pezones parados, atrayendo inmediatamente las miradas de la mayoría de los varones. La reacción de los hombres no dejó de excitarme, por lo que me tendí boca arriba sobre mi toalla, continuando mi exbibición. Le pedí a Rodrigo que untara mi parte delantera con bloqueador solar, tímidamente comenzó con mi vientre y ante mi insistencia siguió con mis senos , acción que fue seguida con envidia por los que observaban. Cuando termino su manoseo, mis pezones habían alcanzado su tamaño máximo, mi cuerpo ardía y mi sexo estaba totalmente húmedo. Me levanté, tomé la mano de mi marido y nos dirigimos al agua done el aprovechó para abrazarme y hacerme sentir su virilidad. Regresábamos a nuestro sitio, cuando se nos aproximó un joven jamaicano de color para ofrecernos masaje de relajación, y yo vaya que lo necesitaba, miré a Rodrigo buscando su aprobación y el un poco a regañadientes, aceptó. Me dirigí con el muchacho hacia su mesa de masajes situada en un rincón de la playa y una vez allí me tendí en su mesa de masajes boca abajo. Sus expertas manos comenzaron a masajear mi cuello, luego mi espalda y continuaron con mi cintura, luego fue el turno de mis glúteos por sobre mi tanga, cuando sus manos recorrieron mis muslos, sentí un escalofrío. Después de un rato, me pidió que me volteara, para quedar boca arriba mostrando mis senos desnudos, masajeó mis hombros, brazos, los costados de mi torso, sentí su roce muy cerca de mi senos, continúo con mi vientre y terminó con la parte delantera de mis muslos y pantorrillas. Cuando acabó su tarea, la verdad no estaba para nada relajada, más bien estaba excitada, pero agradada. Luego de pagar, Rodrigo me dijo - Veo que te gustó el masaje- , le respondí - ¿Por qué lo dices?-. Su respuesta fue – Pues veo tu cara azorada y te noto un tanto excitada-. No pude negar que era verdad. Le pedí subir a nuestra habitación, una vez allí me despojé de mi tanga, él se sacó su traje de baño y mostró su pene erecto. Me tendió en la cama y abrí mis piernas para que penetrara mi sexo empapado por mis jugos vaginales. Al notarlo, su comentario fue – Te dejó bien caliente el jamaicano-, -Sí, mi amor-, fue mi respuesta. Excitada como estaba, no tardé en alcanzar un orgasmo, el me siguió llenando mi interior con su semen caliente. Como, aparentemente, las consecuencias del masaje le encantaron, luego me dijo – Vas a tener que someterte a masaje todos los días - , le contesté – Si, pero en privado, no me gusta estar a la vista de todos- . Esa misma tarde pedí hora para un masaje en el interior del spa para la mañana siguiente. Me presenté allí a la hora convenida, estaba el joven jamaicano esperándome, al igual que el día anterior me saqué la parte alta de mi bikini, él me informó que allí podía tomar el masaje completamente desnuda lo cual era más cómodo pués permitía el desplazamiento de sus manos sin obstáculos. Me despojé del resto de mi bikini y me tendí boca abajo. El untó sus manos en un aceite tibio de un raro aroma excitante y comenzó a masajear mi espalda, continuó con mi cintura y luego se dedicó por largo rato a masajea a mis glúteos, esta vez libre de obstáculos me los abrió para recorrer con sus pulgares su hendidura, apretándolos. En un par de ocasiones sus pulgares rozaron mi ano, al no encontrar reacción, su próximo movimiento fue presionar con un pulgar mi ano, lo que no sé porque motivo me hizo abrir mis piernas lo que fue aprovechado para acariciar con el resto de sus dedos los labios exteriores de mi sexo y con su dedo cordial apoderarse de mi clítoris. En forma consciente , ahora, abrí más mis piernas permitiendo que introdujera sus dedos en mi mojada vagina. Me pidió que me pusiera boca arriba y que abriera las piernas, mientras metía uno de sus dedos en hoyito posterior y otro en mi vagina, comenzó a lamerme y chuparme alternativamente mis pezones, después comenzó a pasar repetidamente su lengua por toda mi rajita desde mi ano hasta mi clítoris, hasta hacerme alcanzar un orgasmo entre gritos y gemidos de placer. En seguida, se sacó su short para dejar a mi vista un pene erecto más largo y grueso que el de mi marido, lo acercó a mi boca y comencé a mamarlo como loca, cuando su pene estuvo erecto, me senté en el borde de la mesa, me alzo en sus brazos poniéndome a horcajadas con la punta de el apuntando hacia mi vulva, lentamente me dejó caer
penetrándome hasta que sus testículos golpearon mi trasero. Comenzó entonces un furioso mete y saca hasta hacerme llegar a un segundo orgasmos, esta vez entre bramidos de gusto. Antes de despedirme, le di una buena mamada hasta hacerlo acabar sobre mis senos. Me limpié cuidadosamente para que mi marido no notase lo que había ocurrido. Quedé de volver al día siguiente a la misma hora. Cuando llegué a nuestra habitación mi marido me esperaba desnudo con su verga erecta, me desnudé y me eché sobre la cama, el abrió mis piernas y comenzó a besar mi entrepiernas, si notó un sabor ajeno no lo dijo, solo comentó – Debe haber sido muy excitante tu masaje de hoy, pues te veo bastante lubricada-. A pesar de haber gozado bastante en la mañana, volví a tener un orgasmo gracias a sus besos y gocé junto con el cuando finalmente me penetró. El resto del día estuvimos en la playa aprovechando de tomar sol y descansar. Esa noche dormí como un angelito, soñando en lo que me esperaba el día siguiente. Muy temprano llegué al spa al día siguiente, Tom, el jamaicano me dijo – Pasa y acomódate- , lo hice y sin que no lo pidiera me desnudé y me acosté boca abajo en la mesa de masaje cerrando los ojos para esperar el contacto con sus manos. Desde frente a mi cara sus dos fuertes manos comenzaron a acariciar mis hombros y espalda, y para mi sorpresa al mismo tiempo otro par de manos se apoderó de mis muslos y mis nalgas, me volví y abrí mis ojos para encontrarme con Tom y otro muchacho de color tanto o más atractivo que él. Tom me dijo – Traje a mi primo para que me ayude, espero que no te moleste. Está aprendiendo este oficio- Simulando estar enojada, le repliqué que podría haberme pedido permiso para mostrame desnuda a su primo, pero luego reí y le dije que en broma que solo pagaría por un servicio solamente. El me contestó que el extra era cortesía de la casa. Volví a recostarme y entregué mi cuerpo a las caricias de ambos hombres. Rick el primo de Tom, abrió mis piernas para masajear el interior de mis muslos, mientras Tom acariciaba los lados de mi senos, me puse boca arriba para permitir a Tom un fácil acceso a mis senos y abrí mis piernas para brindarle a Rick una visión perfecta de mi sexo. Las pedí a ambos que se sacaran sus shorts y tuve una sorpresa agradable, el pene de Rick era tan largo y grueso como el de Tom.
Mientras Tom me apretaba los pezones, yo mamaba su pene, Rick lengüeteaba mi clítoris y yo masturbaba su pene erecto. Una indescriptible sensación de gozo recorrió mi cuerpo de pies a cabeza. Abrí más mis piernas y levanté mis caderas para permitirle a Rick que también pasara su lengua por mi hoyito trasero. La combinación de sensaciones hizo que muy pronto tuviera el primero de los varios orgasmos que me esperaban ese día. Tom instaló una colchoneta en el suelo sobre la cual se tendió con su pene apuntando al cielo, y me pidió que lo montase, no tuvo que decirlo dos veces, me puse rodillas a horcajadas sobre él, permitiendo que sólo la callampa de su pene penetrara mi vagina, me incliné hacia adelante para que me chupara los senos, Rick que miraba la escena aprovechó para introducir su lengua en mi ano, me quedé muy quieta en esa posición, sintiéndome en el séptimo cielo, Rick reemplazó primero su lengua por su dedo índice, luego por dos dedos mojados por mi jugo vaginal, para finalmente introducir cuidadosamente la punta de su pene en mi, hasta entonces virgen, ano. Un pequeño dolor inicial fue obviado por el inmenso placer que me causaban esas dos callampas aprisionadas por mis dos hoyitos. Permanecí muy quieta, disfrutando el momento, en espera de vivir en su totalidad dos nuevas experiencias, la pérdida de la virginidad de mi culito y mi primera doble penetración. Les hice saber a Rick que era mi primera vez y le rogué que fuera gentil. Mientras Tom me hacía gozar con su pene en mi vagina y sus mamadas de mis senos, su primo suavemente cm a cm me fue introduciendo la totalidad de su largo pene. Luego ambos comenzaron un lento y coordinado mete y saca, el cual yo acompañaba con movimientos de mi cadera y mis gemidos de placer, que se transformaron en bramidos cuando el mete y saca se hizo más rápido, para terminar en gritos cuando alcancé un delicioso orgasmo, el que causó que ambos derramaran su leche caliente en el interior de mi cuerpo.
Luego vestí mi bikini y en lugar de volver a mi habitación, me dirigí a la playa, una vez allí aproveché de lavar en el mar los restos del semen que brotaba de mis dos hoyitos. Luego me tendí en la arena a tomar sol, allí me encontró mi marido preocupado por mi larga ausencia. Le expliqué que quería aprovechar el sol de las mañana, no sé si me creyó pero mi explicación me sirvió para salir del paso.
Me contó que esa noche había una velada bailable denominada la “noche romana” a la cual las parejas debían asistir vistiendo togas romanas proporcionadas por el resort. Dije –Mayor razón para broncear bien mi cuerpo y estar más atractiva para ti-, diciendo esto me despojé de mi sostén.-Por qué no te sacas todo entonces-, me desafió Rodrigo. –¿Puedo?- dije y sin esperar su respuesta terminé de desnudarme. Siempre había soñado con tomar el sol completamente desnuda y hoy era el día de mis primeras veces de todo tipo. Rodrigo se quedó a mi lado y pude notar bajo su traje de baño su erección al contemplar mi cuerpo desnudo.
Antes de ponerse el sol, subimos a nuestra habitación para prepararnos para la velada. Allí encontramos las togas que debíamos vestir esa noche. Mientras tomábamos juntos una ducha, le pedí que jabonara todo mi cuerpo incluyendo mis partes más íntimas. Mal podía imaginar que estaba limpiando
los restos de las pruebas del goce de mi cuerpo experimentado por otros hombres. Antes de vestirme me maquillé con especial cuidado para lucir lo más atractiva posible. Las togas eran blancas, delgadas y casi transparentes, a pesar de las protestas de Rodrigo, decidí no usar nada bajo ella. Le pregunté si se notaba mucho que estaba desnuda bajo la toga, me respondió que era fácil ver que no llevaba sostén pues mis pezones parados saltaban a la vista. Respondí que ya todos habían visto mis senos desnudos y ya no eran novedad. No hizo comentario alguno sobre el hecho de no llevar tanga. Ya vestidos, con nuestras togas, bajamos al salón donde ya se encontraba gran parte de los huéspedes, todos ellos, mujeres y hombres, lucían la misma vestimenta blanca que hacía resaltar sus cuerpos bronceados. Noté que la mayoría de las mujeres al igual que yo no llevaba sostén. Pensé que era ridículo usarlo en esta ocasión si durante todo el día mostrábamos nuestros senos desnudos. Nos pusimos a conversar con otra pareja, el español y ella costarricense, después de beber unas copas de champagne y comer algunos canapés, Rodrigo me invitó a bailarun movido chachacha
Continuará