Muescas en la culata
Una pareja con sueños de ser dominada es engañada por un hombre que solo busca "divertirse" con la mujer. Relato breve pero verídico.
Siempre aficionados y constantemente obsesionados con la dominación, no sin antes largos debates y dura reflexión, decidimos probar suerte en aquel sórdido mundo. Como pareja ejemplo de normalidad y de intenciones sexuales en absoluto aireadas, recurrimos cómo no, a la insensata pero discreta búsqueda de amo en internet. Un lugar lleno de falsas promesas y engañosos expedientes de "probada experiencia" que nosotros abrazamos inocentemente sin saber distinguir el engaño.
Fue en un chat donde conocimos a uno de estos individuos que sin humilad alguna, proclamaba su sobrada experiencia en el campo . Tras un largo tanteo, un intercambio de fotos, llamadas telefónicas y la obligada puesta en común de preferencias sexuales; finalmente fijamos fecha y lugar para el encuentro. Todo parecía perfecto, nuestra ansiada fantasía de ver nuestras voluntades sometidas a los designios de un tercero, parecía a punto de cristalizar.
Él vino a recogernos en su coche sobre las once de la noche en el punto acordado. Aquel amo cuya barriga en absoluto concordaba con las fotos del torso apolíneo que habíamos recibido, no solo era más de diez años mayor de lo prometido sino que su supuesto status económico de burgués se desvanecía rápidamente al ver el trozo de chatarra en el que vino a buscarnos. Aún así nos confiamos (segundo error), y subimos al coche. Su voz, más inquieta que dominante, trataba de entablar una conversación superficial como cortina de humo para no admitir que su famosa mazmorra totalmente equipada se hallaba oportunamente indisponible. Lo dejamos pasar y volvimos a confiar. Llevábamos demasiado tiempo buscando esto como para desistir tan rápido.
Al salir de la ciudad entrada bien la noche y el campo, detuvo el coche y tuvo a bien "ordenarme" conducir mientras él pasaba al asiento de atrás con mi novia. Esto parecía anunciar que el hielo se había roto y la acción iba a comenzar. Accedimos.
Conduje sin rumbo entreviendo pobremente por el oscuro retrovisor cómo aquel personaje metía mano a mi incómoda novia, besándola torpemente con un exceso de lengua descoordinada y hurgando en un escote contra el que parecía librar una batalla. Admito que aunque ligeramente excitante, aquello me resultó un tanto perturbador. Nunca había visto a mi novia con otro, y aunque habíamos acordado que habría sexo entre los tres, el hecho de verme conduciendo sin participar mientras aquel hombre palpaba, besaba y acariciaba cada centímetro del cuerpo de ella, no podía resultarme menos que violento.
-Joder que buena estás...-gruñía aquel tipo entre lengüetazo y lengüetazo.
En menos de 5 minutos, los pechos de mi novia ya botaban libres al aire recibiendo toda clase de agresivos lametones y estrujones sin compasión. Aunque dudosa, ella había sido tan tolerante como yo, y aunque aquello no le parecía demasiado "profesional" se dejaba hacer y trataba de complacer a tan impaciente amante. El frenesí incontenible del que cada vez parecía más un simple adolescente excitado que un amo de parejas, estalló en la imperiosa necesidad de la satisfacción rápida, y sacándose un erecto pene de dimensiones vulgares, agarró la nunca de mi novia y sin petición ni preámbulo alguno, de un empujón hundió sus rostro en su peludo,sudoroso y regordete pubis.
-Chupa...-gimió entredientes.
Hay que decir que a pesar de la brusquedad, mi pareja no dudó un segundo en esforzarse en su cometido, subiendo y bajando la cabeza con ritmo y velocidad sin quejarse y fingiendo no notar, que el firme agarre de su amante jamás le hubiese permitido alzar la cabeza.
Tras unos largos y bochornosos minutos de felación a un extraño, durante los cuales yo solo participé escuchando el ruido del vacío formado por el resbalar de los labios a lo largo del salivado tronco del pene, decidí intervenir hablando, sacando conversación y dando pie a mi posterior intervención.
-Cállate...
Y me callé. Dócil, me limité a obserbar por el retrovisor la escena hasta que su monotonía y falta de pasión empezaron a despejar las nubes del morbo y a sembrar en mí la sospecha que más tarde se cumpliría. Él, consciente y molesto por mi "voyerismo", masculló un improperio al uso y ordenó:
-Contigo mirando es imposible, joder...para ahí delante, anda.
Tercer error. Paré y salió del coche, permitiendo tan solo en ese momento liberar la boca de mi novia de su falo. Estábamos en medio de la nada y tan solo oscuros árboles y arbustos nos rodeaban en la zona. El "amo" miró a su alrededor y agarrando a mi novia, quien aún jugaba con su mandíbula tratando de mitigar el dolor del esfuerzo, se internó en la negrura.
-Vigila el coche. Vamos a follar.
Se alejaron y me dejaron ahí solo sin tiempo para protestar. Me preocupé, pues mi excitación había quedado kilómetros atrás. A punto estuve de ir trás ellos pero los lejanos gemidos de placer de ella me lo impidieron. Decidí darle un último voto de confianza a regañadientes. Quizás solo estaba probando nuestra obediencia. A los pocos minutos el individuo apareció solo y con la bragueta bajada. Me miró como si hubiese olvidado quien era y me ordenó:
-Vete ahí al fondo con tu novia. Ahora voy yo.
Obedecí con más preocupación que excitación. Cuarto error. Mi novia, apoyada en un árbol, sin camiseta ni sujetador y con la falda y el tanga por los tobillos, se limpiaba con disgusto de sus nalgas y piernas lo que sin duda era el semen de aquel indeseable. No hubo tiempo para intercambiar palabra alguna. Oímos el coche arrancar a lo lejos y cuando llegamos a la carretera el caballero ya se había marchado. "Se me han tirado a mi novia en mi puta cara". Tardé meses en despegar de mi cerebro tan amarga idea.
Así pues nuestra maravillosa fantasía de sumisión y juegos con una tercera persona, acabó reducida a la travesura de un pirata que nos engañó para beneficiarse a mi novia y luego dejarnos tirados en medio de ningún lado. Y no, ni el polvo mereció la pena, pues sigue insistiendo ella en que fue rápido, brusco y frío. En cuanto a mí, aún me devano los sesos para decidir si esta persona fue un genio capaz de que mi novia me pusiese los cuernos sin rechistar o un pobre salido que tuvo suerte con nuestra inocencia...
Esto fue hace tres años ya, pero qué sorpresa la nuestra, cuando hace no mucho conocimos a otra pareja víctima de la misma estafa, que aún con diferente método, sufrió la misma consecuencia. Poniendo en común nuestra experiencia y nuestros datos, hemos llegado a la conclusión de que se trataba la misma persona e, investigando un poco más hemos averiguado que este señor es incluso célebre dentro de ciertos círculos y que posee ya una merecida reputación de "ciberestafador sexual" de modus operandi consagrado. Sea esto cierto o no, yo puedo asegurar que por lo menos nos la ha jugado a dos parejas, a quienes nos dejó como poco confusas en cuanto a la integridad de nuestra relación y nuestro concepto de fidelidad.
Esta aventurilla, que en su día resultó traumática, no estaría aquí hoy expuesta si por supuesto el tiempo no hubiese barrido parte del rencor dejando al morbo aflorar de nuevo.
No puedo decir que hubiésemos disfrutado repitiéndola, pero aquel suceso no nos detuvo y seguimos luchando por nuestra fantasía. Nos engañaron muchas veces más que ya contaré (algunas con consecuencias más graves que otras), pero también llegamos a encontrar buena gente con la que hemos pasado ratos inolvidables. Por eso, ahora que nuestra condición de novatos ha quedado atrás, y lejos de afanarnos en un rencor sin propósito; vemos estas pequeñas "bromas" como errores que no volver a cometer, como anécdotas graciosas y ¿por qué no?, morbosas,que compartir. Muescas en la culata.