Mucho gusto. Parte 5

Planes, planes.

Puse mi mano en su entrepierna pero esta vez sin sentido sexual, era un objetivo más bien tierno y ella lo capto sonriéndome con ternura, me lanzo un beso al aire, ¿Increíble no?. Pueden decirme mentirosa, pueden decirme arpía, cruel, ilusa… Pero estaba viviendo los mejores momentos de mi vida con una mujer que ni siquiera era de mi edad pero ¿Y eso qué? ¿Puede ser mi mamá y qué? ¡La quiero! Y es lo importante ¿O me equivoco? ¿Cuándo la edad ha sido un inconveniente?.

Paramos en el supermercado, a comprar todas las cosas.

—A ver… ¿Te gustan los mariscos?.

—No, me gustan las maricas. Me dijo al oído.

—Carcajadas—.

—En serio dime, ¿Te gustan?. La miraba mientras no paraba de reírme.

—Me encantan. Continuaba riéndose.

Pensé en hacerle de mis camarones al ajillo, compramos una bolsa de camarones, pan y perejil, lo demás estaba en su apartamento. Era tan lindo, las dos en un supermercado alejado de todo, ¿Quién nos iba a encontrar? Y por suerte, no encontramos a nadie conocido y siendo así de seguro inventábamos alguna excusa por la cual estar juntas.

Llegamos de nuevo a su apartamento y la pasamos genial, vimos una película hicimos el amor repetidas veces hasta que llego la noche, comencé a prepararle la cena mientras ella se divertía jugando Xbox ¿Parecía una niña no les parece? A de ser eso que me gusto tanto.

—¿Cómo va la princesa?. Elena, mientras me sujetaba la cintura.

—Aquí mas o menitos.

—¿Mas o menitos? ¡Pero si el olor me paro de el puff!. Tengo hambre. Me hacia pucheros.

—Ya casi va a estar, siéntate. La solté de mi cintura y me hizo caso.

Se sentaba mientras ponía los cubiertos en la mesa, parecía una niña, hacia pucheros, me miraba se reía, agarraba los cubiertos y gritaba ¡Comida, comida, comida, comida!. Yo moría de la risa en la cocina mientras trataba de agilizar todo para que la “bebe” comiera.

—¡Pero!... Con la boca llena alzaba sus cejas mostrándose impresionada . —¡Mmm! Que… Rico-o-o-o. Con la boca totalmente llena.

—No hables con la boca llena ¡Cochina!. Me reía.

—Perdón mamá. Agrego.

—Risas—.

—Deberías estudiar cocina. Decía Elena.

—¿Qué? ¿Tan mal me quedo que ya me mandaste a estudiar ?. Le levante una ceja y la mire fijamente.

—No, no, no. —Risas— Si eres tonta, lo digo porque cocinas excelente y serias una chef de envidia total.

—¡Mmm! Bueno… Me reía.

Se inclinaba en la mesa y me daba besos en la mejilla, nos divertíamos juntas, era fascinante todo iba bien. Estar juntas, la cena, los juegos, las risas hasta que ¿Bueno qué? Todo no es risa y diversión…

—Tocan la puerta—.

—¿Quién es?. Grita Elena aproximándose a la puerta.

—¡Yo!. Sonaba muy amigable, la voz de una mujer.

Elena abrió la puerta, y al mismo tiempo abrió su boca se quedo perpleja, asombrada, inquieta.

—¡Hola-a-a! Dijo sin minímo esfuerzo en ser agradable.

Abrazo a una mujer de unos 30 y algo de años, muy femenina y coqueta, morena de cabello oscuro, mas operada que Madonna, el culo, las tetas, era una explosión de sensualidad.

—¿Cómo estás? Tiempo sin saber de ti vale. Le respondía al abrazo.

Mis celos incrementaban no sabía dónde meterme esta noche era para mí y para Elena no para sus “Amiguitas”.

—Genial. Le dijo Elena sin preguntarle cómo estaba ella . —Pasa, pasa.

—Bueno, pues yo iba camino a mi casa y pensé ¿Dónde estará Elena? Tenemos tiempo sin hablar y dije ¡Voy a visitarla!.

La veía desde lejos era evidente que conocía el apartamento a plenitud ¿Por qué? Me preguntaba ¿Quién es esta mujer? ¿Su novia? ¿Su amiga? ¿Su ex novia? ¿Quién coño era?.

—¡Que bien!. Decía Elena mostrando su incomodidad a flote.

Me buscaba con la mirada pero no me encontraba, hasta que me vio, yo estaba en la cocina mirándola con cara de pocos amigos.

—Y Bueno, ¿Qué tal tu vida? ¿Cómo están la… ¿Qué tienes? ¿Qué buscas?. Respondía altanera la mujercita.

—Alexandra, una amiga. Maya ven. Me hacía señas con la mano.

¿Amiga? Dije en mi mente, me acerque lo mas furiosa posible con la sonrisa mas hipócrita del planeta.

—Hola, Maya. Le tendí mi mano, obviamente por cortesía.

—¡Hey! ¿Tenías compañía?. Miraba a Elena mientras apretó mi mano. —Mucho gusto Alexandra.

—El gusto es mío. Le dije, mintiendo .

—Bueno, de haber sabido que tenias compañía no hubiera venido, siempre es mejor avisar dicen. Agrega, haciendo más tediosa su presencia .

—No, tranquila. Me voy yo para que ustedes hablen. Salí disparada al cuarto a buscar mis cosas.

Elena se vino corriendo atrás de mi halándome hasta que nos detuvimos en el cuarto.

—¿Qué pasó? ¿Estas loca? ¿Cómo te vas a ir? Decía desconcertada.

—Yéndome . Le sonreía hipócritamente.

—No te vas a ir, le diré a Alexandra que se vaya.

—¿Quién es ella?.

—Es mi Ex novia.

—Oke-e-e-y-y en serio, me voy… Suficiente.

—¡Coño! Espera ¿Vas a actuar así?.

—¿Por qué vino?.

—¿¡Yo que voy a saber!? ¡Tengo como 6 meses sin verla, está loca!. Decía exaltada.

—Déjame ir.

—Que no, que no te vas a ir te dije.

—¿Qué no? ¡Já!.

Agarre mis cosas, me aleje de ella abrí la puerta y le deje a Alexandrita un.

—¡Hasta luego! Que disfruten la noche.

Me aparte y salí furiosa, agarre un taxi y me fui directo a casa de Susy.

En el taxi tome un momento para enviarle un texto.

“No debería, pero estoy pasando el peor momento de mi vida, puedo quedarme en tu casa ¡Responde!.”

Re Susy: “¿QUÉ? ¿Qué te paso? Vente ya, aquí hablamos”.

Susy, tan bella como siempre, nunca me dejaba sola, llegue a su casa bañada en lagrimas ¿Qué creen? No tenía ni una llamada perdida de Elena. Eso me hacía morirme de la rabia.

Llegué a su casa en cuestión de minutos porque quedaba relativamente cerca de casa de Elena, me baje llena de ira, en mi cara se notaba que estaba más molesta que nunca.

“Susy, estoy afuera”.

Re Susy: “Ya te abro”

La abracé fuerte ya que tenía mucho tiempo que no lo hacía, se habían juntado muchos sentimientos, rabia, decepción, celos, nostalgia y amistad.

—Pasa, pasa.

Pasé mirando hacía el piso, fuimos directamente hasta su cuarto y me senté con la peor cara que le había podido mostrar.

—Nunca te había visto así ¿Qué te hicieron?. Me miraba sorprendida.

—Nada. Decía mientras lloraba.

—Ay, típico de las mujeres no tener nada, si viniste aquí fue a hablar ¿Algún problema con tus papás?.

—No. Negaba con mi cabeza.

—¿Con el colegio?.

—No, no. Seguía negando.

—¿Entonces? ¿Es con alguien verdad? ¿Con quién estas saliendo? Lo tienes bien guardado. Se reía.

—No te rías ridícula. La empujaba.

—Ya, perdón. Entonces, ¿Me quieres contar?.

—Si.

—Bueno, cuéntame.

—De verdad quiero contarte necesito desahogarme pero es muy delicado.

Sentí como vibraba mi teléfono repetidas veces, yo lo tome y lo apague.

—¿Antonio? ¿Cuál Antonio?. Susy había alargado su vista hasta ver de quién era la llamada.

—Chismosa. Mereí, mientras me secaba las lagrimas.

—Es delicado Susy. Le dije.

—¿Delicado, por qué?. Me dijo confundida.

—Créeme, más de lo que parece. Me reí sarcásticamente.

—A ver, comienza.

—Antes de todo, tienes que prometerme por tu vida y por esta amistad que no se lo dirás a ninguna de nuestras amigas por nada del mundo.

—Me estas asustando.

—Es en serio, no puedes decírselo a nadie es muy delicado.

—Perfecto, promesa de meñiques. Extendió su mano hacía mí.

—Perfecto. Cruzamos los meñiques, haciendo muestra de que la promesa era irrompible, como lo hacíamos siempre.

—Resulta que, conocí a alguien.

—Aja, aja, continua. Decía desesperada Susy.

—Pero hay un problema.

—¿Cuál problema?.

—Tiene 35 años. Me tape la cara de vergüenza.

—¿¡QUÉ!?. Exclamo Susy.

—Callate-e-e o no te sigo contando. Le susurre regañándola.

—Esta bien. Tenía los ojos similares a dos huevos fritos en un sartén.

—Es no es lo peor…

—Mierda, ¿Qué es lo peor?.

—Es mujer. Cerré los ojos y se lo solté sin pensar.

—Ok, estoy en shock. Me dijo. —¿No eras hetero?.

—Pues… Yo pensaba lo mismo. Hay otra cosa.

—¿Más?.

—Si, mas… Además de ser mujer y tener 35 años se llama Elena, la conocí el día que me llevaste a Why Not, yo no pensé en bailar con ella pero bueno, los tragos… Tu sabes más que yo, terminamos haciéndolo en el baño, luego nos volvimos a ver, le mentí diciéndole que tenía 22 y ella me mintió diciéndome que tenía 28, pero eso no es lo peor, yo le dije que estudiaba en la universidad psicología ¿Qué tal?.

—¿Elena?. Me dice confundida.

—Si y es la misma que tu conoces.

—Ya va, ya va, ya va, me estas jodiendo… ¿Tu estas… Saliendo con Elena? ¿Elena, Elena? ¿Profesora Elena?. Decía sorprendida.

—Si…

—¿Por eso te molestaba que habláramos así de ella?. Preguntaba molesta.

—Si…

—¿Y por qué no me lo habías dicho antes? ¿Cuánto tiempo tienen saliendo? ¿O sea que ella se dio cuenta que tenias 16 cuando estaba en el salón, ¿Por eso se atacaron así ese día?.

—Cálmate bájale dos, no te conté porque no se podía, incluso no se puede, estamos saliendo desde Why not, luego comenzamos clases, ella se dio cuenta en efecto que tenía 16 peleamos, nos reconciliamos hace poco y volvimos a pelear.

—¡Mierda! Exclamo Susy —Esta si no me la esperaba. Se agarraba la cara.

—Y bueno, me siento fatal.

—Ya va, procesando primera parte, ahora cuéntame ¿Dónde estabas y por qué llegaste así?.

—Estaba en su casa.

—¡Mierda! Aja…

—Y llego su ex novia, que no sabía que era su ex novia y marica ¡Por Dios! Me moleste, ella le dio más importancia a su ex, además para completar esta buenísima, no me ha parado de llamar por eso apagué el teléfono.

—Pero ya va, ¿No le dejaste explicarte?.

—No ¿Y para qué?. Encogí los hombros.

—Por Dios no seas inmadura, prende esa vaina y deja que te explique, llámala.

—¿Está mal que este molesta?.

—No, es normal lo que está muy mal es que te hayas ido de su casa sin su autorización completa, hayas agarrado un taxi hasta aquí a esta hora y que le desvíes las llamadas, eso sí está mal y créeme es ¡Muy inmaduro!.

Susy tenía razón… La verdad esperaba que su reacción fuera otra, aunque lo del asombro si era evidente, espere que Elena se antojara de llamarme, y así fue pasaron unos 5 minutos luego de prenderlo cuando tenía más llamadas de ella, pero esta vez desde el teléfono de su casa.

—¿Alo?. Dije haciéndome la que no sabía de dónde salía el número.

—¿Dónde estás?. Decía Elena con voz ronca.

—No te voy a decir. Susy me hacía breves señas, tratándome de decir que lo estaba echando a perder.

—Dime…

—Estoy en casa de Susy me voy a quedar aquí. Le dije.

—¿En casa de susy?. Pregunta confundida.

—Si, eso era lo que le había dicho a mis papás ¿No?.

—Dame la dirección déjame ir a buscarte.

—No Elena, no quiero hablar contigo.

—¿Por qué dices mi nombre? ¿Dónde esta Susy?.

—¿Eso es lo que te preocupa? Susy está frente a mi.

—¡Pero si me dijiste que no le habías dicho a nadie mierda!. Decía exaltada.

—Si, pero ya… No soporte mas es mi mejor amiga.

—¿Sabes en el rollo en el que nos podemos meter verdad?.

—Ella no va a decir nada, ya te dije. Cofia en ella, como confías en mí ¿Puedes?.

—Voy a ir a buscarte, dame la dirección.

—Elena, vete a dormir no quiero arruinarlo todo contigo, hablamos cuando estemos mas calmadas le dije.

—Déjame ir a explicarte al menos ¿Puedo?. Me insistía.

—¡Esta bien, eres insoportable!. Calle Tamayo con Juan Aguilera, urbanización madrileña, calle 5, casa numero 54.

—Voy para allá, te enviare un texto cuando este cerca.

—De verdad, no puedo creer todo esto. Agrega Susy asombrada.

—Te lo suplico, no se lo digas a nadie. Le dije rogándole con las manos.

—Confía en mí.

—Claro que sí.

Pasaron unos 20 minutos y afuera veía como se estacionaba el carro de Elena, a Susy se le pusieron los ojos como plato, al confirmar con sus ojos que todo era verdad.

Me subí por la cara de copiloto y me le quede viendo a la cara, su cara era de preocupación absoluta, ella me abrazo y yo le acepte su abrazo.

—¿Por qué eres así? Me dijo con voz tierna.

—Estaba molesta.

—Eres demasiado celosa. Se reía.

—No me causa risa. Levantaba mi ceja.

—A mi sí. Continuaba riéndose.

—¿Entonces, llegaste aquí para reírnos las dos?.

—¡Uy!. Me miro cortando su risa.

—¿Quién es ella y por qué fue a tu casa?.

—A ver, te explico… Es mi ex novia, me hizo mucho daño y bueno que se yo, está loca.

—¿Cuánto tiempo duraron juntas?.

—Casi dos años.

—¿¡QUÉ!? Dije casi infartada.

—Si, un año y 8 meses para ser exactas.

—Mierda, fue mucho tiempo. ¿Hace cuanto terminaron?.

—Ehmm, hace como un año.

—¿Y no se veían desde cuándo?.

—Unos seis meses.

—¿Por qué terminaron? Le pregunto.

—Ella fue… Muy… como explicártelo mejor…

—¿Zorra?. Interrumpí.

—Tu lo dijiste. Se rió.

—¿Por qué, que te hizo?.

—Me engaño innumerables de veces, pero como la quería tanto le perdone muchas infidelidades, además de eso la gota que derramo el vaso fue su embarazo.

—Ah, ¿Es bisexual?.

—Si, y quedo embarazada, por eso terminamos… Ni siquiera tuvo al bebe, obviamente lo aborto. Yo no estuve de acuerdo y bueno, terminamos.

—Fue lo mejor. Le dije.

—Por supuesto que sí. Afirmo con la cabeza.

—¿La sigues recordando, queriendo, extrañando?.

—Para nada, hace mucho que entendí que no me quiso de verdad. Todo fue por interés de su parte, ya sabes el dinero, esto y lo otro, yo me la pasaba comprándole ropa, llevándola a comer a restaurantes caros y esas cosas.

—Mierda, ¿Qué edad tiene?.

—Ahorita tiene 27.

—Parece mayor.

—Si, son tantas operaciones que les ha sacado a los viejos con plata con quienes se la pasa. Es muy puta. Añadió riéndose.

—¿Cómo te fue a gustar?.

—La misma pregunta me hice después de dejarla, una y otra vez… Créeme pero bueno, lo mejor es lo que pasa, ¿O no?.

—Sipi, tienes razón.

—Ahora sí, ¿Entendiste?.

—Si, lo que más me molesto no es el hecho de que sea tu ex, un ex es un ex. Lo que me molesto muchísimo es que le hayas dicho que yo era tu amiga.

—O sea, ¿Qué te presentara como mi amiga? Me dijo confundida .

—Si.

—Te juro, que pensé en que si decía que eras mi novia te ibas a molestar.

—Pero yo no soy tu novia.

—¡Exacto!.

—No sé, pero creo que era mejor decirle. Alexandra, ella es maya mi actual pareja ahora. ¿O qué, te avergüenzas de que sea mucho menor que tu?.

—Tú sabes que no es eso, es solo que no lo pensé en el momento ¡Ya! Quiéreme, perdóname.

—Si eres tonta. Le di un besito de piquito.

—Yo te quiero Maya. Mientras me acariciaba el cabello.

—Yo también te quiero a ti. ¡Prométeme algo!. Le digo entusiasmada.

—A ver, ¿Qué te prometo?. Me dice riendo.

—Que no me vas a hacer daño.

—No está en mis planes hacerte daño.

—Entonces promételo. Le sonreía de oreja a oreja.

—Está bien, te lo prometo. Me beso. —Vamos a mi casa. Me hacía pucheros.

—No me traje mis cosas y me da pereza bajar a buscarlas.

—¡Yo te las busco! ¿Y te vas conmigo si?. Hacía pucheros.

—Pero ahí esta Susy.

—Susy ya sabe ¿No? ¿Cuál es el problema?.

—Entonces ve. Me reía.

Ella se fue hasta la casa de Susy, toco la puerta y de lejos vi como Susy la saludo con cara de ¡Marico, un fantasma! Elena salió con mis cosas, se monto al carro y nos fuimos hasta su apartamento.

Llegamos, me instale de nuevo, la cocina ya estaba impecable esta mujer era una maquinita de limpieza, nos acostamos vimos televisión como una pareja normal, sin ningún problema, sin ninguna preocupación, solo éramos ella y yo, eran momentos mágicos juntas la verdad que si, estar con ella era magnifico.

Cuando hablamos en el carro se me abrió una incognia porque pues… No soy su novia ¿Pero por qué no se su novia? Digo… Ya venía a su casa, teníamos sexo, nos queríamos, nos estábamos conociendo, ¿Qué me faltaba? Como nuestra comunicación era genial, sin pelos en la lengua se lo pregunté.

—Elena… Lo dije despacio y pausado.

—¿Ujum?. Me mira.

—¿Te puedo hacer una pregunta?.

—Claro, dime nena. Mientras estaba en sus brazos.

—¿Qué me falta para ser tu novia?.

—Nada.

—¿Y por qué no somos novias?.

—No lo hemos hecho formal.

—¿Tenemos que formalizarlo, vas a cenar en casa de mis papás?. Me comienzo a reír.

—Si, claro… Voy a llegar allá y decir ¡Hola Soraya! ¿Cómo te va? Bueno, aquí traje un pan dulce, porque como soy novia de su hija, la única que tiene, la consentida, pues digo… Para colaborar en la casa. Nos empezamos a reír y deje la conversación hasta ahí.

No sé cómo pero en sus brazos me quede dormida, es que se sentía tan bien… Cuando me levante eran ya aproximadamente las 9 de la mañana, Elena ya no estaba en la cama y me levante asustada para buscarla.

—¿Elena?... Gritaba al vacio, no veía a nadie.

En eso se abre la puerta principal, yo corrí a mi escondite, la cocina, digo… Uno nunca sabe quién pueda venir por ahí.

—¿Mi amor?. Decía Elena mientras cargaba unas bolsas.

—¡Me asustaste! Ya te ayudo. Agarre una de las bolsas que tenía.

—¿Cómo amaneciste?. Mientras me daba un besito.

—Genial. Ponía la bolsa en la cocina. —¿Qué es? Le dije.

—Pues, algunas cositas que compre, salí a trotar y se me ocurrió comprar una que otra cosa.

—Con razón.

—¿Con razón que mi amor?.

—Tienes un cuerpo tan, hermoso provoca estar besándotelo a cada rato. Me reía provocándola.

—¿Si?.

—Mmm, si. Le digo mirándola.

—Eres muy lanzada, cochina. Me tira una de las bolsas que había desocupado.

—¿Lanzada?. Agarraba la bolsa muerta de la risa.

—Tengo que llevarte a tu casa.

—A, a. Error. A casa de Susy querrás decir nena.

—Eso, a casa de Susy vamos a desayunar cereal, te bañas y te llevo.

—Si, mamá. Me acercaba a darle un beso.

Exactamente eso hicimos, no… No hubo sexo ¿Qué? Ustedes siempre esperando sexo y pues no, la vida no es solo sexo mis amores. Comí cereal, me bañe, charlamos un rato y me dejo en casa de Susy, antes de bajarme por supuesto la bese unas cuantas beses, respectivos abrazos y así.

Pase unas dos horas más en casa de Susy, le termine de contar todo con detalles de todo, ella me decía que estaba mal que lo había pensado en la noche que Elena no era una buena persona, me tenía la vida gris con esa cosa metida en la cabeza, a pesar de todo lo que le conté a ella no le terminaba de sellar todo, pero así siempre ha sido Susy, viéndole siempre el lado negativo a las cosas es mi mejor amiga, ¿Qué se le va a hacer?.

Mi mamá fue a buscarme, muy atenta. Ya saben… Típicas preguntas de qué tal la pasé, cómo me fue, qué comí, y esas cosas. Cómo de casa de Susy a mi casa, era relativamente lejos, mi mami y yo hablamos de infinitas cosas, me comento que en 3 meses cuando me dieran las vacaciones de 15 días, íbamos a ir a la cabaña, ¿Qué creen? A ver, les ayudo a pensar. Las llaves de la cabaña, están en la casa, cabaña, yo… No se va a usar hasta dentro de 3 meses ¿Qué creen? Si… Al parecer se me estaba ocurriendo ir a “Casa de Susy” en un mes, para pasarla bien con Elena.

Llegamos a mi casa y bueno, los domingos son eternamente aburridos, arregle las cosas del colegio, mientras no dejaba de escribirme con Elena, le comente lo de la idea de las cabañas y le pareció genial, el plan estaba montado, tenía que pedirle a Susy de su ayuda y todo estaba perfecto.