Mucha policia, poca diversion?

Una policia comprueba en su primer dia que las cosas no siempre son como parecen.

Carla ya había casi aparcado el coche y seguía mirando constantemente por el retrovisor. Era su primer día y su primer detenido, los nervios y las ganas de no cometer errores la tenían en tensión. Laura, al lado, con unos años de experiencia estaba más tranquila e incluso sonriendo. Fue Laura la primera en salir del coche y, sonriendo, se dirigió a la puerta trasera para sacar al detenido.

El joven, bastante corpulento y de origen subsahariano había tenido la mala suerte de chocarse literalmente con las dos policías cuando corría con la manta llena de discos huyendo de otra patrulla. En circunstancias normales habrían dejado que fuesen los otros agentes, que eran los que habían iniciado la persecución los que se le hubiesen llevado pero en vista de que les quedaba poco para terminar la ronda y era el primer día de Carla habían optado por esa decisión. El hombre no se resistió y desde el momento en el que le esposaron se mostró bastante asustado,  lo único que repetía era “yo inocente, necesitar comer”. Seguramente el pobre diablo tuviese razón no quedándole más remedio que vender esos discos para comer.

Al entrar en la comisaria , bastante nueva, apenas si perdieron tiempo para dirigirse a las celdas situadas en la parte trasera. Había media docena y todas eran iguales, pequeñas, con una ventana con un cristal que permitía el paso de la luz. Una cama metálica enganchada en la pared y un aseo completaban el calabozo. Era pequeño pues allí la gente pasaba pocas horas. Laura curiosamente, escogió el último de ellos para meter al joven en lugar del primero, que habría sido lo normal al no haber nadie más detenido.

-Bueno Carla, vas a ver tu primer interrogatorio.- Dijo Laura mientras invitaba al joven a entrar en la celda.

-¿Habrá que avisar al abogado de oficio e iniciar el papeleo no?.

-Bueno, hoy es tu primer día y podemos relajar las formas.

En lugar de dejar al detenido y cerrar la celda como habría sido lo reglamentario Laura abrió las esposas y se las volvió a colocar, esta vez sujetando las manos por la espalda y enganchándole a uno de los barrotes de la puerta. EL joven, asustado, llevaba ya un rato que ni siquiera decía nada.

-¿Pero qué estás haciendo? De verdad, no entiendo nada.- Carla empezaba a pensar en la posibilidad de salir de allí y avisar a alguien aunque permanecía en la puerta de la celda.

-No te preocupes anda, este trabajo es bastante desagradable y no viene mal de vez en cuando darse algún capricho. Además, esto es, digamos… tu prueba para que te aceptemos como a una mas.- Laura sonreía mientras que se iba quitando el cinturón, muy pesado por la porra, la emisora, las esposas y el arma.

Antes de que Carla pudiese reaccionar entendió definitivamente el juego que se traía Laura, esta, sin ningún trámite comenzó a acariciar al joven africano en los muslos y el torso. Los ojos de este, asustados, se clavaron en Carla buscando ayuda pero esta le miraba con una mezcla de pánico y sorpresa. Seguía sin saber qué hacer y, a medida que pasaba el tiempo, cualquier salida a esa situación la comprometía a ella también. Cuando Laura se cansó de rozar a través de los pantalones del chándal y los bajó con bastante violencia Carla ya no sabía ni dónde mirar. Las manos de la policía recorrían de nuevo los muslos del joven que ahora solo tenía unos calzoncillos blancos, sencillos, de mercadillo sobre su oscura piel. No duraron mucho puestos y acabaron donde los pantalones mostrando el rabo del joven que a pesar de las caricias se encontraba fláccido. A pesar de eso Carla, que no podía evitar mirar, se sorprendió del grosor que tenía.

-No hay nada como un buen negro para esto, ¿no crees? -Laura, mientras acariciaba los huevos del chaval miraba a su compañera.

-No se…-No era capaz ni de articular una respuesta.

-En 10 minutos lo sabrás.

Tras decir esto, Laura, con un aspecto juvenil y unos kilos de más intensifico las caricias. Con su mano izquierda se dedicó a manosear los huevos del joven que no sabía ni dónde mirar ni que hacer, en su situación era difícil cualquier acción. Con la mano derecha se dedicó a recorrer el rabo a lo largo que, ahora sí, empezaba a reaccionar.  Laura se acercó lo suficiente para deslizar saliva sobre la polla y ayudarse al acariciarla. El tacto con la saliva y el masaje terminaron de despertar al chaval que difícilmente podía disimular que le estaba gustando. La polla, ya erecta, era muy gorda, quizá no demasiado larga para tal grosor pero sin duda era más grande que ninguna que había visto Carla en su vida. Iba a ser verdad el mito de los negros.

Finalmente Laura se arrodillo frente a él y dejo de tocarle para abrirse la camiseta. Mostro sus pechos, bastante grandes aunque ayudados por un sujetador que levantaba bastante, de color rojo y bastante incómodo. Carla se acordó del suyo, deportivo y ligero pensando en que el trabajo requería más comodidad que coquetería.  Una vez se hubo abierto la camiseta se froto la polla en las tetas unos segundos antes de empezar a chuparla. A pesar de lo gorda que era no tuvo problemas en engullirla con bastante facilidad, apretaba la boca hasta no poder más llegando a tragársela casi entera mientras que con una mano se apretaba las tetas con bastante violencia. Un par de ocasiones saco el rabo de la boca y lo escupió para después frotarse con él y volver a engullirlo llenándose toda la cara de su propia saliva. El joven miraba hacia abajo aun con miedo pero sin duda empezando a disfrutar. Desde luego ver a una mujer comportandose de esa manera, haciendole una mamada tan sucia era una sensación capaz de hacerle olvidar la tensión de su detencioó.

-Te toca a ti.- Dijo Laura tras sacársela de nuevo de la boca y quedarse allí, arrodillada acariciando suavemente el enorme rabo.

-Que no…

-Es tu primer día y tienes que hacerlo, es la tradición, además tonta, mira que cosa más maja… -Seguía jugando con la polla.

Se le pasarón por la cabeza sus años de academia, los problemas con su familia cuando dijo que se hacía policía, el novio que la dejo por tener que cambiar de domicilio… se mezcló todo y finalmente decidió que se iba a dar un homenaje. Se acercó al joven y antes de plantarse en cuclillas frente a él le beso en la boca a lo que el joven respondió con más vergüenza que placer.

Una vez situada delante de él dedico unos segundos a pasar la mano por toda la polla del chaval, mas por quitar la saliva de Laura que lo llenaba todo que por gusto. Una vez la tuvo casi seca comenzó a lamer el capullo como si fuese un helado. Un par de veces con la punta de la lengua y después apretando y dejando incluso más saliva que su compañera. Planto las manos en las nalgas del chaval y, como su compañera, pudo engullir semejante polla aunque con bastante esfuerzo. Era muy gorda pero joder, que placer daba tener algo así. Durante unos minutos repitió el movimiento de metersela hasta el fondo una una intensidad que jamás habia tenido al hacer mamadas. Las había hecho muchas veces pero una polla que no le cabía entera en la boca nunca la había tenido y la disfrutaba, joder, como la disfrutaba. Cuanto mas apretaba y mas se llenaba la boca, hasta la garganta, mas gozaba. Se sobresaltó cuando noto las manos de su compañera, desde detrás, que comenzaron a desabrocharla la camiseta y a sobarla las tetas. Lauraa debía notar los duros pezones que tenía a través del fino sostén. Siguió unos minutos y, por los gestos del chaval comprendió que debía frenar o este se correría irremediablemente. Cuando dejo de chupar fue Laura la que se acercó por el lado y la comenzó a besar. El beso, su primer beso con una mujer le supo a pura lujuria con la mezcla de salivas y fluidos.

-Le tendremos que desatar, ¿no crees?

-Sí, pero le dejamos esposado.- Carla quería seguir teniendo la situación de poder.

Le desengancharon de los barrotes pero le mantuvieron esposado, eso sí, esta vez con las esposas delante. Laura se terminó de quitar la ropa, sentándose en la cama abierta de piernas y Carla se sorprendió de que llevase el coño totalmente peludo, al natural. Era raro en una mujer de esa edad no cuidar esa parte de la higiene. Contrastaba con el suyo, que aún no había mostrado y que en ese momento llevaba perfectamente recortado. Al joven el detalle no pareció importarle y siguiendo las instrucciones de la policía comenzó a chuparle el coño con más pasión que habilidad. Los grandes labios del hombre recorrían la raja sin mucho tino y solo llegando al clítoris por accidente. Carla, mera espectadora comenzó también a quitarse la ropa que le quedaba. Se sentó al lado de su compañera y fue ella la que la beso esta vez, acompañando los besos con caricias en su propio coño, bastante jugoso en ese momento. Desde luego su habilidad con las manos era muy superior a la del hombre con su compañera y fruto de eso se acabó corriendo mientras el negro seguía intentando, en vano, hacer gozar a Laura mas entretenida besando a Carla que en lo que sucedía entre sus piernas.

Carla, ya totalmente desinhibida y cargada de confianza se colocó en la cama, a cuatro patas e indicó al joven que le tocaba a ella. El coño se mostraba al africano que desde su posición tenia a ambas jóvenes a su disposición. Laura no hizo nada para que siguiese con ella y le dejo irse con su compañera. El joven, con las esposas, coloco la enorme polla en la raja de la chica y después de unos segundos de duda empezó a empujar despacio. Para Carla fue una sensación diferente a todo lo anterior. Se juntaba la situación, el control que tenía, el lugar y sobre todo la enorme polla negra que la llenaba cada centímetro con una brutalidad dolorosa. Llegaba, en esa postura, al fondo de su vagina provocándola una molestia que trataba de aguantar pues el placer de sentir una polla tan grande era algo a lo que no quería renunciar. Laura, por su parte, se dedicó a acariciar los huevos del joven y a enfilar la polla en los momentos en los que la sacaba del todo. Su otra mano, al igual que había hecho Carla hacia unos minutos se dedicaba a rematar el orgasmo que la torpe comida de coño no había conseguido.

Carla seguía aguantando las embestidas del africano que comenzaba a notar el esfuerzo y su orgasmo se acercaba. Ella también sentía que se iba a correr y ayudo al joven moviendo violentamente sus nalgas contra él. Desgraciadamente para ella Laura, al lado, no permitió que ninguno de los dos se corriesen y separo al chaval para poder sentirle ella dentro también.

-¿Dónde vais? Yo también quiero.- Dijo Laura.

Se tumbó boca arriba, en la cama e incito al hombre a follársela. Se colocó sobre ella para metérsela. Le costó bastante, el juego con los dedos y el orgasmo habían dejado a Laura bastante sensible y con los labios hinchados y la enorme polla apenas si se podía abrir paso. Cuando lo consiguió la joven se tuvo que tapar la boca para que nadie, fuera, escuchase sus gritos. Estuvo unos minutos así, recibiendo embestidas hasta que Carla quiso más de nuevo. Esta vez se conformó con ponerse el lado de ellos y chuparle la polla la chaval entre penetración y penetración a Laura. Estaba recostada sobre ella, con la cabeza en su vientre y con su mano en la polla de el le dirigía arriba, a su boca o abajo, al coño de ella. Laura, disfrutando del juego, la tenía sujeta del pelo y cuando la polla entraba hasta el fondo le daba tirones involuntariamente, provocados por la mezcla de dolor y placer.

La cara del joven que Carla veía perfectamente fue el indicativo de que se acababa. Saco la polla del joven del coño de su compañera y se lo dirigió a la boca donde se la trago con violencia, hasta el fondo provocando el orgasmo del hombre. El borbotón era más de lo que se había imaginado y, en contra de su voluntad, no pudo retenerlo y tragarlo. El chorro acabo repartido entre su boca, su cara y lo que cayó en el coño de su amiga. Termino de lamer lo que se había quedado en el capullo del chaval que, con el rabo sensible, acabo reculando ante el deseo de Carla que habría seguido chupando más.

Cuando ambas recuperaron la calma pasados unos segundos se empezaron a levantar, despacio.

-Bueno Carla, has pasado la prueba, ya eres una más. ¿Qué hacemos con este?

-Yo creo que podemos dejarle en libertad, al fin y al cabo tengo la sensación de que si le volvemos a ver no tendremos problemas en volver a detenerle.