Mucha jaula para tan poco pajarillo (2ª parte).
Un joven muy bien dotado, después de follarse al monitor del gym se folla a su novia.
MUCHA JAULA PARA TAN POCO PAJARILLO (parte 2).
Para los que no hayáis leído la primera parte del relato, os dejo el enlace: http://www.todorelatos.com/relato/121892/ .
No me gusta ser engreído, pero tenía a Miguel a mi merced. Cuando iba al gym, dejaba lo que estuviera haciendo para prestarme toda su atención.
Me llamaba muchas veces por teléfono para que fuera a su casa. Lo hacía cuando Álex, su novia, estaba trabajando y coincidía que yo también podía ir, pero casi siempre me lo follaba una vez a la semana.
Un día, mientras me lo follaba le pregunté: ¿cómo tiene las tetas Alex?, ¿son grandes?: Ohhh; contestó entre jadeos Miguel: si, son muy grandes.
Y ¿Cómo tiene el coñito?, ¿lo tiene apretadito y peludito?.
Mmmmm; lo tiene muy apretadito y rasuradito; contestó Miguel.
Cogí un cuadro con una fotografía de Alex que había encima de la mesita, junto a la cama y, mirándola le dije a Miguel: está muy buen tu novia. ¿No te gustaría que hiciéramos un trío?. Seguro que a tu novia le gustaría tener mi gran polla dentro de su coñito como a ti te gusta tenerla un tu culito; le dije.
Sus jadeos eran cada vez más fuertes síntoma evidente de que en breve se iba a correr. Córrete perra; le dije. Siiii; me corro; ohhhhhh; dijo Miguel.
Le saqué la polla y le dije que me pajeara hasta que me corrí en su cara.
Luego nos tumbamos en la cama: me gustaba apoyar la cabeza sobre su musculado pecho: a su lado era insignificante. Jugaba con su pollita que, tras la corrida permanecía fláccida.
¿Haces disfrutar a tu novia con esta cosita?; le pregunté. Creo que si; nunca se ha quejado.
¿Y crees que una polla como la mía le gustaría más?; le dije. A ella no lo sé; pero a mi me vuelves loco de placer; me dijo Miguel.
Y a mi me gusta follarte; con toda esa jaula que tienes por cuerpo y tu pequeño pajarillo, cuando te follo me siento superior a ti.
Jejejejjeje; rió Miguel. Y lo eres chiquitín; cuando me follas eres mi dueño.
Pasaron unos días, cuando Miguel me dijo que quería invitarme a cenar a su casa; que también estaría Álex. Quería que la conociese.
Acepté encantado; yo también tenía ganas de conocerla.
Quedamos un día a una hora en concreto; llegué un poco antes de la hora indicada y, al llamar al telefonillo me contestó una chica preguntando: ¿quién es?: soy Alonso, le dije: el amigo de Miguel.
Sube; me contestó.
Al llegar a la puerta de su domicilio me estaban esperando Miguel y Álex; Miguel me dio la mano saludándome al tiempo que me presentaba a su novia; le di dos besos.
Así que tu eres el famoso Alonso; me dijo Álex: Miguel me ha hablado mucho de ti.
Jejejjejje; no se que te habrá contado pero debe ser todo mentira; le dije bromeando.
He traído una botella de vino, dije.
Mmm; gracias. Me encanta el vino; dijo Álex. Vamos a abrirla a ver que tal está.
Me fijé en ella a medida que iba andando hacia la cocina; iba vestida con una jersey fino cuyo generoso escote mostraba unas tetas deliciosas; y un pantalón tejano que marcaba perfectamente las curvas de su culito.
La cena estuvo buenísima y, además de la botella de vino que yo traje, nos bebimos dos más; así que la velada transcurrió entre risas y bromas.
Álex me resultó de lo más simpática; e imaginando lo que Miguel me había dicho sobre su coñito y sus grandes tetas me ponía cachondísimo.
Así fue como comenzamos nuestra amistad; cada vez tenía mas ganas de ver a Álex y menos a Miguel; éste me llamaba muchas veces para que me lo follase, sin embargo buscaba siempre mil excusas para no verle.
Por cuestiones laborales me cambiaron el turno de trabajo; debería ir a trabajar por las tardes.
Casi me alegre de que lo hicieran, así evitaría ver a Miguel en el gym, ya que él sólo iba a trabajar por las tardes.
No me gustaba en absoluto levantarme por las mañana temprano e ir a entrenar, pero la verdad es que había progresado bastante y no quería perder lo que había ganado; además me animaba saber que Álex iba muchas mañanas a las clases de spinning y podría coincidir con ella.
Y así fue; coincidí con ella bastantes veces. Siempre que lo hacíamos hablábamos y reíamos.
Como a mi me iba de paso pasar por su casa, muchas veces pasaba a por ella e íbamos paseando hasta el gym y, en muchas ocasiones la esperaba y regresábamos también juntos al acabar.
¿Tienes tiempo de tomar un café?; me dijo Álex un día al salir del gimnasio. Claro; le contesté.
Entramos en un bar que hay delante del gym; nos sentamos y pedimos sendos cafés.
Quería comentarte una cosa; me dijo Álex: es sobre Miguel..
Dime Álex; le dije: ¿le ha pasado algo?.
No exactamente; verás; dijo; es que últimamente tengo la sensación de que nuestra relación no va como debiera.
¿A qué te refieres?; le dije.
Creo que Miguel ha dejado de estar enamorado de mí o que tiene a otra chica; me dijo.
¿Porqué dices eso Álex?; pregunté.
Me da un poco de vergüenza decírtelo; contestó.
Venga; no seas tonta; somos amigos ¿no?; le dije.
Pues verás; dijo. Desde hace bastante tiempo que Miguel no me toca, no me besa, no hacemos el amor. Nunca ha sido un chico especialmente fogoso. Pero últimamente nada de nada: ¿tu sabes si está con otra chica?.
Te aseguro que no tiene otra chica Álex; le dije. Quizás lleva una temporada cansado y le apetece menos.
Pero es que llevamos así dos meses Alonso; me dijo Álex.
No se que decirte Álex; contesté. Eres una chica preciosa. No entiendo porqué te ignora Miguel.
¿Crees realmente que soy una chica preciosa o lo dices para animarme?: me preguntó.
Te lo digo como lo pienso; te aseguro que si fueras mi novia haría el amor contigo todos los días; le dije.
Entonces Álex alargó su mano y cogió la mía diciéndome: eres un encanto Alonso. Miró la hora y dijo; uffff; se me ha hecho tarde. Había quedado con mi madre y llego tarde: tengo que marcharme.
Me levanté para pagar la consumición sin darme cuenta de que, con la conversación que habíamos tenido la polla se me había puesto durísima, formando un enorme bulto en el pantalón de chándal que, evidentemente no pasó desapercibido por Álex.
Me miró con cara de asombro y, señalando el bulto me dijo: ¿y eso?.
Ufff; lo siento; le dije. No he podido evitarlo.
No te disculpes; me alegro de que te tu “hermanito” se haya puesto tan contento; me dijo con una sonrisa.
Se acercó para darme dos besos en las mejillas y despedirse, no sin antes decirme; llámame para quedar e ir al gym la semana que viene y cuida de tu “hermanito”.
Salí del bar tapándome la entrepierna con la mochila que llevo cuando voy a entrenar al gimnasio y, al rato, cuando bajó la erección volví a colgármela en la espalda.
Al llegar a mi casa lo primero que hice fue desnudarme, tumbarme en la cama y hacerme una soberana paja pensando en Álex. Mmmmm; me corrí abundantemente derramando mi lechita por encima de mi vientre.
A los dos días me llamó al teléfono Álex, para decirme que pasara a por ella si tenía intención de ir al gimnasio por la tarde. Claro que sí; le dije: sobre las 18:00 paso por tu casa y nos vamos juntos.
Legué a su casa un poquito antes de las 18:00, así que llamé al telefonillo del portal para decirle que le esperaba. Me contestó diciéndome; sube Alonso: estoy terminando de vestirme.
Al llegar a su casa vi que la puerta estaba entreabierta. ¿Álex?; le dije entrando quedamente.
Salgo enseguida Alonso; me contestó. Estoy en el cuarto de baño.
Cuando salió me quede atónito. Vestía unas mallas de lycra ajustadísimas hasta medio muslo y, en la parte de arriba un top que apenas cubrían sus grandes tetas.
¿Crees que si voy así al gym iré muy provocativa?; me preguntó.
Pues la verdad Álex; le dije: es imposible no llamar la atención.
Uffff. Estaba tremendísima. Se le marcaba en la lycra la rajita del coñito bien dibujada. Un culito redondo y respingón que seguro estaba durísimo; y unas tetas ufffffffff; grandes y naturales con dos pezonazos que se le marcaban a través el top.
¿No te gusta?; me preguntó. Porque a tu “hermanito” debe gustarle mucho; me dijo mirando fijamente a mi entrepierna.
Se acercó hacia mi susurrándome al oído; no he dejado de pensar en ti desde el último día que estuvimos tomando un café en el bar: preguntándome cómo de grande ha de ser eso que escondes tras los pantalones.
Su mano empezó a sobarme la polla por encima del pantalón al tiempo que me decía;¡¡¡ wauuuuuuu nene; que grande!!!; vamos a ver que tenemos por aquí.
Y sin pedir permiso empezó lentamente a bajarme los pantalones y el slip. Mi empalmadísimo pollón al verse liberado de las prendas de vestir, salió hacia arriba como un resorte.
Álex se separó un poquito de mi se quedó mirando mi polla con cara de asombro, con los ojos y la boca abiertos como platos no dando crédito a lo que veía exclamando ¡ohhhh Dios mio!¡ es enorme!¡no había visto nunca nada parecido!; y la tienes durísima.
Me la cogió con su manita para iniciar una lenta y suave paja. ¡Que gorda la tienes nene!; me dijo; apenas puedo abarcarla con mi mano.
Yo tampoco perdía el tiempo; le levanté el top para que salieran a paseo sus dos grandes tetazas; eran realmente colosales, coronadas por unas aureolas morenas y dos pezones que estaban pidiendo a gritos que los chupara. Me agaché y me puse a chuparlos como un loco. La teta que no lamía mi boca la acariciaba mi mano. Una de ellas, porque la otra inició un descenso hacia su rajita. La metí por debajo de la lycra y empecé a masajearle el coñito; estaba todo mojadito, suave, lo notaba completamente rasurado. Álex aceleraba sus gemidos y, cuando metí dos deditos en su coño y empecé a follarla con ellos los gemidos se convirtieron en grititos.
Paré un momento para desnudarla; la contemplé durante un instante diciéndole: te voy a follar como no te han follado en tu vida, pero primero quiero me chupes la polla.
Fuimos al dormitorio y nos tumbamos en la cama para estar más cómodos: yo boca arriba y ella entre mis piernas. Se metió mi polla en la boca, o mejor dicho, lo que pudo de ella, porque sólo pudo meterse algo más de la mitad de mis 24 centímetros. De vez en cuando paraba de mamarla y me pajeaba con ambas manos. Estuvo unos diez minutos haciéndome eso, hasta que le dije que parase y se tumbara ella en la cama.
Me arrodillé entre sus piernas, me incliné y de nuevo le chupé las tetas, los pezoncitos; alternaba de una teta a la otra; a veces dejaba de chupárselas y se las masajeaba con las manos, entreteniéndome con sus duros pezones. No paraba de gemir.
Bajé hasta su entrepierna para comerle el coñito y, para tenerlo más ofrecido le dije que se cogiera las piernas por los muslos y las levantara hacia su pecho. Uffffff; el sabor de su chochito era delicioso y su clito estaba tan inflamado que sobresalía de sus labios vaginales. Lo chupaba con la lengua y de vez en cuando lo succionaba con mis labios.
¡Me voy a correr!; me dijo Álex; sigue Alonso, no pares. Pero yo no quería que se corriera así. Quería que se corriera con mi polla dentro de su coñito. Así que deje de comérselo.
No preciosa, todavía no te vas a correr; le dije yo.
Me incorporé volviéndome a arrodillarme entres su piernas. Me cogí la polla y se la puse en la entrada de su humedecido coñito frotando con mi capullo su hinchado clítoris arriba y abajo. ¡Fóllame Alonso, fóllame! Decía sin parar Álex; ¡méteme tu enorme polla; quiero sentirla dentro de mi coño!.
¿Quieres que te folle mi amor?¿quieres saber lo que se siente cuando te folla una polla como la mia?, le pregunté.
Mmmmm si; jadeaba Álex; si quiero.
He visto a Miguel desnudo muchas veces en los vestuarios y en las duchas y su pollita es como la de un niño pequeño; le dije. ¿Te satisfacía con su pequeña verguita?.
Voy a follarte como te mereces princesa; vas a saber lo que es un macho de verdad.
Con un suave movimiento de caderas empecé muy lentamente a follármela; muy poco a poco. No quería hacerle daño; su coñito, acostumbrado a la mini polla de Miguel, estaba tan estrechito que era como follármela por primera vez, como si la estuviera desvirgando.
A medida que se la iba metiendo más, de vez en cuando paraba para que se habituara al nuevo huésped, volviendo con delicadeza a reiniciar el mete saca.
Los gritos de placer de Álex eran tan subidos de todo, que era imposible que no los oyeran los vecinos.
¡Me estás matando Alonso!; me decía Álex; me estás matando de placer con tu polla; no me puedo aguantar; voy a correrme, me estoy corriendo; mmmmmmm.
Apenas estuve follándola tres minutos y se corrió como una condenada llorando, literalmente, de placer.
Yo seguía con la polla tiesa, pero viéndola llorar me asusté.
¿Qué te pasa Álex?; ¿te he hecho daño?; le pregunté pensando que a lo mejor le había podido lastimar con mi polla.
Me abrazó y empezó a besarme; no eran besos lujuriosos. Eran besos de cariño en mi cara, mis labios, mi cuello, mi pecho.
Nunca había sentido lo que he sentido hoy contigo; me dijo.
No podía imaginar que se pudiera disfrutar tanto del sexo.
Ha sido la experiencia más placentera de mi vida. Y susurrándome al oído me dijo: te quiero.
Yo no dije nada; tan sólo aproximé mis labios a los suyos y empecé a besarla con lengua. A acariciar sus grandes tetas y su sonrojado chochito; nuevamente se escapaban de la boca de Álex entrecortados gemidos.
Dejé de besarla; me separé unos centímetros de ella y señalando mi dura polla le dije; vamos a tener que hacer algo con mi “hermanito”; no podemos dejarla así.
Estuve follándomela toda la noche, haciendo que se corriera siete veces; sí. Siete veces. Yo, en seis horas, tan sólo me corrí cuatro.
A partir de ese día nuestra relación se hizo más y más intensa.
Por supuesto, al poco de follármela le dijo a Miguel que estábamos saliendo juntos y, que quería dejarlo con él.
Yo no lo sabía, pero la casa donde tantas veces me había follado a su exnovio, era de Álex.
Me fui a vivir con ella a su casa y estamos viviendo juntos desde hace tres meses.
Nunca le he contado a Álex nada de la relación que tuve con Miguel, ni he vuelto a saber nada de él desde que empezamos Álex y yo a salir.
Espero que os haya gustado.
Un saludo.