Mucha carne para dos huevos
Por fín había logrado llevarse a su bella Comadre hasta ese selecto Motel, ignorando ambos, las sorpresas que le depararía esa enigmática noche.
MUCHA CARNE PARA DOS HUEVOS . Melissa
NOTA: A mis lectores antiguos mis disculpas por haberlos privados del capitulo final de las dos versiones de "No deseéis a la mujer de tu prójimo" (Confesiones 04/09/2004) los que se encuentran aún en mi listado como autora ¡ pínchenme! en la Web.
A mis críticos mis respetos sinceros, por defraudarles, pero este es mi estilo.
A mis regalones y regalonas . sigan deleitándose y encendiéndose con mis relatos.
Después de aquella erotizante experiencia que tuvo Alfredo, en casa de su Compadre Carlos esa noche de copas, esa tremenda erección que tuvo al ver sobre la cama, dormida y desnuda a su apetecible Comadre Irene, y esa audacia irrefrenable vivida tras esa visión que le hizo bloquear su cerebro de lujuria, más todos los comentarios sobre la conducta sexual de la bella mujer, de boca del propio marido, el pobre hombre quedó marcando "ocupado", así de simple y en directo: No se la podía sacar de su cabecita, la veía a cada momento y en todos lados y la imaginaba de mil maneras haciendo vibrar a los hombres con todas esas exuberancias físicas armoniosamente distribuidas en ese joven cuerpo moreno de mujer, que valía su peso en oro.
Su apariencia joven aún pese a que estaba alcanzando los 45 años, para Alfredo era un desafío muy grande a la fidelidad que siempre había tratado de mantener frente a su propia esposa, no negaba que se le iban sus miradas inquisidoras, cuando encontraba a una mujer atractiva y sensualmente llamativa a sus deseos, pero del hecho a la acción, siempre ponía la barrera de ser fiel a su buena mujer, con quien compartía ya 20 años de feliz matrimonio. Sin negar que siempre le atraía de sobremanera su Comadre Irene, (35) aunque se resistía a dar un paso hacia esa dirección y solo se entretenía observándola de pie a cabeza, en cada oportunidad que compartían lazos de amistad en matrimonio.
Innumerables veces mientras hacia el amor con su mujer, se imaginaba estar haciéndolo con Irene, especialmente después de esa gloriosa noche en que acompañó a su buen compadre hasta su casa.
Pero ahora, su vida había experimentado un vuelco inesperado, que tal como lo hemos apreciado, las bondades físicas de su apreciada Comadre, lo tenían desencajado y su único pensamiento rondaba en como asediarla y conquistarla, para consumar su efervescente apetito sexual con tan apetecible hembra. Dispuesto a todo, inicio un día su acoso hacia Irene, con llamados telefónicos, con encuentros furtivos y finalmente con invitaciones a cenar en algún íntimo restauran, donde empezó a aflorar rápidamente la fuerte atracción tanto física como mental. Desde ahí al paso dado por la pareja, hubo tan sólo un empujoncillo:
Esa noche la ardiente Irene se sentía como en otra galaxia, se negaba a pensar en nada más que vivir el momento excitante en que estaba participando. Más los tragos consumidos en ese romántico lugar, la mantenían en un estado especial de calentura. El hombre quemó todas sus naves en atenciones, adulaciones y agasajos hacia ella, bailaron a media luz al compás de una cadenciosa música adhoc. Por tanto esa noche no podía culminar en otra parte que no fuera al interior de una adornada pieza de un exclusivo Motel.
El hombre que las oficiaba como de receptor de las parejas se apresuró en acudir a abrir la puerta del lado de ella, instintivamente puso sus ojos en la mujer que al bajar del auto fue generosa en mostrar sus hermosos muslos, rozados y palpitantes a la vista del joven, quien quedó deslumbrado con las bondades físicas de ella, su sensualidad, coquetería y belleza latina, la hacían doblemente apetecible.
Irene caminó unos pasos por un pasillo y esperó a Alfredo que entregaba las llaves del coche a otro joven encargado de aparcar los vehículos, pero antes de proseguir al encuentro de su amada, se detuvo un instante para hacerle una consulta al recepcionista, quien por su aspecto varonil, se mostraba como un hombre interesante, he impertérrito seguía observando el ondular de caderas de la sensual mujer.
¿Que pasa mi amigo? ---le dijo Alfredo, ---algo molesto --- quien no representaba más de 24 años --- ¿No has visto nunca a una mujer entrando aquí o eres nuevo en el oficio?
Mujeres veo a cada momento Don Alfredo, pero que quiere que le diga --- con una mujer como esa a, cualquiera se le va la vista --- perdóneme Ud., pero lo felicito por su suerte.
¿Cómo que Don Alfredo? ---- ¿Me conoces acaso?
Bueno mi padre es Don Julio, el dueño del taller mecánico, que le ve el auto en la calle Los Guindos, allí cerca de su casa. Ahí mismo donde lleva el auto su compadre Don Carlos, el marido de la Señora Irene.
Alfredo sorprendido, no supo como reaccionar frente al descubrimiento de su identidad y sólo atino a decirle ---espera aquí, que vuelvo para que aclaremos algunas cosas --- ¿Está bien?
¡Pero Don Alfredo! Por favor escuche--- Para su tranquilidad le quiero aclarar que yo aquí soy una tumba, valla tranquilo --- ¿me entiende? --- claro que he . Dejó la interrogante en el aire.
Alfredo, algo preocupado caminó unos pasos hasta el lugar que le esperaba Irene , mientras se juramentaba en el trayecto, que por ningún motivo dejaría escapar esta tremenda oportunidad que le ofrecía su rica Comadre, de hacer realidad su fantasía y darse la oportunidad de gozar en plenitud a una mujer tan largamente deseada por él.
Irene, mi amor --- se ha presentado un inconveniente.
¿Que pasa Alfredo?
La persona que nos recibió nos conoce a ambos, a mi mujer y también a tu marido.
¿Y cómo?--- Preguntó Irene, muy extrañada por lo que le informaba Alfredo.
Dice ser el hijo de Don Julio, el dueño del taller mecánico de la calle Los Guindos.
¡Santo Dios! --- exclamó Irene --- tratando de aclarar las ideas en su fantasiosa cabecita y tratando de dominar este impase no previsto --- Bueno --- exclamó --- no lo dejes esperando ahí mi amor ----- yo te podría decir que nos fuéramos de inmediato, pero ya nos descubrió, por tanto dile que estacionen el automóvil y que luego aclararas todo esto partiendo de la base que es un mal entendido.
Eso fue lo que le dispuse ---manifestó el atribulado Alfredo --- haciéndole señas con la mano al otro joven para que moviera el vehículo de la entrada.
Luego ambos ingresaron a la habitación donde el ambiente era muy grato y relajador. Una amplia y cómoda cama ocupaba gran parte del habitáculo, todo era un prolijo ordenamiento, respirándose un buen aroma, una sala de baño cubierto de una hermosa cerámica relucía como en el mejor de los hoteles de cinco estrellas. Sobre una mesa ya había una botella de champagne enfriándose dentro de una fuente de cristal, dos finas copas alargadas y un platillo con elementos a degustar, en el frigobar bebidas, jugos, ensaladas de fruta, etc. Pero a los recién llegados no le preocupaba nada de eso por el momento y ambos se limitaron a sentarse junto a la mesa para ponerse de acuerdo como iban a solucionar el imprevisto que les estaba aguando la fiesta.
No me vas a creer --- habló ahora Irene algo nerviosa --- ni siquiera me había dado cuenta del tipo ese, ya que no quise darle la cara al entrar, aunque debo confesarte que su voz me estremeció al escucharle, pero nunca me imaginé que fuera precisamente él quien se desempeñe en un lugar como este.
¿Pero tu le conoces bien?--- pues él te ubica perfectamente --- Lo que es yo, no lo conozco --- agregó acongojado por el traspiés Alfredo.
Sírveme un trago de lo que sea --- dijo ella --- y pásame un cigarrillo que esta situación también me ha dejado preocupada, pues no confío para nada en él y es más, estoy casi segura que de ello ya está pensando en sacar algún dividendo a su favor, por lo que debemos pensar rápidamente cómo lo vamos a enfrentar y después pensamos en lo nuestro.
Aunque de todas formas podríamos ir a otro lugar --- replicó Alfredo.
¡Pero tontito! --- ya te expliqué, si es lo mismo, él ya nos vio y sabe de nuestras intenciones, si se lo propone hablará igual o querrá sacar partido para sus haberes de todo esto.
Pero aclárame una cosa por favor Irene --- a ti --- el tipo al parecer te conoce bien y para ti tampoco el muchacho este es un extraño. ---¿Hay algo más que deba saber?
¿Te hizo algún comentario de mí?
Mira me dijo conocernos a los dos y a nuestras parejas, y aunque no hizo otros comentarios, desde que te bajaste del auto te desnudó con los ojos y en forma descarada te siguió con la vista, por tal razón le llamé la atención por su descaro, argumentando que no podía impedirle quitar la vista de una mujer tan monumental como parecías tu.
Ella rió de buenas ganas pues ese comentario ya lo había escuchado en otras oportunidades acompañando a su marido. Una vez calmada la situación y ambos sentados sobre la rica cama, ella le dijo a Alfredo --- Mira, te voy hacer un comentario sólo para los dos en relación a este personaje --- por favor no lo tomes a mal --- pero las cosas suceden porque tienen que suceder --- hablaba con naturalidad, mientras se soltaba su frondosa y brillante cabellera color castaño claro y él observaba su iluminado y hermoso rostro, con esos labios llenos de sensualidad y unos ojos de dulce mirar. Su falda algo subida dejaba ver dos relucientes piernas que tomaban una postura soberbia sentada sobre la cama.
Lo que sucede --- dijo finalmente Irene --- mientras sorbía una helada copa de burbujeante champagne, este tipo es un vividor y manipulador, se cree galán de cine y sabe explotar muy bien su estampa y su físico y ahora me doy cuenta que este oficio que aquí desempeña, le da ciertos poderes al manejar información totalmente confidencial, que seguramente explota a su arbitrio y le permite ponerla en acción al servicio de sus oscuros deseos sexuales e intereses.
Todavía sigo sin entender nada --- dijo impaciente Alfredo --- mientras tomaba las suaves y cálidas manos de Irene, iniciando así una velada que le resultaría, llena de encantos y sorpresas.
Le conozco --- le repitió Irene --- pero no tenía idea que trabajaba en esto. El se llama Ulises y es nada menos que sobrino de mi amiga Liliana, que a su vez es la mujer de Raúl, el hermano mayor de mi marido y desde hace algún tiempo, es su apetecido amante y según ella, es lo mejor que ha encontrado para la cama, en todas sus infidelidades con el carnudo de mi cuñado.
.
¡Lily! --- ¿La rubia, esa parecida físicamente a ti y que conduce un deportivo rojo, y que a su vez he sabido es prima tuya?
La misma, de quien tu me hablas con tanto asombro, ella con el tiempo se ha convertido en mi mejor amiga, pero eso de prima, es sólo una forma de decir no pasa nada, nosotras cuando andamos juntas nos hacemos pasar por primas, entre nosotras no hay secreto, ni de cama ni de nada, es por eso que te puedo decir que Ulises, este muchacho es quien la desahoga de sus imparables deseos de sexo. Ella me cuenta todo con lujo de detalles, lo que sucede entre ambos, pero que no es más que calentura y sexo.
¿Y a ti que te sucede al escucharla en esos relatos?
Imagínate, me deja excitada y caliente como el gran diablo y te confieso que en esos momentos daría cualquier cosa por quitárselo y tenerlo sobre mí penetrándome como un loco ¿Te imaginas?
Esto se va tornando muy interesante --- exclamaba Alfredo --- mientras iniciaba caricias hacia los suaves muslos de ella. No me digas que a ti también te llevó a la cama.
¡No! --- Por favor --- respondió apresurada Irene --- como te digo, deseos no me han faltado, pero han sido sólo fantasías, ya que no quiero tener problemas con mi amiga. Aunque él vive acosándome con insinuaciones cada vez más audaces. Un día lleve mi carro al taller de su padre y por las tardes sabiendo que me encuentro a solas en casa me llamaba con la intención de informarme sobre el estado de la mantención, pero lentamente nos íbamos sumergiendo en su relación con mi amiga, para después pasar a la carga confesándome sobre la tremenda atracción sexual que yo le producía. Normalmente lo escuchaba tendida en la cama y muy ligera de ropas, lo que me producía también una gran excitación especialmente cuando yo le preguntaba de como le gustaría verme, a lo que respondía:
Así, tal cual estás ahora sobre tu cama, te desnudaría completita y acariciaría todo tu rico cuerpo haciéndote gemir de lujurias y deseos de penetración. Abriría tus esplendorosos muslos y con la punta de mi hermoso pene rozaría tu clítoris hasta hacerte pedirme a gritos que te penetrara hasta los más profundo de tu ser.
¿Y tú que hacías? --- ¿Que le respondías?--- interrogaba ansioso y con una visible excitación Alfredo, mientras sus diestras manos palpaban la rica zona genital de la mujer.
¡OH! --- ¡Por favor Alfredo! --- no me pidas más explicaciones, pues ello me excita mucho y ahora sólo quiero estar contigo.
Por favor sólo lo último --- manifestaba el hombre --- que continuaba extasiado recorriendo la suave piel de Irene.
Bueno --- continuo ella --- Lo que yo hacía, era seguir las instrucciones que Ulises me trasmitía por el teléfono, por ejemplo pedía que me relajara y que empezara a soñar que las fantasías que el entregaba a través del cables eran una excitante realidad para mi y a los minutos siguientes, mientras él hablaba mis manos acariciaban mi sexo vaginal y me entregaba de lleno a transformar en realidad artificial sus eróticos susurros cargados de mensajes ardientes que me dejaban a mil. Ahí se apoderaba de mi mente lo que con tanto detalle me contaba mi amiga Liliana y lo que ella sentía y gozaba con ese potente pedazo de pene y las maravillosas formas de comportarse en el acto mismo, me hacían involuntariamente gemir y gozar hasta caer en un fantasioso orgasmo que consumía todas mis energías.
El relato fue paralizado pues Alfredo, caliente hasta el clímax, olvidó la tensión que le produjo el muchacho y se apoderó de él un fuerte deseo sobre la ardiente hembra que tenía a su disposición. Ambos se tendieron sobre la cama y se entregaron frenéticamente a lo pasional y excitante de este encuentro, él le fue quitando una a una las prendas de vestir y por cada prenda se extasiaba con su ardiente descubrimiento pronto la desnudez de sus apetecibles cuerpos se fundieron en una sola silueta, ella regocijada por el no menos potente miembro que la iba a penetrar, lo acaricio y se lo llevó a la boca donde le dio de mamadas por unos buenos minutos, que para el hombre fueron incomparables, poco después, deseosa se lo llevó hasta su ardiente vagina, que ya pedía a gritos ser penetrada. Alfredo por su parte se encontraba maravillado de recorrer con sus manos y boca ese cuerpo tan deseado de su rica Comadre. A ratos se besaban con pasión y locura y pronto su potente miembro entrelazaba su cabeza entre los vellos pubianos de Irene, sintiendo la humedad llamativa, aromática y suave de una deseosa vagina que se impacientaba por ser penetrada con desesperación carnal.
Alfredo no daba crédito a lo que estaba sucediendo, le parecía el mejor de los sueños, atrás había quedado la noche en que furtivamente había entrado a su cuarto y en un acto de irrefrenable lujuria la había penetrado con una tremenda carga de nerviosismo. Pero ahora todo era diferente, puesto que con el pleno consentimiento de la mujer, la tenía a su entera disposición carnal, quería recorrer con sus manos y su boca cada espacio de piel de su ondulante cuerpo y sólo el agitado y convulsionado movimiento de ella, le susurraba con desesperación --- ¡Métemelo ahora ¡ --- ¡Mételo ahora amor! --- Y él no se hizo esperar, lentamente fue horadando con su brioso pene los pliegues lubricados de una obsequiosa y ardiente vagina de mujer. A Alfredo ese contacto carnal lo tenia transportado hacia otra galaxia, Ella pese a su buena experiencia sexual, aún mantenía ese pocito deliciosamente estrecho, cual nena de 15 años, era un don genético que poseía y que la hacía doblemente deseosa a los hombres, quienes sentían explotar su pene de gozo al bombearla con entusiasmo imparable. Su voluptuoso cuerpo se movía acompasado como lo hacen las olas en un mar cadencioso, mientras el hombre se dejaba llevar por esos arrebatadores movimientos cual frágil embarcación, que lo dejaban a punto de eyacular, pero con maestría controlaba sus arrebatadores deseos y seguía saboreando la exquisitez de su deseada hembra, sabía que era buena en la cama, pero tenerla a su disposición y penetrarla como él sabía hacerlo, era otra cosa y cualquier comentario sobre ella, es una tibia reflexión de realzar sus bondades.
Un estremecedor e incontrolable orgasmo de ella lo hizo despertar de su éxtasis, no pudo soportar verla retorcerse de placer y gemir delirantemente apegada a su fornido cuerpo.
Como un verdadero macho en celo bombeaba con insistencia imparable, pero de solo ver convulsionarse y entornar los ojos de ella, presa de un fuerte orgasmo , su descarga seminal no se hizo esperar- Lo de él, fue extremadamente placentero y pero extenuante a la vez, la leche que era expulsada por su verga, cubrió en lo más profundo el excitado útero de su exquisita Comadre. que recibía la descarga seminal del hombre con ansias y mucho placer.
Sus cuerpos siguieron férreamente unidos sobre la cama, mientras sus pulsaciones lentamente volvían a un ritmo normal.
¡Loquillo ¡ --- susurró ella algunos minutos después --- me has dejado muerta, no sabes como envidio a mi comadre Mónica, por este tremendo hombre que se gasta.
Lo mismo me ocurre a mi con mi Compadre Carlos, siempre me he preguntado, de donde sacó o como te conquistó, si eres mucha carne para ese hombre. Tu eres de esas escasas mujeres que han nacido para mantenerlas felices en la cama, que necesitan de un semental para así mantenerlas hermosas y tranquilas.
No hay dudas mi amor que tenemos a nuestras parejas cambiadas, pero ¿qué te parece si jugamos a las cambiaditas?
Me parece extraordinario si pudiéramos hacerlo así tan fácil, a Mónica le vendría de perilla mi Compadre Carlos, ya que le exigiría muy poco, pues ella es flojita para estas cosas y para lograr calentarla tengo que poco menos que meterla en agua hirviendo.
¡Tonto!--- ¿y conmigo? --- rió Irene
Usted hace derretir el hielo de solo pasar junto a la nevera, mi amor.
Ella se levantó de la cama, sirvió un par de tragos y se metió a la sala de baño para su aseo corporal y vaginal, haciendo lo mismo después Alfredo, para retornar a la cama y continuar aprovechando aquellos maravillosos momentos que les deparaba el destino.
Sin dejar de acariciarse y tocarse enteros, el trató de detener momentáneamente la fogosidad de ella, mientras se recuperaba físicamente de esa tremenda fornicación y como excusa o preámbulo la llevó nuevamente a que le terminara el relato del asedio sexual del joven Ulises:
-¿Y cuanto tiempo duraron esas sesiones telefónicas , con el muchacho?
Creo que fueron algo así como cuatro o cinco sesiones, que mientras participaba de ellas me transformaba completamente y gozaba fuertemente, porque Ulises tiene un poder de imaginación que te lleva a posesionarte de sus fantasías y a disfrutarlas sin reservas, a pesar de su edad, posee una mente cargada de erotismo y de poder de convencimiento, yo normalmente después de cada sesión quedaba mal y por las noches por más insinuaciones que le hacía a Carlos por tener relaciones con él, no conseguía superar sus fallidas erecciones por el problema que afecta al pobre.
¿Pero porque no trató de encontrarse contigo para llevarte a alguna parte y hacértelo en forma natural, si veía que tú eras una presa fácil a sus instintos?
¡Olvídate! --- él sufría más que yo me buscaba, me presionaba, me abordaba, pero yo me negaba a todo contacto físico con él, eso lo exacerbaba aún más, con decirte que un día venía yo saliendo de una tienda del centro y lo encontré al interior de su auto en las afueras estacionado. Desde la ventanilla, me llamó mostrándome unos papeles que yo pensé que eran para mi marido, me acerqué inocentemente hasta allí y al momento de inclinarme para ver que deseaba, escurrió rápidamente la cremallera de su short y me mostró su imponente pene que movía con una mano y lo mantenía totalmente erecto. Quedé paralogizada y con mi vista estúpidamente pegada en tan especial aparato, mientras escuchaba a él suplicarme --- ¡Irene! --- por favor , no desprecies este hermoso regalito que tengo para ti solita, ven sube y vamos que te quiero volver loca con esta cosita mía.
Yo me di media vuelta y me perdí al interior de una galería comercial, roja de estupor y desconcertada quizás. Quise ir con la policía y denunciar este morboso acoso en plena vía pública, pero me mordí mi furia. Esa tarde, ya más tranquila y a solas en mi cama, me entregue en cuerpo y alma a una maravillosa masturbación, sin poder quitar de mi mente ese palpitante trozo de de músculo varonil que me erotizaba hasta los dedos de los pies.
Al día siguiente recibí un regalo que venía en una sugestiva caja, al abrirlo descubrí un pene artificial de silicona, su textura casi natural, más cremas vaginales con instrucciones para su uso y acompañado de una tarjeta que decía: "Si no quieres tener uno auténtico, confórmate con mi replica para que goces con el por las noches y cada vez que te llame por teléfono, firmado: Te desea UL....."
¡Uf! --- Que ingenioso el tipo --- No te voy a preguntar que hiciste con él, pero ¿Y lo has usado? --- Rió Alfredo"
Si te digo no, te estaría mintiendo. El primero que supo de su existencia fue Carlos, indudablemente no le revelé su origen. Creo que nos volvimos locos con el aparatito ese, me volví una viciosa, con decirte que por las noches lo llevaba a mi cama, con mi marido a mi lado, me gustaba poner alguna película porno y creyéndome la heroína en acción, acababa como las diosas, mientras Carlos se masturbaba en seco.
Nuevamente él notó que de ese relato le arrebataban las fibras hormonales de macho y así, la apasionada pareja de amantes se entregaron con todas sus energías a un nuevo y delirante acto sexual y ella entre más orgasmos acumulaba en su cuerpo, mas exigía de su amante, penetración y estímulos. Esa penetración anal, tan deseosamente gemida por ella y el mantener pegado a sus testículos ese envidiable trasero de la mujer deseada, el hombre no lo resistió, la verdad que "Era mucha carne para dos huevos" he hizo que Alfredo, se fuera cortado antes que ella terminara, situación que la exasperaba por conseguir un nuevo goce total.
¿Que pasa mi amor? --- ¿ estas cansado? --- ¡ Por favor, dámelo otro poquito que lo quiero todo, ya pues no seas malito dame tu ultimo gustito hazlo ya.
Pero Alfredo, ya no era un jovenzuelo de veinte y sus cuarenta y cinco también le pesaban, además como todo hombre necesitaba de algunos minutos de descanso después de esas extraordinarias exigencias para reponerse y recargar sus vitalidades.
Ella veía con desesperación que el otrora activo miembro de Alfredo no reaccionaba, cogió desde la mesita de luz un vaso con su trago y después de remojar su seca garganta le dijo susurrante a su amante.
¡Alfredo, mi amor! --- Yo sigo con un fuego dentro de mí y tú te me apagas, mi vida --¿Qué pasa contigo?
Nada mi amor, tu sabes, dame unos minutos y te estaré quitando ese fuego que dices tener.
Sabes mi niño, se me acaba de ocurrir una idea que nos puede ayudar a salir de la preocupación que ambos tenemos esta noche.
¿Y cual es esa idea? --- pregunto el hombre
¿Qué te parece si compensamos el silencio de Ulises invitándole a nuestra cama? --- Alfredo quedó un momento pensativo para después con rostro sonriente agregar --- ¿Y Tú piensas que eso podría ayudar?
¡OH ! --- yo creo sería una buena solución y si en este momento tu lo permites mi amor.
¡OH! --- Irene querida --- Tu bien sabes que yo no podría negarme a ningún deseo tuyo, ni tampoco te quiero presionar a que lo hagas o no, repíteme que ese es tu deseo y ese deseo tuyo se cumplirá.
¡OH! --- eres maravilloso Alfredo, si me complaces así, siempre me tendrás a tu disposición.
Alfredo toma el citófono y llama a la conserjería solicitando hablar con la persona encargada de la recepción , en un par de minutos Ulises se encuentra junto a la puerta de la cabaña que ocupa la pareja. Alfredo lo hace pasar a la pequeña salita y se sienta junto al joven, que no era mal parecido y de un físico bien cuidado, ojos vivases y adivinador innato de lo que quería pedirle Alfredo, por lo que se aprestó para manejar la situación.
Don Alfredo, ¿cual es su problema? --- ¿Le puedo ayudar en algo?
¿Cuál es tu nombre?
Ulises.
Mira Ulises, yo conozco a tu padre de quien pienso que tú debes sentir gran admiración.
Por supuesto Don Alfredo, aunque debo confesar que él no debe pensar lo mismo de mí.
¿Porque dices eso?
Porque yo soy de otra "Honda" o sea el reverso de la medalla, nada que ver con mi viejo, cachai (entiendes) - aunque lo quiero "ene".(mucho)
Bueno de repente esas cosas se dan en toda familia, pero yo te quiero decir que reconozco en tu "Taita" una persona íntegra, caballerosa y formal o sea amigo Ulises, es lo que llamamos un tipo "derecho".
Don Alfredo, yo no creo que Usted, me halla llamado justo a esta hora cuando está encamado con ese tremendo pedazo de mujer, para hablarme de mi viejo --- ¡Ná que ver! --- mejor explíquese porque no entiendo nada.
¿Qué edad tienes?
Aquí todos saben que tengo veinticuatro, pero la Sra. Irene sabe que tengo sólo diecinueve.
Bueno, a pesar de tu joven edad para estas cosas, yo se que tu eres un tipo inteligente y vas a entender lo que te voy a decir --- ¿Estamos claro?
Yo estoy súper claro Don Alfredo, así es que eche afuera no más que soy todo oído.
Nos ha complicado el hecho que tú nos conozcas tanto a mí como a Irene y no sepas guardar un secreto.
¿Quién le dijo que no se guardar un secreto? --- o acaso ustedes creen que son la única pareja de amantes casados y que yo conozco que se viene a meter a este Motel.
Bueno es como lógica nuestra preocupación porque es la primera vez venimos a este lugar y además la primera vez que decidimos hacerlo.
¿Y que tal se le portó la muchacha? --- con lo fregado que está Carlitos y con lo caliente que es ella, en estas dos horas que llevan acá me imagino que usted debe estar estrujado.
No me digas nada --- respondió moviendo la cabeza Alfredo --- Yo sé que tu tienes también algunos enredos con su amiga Lily, que es tu tía, y como si eso fuera poco has tratado de hincarle el diente también a Irene y que ella se ha ido de negativa contigo cada vez que se lo has propuesto ¿Si, o no?.
Mire Don Alfredo, no es que yo sea un tipo fresco, aprovechador o cosa por el estilo, yo llevo seis meses en esta pega y si fuera así ya me habrían delatado y me habrían pegado la patá en el traste hace rato, pero lo siento por usted mi caballero, ella se ha cocinado en su propia salsa, pese a que la he sentido acabar a través del teléfono y usted lo debe saber, anduve meses tras ella, me toreaba y me lo quitaba dejándome más caliente que un volcán en erupción y nunca quiso hacerme el favor.--- Bien ahora en este minuto le digo que me importa un pucho que me echen de esta pega, pero si usted quiere que yo sea mudo y ciego de lo que he visto --- es importante saber cual es su oferta.
! Tranquilidad muchacho! -- !Tranquilidad! Volvió a repetir Alfredo, contento que las cosas se estaban dando bien.
Mira Ulises --- continuo Alfredo ya mas aplomado --- existe un viejo adagio que dice que "No peleando la cosa alcanza para todos" Eso sí te voy a pedir una promesa de hombre y se trata que te debes comprometer a cumplir este secreto de honor.
- Ya, pero no le ponga tanto color, seré una tumba de lo que ha pasado o de lo que pase y le doy mi mano en demostración que así será, pero ante que nada dígame ¿Cómo voy en la parada?
Por mi parte bien --- dijo Alfredo
¿Y por la otra parte, que es la que más me interesa?
Eso déjamelo a mí, pero dame unos minutos.
Perfecto, así yo voy a hablar con mi colega para que me reemplace y vuelvo, pero sin fallar --- dijo ufano Ulises.
Mira, mientras tu haces esa diligencia, yo te voy a preparar el terreno, cuando vuelvas te quitas aquí mismo la ropa y te quedas atento ahí en la puerta cuando yo te avise ¿Okey? , el resto es cosa tuya amigo.
A buen entendedor pocas palabras, Ulises salió de la pequeña habitación para reportarse con su compañero de trabajo llamado Miguel, mientras Alfredo retornó a la alcoba donde la apasionada Irene esperaba impaciente, luciendo con desenfado toda su desnudez. El hombre se desprendió la sábana de baño que llevaba atada a la cintura y buscando el candoroso cuerpo de Irene se recostó junto a ella.
Papito, tu me prometiste algo, no me digas que no lo conseguiste.
No me ha sido fácil, pues Ulises también pone sus condiciones
¿Y cuales son esas?
Que después de esta noche no le sigas rehuyendo y seas generosa con él, además que no le comentes nada a tu amiga Lily y que yo acepte a formar un trío contigo y que después podríamos intentar el cuarteto junto a Lily.
¿Y tú que le respondiste?
Bueno, que si tu no te oponías podíamos disfrutarte entre ambos ---- ¿Ahora tu que dices?
¡Hay Papito! --- tu sabes cuanto lo he deseado también.
Enseguida la pareja de amante se dio nuevamente a las caricias y besos hasta que la excitación especialmente de ella, clamaba a su amante que la penetrara nuevamente. Ulises mientras tanto hacía un minuto que se encontraba desnudo observando junto a la puerta entreabierta. La excitación y la bella desnudez de Irene golpearon rápidamente sus sentidos y un potente y bien proporcionado miembro, empezó a erectarse adquiriendo un tamaño fuera de toda normalidad. Alfredo dio un vistazo hacia la puerta y al ver a Ulises, dio una señal a este para que se acercara, mientras él cedía su lugar en la cama al entusiasta joven.
Cuando la ardiente Irene vino a percatarse de la presencia de Ulises, éste ya se encontraba metido entre los palpitantes muslos de ella, por lo que no tuvo tiempo ni espacio para reaccionar y menos en ese minuto en que deseaba ardientemente ser penetrada, ya no le importaba por quien, sino necesitaba urgente un buen miembro dentro de su gozadora zorrita. Un prolongado y entrecortado --- ¡Ohhhhhh! --- dejo escapar Irene al sentirse penetrada por tamaña herramienta, su vagina dilatada al máximo daba cabida y hacía gozar a Ulises, que se deleitaba clavando a su apetecida presa, mientras ésta gastaba todas sus energías para disfrutar al máximo de ese electrizante acto sexual.
Alfredo observaba extasiado aquella entrega carnal y estuvo a punto de eyacular sólo, al ver a su querida Comadre, con cuanto entusiasmo y alboroto gozaba a sus anchas del placer que le producía el muchacho.
Así transcurría la fantástica noche de Irene. Ulises, no le daba tregua y sentía con gran deleite como Irene respondía con increíble entusiasmo a sus profundas clavadas llenas de lujuria. Así la infiel mujer sucumbía una y otra vez en orgasmos que la hacían mas apetecible a Ulises quien la penetraba inmisericorde, como cobrando revancha por lo esquiva que siempre le había sido y se extasiaba al lamer y succionar tan ricas tetas mientras no daba sosiego a sus manos que recorrían todas las desnudeses de la mujer que siempre quiso acariciar. Así, ambos estallaron en un arrebatador final, al llegar juntos al clímax producto de este extraño apareamiento.
Esa noche fue plena para el trío y en especial para Irene, que no les negó ningún requerimiento a sus ocasionales amantes, quienes al llegar la madrugada, habían agotado sus capacidades copulativas. Ulises como pudo abandonó la habitación para volver muy regocijado a su lugar de trabajo mientras Alfredo, muy agotado de sexo y alcohol, se durmió pesadamente.
Ella casi taciturna, volvía de la sala de baño donde a duras penas logro refrescar su inflamado sexo después de aquellas horas en que puso a prueba toda su capacidad de hembra ardiente. Sedienta por el esfuerzo ingresó a la a pequeña salita de estar en busca del frigobar, para beber algo helado. Tomó una fría lata de cola ligth y antes de destaparla la frotó sobre su sexo, seguramente para bajar el ardor haciendo lo mismo sobre sus bien dotados senos, después quiso sentarse con dificultades pues su estrecho ano aun sentía el embate de esas insaciables penetraciones. El sofá fue su refugio para saciar la sed y tratar de descansar. La noche ya se extinguía en el firmamento, para dar paso a la claridad madrugadora. No bien tomó un primer sorbo, sintió de inmediato como algo refrescante y burbujeante aliviaba su congestionada garganta y su delicada lengua, que ahora le cobraba la palabra después de haberse mostrado glotona y generosa para hacerle sexo oral a sus dos fornicadores. En un instante y al dirigir su vista hacia el otro sofá existente en la salida, se da cuenta que este se encontraba ocupado por un hombre joven que la observaba inmóvil hacía algún tiempo sin pronunciar palabra alguna. Ella en su media lucidez y en su media embriaguez, agitó una y otra vez su abochornada cabecita, pues pensaba que estaba soñando o algo así. Al darse cuenta de la verdadera realidad, no supo si gritar y correr a pedir auxilio a su amante o encarar al tipo, no le fue fácil tratar de levantarse del asiento para escapar de allí, lo hizo con dificultad pero el camino le fue cerrado por un tipo relativamente joven y fornido quién rápidamente, tomándola por atrás le cubrió la boca con una mano y con la otra mano la impulso a volver hacia el sofá, dejando su cuerpo inclinado junto a un brazo del cómodo mueble.
Tranquila palomita, no te haré ningún daño ¿Me entiendes? --- Yo soy amigo y socio de Ulises y lo estaba reemplazando mientras tu gozabas de lo lindo con él y con tu amigo ese, así que no te vengas a hacer la gatita muerta conmigo y es más, como la puerta estaba abierta en una ronda te vi en acción con los dos y te diré que eres fuera de serie.
Mientras hablaba Miguel y viendo que ella estaba más tranquila y más dócil, el hombre se bajó el pantalón, dejando relucir un erecto y potente miembro con el cual hurgaba ansioso la entrada vaginal de Irene, hasta que logró su objetivo, logrando penetrar a la mujer vaginalmente desde atrás. Ella no movía un músculo cuando el hombre empezó a dar rienda suelta a sus bajos instintos. Recién pasados algunos minutos y cuando él notó que ella se mostraba cooperadora en la entrega sexual, quitó su mano de la boca y se dedicó ahora a recorrer ese bello físico degustando su presa a voluntad.
Pronto se encontraban ambos tendidos sobre el alfombrado piso, ella con ambas piernas sobre los hombros de él, volvía a disfrutar estoicamente las frenéticas envestidas del joven que la hacía gozar tanto o mejor que los dos anteriores. Ni los sonoros gemidos placenteros y entrecortados de ella, lograron despertar a Alfredo. El joven la manejaba a su entera disposición y a su libre y degenerado morbo, mientras ella respondía con todo como si recién empezara su libertina noche. Tras dos frenéticas eyaculaciones y otros tantos orgasmos, que debió soportar la apetecida Irene, antes de ver desaparecer por la puerta de la cabaña a aquel misterioso joven, que emulando a un vampiro de esos salidos de alguna terrorífica película, después de poseerla con ansias y fuerzas, abandono a su presa cuando los primeros rayos de sol aparecían en el horizonte cordillerano andino.
Recién entonces pudo agarrar la lata de bebida, ingiriendo todo su refrescante líquido, para luego caer rendida sobre el sofá, mientras sonreía feliz, pensando que estaba culminando una noche que superaba ampliamente a la mejor de sus fantasías sexuales, continuaba sonriendo complacida, rozando nuevamente con la helada lata de bebida su palpitante y enrojecida vagina, que vigorosamente se había batido en retirada y extenuados a tres poderosos, fuertes y viriles miembros de machos recios.
En casa su carnudo marido, dormía tranquilo pensando que su querida mujercita se encontraba cerca de la costa en un anunciado retiro espiritual, junto a beatas amigas.
F I N