Motivación extra IV
Sigue el morbo familiar
Viviana se encontraba pensativa. Llevaba días notando como las pervertidas actividades con su hijo hacían que las relaciones sexuales con su marido fueran más salvajes. Sabía el motivo, pero se negaba a llegar al final, a calmar sus ansias, para eso ya tenía a su amado marido. Cada día, a veces cuando él se lo pedía u otras veces era ella misma la que lo buscaba, madre e hijo tenían sesiones intensas de sexo oral y masturbaciones conjuntas. Un día, ya comenzadas de nuevo las clases, Marco le hizo un pedido a su madre.
Marco: Mamá, ¿puedes venir un momento? – dijo desde su habitación.
Viviana: Voy, cariño – dijo pensando que quería una mamada o una paja.
Viviana se dirigió al cuarto de su hijo. Iba con unos pantaloncitos cortos y un top de estar por casa, solo llevaba debajo un tanga e iba descalza. Cuando llegó, su hijo la esperaba de pie en mitad de la habitación, se le notaba nervioso.
Viviana: ¿Qué haces ahí? – dijo curiosa.
Marco: Mamá, quiero pedirte un favor – dijo nervioso.
Viviana: Dime – dijo curiosa.
Marco: Verás, sé que ya hacemos muchas cosas tú y yo, y que no debería pedirte más, pero quiero pedirte algo – dijo nervioso por cómo se lo tomaría su madre.
Viviana: Dime – dijo seria pensando que le pediría sexo.
Marco no habló, solo cogió una bolsa y se la extendió a su madre. Viviana la cogió y miró curiosa. Cuando vio lo que contenía se sorprendió aún más.
Marco: Quiero, si no te molesta, que, si apruebo este trimestre con matrícula de honor, te pongas eso para mía, todo el día, desde que amanezca, hasta que te vayas a dormir – le dijo nervioso.
Viviana: Cariño – dijo sorprendida.
Viviana sacó el contenido, sorprendida. Dentro de la bolsa había lencería y muy sexy, un conjunto de sujetador y braguita de color rojo, de encaje, junto con unos ligueros y una bata negra transparente. Se quedó realmente sorprendida por el atrevimiento de su hijo, pero a la vez extremadamente morbosa.
Viviana: ¿Realmente quieres que me ponga esto? – dijo morbosa y sonriendo.
Marco: Sí, solo para mí, y durante un día entero – dijo nervioso.
Viviana: Si sacas todo matrícula, lo haré, mi cielo – dijo extendiendo su mano para cerrar el trato solemnemente.
Marco: Gracias mamá, no sabía cómo te lo ibas a tomar – dijo aliviado – Es una fantasía que tengo – dijo sentándose a estudiar.
Viviana: Me lo tomo bien, cariño, me sorprende tu atrevimiento, pero me da morbo – confesó traviesa – Ya puedes estudiar mucho – le dijo pícara saliendo de la habitación.
Desde ese momento en el que salió de la habitación, madre e hijo no se acercaron sexualmente. Eran una madre normal y cariñosa y su hijo mimado y responsable. Viviana se seguía sintiendo mal por su marido, pero eso cambió un día en el que su amado marido la sorprendió con una proposición. Estaban pasando una tarde solos en un café, cuando a lo lejos vieron a su hijo con sus amigos y una chica se le pegaba mucho, se reían juntos y tonteaban mucho.
Viviana: ¡Vaya con el niño! Que pronto se arrima a las chicas – dijo divertida, sin pizca de celos.
Sandro: Bueno, es normal, está en la edad – dijo divertido y orgulloso – Aunque no sepa elegir.
Viviana: ¿Por qué dices eso? – dijo curiosa.
Sandro: A ver, la niña no está mal, es guapa, pero le falta lo esencial, un buen par de tetas – dijo mirando descaradamente las de su mujer.
Viviana: ¡Amor! – dijo riñéndole divertida y halagada de que a su amado aún le gustaran sus tetas caídas - No a todos les gustan grandes.
Sandro: Eso no te lo crees ni tú – dijo burlón – Que te apuestas a que si tu hijo te ve las tetas se queda embobado mirándolas y hasta se empalma.
Viviana: ¿Qué? – dijo sabiendo que eso era cierto – No creo que le gusten mis tetas y menos que se empalme conmigo – mintió nerviosa.
Sandro: Tu hijo es un hombre, y aunque seas su madre, si te ve las tetas, se empalmará y se quedará embobado, si no, cuando quieras hacemos la prueba – dijo desafiante.
Viviana: No sabes lo que dices – dijo nerviosa y tentada por ver la reacción de su marido.
Sandro: Mira, mañana te pasas todo el día en bragas por la casa, enseñando las tetas y verás como el niño se empalma o se queda todo el día mirándotelas – dijo divertido.
Viviana: ¿De verdad me estás proponiendo eso? – dijo morbosa.
Sandro: Sí – dijo sonriendo – Si tengo razón, me lo cobraré por la noche – dijo agarrando su culo.
Viviana, excitada y morbosa, besó apasionadamente a su amado marido. Marco se levantó temprano el día siguiente y se encontró a su padre en la cocina, desayunando.
Marco: Buenos días, papá – saludó.
Sandro: Buenos días, campeón – dijo sonriente.
Padre e hijo desayunaban hablando de cosas triviales cuando Viviana hizo su aparición. Haciendo caso a su marido, iba solo con un tanga puesto. Marco no se esperaba ver así a su madre, en presencia de su padre.
Viviana: Buenos días, mis amores – dijo besando a su marido y acariciando la cabeza de su hijo.
Sandro: Buenos días, mi amor – contestó.
Marco: Buenos días – dijo nervioso sin poder quitarle sus ojos de encima.
Marco, aunque lo intentaba, no podía dejar de mirar a su madre. Estaba exuberante, y que estuviera exhibiéndose abiertamente delante de su padre, aparte de sorpresa le resultaba muy morboso, y la erección de caballo que ya tenía era la evidencia. Sandro, nada más ver la cara de su hijo y a dónde se dirigían sus ojos, se supo ganador, y triunfante y morboso por exhibir a su mujer ante su retoño, ya planeaba el premio de por la noche. Viviana, por su parte, se sentía morbosa, cachonda y nerviosa, pues veía en sus hombres sendas erecciones y deseaba tener esas dos pollas para ella sola. Durante el desayuno ninguno dijo nada, pero mientras Viviana recogía y mirando como su retoño no dejaba de mirarle el culo a su mujer, Sandro tomó el control de la situación.
Sandro: ¿Has visto lo bien que se cuida tu madre, campeón? – dijo morboso.
Marco: ¿Qué? – dijo nervioso por saberse pillado.
Viviana: ¡Amor! – regañó morbosa.
Sandro: No pasa nada, campeón, yo también tengo ojos y veo lo buena que está mi mujer – dijo morboso y divertido – No pasa nada porque la admires.
Marco: Yo…
Viviana: Amor, deja al niño tranquilo – regañó viendo el embarazo de su hijo.
Sandro: No es un regaño – dijo sonriendo – Es admitir lo que hay y si el chaval tiene una madre que esta como un tren, pues se dice y punto – dijo besando a su mujer - ¿A que sí, campeón? ¿A qué mami está como un tren?
Marco: Yo…
Sandro: Campeón, no me voy a enfadar porque reconozcas la verdad, así que sé un hombre y dile a tu madre lo que piensas de ella, de su bonito cuerpo – dijo haciendo que su mujer le modelara a su hijo.
Marco: Yo, bueno – dijo nervioso – Sí, mamá tiene un buen cuerpo, muy exuberante.
Viviana: Amor, no hace falta que… - dijo mirando morbosa a su marido.
Sandro: Si hace falta, este muchacho ya es un hombrecito, y como tal debe responder, ser responsable y aceptar las cosas como son – dijo orgulloso – Que no te apene decir lo que piensas nunca, ni siquiera delante de mí, aunque se trate de tu madre.
Marco: Yo – dijo nervioso, pero cogió confianza con la mirada orgullosa de su padre – Papá tiene razón, mamá, estás buenísima, tienes un cuerpazo – le dijo a su madre, mostrándole su erección de caballo.
En ese momento hubo varias reacciones. Por un lado, Viviana estaba sorprendida por la valentía de su hijo de adularla de esa manera delante de su padre y también estaba morbosa y caliente de sentir la mirada de su hijo en cada parte de su casi desnuda anatomía. Marco estaba morboso y orgulloso de sí mismo por atreverse a decir lo que piensa físicamente de su madre frente a su padre. Sandro, por su parte estaba morboso ante la exhibición de su mujer ante su hijo, orgulloso de que su hijo se porte como un hombre y caliente al ver lo cachonda que estaba su mujercita, pensando en la fiesta de por la noche. Durante el resto del día, Sandro pasó el día observando a su mujer pasearse casi desnuda por la casa, delante de su hormonal hijo, que estaba erecto. Marco, por su parte, solo esperaba el momento para quedarse a solas con su madre, pero eso no pasó, pues su madre se quedaba junto a su padre, que ese día no salió de la casa para nada. Viviana, por su parte, se pasó todo el día, cachonda, sintiendo las miradas de su adorado y pervertido retoño y las caricias y roces de su amado marido, también erecto. Marco notó como su madre se mostraba extremadamente cariñosa, amorosa y cachonda, con su padre. Entendió lo que ya sabía, su madre siempre sería de su padre. Estaba triste, pero morboso por compartirla con él. En varias ocasiones Viviana se dedicaba a besar a su amado marido apasionadamente cuando estaban los tres viendo alguna película, acariciando su pecho con sus dedos. Marco los miraba celoso y morboso, pues las tetas de su madre se movían más lascivamente al acariciar a su marido. Cuando se fueron a dormir Sandro tomó la iniciativa con su mujer, sabedor de lo cachonda que estaba.
Sandro: Espero que estés lista para lo que te espera, puta – dijo dándole un fuerte azote, haciéndola gemir de placer.
Viviana: ¡Oh, sí, mi amor! Estoy deseando que me uses – gimió moviendo su culo.
Como respuesta, Sandro la besó apasionadamente mientras le pegaba a él, posesivamente y le agarraba fuertemente su culo. Viviana se derretía en brazos de su marido, gimiendo entre besos, jugando con sus lenguas en una batalla que los elevaría la calentura a ambos. De repente. Sandro la separó y la tiró a la cama mientras él se levantaba, mostrándole su erección libre al bajar sus calzoncillos.
Sandro: Primero, quiero ver como la puta de mi mujer, se masturba en mi presencia – ordenó sentándose en una silla al lado del armario, frente a la cama.
Viviana: Por su puesto, mi amor – dijo quitándose el tanga y tirándolo a la puerta semi cerrada.
Lo que no sabían era que Marco, escuchando a su padre, salió sigiloso de su habitación y se escondió tras la puerta, dónde encontró el tanga de su madre en el suelo. Se quedó mirando como su madre, empezaba a masturbarse. Dentro de la habitación, Viviana empezaba su espectáculo. Sin dejar de mirar a su amado marido, llevó una mano a una de sus tetas y la otra, separando bien las piernas, a su coño, empezando a tocarse lenta, suave y sensualmente. La mirada de Viviana era de pura lujuria. Sandro notó como su mujer, además de complacerlo, quería provocarle al máximo, la dejó hacer. Viviana empezó a mover sus manos con pericia, poniendo la carne en el asador. Los pezones los tenía muy erectos. Sandro sacó toda su artillería.
Sandro: Te ha puesto cachonda que tu hijo te vea las tetazas que te gastas, ¿eh, puta? – dijo agarrando su dura verga.
Viviana: ¡Oh sí, mi amor, me encanta sentirme observada por el niño! – gimió morbosa y profundizando sus pellizcos a sus pezones, cerrando las piernas para rozarse aún más.
Sandro: ¿Has visto cómo se le ha puesto de dura la polla a tu hijo al verte esas enormes tetazas? – dijo morboso.
Viviana: ¡Sí, mi amor! – gimió morbosa aumentando el ritmo de su masturbación - ¡Muy dura! – dijo relamiéndose.
Ese acto no pasó desapercibido ni para Sandro, que vio lo morbosa que era su mujer que de tener oportunidad no iba a rechazar comerle la polla a su retoño, y para Marco, que se sacó la verga, caliente, dura. Sandro aprovechó para proporcionarle el primer orgasmo de la noche a su mujer.
Sandro: Que suerte debe tener la putita con la que tu hijo descargue las calenturas que le provoques – dijo sonriendo lascivo – Esta noche se la estará pelando, pensando en la guarra tetona de su madre.
Viviana: ¡Oh sí, mi amor, le he puesto muy cachondo! – gimió a punto de correrse.
Sandro: Esta noche se matará a pajas pensando en la puta de su mami – dijo lascivo y morboso – Recordando sus tetazas, pensando en cómo sería si la puta de su madre se las ofreciera y se las comiera.
Viviana: ¡Oh sí, sí, y su mami le daría teta, sí, me corro, sí, como me pones! – gimió mirándolo intensamente.
Sandro seguía masturbándose despacio observando como su mujer se corría pensando, morbosa, en las pajas de su hijo a su salud. A él también le ponía esa idea, le daba morbo y más después de ver a su mujer exhibiéndose para su hijo hoy. Marco empezó a pajearse ante el espectáculo y las palabras de su madre. Sandro, ajeno a lo que hacía su hijo, siguió provocando a su amada y pervertida mujer.
Sandro: Seguro que eres tan puta de hacerle tu la paja mientras él te come tus tetazas y juega con ellas – dijo morboso.
Viviana: ¡Oh, sí, sí, le agarraría su polla mientras él se divierte con mis tetas y le ordeñaría! – gimió morbosa aumentando el ritmo de su masturbación - ¡Su mami le haría una buena paja!
Viviana estaba muy morbosa por la visión que le planteaba su marido y confesarle, aunque él no se diera cuenta, lo que hacía con su retoño cuando él no estaba. Eso la puso tan cachonda que se corrió como loca, pellizcando su pezón y masturbándose fieramente. Esa visión fue extremadamente morbosa para Sandro, ver a su mujer corriéndose, pensando en hacer juegos sexuales con su propio hijo y no aguantó más, se levantó del sillón y se dirigió a la cama, se colocó encima de su mujer y la penetró su muy encharcado coño de una estocada. Marco lo veía todo, atento y cachondo, sin dejar de pajearse.
Viviana: ¡Oh sí, mi amor, rómpeme toda, sí, folla a tu mujer, a tu puta! – berreó en pleno éxtasis al notar como su marido la penetraba violenta y pasionalmente mientras le mordía sus pezones con dureza - ¡Muerde a tu puta!
Sandro no dijo nada, simplemente empezó a follarse a su mujer de manera salvaje, violenta como su cuerpo le pedía, como su mujer le suplicaba. Marco escuchaba gemir a su madre y se ponía más caliente, aunque celoso de no ser él el que la penetrara y la hiciera suya. Los constantes gritos de Viviana sin importarle a ambos padres que su hijo pudiera escucharlos hicieron que Marco recordara el cuerpo de su madre desnudo, su coño, su culo, sus tetas en sus manos, el sabor salado de su intimidad que había probado. Marco miraba embelesado los gritos de deseo de su madre.
Marco: ¡Que guarra es, pero que buena está! – pensó sin dejar de masturbarse mirando el espectáculo.
Viviana: ¡Oh sí, Sandro, mi amor, dame tu polla, clávamela hasta el fondo, sí, sí, sí! - gritaba de placer clavándole sus uñas en la espalda - ¡Me encanta tu polla, mi amor, me encanta! ¡Quiero que me des esa rica leche que me encanta, préñame!
Sandro no decía nada, solo gruñía, caliente, sin dejar de penetrar a su mujer con saña, mientras ella le clavaba las uñas, le lamía su cuello y lo miraba a los ojos con el placer y el amor brillando en ellos. Marco no perdía detalle alguno sin dejar de pajearse cada vez más intensamente. El muchacho miró el tanga de su madre y no dudó en utilizarlo. Lo colocó alrededor de su polla y notó su humedad. Empezó a pajearse frenéticamente con su tanga sin dejar de mirarlos. En ese momento, Viviana giró la cabeza y vio a su hijo en la puerta, espiándolos y pajeándose con su tanga. Sus miradas se conectaron llena de lujuria, deseo. Marco no dejó de pajearse y Viviana, sin poderse contener, empezó a correrse poseída por el morbo. Sandro seguía penetrándola, cada vez más fuerte. Viviana le pedía más sin dejar de mirar a su retoño a la cara, morbosa.
Viviana: ¡Oh sí, mi amor, dame tu polla, méteme toda tu polla, hasta el fondo, sí, sí! – berreaba loca de placer - ¡Déjame cabalgarte, amor!
Viviana estaba tan cachonda que se le ocurrió una idea extremadamente morbosa. Sandro, tras varias estocadas profundas y violentas de su verga al coño de su mujer, la besó apasionadamente mientras se colocaba de espaldas a la puerta, sentado, ofreciendo su dura, palpitante y chorreante verga a su mujer, que le miraba con extremo deseo. Viviana no perdió tiempo, y mientras besaba con pasión a su amado marido, se colocó a horcajadas de él y sin dejar de mirar a su retoño, se empaló lentamente, sintiendo como la verga de su marido le volvía a abrir cada pliegue de su coño. Marco, que estaba observando a su madre, no dejó de masturbarse en ningún momento. Viviana empezó moverse como una verdadera profesional, de manera sensual, lenta y profunda. Pero lo que ella no esperaba fue la reacción de Marco, pues el muchacho tomó el cambio de postura de su madre como una declaración de intenciones, una provocación directa hacía él, y por esa razón, se atrevió a abrir la puerta. Viviana entró mitad en pánico, mitad en un morbo terrible al ser pillada por su amado Sandro exhibiéndose de tal manera, como una puta, ante su hijo. El morbo y el placer que sentía la dominaron y comenzó a aumentar el ritmo de su cabalgar.
Marco: No pares guarra, sigue follando - dijo moviendo solamente los labios, mientras se tocaba cada vez más rápido, y su verga comenzaba a soltar gran cantidad de líquido pre seminal.
Viviana: ¡Dame más polla, amor, quiero que me folles a diario! – berreaba empalándose cada vez con mayor violencia.
Sandro la sujetó fuertemente de sus caderas y comenzó a penetrarla frenéticamente, como si en verdad quisiera destrozar su pelvis.
Viviana: ¡Oh sí, mi amor, así, más, dame más, sí, sí, fóllame como la puta que soy! – berreaba descontrolada por el placer - ¡Como me follas, mi amor!
Sus pechos se movían al compás de la follada, su coño estaba totalmente empapado, el olor a sudor y sexo invadía la habitación. Marco avanzó, para más morbo de Viviana, un par de pasos hacia sus padres. Viviana se mordía los labios, jadeando cada vez más, observando cada vez más de cerca como la mano de su retoño acariciaba el largo de su verga dura y lubricada alrededor de su tanga. Viviana no dejaba de moverse, cada vez más rápido, junto con su amado marido. Marco, al ver como aumentaba la excitación de su madre, avanzó el resto que le quedaba y se quedó a los pies de la cama, frente a frente con su madre, separados por más o menos un metro de distancia. La cara de Viviana reflejó temor, lujuria, morbo, sus ojos se abrieron de par en par y su galope se descontroló, logrando así indirectamente que Sandro se concentrara más en comerle los pechos a su mujer que en notar la presencia cercana de su retoño. El frenesí de sus movimientos hizo mella en el matrimonio. Viviana miró a los ojos de su retoño.
Viviana: ¡Dame tu leche! – berreó mientras se corría como nunca, mirando a su hijo, morbosa, mientras cabalgaba a su amado marido.
La reacción en cadena fue inmediata. Sandro aumentó aún más sus embestidas. Marco aumentó el movimiento de su mano.
Sandro: ¡Grrrrrrr! – gruñó - ¡Toma mi leche, puta! ¡Me corro, sí! – gimió.
Marco se metió el puño en la boca para no gemir mientras se corría como loco en el tanga de su madre, que veía como su adorado y pervertido retoño, bañaba en leche caliente y espesa su tanga. Esa visión, junto con sentir como su amado marido le rellenaba el coño con su leche, hizo que Viviana tuviera un brutal orgasmo.
Viviana: ¡Sí, sí, sí, dame tu leche, sí, la quiero toda! – berreaba mirando a su hijo y abrazando a su marido - ¡Me corro!
Cuando Marco terminó de correrse, dejó el tanga de su madre en el suelo y despareció de la habitación corriendo para no ser visto por su padre, dejando con sumo cuidado la puerta como estaba. Viviana se agachó cuando se separó de su amado marido para recoger el tanga y se lo llevó a la boca, para sorpresa de su marido. Lamió y relamió los restos de semen de su retoño mirando con deseo a su marido. Sandro la miraba sorprendido.
Sandro: ¿Y eso? – dijo divertido.
Viviana: Tu puta quiere más – dijo lanzándose a besar apasionadamente a su amado mientras le agarraba su maltrecho miembro para resucitarlo.
Ambos no tardaron en sucumbir de nuevo al deseo y la lujuria, amándose el resto de la noche sin descanso. Marco se durmió plácidamente. Durante un tiempo, las cosas transcurrieron normales, pero por desgracia, la felicidad no dura para siempre.