Motivación extra II

La relación madre e hijo se estrecha aún más

Marco observaba a su madre en la piscina de su casa. Era la soleada tarde de un sábado y su madre se bañaba en la piscina mientras el muchacho, sentado en una silla al borde de la piscina, la contemplaba. Ese día ella vestía un diminuto bikini de color amarillo con la parte superior del bikini que apenas cubría sus pechos y la parte inferior cubría muy poco por delante y prácticamente nada por detrás. Cuando salió del agua pudo contemplar mejor su cuerpo. Ella salió chorreando agua de la piscina y tomo una toalla para secarse un poco antes de dirigirse a donde estaba el muchacho.

Viviana: ¿No te bañas? – dijo sonriente – El agua está perfecta.

Marco: No me apetece – dijo sin poder evitar sus pechos mojados.

Viviana se dio cuenta de dónde miraba su hijo, pero como de costumbre no dijo ni hizo nada, solo sonrió natural. Habían transcurrido unas semanas desde aquel momento íntimo entre los dos en que se revelaron mutuamente la desnudez de sus cuerpos y la situación entre ellos era muy agradable y placentera. Aunque ya no había razones para "estimularle" porque el año escolar había culminado y estaba en plenas vacaciones, Viviana cumplió con su palabra y la confianza entre ellos continuó, pues en varias ocasiones en esas semanas ella y Marco se quitaban la ropa y hablaban por largo rato mientras se veían desnudos, en cualquier parte de la casa y siempre lejos de la presencia de Sandro. Era como un juego para ellos, Marco se lo pedía y ella no se hacía de rogar. En cualquier caso, para Marco era a la vez una tortura y un placer, porque, aunque había llegado más lejos de lo que soñó cuando intentó espiarla en el baño y podía masturbarse con la imagen fresca de ella en su mente, también era mortificante verla y no poder tocarla. La teoría de Viviana de que se me quitaría un poco la obsesión y la "calentura" con ella al verla toda desnuda, porque ya no habría nada tabú que espiar, era un fracaso absoluto. Ahora estaba más obsesionado y más que nunca la deseaba, lo que es peor, sus remordimientos y prejuicios habían desaparecido y ella para él era la hembra que deseaba que fuera suya sin dudas ni vacilaciones. Esa tarde ella se acercó a él con una de esas sonrisas que le dedicaba y viéndole con su carita de niña buena y alegre se tumbó boca arriba en la hamaca que estaba a su lado y que usaba para tomar el sol.

Viviana: ¡No me digas que estas aburrido! ¿Acaso no te agrada mi compañía? – dijo burlona.

Marco: ¡No! Tú sabes que no es eso – dijo nervioso - Lo que pasa es que estamos los dos solos y lo único que hacemos es estar aquí en la piscina, es muy rutinario. Quisiera hacer algo distinto a la rutina, algo más divertido.

Viviana: ¿Y qué llamas tu divertido y diferente a la rutina? - me dijo viéndole con cara divertida y pícara.

Marco: Bueno, a mí me gustaría que nos bañáramos en la piscina, pero desnudos – dijo nervioso.

Viviana: ¿Qué? ¿Estás loco? – se sorprendió.

Marco: Bueno, es solo una idea, seria divertido bañarnos desnudos en la piscina – dijo nervioso.

Viviana: ¡Si, pero imposible! ¿Te imaginas que alguien nos viera? – dijo poniendo cara de asustada - No, definitivamente estás loco - dijo riéndose.

Marco: Yo sí, desearía hacer algo alocado de vez en cuando, pero era solo una idea – dijo nervioso.

Viviana: Oye, tengo una idea – le dijo pícara – Sígueme – le ordenó.

Con su toalla termino de secarse bien el agua que aún le quedaba encima mientras Marco la contemplaba extasiado.

Viviana: Ven conmigo, vamos - le dijo, al tiempo que le tomaba de la mano.

La siguió al interior de la casa. Atravesaron el salón y se dirigieron al baño. Entraron y ella cerró la puerta poniendo el cerrojo por dentro. Se quito la toalla y Marco vio que todavía llevaba puesto el bikini.

Viviana: Bueno, tu querías bañarte desnudo en la piscina, pero como no se puede yo te tengo una idea mejor – dijo pícara - ¡Vamos a bañarnos en la ducha!

Marco: ¿En la ducha? – dijo sorprendido.

Viviana: ¡Si! ¿No te gustaría bañarte conmigo? - dijo traviesa.

Marco: ¡Claro que sí! ¡Me encanta la idea! – dijo contento y morboso.

Rápidamente ella se quitó el sujetador del bikini y libero sus hermosos pechos y después se bajó el tanga frente a el muchacho dejando al descubierto una vez más su sabroso coño. De inmediato su verga se puso dura como un roble y sin pensarlo mucho también se despojó del bañador mostrándole a ella su poderosa erección. Ella le vio con una mirada maliciosa, como siempre y luego le dio la espalda, mostrándole el maravilloso espectáculo de su culo para encender el grifo del agua. Ella fue la primera en meterse debajo de la ducha. Cogió el jabón. De prisa se metió él también. Marco la contemplaba embelesado viendo el agua de la ducha recorrer todo el cuerpo de Viviana frente a sus ojos. El agua descendía desde su pelo, mojado hasta la raíz y caía en cascada sobre aquel rostro de ensueño y besaba aquellos labios de ángel. El agua seguía su curso por su cuello para descender en su pecho y allí tenía el gran placer de abrazar aquellos grandes pechos. El agua goteaba de sus pezones, como si cada gota empujara a la anterior y luego los chorros de agua se deslizaban acariciando toda la extensión de esos jugosos pechos. El agua seguía su curso por aquella llanura que era su vientre y se encontraba con su jugoso coño. El agua recorría sus largas piernas para terminar postrándose en sus pies.

Viviana: Deja de comerme con la mirada y métete conmigo bajo el agua – dijo traviesa admirando con morbo la erección de su hijo.

Marco se metió con su madre en la ducha. Aunque el espacio de la ducha era grande, lo suficientemente grande para estuvieran los dos sin tener que apretujarse uno contra el otro, el espacio se hacía pequeño por lo excitante de la situación y la tensión sexual que había en el aire.

Viviana: Marco deja que te ayude – dijo pícara - Deja que te enjabone la espalda, cariño.

Marco, como si fuera un sueño, se volteó y se dejó hacer.

Viviana: Estas tenso, relájate que yo me ocupo de tu espalda - dijo mientras sus delicadas y suaves manos recorrían toda la espalda frotándole el jabón.

Era una sensación muy placentera, relajante y excitante a la vez, sus tensos músculos se rendían a los sutiles movimientos de sus manos, mientras su libido reaccionaba al tacto de esas manos y a la peligrosa cercanía de su cuerpo. En un momento dado sus tetas llegaron a rozar su espalda y el muchacho sintió como se le ponía la carne de gallina. Luego de unos minutos, para sorpresa del muchacho, ella le paso el jabón y le dio la espalda. Con nervios y algo de timidez al principio, puso sus manos sobre su espalda y empezó a acariciar su piel. Marco comenzó a acariciar su piel suavemente, disfrutando el momento.

Marco: Tienes una piel muy suave – susurró cerca de su oído.

Viviana: Gracias, cariño – dijo excitada.

Sus manos comenzaron a trazar su camino, tocándola como quien toca algo muy frágil y valioso. Marco quería acercarse a ella, quería buscar la intimidad entre sus cuerpos y sentir el tacto. Con cuidado fue acercándose a ella, acortando la pequeña distancia entre ellos, como tenía la verga erecta al máximo, como si estuviera a punto de estallar, al acercarse la punta de su verga hizo contacto con la raja de su culo. Ella dio un pequeño respingo al sentir el contacto con el duro falo, pero no hizo ademán de apartarse, al contrario, pegó su culo al falo de su hijo mientras suspiraba, por eso le acercó el muchacho más la punta de su mástil, restregándoselo suavemente en su culo. Marco acercaba su cara a su nuca, quería aspirar fuertemente su aroma. Ya no pensaba, solo deseaba. Comenzó a deslizar sus manos por sus costados con la idea de alcanzar su pecho y agarrar sus tetas. Viviana, adivinando sus intenciones y para evitar caer en la tentación, se dio la vuelta y con una sonrisa seductora le miró.

Viviana: Te ayudaré – le dijo nerviosa y morbosa mirando su erección.

Quedó con la boca abierta. Su madre estaba ofreciéndole su ayuda.

Viviana: Te ayudaré Marco. Debes descargar un poco, cariño – dijo seductora - No creo que tengas problemas, con las ganas que tienes, esto no durará más de 2 minutos – dijo sonriendo y con total seguridad.

Estaba confundido, aturdido, pero con muchas ganas, pero era verdad, no duraría ni dos segundos.

Marco:Gracias mamá – dijo quedándome inmóvil

Su pene no reaccionó, nerviosismo.

Viviana: Date la vuelta – dijo con todo calmado pero firme, si su hijo fuera más experimentado, sabría que Viviana estaba cachonda.

Se giró en dirección a la ducha, dándole la espalda a la mujer que le dio la vida. Ella se colocó detrás suya presionando su cuerpo a su espalda. Sentía sus pechos contra su cuerpo, sus erectos pezones rozando su espalda. Su brazo izquierdo rodea su cintura abrazándole, mientras que su mano derecha va en busca de su verga. Al sentir el contacto de su mano con su verga, un escalofrío recorrió su cuerpo. Su mano comenzó a menear su miembro erecto.

Viviana: Mi niño necesita que mami le descargue estos huevos – dijo morbosa bajando su mano por todo el tallo hasta llegar a los testículos y acariciarlos con suavidad.

Marco: ¡Mamá! – gimió.

Viviana: Te has portado tan bien con mami todo este tiempo, respetándome, que te mereces un buen premio, cariño – dijo besando su oreja mientras agarraba con fuerza su verga y empezaba un lento sube y baja.

Marco: ¡Mamá! – gimió.

Viviana no dijo nada más, su morbo estaba a mil y eso no la hacía pensar con claridad, solo quería ser la que hiciera a su pequeño y adorado hijo pervertido correrse. Con una mano acariciaba su estómago mientras que con la otra comenzaba el clásico movimiento masturbatorio. Sus movimientos eran suaves y lentos, sabía lo que hacía. Llevaba 1 minuto en su tarea cuando Marco ya sentía el orgasmo próximo, sus testículos comenzaban a ponerse duros y la punta de su verga a hincharse. Todo su cuerpo temblaba y su respiración se agitaba.

Viviana: Parece que ya queda poco y mi niño se va a correr con su mami – dijo pasando su cabeza con una sonrisa en su rostro y mirando directamente su pene.

Comenzó a realizar movimientos más fuertes. Subía a través del largo de su miembro, deteniéndose en su glande, en donde realizaba movimientos circulares y volvía a bajar hasta la base de su verga. Repitió esta acción unas veces más y viendo que quedaba poco, Viviana decidió ayudarle un poco más.

Viviana: Vamos, cariño, dale a mami su premio, dale tu leche, sácala toda para mami – susurró en su oreja mientras la mordía con sensualidad.

Marco: ¡Me corro, mamá, sí, me corro, toma leche! – gimió.

Tuvo el efecto deseado. Marco se corrió, sus músculos se tensaron, tuvo que sujetarse de la pared con su mano izquierda para mantenerse en pie. Su semen salió con mucha potencia y se estrelló en los azulejos, y las últimas gotas se alojaron en los dedos y en la palma de la mano de Viviana. Fue la mejor paja de su vida, sintió como la presión se liberaba de sus testículos, la sensación fue tan fuerte que sus rodillas temblaban. La mano de Viviana continuaba en su verga, exprimiendo las últimas gotas de su leche, ordeñándole.

Viviana: Así me gusta, que mi niño haga caso a su mami – dijo retirándose lentamente de él, soltando su pene.

Le había pajeado y en verdad seguía actuando normal, tratando de hacer el momento lo más tranquilo posible para él y para ella misma.

Marco: Gracias mamá, no sabes lo mucho que te lo agradezco, ha estado genial – la alabó sin atreverse a besarla.

Viviana: No pasa nada, cariño, al fin y al cabo, la culpable de que estés así soy yo y cómo te he dicho es un premio por ser tan caballero conmigo – dijo dándole un casto beso en los labios mientras le acariciaba la mejilla - ahora tápate mientras yo limpio tu desastre y ve a vestirte, que te puedes resfriar.

Viviana estaba muy cachonda, pero supo disimular. Mientras Viviana limpiaba el desastre, Marco se fue a su habitación a vestirse, pues no tardaría en llegar su padre del trabajo. Viviana limpiaba el baño cuando cogió los restos de semen de su hijo y los empezó a lamer. Su calentura fue enorme y no pudo evitarlo, se empezó a masturbar como loca. Estaba poseída por la lujuria, se pellizcaba los pezones y se masturbaba con una mano mientras la otra recogía los restos de la corrida de su retoño y la saboreaba. Estaba como perra en celo y no tardo en correrse, gimiendo bajito.

Viviana: ¡Dios! ¡Marco! – gimió.

Cuando cesó su orgasmo y se tranquilizó, sintió remordimiento. Se quedó lavándose, pensando en lo sucedido y en qué hacer, lo pararía, seguiría, no lo sabía. Esa noche apenas durmió. Sandro la notó extraña, pero la dejó tranquila. Durante los días siguientes Viviana intentó no coincidir sola con su hijo, no al menos hasta que aclarara sus ideas. Una semana después, Marco estaba triste, dolido, se sentía desplazado, no salía de su habitación y huía de sus padres, de ambos, no quería mirarlos a la cara. Viviana se mortificó aún más y llamó al psicólogo para pedirle opinión. Le dio cita y fue a su consultorio.

Doctor: Dígame señora, ¿en qué puedo ayudarla? – dijo serio.

Viviana: Se trata de Marco y de mí – dijo nerviosa - Nuestra relación a cambiado.

Doctor: ¿A qué se refiere? – dijo serio.

Viviana: Verá doctor, hice lo que me dijo, utilicé el deseo de mi hijo para que él mejorara en los estudios y hasta salía más con sus amigos y mejoró notablemente la relación con mi marido, pero creo que me he equivocado y ahora no sé qué hacer – dijo llorosa.

Doctor: ¿Cómo o qué ha hecho? – dijo serio – Cuéntemelo todo, sin miedo, recuerde que estoy para ayudar.

Viviana: Bueno, pues utilicé su fijación por mi cuerpo para que mejorara en general, sobre todo las notas, primero le enseñé las tetas, luego paseé en tanga frente a él y luego me mostré desnuda – dijo nerviosa – Él siempre fue respetuoso y no pasó los límites que yo le puse, y todo iba bien.

Doctor: Continúe – dijo serio.

Viviana: El problema es que me he excedido, he ido más allá, no sé cómo mirar a la cara a mi marido y menos a mi hijo, le he hecho mucho daño – dijo llorosa.

Doctor: ¿De qué manera? – dijo serio.

Viviana: Desde hace tiempo, cada vez que me muestro a mi hijo siento mucho morbo, de saber que me desea y de que sus masturbaciones son a costa mía – dijo vergonzosa – Y el otro día, me pidió algo diferente a verme desnuda y yo me dejé llevar por mi calentura y nos duchamos juntos - explicó.

Doctor: ¿Solo ducharos? – dijo serio.

Viviana: En principio sí, pero me calenté, y al notar su erección no pude contenerme, le hice una paja a mi hijo – dijo nerviosa y llorosa.

Doctor: Y él, ¿intentó ir más allá? – dijo serio.

Viviana: ¡No! – dijo escandalizada – Mi niño es muy respetuoso, no hace nada que no le de permiso hacer.

Doctor: ¿Entonces? -  Dijo sin entender.

Viviana: Después me masturbé yo, ¡pensando en mi hijo! ¡En lo que acababa de pasar! – dijo llorosa – No sé qué me pasa, soy feliz con mi marido, lo amo, pero la situación con mi hijo me sobre pasa.

Doctor: Señora no se preocupe tanto, es normal lo que le pasa – dijo serio.

Viviana: ¿En serio? – dijo más tranquila.

Doctor: Sí señora, es muy común – dijo serio – Lo que a usted le pasa es que, al sentirse deseada, aunque sea por su hijo, la excita y quiere ser la hembra de ese macho, para que usted me entienda.

Viviana: ¿Está loco? – dijo escandalizada.

Doctor: Para nada, señora, la tensión sexual que llevan acumulando ambos durante este tiempo tiene que salir, es normal – dijo serio – Quien juega con fuego se quema.

Viviana: ¿Qué hago? – dijo llorosa – No quiero hacer más daño a mi hijo y menos a mi marido.

Doctor: No tiene por qué – dijo serio – Cómo doctor le aconsejo sacar esa tensión sexual, sino puede ser peor tanto para usted como para su retoño – explicó – Cómo padre, le aconsejo que satisfaga cada deseo de su hijo, aunque usted sepa que está mal, sino lo hace, el futuro de su hijo es una incertidumbre, solo sabremos con certeza que nunca será feliz y vivirá traumado.

Viviana: Entiendo – dijo seria.

Viviana estuvo todo el día pensando en eso, decidiéndose. Pero se decidió cuando vio que su hijo no cenó, solo se duchó y se encerró de nuevo en su habitación.

Sandro: ¿Qué le pasa? – dijo extrañado – Ha de ser alguna chica.

Viviana: ¿Por qué lo dices? – dijo tensa.

Sandro: Porque las hormonas solo le dejan pensar con la cabeza equivocada y a su edad las relaciones con las chicas te dejan marca – dijo serio – Hablaré con él.

Viviana: No te ofendas, amor, pero no tienes mucho tacto – dijo burlona, sabedora de la verdad – Deja que sea yo quien hable con él.

Pasarían de nuevo varios días. Madre e hijo estaban angustiados porque luego de su charla con el psicólogo, Viviana empezó a intentar acercarse a su hijo, pero él la evitaba. No quería acercarse más de lo debido. Entendió su lugar y aunque le molestaba, lo aceptó. Viviana, por su parte, trataba de propiciar encuentros como antes, pero Marco simplemente le daba las gracias y volvía a su habitación a jugar videojuegos. Esa situación puso su relación madre e hijo en un estado de incomoda tensión, hasta que Viviana, siempre práctica, tomó el toro por los cuernos. Aprovechando un día que se fue a la compra y que cuando volvió encontró a su hijo en su habitación mirando porno, actuó. Entró decidida.

Viviana: Deja inmediatamente lo que estás haciendo – dijo seria.

Marco: ¡Mamá! – dijo asustado, cerrando a tapa del portátil - ¿Qué haces aquí?

Viviana: Ya he hecho la compra y la he colocado – aclaró – No quiero que veas porno en el ordenador – dijo seria – No es sano.

Marco: Es lo más normal del mundo que un adolescente vea porno – dijo serio.

Viviana: Para ti no – dijo seria - ¿Me puedes explicar por qué ves porno teniéndome a mí?

Marco: ¿Qué? – dijo sorprendido – No quiero molestarte y sé que no quieres volver a lo de antes – dijo muy serio – Es hora de ser un adolescente normal o al menos intentarlo – dijo con una madurez que sorprendió a su madre.

Viviana: Cariño, en primer lugar, perdóname por estos días, estaba confundida – dijo abrazándole – No quiero cohibirte y si quieres seguir viéndome desnuda solo tienes que pedirlo.

Marco: No me hace bien – dijo seria, apartándose suavemente de su madre evitando excitarse.

Viviana: ¿Por qué? – dijo seria y algo dolida porque la rehuyera – Sé sincero y hablemos de lo que nos pasa – dijo sentándose en la cama – No te preocupes, no me enfadaré.

Marco: No sé por dónde empezar – dijo nervioso.

Viviana: Por el principio – dijo seria agarrando sus manos con cariño.

Marco: No sé desde cuándo, ni sé por qué, ni cómo, pero estoy enamorado de ti, mamá – dijo nervioso evitando mirarla – Te quiero como hijo y te amo cómo hombre.

Viviana: Y eso te hace sentir mal, ¿verdad? – dijo cariñosa.

Marco: Mucho – dijo lloroso – No soporto ver a papá cerca de ti, saber que compartís cama, que puede hacer cosas contigo que yo solo me puedo imaginar hacer – enumeró – Me siento mal, porque papá no se merece esto.

Viviana: Lo sé, cariño, lo sé – dijo seria.

Marco: ¿No me vas a reñir ni a repudiar? – dijo extrañado al ver a su madre abrazarlo con cariño.

Viviana: Una madre nunca puede repudiar a su hijo, es carne de su carne, pase lo que pase – dijo seria – Además, no eres el único que le pasa algo similar.

Marco: ¿De qué hablas? – dijo curioso.

Viviana: Tú has sido sincero y te estás comportando como un hombre adulto afrontándolo, te mereces que yo también haga lo mismo – dijo mirándolo con cariño y orgullo – Yo estoy enamorada de tu padre, pero desde que empezaron nuestros juegos, el que me veas desnuda me gusta, me excita, me da morbo saber que mi propio hijo se excita conmigo, con mi cuerpo y que te pajeas pensando en mí, me vuelve loca – dijo seria.

Marco: ¿Qué? – dijo esperanzado.

Viviana: Lo que oyes, cariño. Estos días he estado rara contigo porque me contaba asimilarlo, pero he ido al psicólogo y tras analizarlo todo en frío, he llegado a la conclusión de que te deseo – dijo seria.

Marco: ¿En serio? – dijo esperanzado – Entonces, ¿seguiremos como hasta ahora?

Viviana: Sí, cariño, si deseas verme desnuda solo tienes que pedirlo, si quieres que mami te pajeé como en el baño, solo tienes que pedirlo – dijo seria – Pero con una condición.

Marco: ¿Cuál? – dijo entusiasmado.

Viviana: Nada de penetración – dijo seria – De momento no estoy dispuesta a que mi hijo me folle.

Marco: ¡Hecho! – dijo algo desilusionado, pero no se podía quejar.

Viviana: Así que espero que, de ahora en adelante, no volverte a ver mirando porno – dijo seria.

Marco: Te lo prometo – dijo sonriendo.

Viviana: Me alegra escucharlo – dijo sonriendo pícara, levantándose de la cama.

Marco: ¡Mamá! – la llamó al ver que salía de la habitación - ¿Puedo pedirte algo?

Viviana: Claro, cariño, lo que quieras – dijo sonriéndole pícara.

Marco: Quiero verte desnuda y que me hagas tú la paja – dijo nervioso y morboso.

Viviana: Cómo mi pervertido deseé – dijo traviesa.

Viviana se situó en el centro de la habitación, frente a su hijo y ante su atenta mirada, se quitó la ropa, lentamente, su pantalón ajustado y su camiseta, mostrando su ropa interior de encaje a juego. Marco se quedó atónito, tanto, que no notó como su madre ponía una canción en su móvil y comenzaba a bailar mientras se desnudaba. Viviana empezó a bailar sensualmente al ritmo de la música, moviendo las caderas, sacando tetas, poniendo morritos, sacando la lengua, tocándose. Marco estaba con una erección enorme en su pantalón de estar por casa. Viviana lo vio y tras sonreír pícara y orgullosa, comenzó su espectáculo. Tras guiñarle un ojo, traviesa, Viviana llevo sus manos a la parte de atrás del sujetador y lo desabrochó, pero no lo soltó, lo mantuvo mientras bailaba. Se dio la vuelta, sacando culo y se quitó el sujetador tapándose las tetas con los brazos. Se volvió a girar y, delante de su hijo, se quitó los brazos mostrándole sus tetas, que se balanceaban cuando se inclinaba. Siguió bailando unos segundos más así, tocándose descaradamente las tetas delante de su hijo con sensualidad, antes de coger una silla y colocarla delante de su hijo y sentarse en ella para, con lentitud y sensualidad, sin dejar de mirarle pícara a los ojos, quitarse el tanga con las piernas cerradas. El tanga llegó al suelo y tras ver a su hijo tragar saliva, se abrió de piernas frente a él, mostrándole su coño. Ahí estaba, completamente expuesta ante su hijo, desnuda.

Viviana: ¿Te gusta lo que ves? – dijo pícara.

Marco: Mucho – dijo mirándola ansioso.

Viviana: Ya lo veo – rio pícara señalando su polla dura – Ya sabes, mami quiere que te saques tu polla – dijo morbosa por verle a su hijo la polla.

Marco no contestó, simplemente, con torpeza y rapidez, se bajó el pantalón liberando su polla, dura, gorda y larga. Viviana se se relamió inconscientemente. Marco, con mucho morbo, agarró su dura polla y comenzó a pajearse, lentamente, mirando las tetas y el coño a su madre. Viviana le miraba mientras se agarraba sensualmente sus tetas.

Viviana: Eso es, cielo, pajéate viendo desnuda a tu madre – dijo provocándolo con una sonrisa muy sexy – muévete la polla para mami.

Marco: Me encanta, mamá – gimió aumentando el ritmo de la paja - ¡Estás buenísima!

Viviana: ¿Te gusta mami? – dijo pícara - Dímelo.

Marco: Me encantas mami, estás muy buena – gimió morboso mientras seguía aumentando el ritmo de su paja – Me encantan tus tetas y tu culo, tus piernas y tu coño – dijo mirándola lascivamente – Me encanta pajearme delante tuya.

Viviana: A mami también le gusta ver a su niño menearse el rabo delante suya mientras la mira – dijo agarrando más fuerte sus tetas – Pero mami quiere otra cosa – dijo parando a su hijo, juguetona.

Marco: ¿El qué? – dijo morboso.

Viviana no contestó, sonriendo pícaramente agarró la verga de su hijo con ambas manos y comenzó a pajearlo sin dejar de mirarle a los ojos. Marco estaba en el cielo. Viviana llevaba un ritmo lento, quería que su retoño disfrutara al máximo. Pronto se dio cuenta de que su querido hijo no paraba de mirarle las tetas y entre la calentura que ella misma llevaba y lo que le había dicho el psicólogo, fue más allá.

Viviana: Espero que esto te guste, cariño – dijo agarrando sus pechos y colocándolos, haciendo un sándwich a al falo de su hijo – Una cubana de mami.

Marco no podía creer lo que estaba pasando, su madre, le estaba haciendo una cubana con esos pechos por los que él tanto babeaba. Y no solo eso, sino que demostró que era una experta, pues ensalivó bien sus pechos a base de saliva, para que la verga escurriera bien. La excitación del pobre Marco se elevó tanto que apenas aguantó un minuto.

Marco: ¡Me pones muchísimo! – gimió a punto de correrse, cosa que Viviana notó.

Viviana: ¡A mami también le pone bruta la polla de su niño! – gimió - ¡Vamos, mi niño, córrete para mami, saca tu leche para mami! – le provocó mordiéndose el labio.

Marco: ¡Oh sí, mamá, me voy a correr, sí! – gimió.

Viviana: ¡Córrete, cariño, échale a mami tu leche calentita! – gimió aumentando el ritmo y acercando su cara con la boca abierta y la lengua fuera a la cabeza de la verga de su hijo.

Marco: ¡Oh sí, me corro, me corro, toma mi leche, guarra, sí! – gimió mientras se corría en las tetas y cara de su madre.

Marco no aguantó esa visión, su madre se veía muy guarra y puta así, por lo que a los segundos se corría como un animal en las tetas y cara de su madre mientras Viviana recibía gustosa la leche caliente de su hijo, sin dejar de mirarle, caliente y orgullosa. Cuando se corrió, Marco cayó de espaldas a la cama, exhausto.

Viviana: Espero que te haya gustado – dijo levantándose y limpiándose, relamiéndose – Muy rica tu leche – dijo lamiendo los restos de su lengua y labios - Voy a limpiarme, cielo, te espero con la mesa preparada – dijo dándole un beso en la barriga y acariciándole la polla flácida.

Marco: Vale, mamá – dijo sin respiración.

Sin nada más que decir, Viviana se fue a lavar y arreglar para recibir a su marido con la mesa puesta. Esa noche le dio a su amado marido una noche de sexo salvaje como hacía años no tenían.